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Capítulo 4 : ARTIFICIAL LIGHTING

“Soy demasiado valiosa como para solo estar sentada y preocupada. Mira dentro de tu corazón, sin ocultar nada. Está bien ser tú mismo. Tiene que parar. Y voy a dejar de llorar. "
- HOLO (Lee Hi)

Taehyung estaba completamente seguro de que las luces de los centros comerciales estaban pensadas para que todo pareciese mucho más bonito bajo estas, desear tener uno de cada dos objetos con los que se cruzaba comenzaba a ser prácticamente inevitable para él.

Esa maldita iluminación repleta de brillo realmente invitaba a comprar casi cualquier cosa ante sus ojos. Él nunca había querido tener una estatuilla con forma de búho pero ahí estaba, mirando el escaparate de la tienda de decoración y pensando que esa cosa realmente era adorable, quedaría realmente bien en su habitación repleta de cosas del siglo pasado. Quizás podría ponerla sobre la pequeña mesa de té en la que solía jugar cuando era un niño pequeño, o tal vez sobre la televisión si…

-No necesito una estatuilla, y definitivamente no quedaría bien en mi habitación. - susurró, obligando a su cuerpo a mantener la vista en el frente para seguir el principal objetivo que ese día lo había llevado al centro comercial.

Las personas a su alrededor parecían moverse con prisa. Los pies sobre el suelo llevaban un ritmo rápido y hacían contraste con Taehyung, quien arrastraba perezosamente sus zapatos desgastados. Todos querían terminar con su lista de cosas pendientes para regresar a su hogar lo antes posible, pero si se trataba de su caso… él simplemente quería hacer un poco más de tiempo. Odiaba la sensación de encierro que la sobreprotección de su madre le ocasionaba, porque era la culpable de que a veces sintiese miedo de todas esas cosas que siempre se le presentaron como peligrosas. Los espacios abiertos con personas desconocidas moviéndose de un lado a otro eran abrumadores cuando todo lo que solían permitirle era salir a pasear con su bicicleta sin alejarse demasiado.

Durante ese último verano, antes de ingresar en la universidad, Taehyung se permitió escabullirse por la ventana como lo haría uno de los adolescentes hormonales de las películas americanas. Pero los miedos continuaban, siempre permanecía la marca de gran cantidad de años siendo educado en la idea de que las personas eran malas y el mundo un foco de dolor. Daba igual cuantas veces se dejase de caer de su ventana del primer piso hasta el jardín embarrado, para correr hasta el coche de Hoseok. Cuando estaba solo el pánico regresaba eventualmente, por mucho que tratase apartarlo de su cabeza.

Y de todas formas, el verano ya se había acabado. Ya no importaban sus sueños, ni ese bonito hechizo que recorría todo su cuerpo cuando fingía ser un chico normal. Alguien que podía bailar hasta el amanecer con sus amigos aunque la única realidad fuese que había tenido que escabullirse para lograr tal sentimiento.

Finalmente, se detuvo ante el escaparate de la tienda de deportes, con un suspiro escalando hasta su boca mientras sus ojos bajaban a la gran cantidad de monedas y billetes arrugados que sostenía entre sus manos. Le hubiese gustado comprarse unas zapatillas de deporte mejores, pretendía seguir ahorrando hasta obtener el dinero necesario para comprar esas a las que ya le había echado el ojo un par de días atrás… pero para la gente como Kim Taehyung las cosas raramente salían del derecho. Así que entró en esa tienda y tras ignorar las relucientes luces blancas de los expositores, le pidió al dependiente que le enseñase las opciones más económicas.

Caminar desde el centro comercial hasta su vieja casa se sintió como un verdadero castigo, con esa bolsa de papel en las manos y las zapatillas de deporte cuidadosamente guardadas en su caja. En instantes así podía notar las ganas de llorar ahorcandolo, como un reflejo de la ansiedad inevitable que le provocaba desear tantísimas cosas pero no ser capaz de conseguir ni una sola de ellas. Taehyung se esforzaba, él podría haber entendido ese efecto de mala suerte que envolvía sus días si fuese un idiota que no movía un solo dedo para tratar de cambiar las cosas… pero él realmente se esforzaba. Incluso cuando eso no modificaba prácticamente nada en su asquerosa vida.

La entrada a casa fue silenciosa, la persiana bajada en la zona de la habitación de su padre le advirtió sin palabras que este probablemente se encontraba durmiendo. Una de las peores cosas acerca de ese ogro se basaba en sus malos despertares, la manera en la que este alzaba la voz e insultaba cuando alguien lo despertaba con un pequeño ruido era más que suficiente para que a través de los años Taehyung hubiese desarrollado cierto miedo hacia el hecho de moverse por su propio hogar.

Hogar. Bien, quizás esa no era la palabra correcta para nombrar a esas cuatro paredes llenas de humedad bajo las que residían.

-¿Ya has llegado? - su madre susurró, acercándose a través del corto pasillo que separaba la cocina de la puerta de entrada. - Has tardado mucho, no vuelvas a hacerlo. Eres un chico grande Taehyung, tienes que mostrar un poco más de responsabilidad.

Taehyung no contestó, sabía que el hecho de hacerlo podría implicar una pequeña discusión y eso no era algo que pudiesen permitirse mientras su padre dormía con una botella de alcohol en la mano.

-Iré a mi habitación. - susurró de vuelta.

-¡Kim Taehyung!

Taehyung se encogió un poco al escuchar el tono alto de su madre, las paredes de su casa eran casi de papel y el sueño del ogro desagradablemente delicado.

-Shhh. - fue lo primero que fue capaz de decir mientras sus ojos suplicantes le pedían a su madre que se callase. - Estás hablando demasiado alto.

Su madre rodó los ojos, ignorando la advertencia de Taehyung como siempre hacía. Nunca era ella quien recibía la mayor parte de ira e insultos de todas formas, así que por supuesto su madre no parecía para nada asustada ante el hecho de despertar al ogro. Él se encontraba en el extremo contrario, porque todavía sostenía esas nuevas zapatillas de deporte en una mano y sabía que algo tan simple como eso podría tener graves consecuencias si su padre las captaba con la mirada poco después de despertar.

-¿Quién te crees que eres para mandar callar a tu madre? - su madre habló con el tono alto una vez más. - Te he dicho que no quiero que vuelvas tarde a casa, y eso es todo lo que importa. No sé cuántas veces tengo que repetírtelo, las calles están oscuras ahora y podría sucederte cualquier cosa.

Taehyung estaba tan acostumbrado a bajar la mirada mientras su cabeza se perdía en los intensos sueños de un futuro diferente, que a veces le costaba entender el daño que se autoinflingía pensando en las cosas que deseaba pero jamás lograría llegar a alcanzar.

-Está bien mamá, estoy cansado así que me iré a la cama. Ya he comido algo en casa de Hoseok. - susurró, sus cuerdas vocales casi ardiendo ante la necesidad de decir algo más. De rebelarse por una maldita vez en su vida.

Pero no hizo nada más que subir las crujientes escaleras hasta llegar a su habitación, donde se dejó caer sobre la cama con la caja de las zapatillas de deporte siendo todavía un motivo del desbocamiento para su angustiado corazón. Tenía que esconderlas del ogro, si este llegaba a encontrarlas podría derivar en un gran problema para él.

La habitación de Taehyung era pequeña y tan anticuada como casi todo en aquella casa, aún así eso era un punto positivo cuando podía encontrar huecos inesperados en el interior de los muebles. Su armario albergaba un buen escondrijo en los laterales de los cajones. Allí había escondido cada regalo de cumpleaños de Hoseok durante su niñez, aunque estaba seguro de que sus padres eran conocedores de la existencia de tal lugar parecía que no les interesaba completamente.

Allí también era donde escondía el dinero de su segundo trabajo, aunque las tres horas en la gasolinera no daban para mucho. También había recortes de algunos libros y artículos de prensa que sus padres nunca aceptarían.

-Debería entretenerme un poco. - susurró rebuscando entre las monedas.

Esos cajones realmente podían llegar a ser útiles de las formas más inesperadas, entre sus monedas Taehyung guardaba ese carnet que mostraba un bonito arcoiris junto a su foto. Un año atrás, quizás dos, sus salidas a escondidas lo habían llevado hasta un club de carácter LGTBI+ que casi le recordaba a esas películas extranjeras que de vez en cuando veía. Si no podía viajar por el mundo, al menos sus ojos deberían tener el derecho de observarlo a través de una pantalla.

Ese verano pasado Taehyung descubrió multitud de cosas, locales que nunca había visto antes y personas que siempre lograban atraer su mirada. El carnet había llegado un poco más tarde, cuando de alguna forma alguien lo convenció para unirse al colectivo de forma activa y él arrastró a Hoseok, convencido de que a su amigo también le agradaría la idea.

“Tae, no soy homosexual. “ - Hoseok estaba mintiendo en aquella ocasión de un año atrás, quizás dos. Y Hoseok seguía mintiendose a veces al creer que los sentimientos de atracción por otros hombres se marcharían cuando pudiese encontrar una relación estable con alguna chica.

A Taehyung casi le resultaba extraño que su mejor amigo mantuviese firme la idea de que solo necesitaba una relación certera para dejar de pensar en lamer los abdominales de WONHO. Porque Jung Hoseok realmente estaba más que interesado en el cuerpo de ese hombre, y el caso podría dejarse como un simple síntoma de buen gusto sino fuese debido a que su amigo se sentía interesado por muchos más chicos. Algunos desprendían belleza a través del físico y otros lograban obtener admiración a través de sus actitudes artísticas. El abanico de posibilidades de las personas que le podrían llegar a gustar a Hoseok era en sí, tremendamente amplio.

Fuese como fuese, su mejor amigo apoyaba las causas de quienes se atrevían a vivir su vida de forma abierta. Lo hacía en silencio y desde luego no se atrevería jamás a admitir que él realmente quería lamer los abdominales de Wonho, al menos no lo admitiría delante de otra persona que no fuese Taehyung. Hoseok amaba a su madre, hasta la actualidad seguía hundiéndose en los abrazos de esta cuando algo le salía mal. Así que el hecho de abandonar su confortable armario estaba lejos de la posibilidad cuando el chico ni siquiera se ponía un pendiente con tal de no salirse de la línea que firmemente marcaban estos.

Taehyung no era el mejor para hablar, pero al menos él se escondía por un miedo real. Sus padres estaban cerca de los setenta años, probablemente fuese mucho más complicado hablar sobre homosexualidad con un hombre viejo, borracho y malhumorado, que con un profesor de literatura y una mujer que adoraba a su retoño. Así que solía fingir que era completamente normal que un chico hetero quisiese lamer los abdominales de un cantante. Tae solo asentiría tranquilamente cada vez que un ataque de pánico pululara cerca de su amigo.

“Ni siquiera tú te lo estás creyendo Jung.” - le había respondido Taehyung en aquella ocasión concreta, conociendo el hecho de que su mejor amigo siempre parecía estar soñando con el tipo de cuerpo perfecto en los hombres. - “ Si no eres gay está bien y si lo eres también, soy tu mejor amigo y podré entenderte mejor que nadie. Por si lo has olvidado, yo no puedo pensar en las mujeres de forma romántica ni aunque lo intente. Las respeto y admiro su fuerza en esta sociedad de mierda, pero simplemente me gustan los hombres. “

Al principio, Taehyung había sentido alguna especie de pánico ante la idea de ser lo que era. En su familia las personas como él serían consideradas poco más que demonios viciosos, suponía que Hoseok no reaccionaría bien pero su amigo se adelantó a cualquier confesión.

Jung Hoseok sabía que Kim Taehyung era gay desde que eran solo dos niños de diez años. Lo sabía porque su mejor amigo soñaba con besar a algún adversario en los labios mientras que él solo quería ganar el partido, también lo sabía porque en realidad quizá él mismo se sentía un poco de esa manera en ocasiones. Definitivamente lo sabía porque había visto multitud de libros y recortes de historias de amor entre hombres, así como artículos con información acerca de los signos que podrían indicarle a alguien como reconocer su sexualidad. Tae escondía todo eso en uno de los huecos de los cajones de su viejo armario.

Con el carnet todavía en la mano, Taehyung se apuró a esconder sus zapatillas de deporte nuevas. Tenía diecinueve años y debería poder salir a divertirse de vez en cuando sin tener que recurrir a su ventana, pero la realidad era que no había otra manera.

Así que esa noche, con su cabeza un poco hundida, Taehyung marcó el teléfono de su mejor amigo para pedirle que lo acompañase a ese club al que tantas veces antes habían ido durante el verano.

-Hoseoki… - su voz se volvió un poco más dulce, era consciente de que Hoseok no aceptaría en voz alta lo mucho que ese lugar le gustaba. La clave acerca de lograr que lo acompañase era hacerle creer que solo estaba yendo con él porque eran mejores amigos, era una excusa que Taehyung siempre le regalaba. El motivo para ir a un sitio que a ambos les gustaba pero solo uno reconocía amar. - Quiero ir a Bellum. ¿Podrías venir a buscarme dentro de dos horas? Me ducharé y esperaré hasta que mi madre se duerma.

Un suspiro.

-Está bien Tae, pero sabes que solo voy para acompañarte…

-Por supuesto, claro que lo sé Hobi.

Por supuesto.


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Hii!

Antes de nada quiero pedir perdón por tardar tanto pero no he encontrado tiempo hasta ahora. Lo segundo, feliz navidad preciosidades. Como muchos ya sabéis yo no celebro la navidad en casa, porque mi familia es un poco un desastre, pero sí que quiero desearos unas muy muy muuuy felices vacaciones.

Un beso,
os amo
Mel
💜

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