痛いです
Esta vida no es fácil, no estoy hecho de acero.
No olvides que soy humano, no olvides que soy real.
Actúas como si me conocieras pero nunca lo harás.
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La canción retumbaba en las bocinas de la sala de prácticas, sin embargo, él se encontraba tirado en el piso, sin moverse, sólo respirando y pensando en toda la mierda que lo estaba persiguiendo desde que abrió los ojos esa mañana.
1:08 a.m.
Los demás miembros se habían ido a cenar hace una hora, lo invitaron, pero Jimin se rehusó poniendo la excusa que practicaría una nueva coreografía. Pero la verdad es que no tenía ganas de verle la cara o dirigirle la palabra a alguien, ni siquiera a sus amigos. El sudor goteaba de sus cabellos, su mirada puesta en él mismo; quería correr y golpear el espejo hasta partirlo en mil pedazos. Estaba cansado y no precisamente de la práctica. De todo.
La puerta crujió al ser empujada con cuidado, rechinando con un intento fallido de causar el menos ruido posible. Desde el espejo, Jimin la miró asomar la cabeza. La chica reflejó arrepentimiento en cuanto su mirada cruzó con la de él.
— Ya te estabas tardando.— La voz de Jimin se escuchó fuerte pero también tranquila.
— Eh, yo...— Dio un paso dentro. Vete.— Uhm...— No, no te vayas. Jimin se empezó a poner de pie. No despegó la mirada de ella.— Olvidé mi mochila, lo siento.
Los pasos de ella se volvieron rápidos, lista para huir. Sí, quería salir de ahí lo antes posible. Esa cara de Jimin y aura le transmitía algo y no, no era bueno. Sin embargo Jimin ya estaba de pie y la había acorralado antes de que pudiera tomar su mochila. Ella tragó duro y lo miró asustada.
— Hablo en serio. Tardaste mucho en venir, Hyemin.
— ¿D-de qué hablas?— Balbuceó, luchando con apartar la mirada.
Jimin sonrió de lado, luciendo arrogante.
— Te estaba esperando.— Siguió.— Extrañaba a mi sasaeng especial.
Y Jimin no hablaba de una espera de horas o días, sino meses. Baek Hyemin. Uh, esa chica estaba enamorada de él y Jimin lo sabía, lo supo hace tres años cuando él aún era trainee y ella apenas ingresaba a la empresa. Siempre lo miraba de lejos, y no era como que le molestara, a fin de cuentas, a Jimin siempre le había gustado tener las miradas sobre él –o eso quería creer–, nunca le falto nada, ¿comida, agua, vitaminas? siempre aparecían mágicamente cerca de su mochila. Hyemin siempre había estado allí. Pero ella se había apartado hace un tiempo.
— ¿Disculpa?— Su rostro cambió radicalmente.— ¿Sasaeng?
— Sasaeng es la que acosa, ¿no?— La sonrisa llena de ego seguía ahí.
— Vete a la mierda.— Escupió y lo empujó, caminando furiosa a la puerta.
— Nena, no has venido a verme por meses— Tiró de su muñeca.— ¿Estás consiente que no te dejaré ir, verdad?
— Pero qué mi...
— Shh...
Jimin la silenció, presionando suavemente su dedo índice en los labios de ella. Hyemin estaba más confundida que nunca, Jimin estaba actuando diferente. Nunca le habló, en serio, ni dos palabras; sin embargo, lo conocía o eso pensaba, Jimin siempre sonreía, apoyaba a sus miembros, jugaba y era travieso, sus risas se escuchaban por cada rincón de la empresa, y ese Jimin no era el que tenía enfrente. Este Jimin parecía ser un ególatra, con un apariencia jodidamente tranquila pero a la vez superior, pero sus ojos, su ojos reflejaban ira y enojo puro.
Lo siguiente que supo Hyemin, fue que estaba entrando a un dormitorio que no era suyo. Estaban tan metida en sus deducciones que ni se percató de cómo llegó a ese lugar.
— Jimin, yo me voy a casa.— Dio un paso fuera al segundo que dio uno dentro.— Estás muy estresado, deberías descansar.
— Nadie necesita un descanso.— Dijo duro.— Ven aquí, no irás a ningún lado.
— Esto está mal, los chicos pueden llegar y mal pensar la situación.
Jimin la tomó del brazo y la jaló dentro, tirando de su pequeño cuerpo al suyo, juntándolos.
— Ellos no llegaran hasta dentro de mucho.— Murmuró en su oído.— Y que mal piensen lo que mierda quieran.
— ¡Ni si quiera somos cercanos!— Hyemin había llegado al límite.— No sé qué tipo de crisis idol estés pasando justo ahora, pero no me interesa y no es mi problema. Adiós.
Jimin apretó los puños hasta dolerle, caminó de izquierda a derecha y pasó sus manos frenéticamente por su cabello, despeinándolo. De pronto, una intensa ola de calor lo absorbió y tiró de su camiseta, aventándola al suelo.
— Dios, qué es esto— Hyemin lo miró atónita.— Me voy.
Caminó con paso veloz a la puerta, Jimin corrió y con su brazo estirado cerró la puerta de golpe y con la otra mano la agarró de la cintura, frenándola.
— Te dije que no irás a ningún lado.— Susurró sobre sus labios.— Necesito que estés aquí.
Y no esperó más, la elevó con ambas manos y la hizo rodearlo con las piernas, yendo al sofá y sentándose en él. Hyemin sentía su corazón en la garganta, toda ella estaba temblando. Jimin tenía el control y ambos lo sabían, Hyemin estaba siendo vulnerable ahora. Hyemin sintió una punzada en su pecho cuando Jimin empezó a acariciarle las mejillas. El cuarto estaba con las luces apagadas, sin embargo ella notaba el brillo en los ojos de él.
— Jimin...
Pero no la dejó continuar, junto sus frentes y en cuestión de segundos sus labios estaban unidos también. Los labios de ella temblaban en los de Jimin y eso era una muy buena sensación para él, sus manos seguían acariciando sus mejillas, mientras Hyemin presionaba las suyas contra los pectorales de Jimin.
Los besos bajaron al cuello.
— ¿Por qué dejaste de verme?— Preguntó Jimin contra su cuello.
Hyemin gimió.
— Desde que me dejaste, muchas cosas han pasado.— Volvió a besar los labios de ella.— Y la verdad es que te extraño y me haces falta, nena.
En ese momento, Hyemin sintió como le faltaba el aire y le dolió escucharlo tan vulnerable. Ese no era el Jimin que ella amaba. Sus mejillas estaban húmedas, podía sentir las lágrimas sobre ellas, sin embargo, las lágrimas no eran las suyas.
— Estás llorando.— Dijo lo obvio, aún sin poder creerlo.
Jimin asintió y sonrío, una pequeña sonrisa que indicaba que nada estaba bien. Le dio un último beso y la levantó, dejándola a un lado con sumo cuidado. Pasó las manos por su cabello, recargó sus codos en sus muslos y clavó la mirada al suelo, soltando un profundo suspiro. Se puso de pie y caminó al gran ventanal del dormitorio, la vista a la ciudad nocturna era agradable, se recargó en uno de los pilares y siguió ahí, tan tranquilo, tan sereno. Hyemin lo miraba perdida desde el sofá.
Con movimientos lentos se puso de pie, caminando con sutileza al lado de Jimin, los ojos de él la atraparon en el acto, a Hyemin no le importó. Se paró frente a él y limpió sus lágrimas con suaves caricias, mantuvo sus ojos en en los de él y lo único que podían transmitirle era tristeza y cansancio. Era desgarrador. Lo abrazó por la cintura, acurrucándose en su desnudo pecho, Jimin la rodeó con sus brazos y la apretó.
— Sabes, la verdad es que sí me interesa la crisis idol que estás sufriendo. Jimin-ah, puedes desahogarte conmigo.
Jimin se quedó callado un largo rato, sus respiraciones eran tranquilas.
— Jimin es gordo. Bien, hice ejercicio y me puse a dieta.— Empezó, su voz tranquila.— Jimin es feo. Cambié mi imagen.— Siguió.— Jimin debería tener la apariencia de niño bueno. Mis abs dejaron de ser trabajados. Jimin debería tener la apariencia de chico sexy. Volvía formar mi abdomen.— Sus voz de poco en poco se hacía más dura.— Estoy harto de todo, Hyemin. Tan cansado y no sólo mentalmente, mi cuerpo está agotado también.
Se alejó de ella, Hyemin se abrazaba ella misma ahora y lo miraba preocupada. Jimin empezó a caminar de un lado otro, con la mirada perdida, sus puños abriéndose y cerrándose con fuerza. Estaba por salir de control. El enojo estaba consumiéndolo, quería desahogarse, quería golpear a alguien o algo, quería sacar todo la mierda. Su puño se estrelló con la pared.
— ¡Jimin!— Gritó Hyemin asustada, corriendo a su lado.— ¡Jimin cálmate!
Jimin giró su cabeza y la miró sobre su hombro, negando con la cabeza y sonriendo como psicópata. Quería destruir toda la habitación, quería librarse de la ira, sin embargo las lágrimas volvieron a ganarle. Pegó su cabeza contra la pared blanca, justo donde había embarrado un poco de su sangre, se dio media vuelta y se dejó caer con la espalda pegada al concreto, arrastró sus rodillas y las abrazó, ocultando su rostro.
Hyemin lo abrazó, besando repetidamente su cabeza mientras lloraba. No quería verlo así, era horrible.
— ¿Qué a la gente sólo le importa el puto físico?— Levantó su rostro, lleno de lágrimas de coraje.
— No todas, Jimin.
— Yo canto tan bien como lo hace Jungkook, bailo genial como Hoseok, sin embargo, sigo siendo la carita del grupo.— Espetó con rencor.— ¿Por qué mejor no se fijan en mi voz? ¿En mis movimientos de baile? No lo entiendo.— Sus manos volvieron a empuñarse.— ¿Creen que soy de plástico? ¿Creen que pueden hacer todos esos cambios en mí? ¡Joder es un puto infierno! Me duele, los tintes, las horas de gimnasio, las malditas dietas... No puedo dejar a todos conformes, siempre quieren cambio tras cambio.
— Jimin, cariño por favor.— Hyemin suplicaba.— Estás muy alterado, con mucho estrés sobre ti.
— ¿Y cómo quieres que no lo esté?— Gruñó.— Me están destruyendo.
Sinceramente Hyemin no sabía qué hacer.
— Quieren que yo sea perfecto, pero ellos ni siquiera saben que me está doliendo.
— Bebé, por favor...
Jimin levantó su vista, y la miró perdido. Sus ojos gritaban "ayuda, sácame de aquí", quería correr a un lugar lejano, uno donde estuviera solo, donde la gente lo juzgaba por cada cosa que hacía o le exigía cosas agobiantes. No lo conocían, no sabían lo mucho que él sufría después de todo.
— Llámame así de nuevo.— Pidió.
— Bebé.
— Maldición, realmente me hiciste falta.— Hyemin se sobresaltó cuando Jimin se puso de pie y la cargó, llevándola a su habitación.— Nena, esto es algo que vengo guardando desde hace mucho, pero hoy fue mi límite.— La recostó sobre su cama, él sobre ella, hablando entre besos.— Y aunque no lo creas, tú fuiste un gran apoyo.— Empezó a acariciarla.— Tal vez, sin esos pequeños detalles tuyos, yo hubiera explotado hace mucho, pero no lo hice. No lo hice por ti. Porque yo sentía que había alguien que me quería tal y como soy, sin ningún cambio.
— Hay alguien Jimin, sigo aquí.
— Eres una mentirosa.— Mordió su cuello.— Te fuiste, me dejaste solo.
— No fue mi intención. Lo siento.
— Ya no importa.— Ronroneó mientras daba besitos en su clavícula.— Las lamentaciones sobran.— Paró para poder verla.— Ahora estás conmigo y justo como quería.
Hyemin miró el profundo color chocolate de sus ojos, miles de mariposas la invadieron, estaban cara a cara. Ahora ella fue quien tomó la iniciativa, tomándolo de la nuca y acercándolo para besarlo, entre caricias y más besos, ella terminó sentada sobre él, su blusa yacía en el piso hace rato. Su cabeza recargada en el pecho de Jimin, sintiendo sus respiraciones tranquilas. Él acariciaba su espalda.
— Es mi turno de hablar, Jimin.— Dijo ella en voz baja. Jimin sintió el frío chocar en su pecho cuando ella se separó.— Si estabas tan mal, ¿por qué nunca hablaste? Maldición, sé que así es la industria, sin embargo ellos nunca te obligaron a nada.
Sus manos alrededor de su cuello, ella lo miraba dolida.
— Joder, yo siempre estuve ahí, debiste habérmelo dicho.— Casi llora.— La gente es una estúpida, con los ojos completamente cegados, sin embargo hay otra que sí ve el verdadero tú, entre esas yo.
Las fans, su familia, amigos. Y como dijo, ella.
— Tu voz es hermosa, yo realmente me siento completa cuando tu escucho. Bailas de una manera tan increíble, el ritmo corre por tu sangre.— Sonrió, recordando porque lo amaba.— Eres una persona grandiosa, yo te admiro Jimin.
— Estás haciendo que me lo crea.
Hyemin juntó sus frentes, hablando sobre sus labios.
— Deberías hacerlo, porque no soy la única que piensa de esa manera.— No se aguantó las ganas de besarlo.— Tienes que aprender a mandar a la mierda lo malo y sólo quedarte con lo bueno.
— ¿Tú me ayudarías a aprender eso?— Jimin sonrió divertido. Hyemin sonrió también y se sintió feliz, esa era la primera vez que lo veía sonreír de verdad en todo este tiempo.
— Claro que sí. Debes mostrarles lo fuerte que puedes llegar a ser, Jimin.
— Y se los voy a mostrar, de eso estoy seguro.
Jimin volvió a besarla. La recostó a su lado, cubriéndose con las mantas; Hyemin tenía su cabeza sobre el antebrazo de Jimin y él la abrazaba por la cintura. Hyemin podía oler su colonia, un olor tan rico.
— Hyemin— Llamó.— ¿Prometes nunca dejar de ver por mí?
— Lo prometo, Jimin.
•
¡Okey so! Uno más, esta vez quise expresar posiblemente la frustración de muchos aquellos idols o incluso, personas normales, que sienten cuando la gente no ve más allá del físico. Fue inspirado en Justin Bieber ⇏ I'LL SHOW YOU, una de mis canciones favoritas de todo el año, ¡espero les haya gustado!
Nos leemos en el próximo One Shot. -Jae's ❤️✨.
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