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Capítulo 18: Juntos.

Sonic despertó. Parpadeó varias veces, acostumbrándose a la poca luz que iluminaba la sala y sus sentidos comenzaron a despertarse.

Sentía un gran peso sobre su pecho. Era Tails, que seguía durmiendo pacíficamente sobre él.

Sus sensibles orejas realizaban movimiento ante el sonido de las gotas de lluvia chocando contra la ventana, su rubio pelaje se encontraba desordenado y de su boca dejaba salir suaves ronquidos.

El erizo no pudo evitar sonreír enternecido ante la escena frente a sus ojos.

Su vista se dirigió hasta el reloj en su pared y, con todo el dolor del mundo, tuvo que comenzar a sacudir al vulpino con suavidad para despertarlo.

—Arriba, dormilona.— Tails gruñó ante el zarandeo repentino y abrió los ojos segundos después —¿Cómo te sientes?

—Tengo hambre.— Respondió, aún medio dormido.

—Ahora que lo mencionas, yo también. Nos haré algo de comer, ¿sí?— Dijo mientras se incorporaba lentamente.

Tails estuvo de acuerdo, así que se quitó de encima para hacerle la tarea de levantarse más sencilla.

Sonic caminó hasta la cocina mientras él se quedó sentado en el sofá, aún con la chaqueta del cobalto puesta.

—¡Oh! Ayer, mis hermanos y yo hicimos galletas.— Comenzó a contar el erizo de la nada —Sobraron algunas. Podríamos comerlas y... Beber algo de chocolate caliente, ¿suena bien?

—¿Uh? Oh, sí, suena bien... Espera, ¿tienes hermanos?— Tails se dió cuenta de lo que su amigo le estaba contando. Ahora estaba más despierto e intrigado, Sonic nunca antes había mencionado que tenía hermanos.

—Sep. Somos trillizos, de hecho.— Respondió mientras buscaba algo en el refrigerador.

—Wow, eso es genial. ¿Dónde están ellos?

—Ellos no viven aquí, pero los visito de vez en cuando y ellos a mí.— Explicó, cerrando la puerta del refrigerador con un pie y colocando un cartón de leche sobre la mesa.

—Ya veo.— El zorro bajó del sillón y caminó hasta la cocina. Allí, se sentó en una de las sillas giratorias —Cuéntame más.

—Sus nombres son Manic y Sonia...

El cobalto comenzó a contarle más sobre sus hermanos mientras iba de aquí para allá buscando cosas y preparando todo. Tails se dedicaba a escucharlo y observarlo en silencio.

En ese momento, Sonic estaba vistiendo una camiseta color rosa claro, un buzo gris y tenía calcetines de diferentes colores; mientras uno era blanco, el otro era morado con rayas azules.

El vulpino rió por eso y, sin darse cuenta, sus colas comenzaron a moverse.

Sonic era... guapo. Muy guapo.

—¿Tails?

—¿Ah?— El zorrito regresó de golpe a la realidad ante el llamado del erizo —¡Ah! ¿M-Me hablaste?

—Te pregunté si podías pelar las naranjas.— El cobalto señaló un bol de frutas sobre la mesa.

—Seguro.

El vulpino tomó dos naranjas y comenzó a quitarles la cáscara tal y como se le pidió. Estaba tan avergonzado de sus propios pensamientos que sus mejillas se pintaron de rojo.

La sala permaneció en silencio, cada uno estaba concentrado en sus asuntos, al menos, hasta que el teléfono de la casa comenzó a sonar.

—¿Quién podrá ser?— Sonic estaba por atender, pero Tails se levantó y lo detuvo.

—Yo contesto. Probablemente son mis padres, dijeron que llamarían más tarde.— El cobalto asintió y continuó en su labor. El zorrito se paró de puntillas para alcanzar el teléfono y atendió —¿Hola?

—¡Miles!— Se escuchó del otro lado de la línea la angustiada voz de Rosemary —¿Cómo estás?

—Estoy bien, ma.

—Te llamé hace un rato y no contestaste.

—Sí... Perdón, me dormí.— Respondió rascando su nuca.

—Como sea... La lluvia ya está cesando, ¿Estás seguro de que no quieres que vaya por ti?

—Uh... Sonic está preparando la cena. Termino de comer y te llamo para recogerme. ¿Estás de acuerdo?

—¿Vas a cenar allá?

—Sí.

—Está bien. Tu padre y yo también cenaremos pronto. Terminamos y voy para allá. Dame la dirección.

—De acuerdo.— El vulpino comenzó a dictar la ubicación.

—Listo hijo. Nos vemos.

—Bye ma.— Tails colgó y regresó con Sonic —Mi mamá vendrá a recogerme.

—¿Sí? Pensaba llevarte yo, pero...

—No te preocupes por eso, Sonic.— Interrumpió —No quiero causarte más molestias.

—No digas eso, no eres ninguna molestia.— Le aseguró, colocando un plato con galletas sobre la mesa y entregándole una taza con chocolate caliente —Ten.

—Gracias.

Sonic tomó asiento y mostró un paquete de malvaviscos abierto de forma descuidada.

—¿Quieres?

—No, gracias.

—Está bien.— El cobalto tomó un puñado de malva, lo vertió en su propio chocolate y comenzó a revolver con una cuchara. De pronto, se detuvo —Maldición, no estudié para el examen de ciencias.— Recordó.

—¿A qué hora tienes ciencias?— Preguntó Tails llevándose la primera galleta a la boca.

—Tercer bloque. ¿Por qué?

—Puedo ayudarte... Podemos juntarnos en la biblioteca durante el descanso.

Sonic tomó un largo sorbo de chocolate caliente.

—Ah.— Exhaló, limpiando los rastros de dulce alrededor de su boca con el antebrazo —Tails, ¿estás segura de que no eres un ángel que cayó del cielo? Me harías un gran favor si lo hicieras.

Tails rió por el comentario, completamente sonrojado.

—No es nada, Sonic... Por cierto, estas galletas están deliciosas.

—He, gracias.

Ambos continuaron conversando mientras comían. Para cuando terminaron, Rosemary llamó otra vez para avisarle a su hijo que ya se encontraba fuera del edificio.

—Mi mamá ya llegó.

—Te acompaño hasta abajo.

Tails tomó su mochila, su paraguas y la pequeña bolsa con galletas que Sonic le ofreció para llevar y junto al cobalto se dirigieron hasta el primer piso.

Al abrir la puerta, lo primero que vieron fue una camioneta blanca estacionada justo frente a ellos. Una de las ventanas bajó, permitiendo ver a Rosemary saludando.

—Ten, tu paraguas.— El cobalto lo abrió y se lo entregó al zorro.

—Muchas gracias por permitirme quedarme y por las galletas, estaban deliciosas.— Agradeció Tails terminando de acomodarse la mochila en la espalda y recibiendo el paraguas.

—No es nada.

—También... Siento que tuvieras que ver... eso.— Añadió, refiriéndose a su pequeño episodio de astrafobia.

—No te disculpes, Tails... Está bien. ¿Nos vemos mañana en la escuela?

El vulpino sonrió. Por inercia, Sonic también lo hizo.

—Sí.

Tails se despidió y fue a abrir la puerta del vehículo. Acomodó su mochila, el paraguas y la bolsita como pudo mientras parecía hablar con su madre. Sin embargo, cuando estuvo a punto de subirse él, se detuvo y regresó junto a Sonic.

—¿Olvidaste algo?— Cuestionó el erizo con confusión.

—Tu chaqueta, olvidé devolvértela.— Respondió, comenzando a quitarse la prenda.

—Oh, no te preocupes por eso, quedátela.— Lo detuvo —Hace mucho frío.

—¿Estás seguro?

—Sí, quiero que tú la tengas.— Dijo colocando una mano sobre el hombro contrario —Póntela cada vez que tengas miedo de los truenos y será como si yo estuviera ahí.

Tails volvió a sonreír, esta vez, mientras el calor se apoderaba de sus mejillas.

—Te quiero, Sonic.— Dijo dándole un fuerte abrazo al cobalto.

—Yo a ti, Tails. Ahora, ve.— Por más que les hubiese gustado continuar abrazados, debían separarse —Tu madre está esperándote.

—¡Adiós!— Se despidió corriendo hasta la camioneta, intentando mojarse lo menos posible en el proceso.

Sonic hizo un ademán antes de que el auto arrancara y se fuera lejos.

—...Adiós.— Susurró antes de volver a entrar en el edificio.

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