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1. El precio de sobrevivir.

Debió haber muerto.

No solamente porque era prácticamente imposible que el cuerpo humano soportara un poder tan grande como el de las gemas, Bruce apenas lo había resistido.

Debió haber muerto porque, honestamente, eso hubiera sido lo mejor.

Luego del chasquido, luego de que todo había terminado y ella estuvo en camas de hospitales, luego de que Bruce, Peter, Shuri y la mejorada versión de Visión trabajaran hasta el cansancio para crear una cura lo suficientemente buena para no perderla, luego de que todo volvió a la normalidad...

Era momento de enfrentarse al desastre que habían causado, debían regresar las gemas y asegurarse de no condenar otras líneas temporales en el proceso; ella se había ofrecido a hacerlo, con una versión del suero del super soldado corriendo por sus venas sentía que estaba más que lista, sentía una extraña responsabilidad de hacerlo.

Pero Steve había dicho que no, terminantemente le había prohibido que fuera, le dijo que tenía que descansar y recuperarse por completo, le dijo que no tenía que preocuparse por nada.

Mentiroso.

Se suponía que él volvería, serían apenas un par de minutos para ella, aún si él viajaba cien años atrás lo tendría de vuelta en un par de minutos.

Pero no lo hizo.

Y ella creyó que había sido un fallo, que había hecho mal los cálculos, que quizás algo le había pasado.

Pero la manera casi desgarradora en la que Barnes la miró le hizo saber que Steve no iba a volver por decisión propia. Aquello dolió infinitamente más que el chasquido.

Debió haber muerto porque ¿qué clase de chiste retorcido era dejarla vivir para después hacerla morir en vida?

Durante años había creído que ella no valía la pena, que estaba podrida, que nada bueno podía salir de ella; aquel pensamiento se instaló en ella cuando vio lo que sus armas eran capaces de hacer, comenzó a creerlo cuando Yinsen murió por su culpa, lo confirmó con Ultron.

Pero antes de los vengadores y aquella familia extendida que había logrado construir estuvo Steve, él en verdad la hizo creer lo contrario, le dijo que ella era algo más que muerte y destrucción, le dijo que era alguien que valía la pena, que valía la pena darle una oportunidad como parte de los Vengadores, que valía la pena conocer porque era algo más que la fachada que le mostraba a todos.

Al parecer no era lo suficientemente valiosa como para quedarse, porque en el momento en el que ella había creado los viajes en el tiempo, Steve había corrido de vuelta a los brazos de Peggy Carter; como si todo lo que había construido con él no importara nada, como si ella simplemente fuera el premio de consolación el cual uno bota a la basura en el momento en el que le dan el premio mayor.

Y aquello dolió.

Más que el reactor en su pecho, más que cruzar el portal en Nueva York, más que ser golpeada en la cara con un planeta, más que recibir el impacto de los seis objetos más poderosos del planeta.

Era tres millones de veces peor.

Y, aun así, ella era Natasha Stark. Ella era una mujer hecha de hierro, en el interior y el exterior. Había salvado al mundo entero.

Se recuperaría, siempre lo hacía.

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Despertó como lo hacía siempre, gritando.

Las memorias estaban demasiado enterradas en su subconsciente como para deshacerse de ellas, ni siquiera todo lo que hicieron con él en Wakanda fue suficiente para borrar todo el peso que había detrás de las acciones del Soldado del Invierno.

No había más palabras que lo controlaran, no, pero los horrores de los crímenes que había cometido le seguían atormentando. Noche tras noche, veía sus rostros con total claridad.

Quizás se lo merecía.

Estaba trabajando en eso. De verdad.

"Ya no soy el Soldado del Invierno, soy James Bucky Barnes y es parte de mi esfuerzo para enmendar las cosas"

Tenía una lista de nombres en la libreta en la que Steve había anotado sus descubrimientos del nuevo mundo, había tachado unos cuantos y sorpresivamente aquello le había ayudado a deshacerse de las pesadillas que los involucraban.

Pero había más, cientos más. Había algunos con los que no sería posible hablar, que ya no estaban; se había permitido tacharlos dada la naturaleza.

Estaban clasificados en dos; con los que tenía que lidiar y deshacerse del poder que él les había ayudado a conseguir y a los que solamente debía entregarles un poco de paz respecto a lo que sus acciones habían causado.

Y luego, debajo de todos los nombres escritos en tinta negra, había uno en tinta escarlata.

Natasha A. Stark.

Había estado evitando ese nombre por meses como quien evita a toda costa el filo de un cuchillo que sabe que cortará más allá de la piel.

Natasha no era solamente una de las victimas afectadas por el Soldado del Invierno. Natasha era la hija de Howard, de quien había sido su amigo, era también la mujer que Steve había amado y a la que casi había dejado solamente por defenderlo a él, la que estuvo dispuesta a ir en contra del gobierno para darle a Steve la tranquilidad de que nadie iría tras su mejor amigo; la mujer que Steve deliberadamente había abandonado.

Bucky sentía la punzada de la culpa en su pecho cada vez que pensaba en ella. Porque Natasha lo había perdido todo, y, en el fondo, él sabía que mucho de eso era su culpa. Su existencia había sido el catalizador de tantas de las grietas que fracturaron su matrimonio con Steve, y, al final, él también había sido dejado atrás por el mismo hombre que prometió estar siempre a su lado.

El nombre de Natasha, en tinta escarlata, de algún modo increíble pesaba casi lo mismo que todos los demás juntos. Porque no se trataba de reparar una vida destruida por sus acciones, sino de enfrentarse al hecho de que sus decisiones, sus crímenes, y su existencia habían cambiado el curso de la vida de alguien que no lo merecía.

La vida de alguien que había salvado millones de vidas más.

Durante su reunión semanal con Sam, era imposible evitar que el nombre de Natasha se colara en la conversación; después de los de Barton y Lang, claro, para no levantar sospechas.

—¿Stark? —preguntó antes de darle un trago largo a su cerveza, asegurándose de esconder bien la ansiedad que lo dominaba ante cada mención de ella.

Sam se encogió de hombros y lo imitó.

—Está viva. Lo sabemos por Parker y el Dr. Banner—dijo simplemente, bajando la botella y pasando un dedo por la boquilla—. Aparte de ellos, nadie más puede aspirar a acercarse lo suficiente a ella. Pero Stark Industries ha estado bastante activa en sus producciones y registros de patentes, así que es seguro que está demasiado ocupada.

La respuesta fue insuficiente y demasiado a la vez. Insuficiente porque era imposible que no tuvieran más información sobre ella, demasiado porque no concebía una razón válida para que ninguna de las personas con las que había peleado codo a codo se hubieran preocupado siquiera mínimamente como para obligarla a dejarlos entrar a saber cómo estaba.

—¿Me estás diciendo que nadie la ha ido a buscar en todos estos meses? — preguntó incrédulo —Sam... Steve se fue. La dejó.

—Ella no deja que nadie se acerque, no recibe visitas ¿se supone que entremos por la fuerza para saber si está comiendo bien?

Bucky apretó los dientes, porque eso era lo mínimo que podían hacer por ella y no entendía por qué no estaban haciéndolo.

Nadie la había ido a buscar.

Ni Strange que entregó la gema a Thanos a cambio de que le perdonara la vida porque sabía que solamente ella lo vencería en su juego.

Ni Barton o Thor, que eran lo único que quedaba de su equipo original.

Ni Sam, a quien Natasha le había salvado la vida durante la batalla.

Ni él.

—Solo podemos esperar a que ella esté lista para salir.

—Su mundo se derrumbó por salvar en nuestro ¿y me estás diciendo que no podemos presionar un poco más para acompañarla?

—¿Quieres presionar tú, Buck?

Guardó silencio, un suspiro se escapó de sus labios y negó con la cabeza.

—Sabes bien que yo no puedo. No debo. Estoy seguro de que la última persona a la que quiere ver ahora es al asesino de sus padres.

—Quizás seas la única persona que entiende por lo que está pasando; Steve... no voy a juzgar o cuestionar sus decisiones, pero los dejó, a ambos.

Usualmente no se detenía mucho a pensar en ello, pero era un hecho que, muy en el fondo, Bucky también se sentía en extremo traicionado por la decisión que Steve había tomado; sin embargo, sabía que las cosas no eran iguales.

Bucky entendía que Steve no quisiera quedarse por él, no lo merecía, sus manos chorreaban de sangre y aún si estaba intentando mejorarse, nada cambiaría el hecho de que había hecho cosas terribles. Él no era alguien por quien valiera la pena quedarse.

Pero Natasha... Natasha era algo completamente diferente.

Natasha que había salvado al mundo. Natasha cuya existencia era tan brillante que de ella dependía la derrota de una amenaza tan grande. Natasha que no había dudado dos segundos en chasquear. Natasha que, aunque nadie lo creyera, siempre estaba preocupada porque las personas a las que amaba estuvieran bien.

Natasha que le había entregado el B.R.E.A a Shuri para que la recuperación del hombre que había asesinado a sus padres fuera incluso más rápida.

Natasha, la esposa de Steve.

Ella era alguien por quien valía la pena quedarse y Steve no lo hizo.

—Sé que ha sido difícil para ti y sé que no lo dirás, pero quizás si tú intentas acercarte ella...'

—Ella no querrá verme, Sam.

—No pierdes nada con intentar.

Claro que no, no tenía nada que perder. Es imposible perder algo cuando no se tiene nada.

Incluso si Natasha lo odiaba tanto como para poner una bala en su cabeza en el momento en que lo viera, no perdería nada.

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Desde que Steve se había ido, los días pasaron para ella como un borrón, su ausencia le dolía y le pesaba cada día más; pero no podía dejar que nadie viera eso.

Se había refugiado en lo que mejor sabía hacer, crear. Se había sentado días y noches enteras a crear, lo que fuese que se pasara por su mente, a mejorar las cosas que ya había hecho y que a simple vista no parecían necesitar una mejora porque ella sabía que todo siempre podía ser mejor.

Si no lo podía ser para ella, entonces lo sería para los demás.

Había vuelto a la torre de los Vengadores, había abandonado el complejo tan pronto como le fue posible y se refugió en el lugar que con tanto esfuerzo construyó. La rebautizó, o, mejor dicho, le devolvió su nombre anterior y ahora su apellido volvía a brillar en la punta.

Tenía todo un piso para ella, para sus creaciones, para encerrarse en su propio dolor. Había una cama y un refrigerador que era abastecido con frecuencia únicamente porque Rhodey había insistido en que tenía que comer, en que tenía que descansar.

Era alguna hora de la madrugada antes del amanecer. Ella no lo sabía con exactitud, pero caminó hasta la encimera para servirse una taza de café, tampoco sabía cuántas había bebido ya, no era que importara de todas formas.

Y entonces lo vio. Parado detrás del cristal del balcón, mirando fijamente hacia el interior sin moverse, casi parecía una estatua. En otros tiempos habría entrado en pánico, se habría puesto la armadura y lo hubiera atacado; si no estuviera segura de que ese hombre ya no representaba una amenaza jamás lo habría dejado entrar.

—Tenemos una puerta ¿sabes? — fue lo primero que dijo, intentando ocultar su nerviosismo, volviendo su atención a la taza de café

—Si... bueno, me han dicho que no atiendes a la gente que toca a tu puerta— se encogió de hombros.

—No me gusta que me busquen. No ahora. Ya no— respondió con frialdad, pero Bucky fue capaz de notar el ligero temblor de sus labios —Tú fuiste más astuto al menos.

—Después de décadas operando en las sombras se me da muy bien eso de encontrar incluso a los que no quieren ser encontrados. Algunas cosas no se olvidan.

La castaña le regaló una sonrisa forzada que desapareció casi al instante de que se dibujó en sus labios.

Él la examinó detenidamente mientras la veía ir y venir en el laboratorio; la versión del suero que le habían administrado no era perfecta, lo suficiente para haberle salvado la vida aquella vez, lo suficiente para ralentizar su envejecimiento, pero no lo suficiente como para evitar los evidentes signos de cansancio en ella.

Las marcadas sombras violáceas adornaban la parte inferior de sus ojos, se veía delgada y tenía la piel pálida.

—¿Cuántas horas has estado despierta? — preguntó cruzándose de hombros

—¿Qué haces aquí, Barnes?

La manera tan cortante y fría en la que habló no lo sorprendió, en realidad era una reacción que esperaba de ella, porque sabía que a ella no le encantaba la idea de que estuviera ahí. Era dolorosamente obvio.

—Quería saber cómo estabas...

Una risa amarga se escapó de los labios de la millonaria y negó con la cabeza.

—No necesito que me cuiden. Recién cumplí treinta y seis, creo que puedo cuidarme sola.

—Tasha...

Aquel apodo pareció encender algo dentro de ella, su mirada se fijó en él como si la hubiera insultado de la peor manera.

Steve la llamaba así.

—No me llames así— dijo apretando los dientes, más como una amenaza que como una petición —No vuelvas a llamarme así.

—No sabía, perdón...

—¿No sabías? Claro que sabías, Barnes. Eres su mejor amigo, su hermano, él sabía todo de ti y tú sabías todo de él y estoy segura de que también sabías que se iría.

Las palabras de Natasha golpearon a Bucky una y otra vez, pero lejos de lastimarlo solamente lograron enfurecerlo, porque ella estaba hablando desde la ignorancia y estaba acusándolo de ser su cómplice en aquella idea que carecía de cualquier sentido.

Ella lo veía como parte del problema, como alguien que había dejado que todo sucediera.

—¿Tú crees que yo quería que se fuera? — dijo, finalmente moviéndose de su lugar.

Avanzó un par de pasos y ella los retrocedió porque sabía que, con o sin la armadura era imposible que saliera viva de un enfrentamiento con él.

—¿Tú crees que yo sabía algo de esta estupidez? ¿Crees que lo dejé ir? — siguió hablando, aunque detuvo su andar cuando la vio retroceder —No actúes como si fueras la única que lo perdió.

—Yo no...

—"Es bueno tenerte de vuelta" — soltó, con la voz entrecortada —Eso fue lo ultimo que me dijo, lo único que importa al menos. Él dijo que era bueno tenerme de vuelta, como si realmente le alegrara, como si no estuviera a punto de dejarme solo en este mundo que ha sido tan cruel.

Las palabras cayeron como pesados bloques de hielo sobre el pecho de Natasha, porque todo ese tiempo había creído que él lo sabía, que había estado de acuerdo, que lo había alentado a hacerlo; pero el dolor en la voz de Barnes era imposible de fingir y ella lo sabía porque había escuchado ese mismo dolor en su propia voz cuando tuvo que contarle a Rhodey que Steve se había ido.

Eran víctimas del mismo verdugo.

Y Natasha todo ese tiempo creyó que Barnes no se había acercado a ella porque la despreciaba, porque la culpaba de alguna manera, pero ahora entendía que no era eso. Él no la había buscado porque estaba igual de perdido, igual de herido. Y, en el fondo, tal vez también creyó que ella lo despreciaba a él.

—"No tienes que preocuparte por nada" — murmuró luego de un minuto en silencio, volviendo su atención a la mesa de trabajo para ahuyentar las traicioneras lágrimas que amenazaban con empapar su rostro —Eso fue lo ultimo que me dijo a mí, lo único que importa al menos... Como si eso fuera posible.

Pasaron otros segundos en silencio, la tensión pesaba en los hombros de ambos y aunque realmente no había mucho que decir, ambos sentían que era necesario decir algo... pero no había nada. No había palabras de consolación, o de aliento, no había nada más que el duelo compartido.

Bucky deseó por un momento que Steve se lo hubiera dicho, que le hubiera pedido que cuidara de ella, de ese modo al menos tendría una razón válida para estar ahí y que no pareciera algo que él normalmente no haría.

—Aún no me dices cuantas horas llevas despierta.

Natasha soltó un suspiro largo, cansado, como si la pregunta le pesara más que cualquier otra cosa en ese momento. No levantó la vista de la mesa de trabajo, pero sus dedos dejaron de moverse por un instante, como si estuviera contando mentalmente. Se permitió bajar las defensas un momento porque, honestamente, estaba demasiado cansada para discutir y porque en realidad sintió pena por Barnes.

—No lo sé... —respondió al final, con un tono que mezclaba indiferencia y agotamiento—. Perdí la cuenta después de la tercera taza de café.

—¿Tres tazas de café? —repitió, alzando una ceja—. No sé si me preocupa más que eso sea lo que estás contando o que lo uses para medir tus días.

—Lo siento si mi sistema no es tan sofisticado como un reloj, Sargento —replicó ella con una pizca de sarcasmo, aunque sin la energía que solía acompañarlo.

Aún eso fue suficiente para arrancarle a Bucky lo más cercano a una risa. La postura del soldado se relajó, se permitió recargarse sobre una de las mesas de trabajo.

—No puedes seguir así, eso es seguro.

—¿Ah no? ¿Y qué sugieres? — otra vez con el sarcasmo, lo dijo mientras dejaba sus herramientas en la mesa y se recargaba en ella, imitando la posición relajada de Bucky —¿Un día libre? ¿Tal vez unas vacaciones en la playa en las que me olvide que tengo un mundo que mantener en pie?

—Sugiero que recuerdes que eres humana— dijo mirándola fijamente —Y que mantuviste el mundo en pie una vez.

Natasha alzó una ceja, su expresión una mezcla de incredulidad y burla.

—Oh, por favor. No estoy interesada en uno de tus discursos motivacionales, Barnes. Déjaselos a Sam.

Bucky mantuvo la mirada fija en ella, serio, sin ceder ante su tono defensivo.

—No es un discurso motivacional— se quejó frunciendo el ceño

—¿No? ¿Entonces? Ah ya sé... Esto es algo como "Mi amigo ya no está y ahora yo, como su mejor amigo, necesito hacerme responsable de su mujer" ¿Eso es? Porque si lo es déjame decirte que es super innecesario, tú y yo no somos amigos... De hecho, esta es la conversación más larga que hemos tenido.

—No, esa mierda no funciona conmigo, Stark. No estoy aquí porque crea que le debo algo a él... Desde que decidió dejarme atrás como si fuera una de las cosas que menos le importan me he cuestionado si en realidad le debo algo por... lo que sea que intentó hacer regresándome a un mundo que claramente no me quiere en él.

—¿Entonces por qué estás aquí realmente?

—Porque soy uno de los idiotas a los que Thanos desapareció, por consiguiente, soy uno de los idiotas que trajiste de regreso. Así que te debo una si lo piensas.

—Si y también lo hace la mitad del mundo, pero no los ves entrando a mi casa sin permiso a rogarme que tome una siesta ¿o sí?

—Dudo mucho que todos tengan las habilidades y dudo mucho que hayas ayudado a todos ellos a unir los fragmentos de su mente rota.

—Entonces si usaron mi B.R.E.A para reiniciarte— sonaba genuinamente sorprendida —Shuri dijo algo sobre... tecnología casi obsoleta. Esa niña es realmente arrogante.

Barnes enarcó una ceja, mirándola incrédulo, ella notó la obvia comparación que estaba haciendo en su cabeza así que simplemente movió la mano para que lo dejara pasar.

—Dijo algo como eso, si, pero le ayudó bastante. Me ayudó bastante y ahora esa mierda de Hydra está fuera de mi cabeza.... La mayor parte. Ya no hay palabras que me controlen al menos.

—¿Así que no más soldado universal? — él negó suavemente —Bien... Eras realmente aterrador.

De alguna manera, Bucky no sintió las palabras de Natasha como un ataque y se limitó a sonreír nuevamente.

—No me debes nada, Barnes...

Tenía ganas de decir que lo había hecho todo por el amor que le tenía a Steve, pero las palabras que el propio Bucky había dicho acerca de dudar si realmente le debía algo habían resonado fuertemente con ella, así que simplemente se lo guardó.

—Es lo que hacemos— dijo después de un par de segundos.

—Por eso estoy aquí.

Nuevamente se instaló un pesado silencio entre ellos, porque había tanta sinceridad en sus palabras que por un momento realmente se preguntó si estaba yendo demasiado lejos, tan lejos como para preocupar a un soldado que había perdido el sentido de la vida. Si quizás se había encerrado tanto en sí misma que había perdido la noción de la realidad.

—¿Sucedió algo? ¿Necesitas mi ayuda para algo? No he recibido reportes de algo sucediendo en...

—El mundo está lo suficientemente seguro, Natasha. Pero como alguien que quiere mostrarse agradecido contigo he venido a ver si estás realmente bien... Y a decirte que sé lo terrible que es lidiar con todo esto sola... Sé que probablemente soy la ultima persona que quieres ver, pero estoy aquí si eso sirve de algo.

Natasha tragó pesado, las palabras de Barnes lograron conmoverla solo un poco, la realidad era que, quizás en otros tiempos, quizás antes de Steve, ella no habría tenido problema en alejarlo de ahí y en tomar sus palabras como algo simplemente diplomático, lo había hecho con Wilson, Lang y Barton; pero ahora... al parecer la persona en la que Steve había logrado convertirla no había desaparecido con él. La Natasha Stark de ahora era sensible, receptiva y.... más humana de lo que le gustaría.

Y las palabras de Bucky sonaban tan sinceras que no pudo evitar sentirse agradecida, pero sabía que había aún muchas cosas entre ellos que debían resolver antes de siquiera pensar en aceptar la mano que le estaba extendiendo.

—Estaré bien... Solo necesito tiempo. Y tú lo necesitas también.

—Y necesitas comer bien y dormir apropiadamente.

—A veces es dolorosamente obvio que eres un anciano— comentó con gracia —Te diré que... No puedes venir a querer salvarme y decirme lo que quieres que haga con mi vida para sentirte mejor moralmente, pero soy una persona que aprecia los esfuerzos, Sargento y.... definitivamente te esforzaste más que Sam y Clint... Mucho más que Lang si somos honestos, él solamente llamó una vez.

—Me han dicho que soy muy obstinado— respondió encogiéndose de hombros

—Si te mantiene tranquilo y te ayuda a dormir por las noches entonces... dormiré un par de horas y comeré un sándwich.

—Es más de lo que esperaba— dijo asintiendo —Lo tomaré.

—Pero no puedes volver a allanar mi casa ¿sí?

—Esperé a que me abrieras la ventana— dijo como si fuera obvio —Pude haber entrado sin que te dieras cuenta.

—Estas siendo aterrador— dijo señalándolo acusatoriamente —Hablo en serio, Barnes. No necesitas monitorearme ¿de acuerdo? Dame tiempo.

—De acuerdo.

Ambos sabían que no iba a darle una mierda de tiempo, pero decidieron seguir con la mentira.

━━━━━━━━━※━━━━━━━━━

—Sargento Barnes— la voz de Visión lo detuvo a medio camino, cuando estaba por cruzar la puerta del piso del pent-house de Natasha

—¿Sí?

Mentiría si dijera que no le era extraño hablar con el androide, era demasiado para él y honestamente nada lo ponía más nervioso que saber que si quisiera podría dominar el mundo.

—Sé que sus intenciones al venir aquí son buenas— inició, parecía que estaba buscando las palabras correctas para expresarse —Pero es imperativo que usted entienda que la señorita Stark necesita tiempo para sí misma y no será de gran ayuda el presionarla.

—Lo sé... Solamente quería asegurarme de que estuviera bien.

—La señorita Stark ha creado una... red de apoyo, bastante limitada si me permite decirlo. El coronel Rhodes, la señorita Potts, el señor Hogan, Peter Parker, el doctor Banner y yo somos...lo más cercano que ella tiene a una familia.

—Y aún así ustedes no han logrado hacer que detenga esta espiral de autodestrucción. Esconderla en su dolor no la hará mejorar.

—La señorita Stark no se está "escondiendo" en su dolor —respondió Visión, su voz casi suavemente filosófica—. Está procesando. Y tal vez lo hace de una manera que no entendemos completamente, pero eso no la hace menos valiosa o fuerte. A veces, lo que parece una espiral de autodestrucción es simplemente un intento de encontrar el equilibrio cuando todo alrededor de uno se ha desmoronado y es necesario que encuentre cierta estabilidad antes de volver al mundo exterior...

—Y yo no soy una persona estable, eso lo sé. Descuida, no voy a arrastrarla a todo el desastre que yo tengo encima, solo... tendré un ojo en ella.

—Lo que quiero decir, Sargento, es que debería mantener sus visitas constantes si tiene planeado ayudar a la señorita Stark— el ceño de Bucky se frunció ante aquello y Visión, al notar la confusión, siguió hablando —Usualmente las personas que comparten una determinada experiencia traumática pueden ayudarse mutuamente; usted mejor que nadie comprende lo que la ausencia del Capitán Rogers ha causado.

—¿Estás sugiriendo que tengamos un grupo? ¿Cómo alcohólicos anónimos?

—La señorita Stark necesita alguien que la entienda en lo que está pasando y.... me parece que ella en realidad apreció su visita. En este momento está comiendo el sándwich que le prometió— Visión parecía casi demasiado emocionado por aquello —Además, si ella no lo hubiera querido aquí se lo habría dejado saber de maneras... no tan amables, puede pedirle referencias al señor Barton.

—Bueno, eso es algo —comentó, medio en broma, medio en serio—. Aunque no sé si la idea de un "grupo de apoyo" sea lo mío. No soy exactamente el tipo de persona con la que la gente se siente cómoda hablando de sus sentimientos, ¿sabes?

—Pero la presencia de alguien que comprenda lo que ella está atravesando, alguien que no se sienta obligado a ser un "salvador", podría ser más útil de lo que imagina. Ella está... luchando con su propio proceso, pero la empatía de alguien que ha experimentado algo similar puede aliviar esa carga.

—Lo intentaré—respondió finalmente, sin prometer nada. Aunque no estaba convencido de ser el mejor para esa tarea, algo dentro de él lo empujaba a seguir adelante.

Visión, aparentemente satisfecho con la respuesta, inclinó ligeramente la cabeza.

—Eso es todo lo que puedo pedir, Sargento. 

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