11
Algo estaba mal. Goten podía sentirlo en cada rincón de su cuerpo por más que trate de ignorarlo o fingir que nada sucede.
Sentía un revoltijo en su estómago, tan fuerte que incluso llegaba a doler hasta el punto de hacer que en una ocasión casi vomite frente a la angustiada mirada de su madre mientras charlaban pacíficamente.
Llevaba días así, y para ser honesto, sabía perfectamente a que se debía.
Trunks.
Ese chico que lleva rondando por su mente desde el momento en el que intercambiaron palabras por primera vez, como si de pronto su inexistente curiosidad por el mundo surgiera de nuevo. Aquella curiosidad similar a la de un niño pequeño, que él pensó había muerto hace mucho tiempo.
Han pasado días desde la "discusión" que tuvo con el joven Brief, ahora que estaba más "tranquilo", podía analizar su situación con más claridad que en aquel momento donde solo actuó por impulso con el odio reprimido por años saliendo de sus labios por medio de palabras hirientes.
Es cierto que el pelilila apareció básicamente de la nada, casi al mismo tiempo que el castaño, y es cierto que Trunks no tenía ninguna razón para querer acercarse a él.
Pero, ¿Realmente sería capaz de hacer algo así? ¿Podía ser tan malvado?
No lo sabía en lo absoluto.
No conocía a Brief lo suficiente como para decir si era o no capaz de traicionar su confianza de esa manera.
Él siempre parecía feliz y conversaba con todos alegremente, pero habían momentos donde podía notar que mentía; no era ningún estúpido, y aunque no sabía percibir a la perfección los sentimientos de otras personas, si que podía notar los rasgos faciales.
¿Qué le hace pensar que no mintió ahora?
Nada.
Pero tampoco es como si tuviese pruebas de que él y el castaño estaban aliados, nunca los había visto charlar o tan siquiera mostrar indicios de que tenían algún tipo de relación. Era una simple teoría, con fundamentos, pero sin pruebas.
Todo era tan confuso.
Lo fue desde que esos dos aparecieron. Se podría decir que su vida se tornó más "interesante", sin embargo, él prefería mil veces volver a la monotonía, la absurda monotonía.
Soltó un largo suspiro de cansancio, deseando con todas sus ansias dormir y no despertar nunca jamás, últimamente incluso la escuela le parecía más agotadora que de costumbre.
Para su suerte, Bardock se había quedado completamente dormido luego de criticar por casi media hora una película, diciendo que "era un insulto para el mundo del cine" y demás cosas que un joven como él no entendería.
Con su abuelo problemático en los brazos de Morfeo, no tenía la necesidad de dar su paseo de todas las tardes, cosa que lo alegraba, realmente no tenía ganas de salir de la casa ese día.
Ingresó al baño frente a su tan ansiada habitación, dispuesto a lavar sus manos con restos de comida del almuerzo. No se habia ensuciado demasiado, podía simplemente limpiarse con un simple pañuelo o toalla, pero a él le gusta mucho cuidar de su aseo personal. Según Goten, no había nada mejor que la presentación, aún cuando está en la intimidad de su casa haciendo nada.
Mientras enjuagaba su pálida piel con jabón líquido, sus ojos se posaron sobre el espejo frente al lavamanos, logrando apreciar en primera fila su rostro con algunas ojeras y unos cuantos diminutos granitos que recientemente le salieron debido a su edad. Aunque no fueron precisamente los granitos lo que llamó su atención.
Detuvo su lavado de manos aún con las manos llenas de espuma y el agua corriendo del grifo. De pronto sus profundos ojos azabaches estaban mirando fijamente una sola cosa...
Su apariencia.
La contextura de su rostro, sus ojos, sus labios, la forma de su nariz, e incluso su expresión...
Todo era demasiado similar a él.
No se había percatado de cuanto se parecían hasta ahora, que por un momento, decidió que su reflejo era lo más interesante de está galaxia, mirando con cuidado y a lujo de detalles su rostro, la parte de su cuerpo que menos le interesaba a decir verdad.
Tal vez era por eso que se odiaba tanto a si mismo.
Era como odiarlo a él.
De ser cierto, es bastante increíble e hipócrita de su parte odiar tanto a la persona que alguna vez dijo que amaba con todo su corazón. Sabotear su propia felicidad pensando que podía hacerle daño a alguien que está tres metros bajo tierra es lo más estúpido que alguien puede hacer.
Obviamente él no se veía afectado por ninguna de sus acciones y le importaba un carajo si hacía las cosas bien o si las hacía mal. Está muerto. Él ya no puede sentir absolutamente nada.
Continúo mirando su propio reflejo a detalle, llevando sus manos aún con espuma al vidrio para poder estar más cerca y acariciar el cristal donde se ubicaban sus mejillas, como si estuviese acariciando las suyas. Recordaba lo suaves que eran y también algo mojadas, debido a las lágrimas que tantas veces había derramado por razones que siempre fueron desconocidas para él.
¿Cómo podía amar con locura y odiar con toda la rabia posible al mismo tiempo?
Confuso. Todo era demasiado confuso.
No tiene idea de cuanto tiempo estuvo allí parado juzgándose en silencio. Simplemente sentía el nudo en su garganta crecer con cada segundo que miraba a aquella persona que se supone falleció hace diez años atrás. Quería moverse, pero no podía dejar de mirar, sus ojos le pedían a gritos no apartar la mirada por nada del mundo.
Jura que puede verlo justo allí, mirándolo fijamente de igual manera y con la misma expresión de sorpresa que la suya. Casi parece estar consciente de que a quien estaba mirando era él, su hermano menor, que ahora mismo está pasando por una situación similar a la suya.
Unas cuantas lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, dolido por ver a su hermano de esa manera. No quiere que siguiera llorando, quiere césar con su llanto de una vez por todas y para siempre...
Pero no podía
Sabía que no podía ayudarlo y nunca pudo hacerlo.
Volvía a ser la criatura más inferior del planeta con solo sentir la impotencia de aquel momento al no poder hacer nada. De nuevo se estaba sintiendo exageradamente pequeño, como un niño cuyos padres reprendieron por portarse mal, dedicándose a mirar espectante pero sin decir o hacer nada. Solo esperando a que su triste regaño termine.
Pero Goten sabía que aquello no terminaría jamás. Estaba condenado a vivir prisionero de su propia mente que adoraba jugar sucio con él.
Un irritante sonido hizo eco en su cabeza, tomándole por sorpresa. Parpadeó un par de veces en lo que sus lágrimas dejaban de correr por sus pómulos, dándose cuenta de que el teléfono de la casa estaba sonando desde el piso de abajo por la llamada de alguien.
Pasó las palmas de sus manos por sus mejillas un poco mojadas, volviendo a visualizar su reflejo en el espejo. No pudo ver a nadie más que a si mismo allí parado, con una expresión de autentico susto.
Se enfadó demasiado de tan solo mirarse de esa manera. Frunció el ceño, apretando sus puños hasta que sus nudillos se tornaron blancos. Miraba con notable odio a quien estaba frente a él, que no hacía más que imitar todas y cada una de sus acciones porque realmente no tenía ninguna otra función.
—Eres desagradable.—bufó con lentitud, con su voz temblando de la rabia que sentía, siendo su rostro enrojecido una prueba de esto.
¿Para quién se supone que fue ese comentario?
¿Para si mismo?
¿Para su hermano?
¿Para el castaño?
O quizás... ¿Para Trunks?
No lo sabía.
Nada de lo que le sucedía era normal, él lo sabía perfectamente. Pero no quería ser una molestia, sus padres ya tienen suficientes problemas en sus vidas como para agregar uno más y aunque podía confiar en su abuelo, prefería mil veces más guardar silencio.
Tal vez debería dormir más, el cansancio de estos últimos días lo estaba matando y su reciente alucinación era una prueba de esto.
Sin más se dirigió a su cuarto, aún escuchando el constante escándalo producido por el aparato en busca de llamar su atención para que conteste la llamada de una buena vez.
Cabe decir que no iba a responder, estaba demasiado agotado como para hablar con alguien, si era tan importante, seguramente dicha persona volvería a llamar.
Luego de unos minutos, el teléfono por fin dejó de sonar, y toda la estancia quedó en completo silencio. Tal y como lo supuso, no debió ser algo importante capaz de llamar su atención.
Se tiró sobre su cama rebotando en el colchón, apoyando su cabeza sobre su calida almohada con el olor a shampoo de vainilla proveniente de su cabello impregnado en está.
Se acomodó mejor sobre su manta, abrazó su conejo de peluche, y finalmente, cerró con lentitud sus ojos, quedándose dormido casi al instante.
El ambiente se sentía algo tenso; no porque alguno haya discutido o porque la comida tuviese mal sabor, al contrario, los tres varones concordaban en que la comida de aquel restaurante de comida japonesa a la que siempre suelen ir, prepara uno de los mejores platillos de la zona.
La hora de la cena se siente de esa manera, por una razón algo ridícula, pero de suma importancia para los dos mayores: Goten.
Tal parece que el menor de los Son despertó de mal humor, cualquiera que viera su rostro serio y su mirada perdida podía notarlo.
Por lo general, cuando estaba triste o molesto, solía mostrar una mejor cara para su familia, pero está vez ni siquiera se molesta en ocultar su enfado contra "algo" o "alguien".
Goku y Bardock intercambiaron miradas repletas de preocupación hacía el pequeño. Sin más, el canoso dió un ligero movimiento de cabeza, indicándole a su hijo hacer algo respecto al chico.
El hombre suspiró cerrando sus ojos levemente, luego de unos segundos, esbozó una sonrisa.
—Hijo, ¿Qué tal la escuela?—
El susodicho dejó de mover sus fideos con sus palillos al escuchar la pregunta. Colocó los palillos de madera a un lado de su tazón y se encogió de hombros ligeramente.
—Bien, todo está bien.—
Volvió a tomar los palillos con su mano derecha y retomó su cena, haciendo un ruido escándaloso con sus labios al comer.
Ninguno volvió a decir nada después de eso, solo se dedicaron a comer aún con la tensión del lugar haciéndoles compañía en cada momento.
Goten fue el primero en terminar de cenar minutos después, realmente se había enfocado más en comer que en su padre y abuelo, a pesar de que muy rara vez cenan juntos.
Antes de que su progenitor pudiese preguntarle el por qué de su acción, él ya había tomado la bolsa de basura del contenedor y se lo llevó consigo afuera, con la excusa de "botar la basura", aunque ese día no le corresponde hacer dicha tarea.
Nuevamente los mayores se miraron entre sí, preocupados y nerviosos por el menor. Ciertamente no les agrada verle en esa situación, debe ser algo realmente grave como para que ni siquiera le importe disimular en lo absoluto.
—¿Entonces...?—el ex-militar fue el primero en hablar.
—¿Entonces qué?—elevó una ceja, mirándole confuso.
—¿No vas a decirle nada?—entrecerró los ojos, fastidiado con lo lento que su hijo procesa las cosas.
Goku abrió de par en par sus ojos, al igual que sus labios, como si aquella pregunta fuese en su lugar una propuesta de lo más aterradora. De cierto modo lo es, mentiría si dijera que la simple idea de hablar un tema "serio" con su hijo no le ponía los pelos de punta. Cualquier línea que pudiera salir de sus labios podría afectar su futuro de alguna manera u otra, ya sea de forma positiva o, por el contrario, negativa.
Aún así, nada de eso importa, ya es un adulto, y debe actuar como tal. Se levantó de la mesa haciendo un ruido con la silla al correrla hacía atrás, y sin decir la más minima palabra o mirar al mayor frente a él, salió de la cocina a pasos lentos en busca del joven.
Cruzó el salón caminando tambaleante, no sin antes tomar el control remoto y apagar la televisión junto a él y quejarse mentalmente de los gastos de luz que el solo hecho de dejarla encendida le traerían a su bolsillo. Al final, lo encontró sentado en la acera frente a la casa, con la cabeza gacha y jugueteando con alguna hoja o insecto que se encontró por allí.
Suspiró, liberando todos los nervios que lo carcomen por dentro. Se animó a sí mismo repitiéndose una y otra vez que podía lidiar con ello sin ningún problema. Avanzó nuevamente en dirección al menor a pasos lentos, buscando no llamar su atención; sin embargo, no contaría con que una pequeña roca se interpondría en su camino, haciéndole tropezar y caer al suelo de cara.
El grito que dio al caer sobresaltó al otro pelinegro, quién se dio la vuelta asustado y saltó de su lugar al visualizar la figura robusta de su padre tendido sobre el suelo.
—¡Papá!—se aproximó hasta él, sacudiéndolo con desesperación. —¡PAPÁ!—
—Calma, estoy bien.—rió un poco avergonzado, sobando su nariz la cual se había tornado roja a causa del golpe. —Solo tropecé con una roca.—
—¿Seguro? ¿No quieres que busque el botiquín de primeros auxilios?—insistió con preocupación, tomando su rostro con algunas arrugas entre sus manos para verificar que estuviese bien.
—Nah, me he dado peores golpes cuando tenía tu edad.—sonrió ampliamente, mostrando su blanca dentadura.
El rostro le duele, mucho, pero no dejará que una estúpida roca arruine su momento de brillar y demostrarle a su ex-esposa que él es una excelente figura paternal para Goten.
—¿Qué haces aquí sentado?—cuestionó una vez se repuso de su anterior accidente.
—Oh, no es nada, solo... salí a botar la basura y tomar aire fresco.—sonrió ligeramente, volviendo a distraerse con la misma hoja de árbol con la que estaba jugueteando anteriormente.
El pelos de palmera tomó asiento a su lado no sin antes soltar un quejido por el esfuerzo. Se siente viejo. No posee la misma energía de antes, eso está más que claro.
Ninguno dijo nada durante los próximos minutos que siguieron, tal vez porque no tienen nada que decir o simplemente disfrutan el silencio; cabe decir que esto último es un rasgo que ambos comparten sin saberlo.
Goten sabe a lo que viene su padre. Sabe que lo arruinó y que él ya se había percatado de esto. Su actitud amargada es demasiado obvia, casi parece un niño malcriado con problemas de atención.
Soltó una gran bocanada de aire, cerrando sus ojos y preparando las palabras correctas para lo que estaba por decir.
—Lo siento.—
Son mayor le miró con asombro, sin comprender la razón de la disculpa. Estuvo por cuestionar el por qué de esto, pero el pelinegro le interrumpió abruptamente.
—Me veo estúpido, ¿Verdad?—soltó una pequeña risilla cargada de tristeza y culpa. —Me estoy comportando como un mocoso.—
—¿Por qué lo piensas?—cuestionó, tratando de seguir por ese mismo camino y llegar más profundo hacía lo que provoca la molestia del menor.
Permaneció en silencio por un par de segundos que parecieron eternos, hasta que finalmente se dignó a "confesar". Suspiró de nueva cuenta, ansioso por la reacción del más viejo.
—¿Recuerdas al amigo que te conté?—
¿Como olvidarlo?
Cuando se enteró de que su hijo por fin tenía un amigo, no pudo caber en su cuerpo de lo feliz que estaba. Uno de los tantos momentos más alegres de toda su vida, sin duda.
—Sí.—
—Discutí con él y le grite que se fuera a la mierda.—
Muy bien, eso no se lo esperaba. ¿Cómo que le gritó a su amigo?
Le miró con más asombro que antes, él no es de decir malas palabras, mucho menos frente a su progenitor. De todas las cosas que le pudieron haber pasado, no se esperaba aquello para nada.
—¿Por... por qué?—aún estaba en shock, sus cejas se fruncieron levemente.
Nuevamente el silencio hizo aparición entre ambos pelinegros siendo levemente opacado por el ruido de algún vecino aparcando su auto en su respectivo sitio. Y no se trata de uno muy cómodo para ser exactos, Goten podía sentir la fulminante y acusadora mirada contraria sobre él. Quería callarse y dejar el tema hasta allí, pero ya no había vuelta atrás.
—El hijo de Freezer está en mi escuela.—
Un balde de agua muy helada cayó sobre su cabeza al escuchar, mientras un gemido se escapa por sus labios de la sorpresa que le provocó oír aquello.
Su hijo sin duda está repleto de sorpresas.
—¿Te refieres a...?—
Un asentimiento por parte del joven fue suficiente para hacerlo callar y encogerse de hombros.
Goku sabe perfectamente que ambos adolescentes tienen historia, y no una muy linda precisamente. Es bastante extenso de explicar y prefiere no pensar mucho en ello; pero según tiene entendido, el chico castaño siempre repudió a su niño, y no está seguro si Goten también lo hace. Razones ajenas a ellos son las razones de está enemistad, o más bien... inmadurez de parte del padre del dichoso castaño.
—Pensé que Trunks y él eran amigos, y que se habían aliado para lastimarme.—llevó sus piernas hasta su pecho, ocultando su rostro entre sus rodillas. —Pero... ya no sé si sea verdad.—
Más silencio ensordecedor.
El problema es mucho más grave de lo que pensó, sabe lo mal que su hijo se pone cada vez que revive recuerdos del pasado. Es consciente de que su infancia no fue la mejor, y por desgracia, no puede cambiarlo ni hacer que lo olvide por arte de magia.
Aconsejarlo. Eso es lo único que puede hacer por ahora.
—"Pensé".—habló, repitiendo las palabras dichas por el joven anteriormente. —Eso significa que no sabes si ellos están "aliados", ¿Cierto?—
—No.—nuevamente bajó la mirada.
—Bien, entonces... escúchame.—posó su mano sobre su hombro, y una vez captó su atención, se acercó para hablarle con una voz susurrante, como si no quisiera que nadie salvo él lo escuchase. —Mañana, ve a la escuela e investiga todo lo que puedas.—
—¿I... investigar?—el contrario asintió. —Y-yo... no lo sé.—
—Vamos, ¿Quieres saber la verdad o no?—
—No sé si quiero saberlo.—entrecerró sus ojos, volviendo a acurrucarse sobre sus rodillas. —Es decir, en caso de que me haya equivocado, no creo que Trunks quiera estar conmigo.—
Está de más decir que Goku se siente realmente halagado al ver que finalmente se había decidido a hablar abiertamente con él. Confia plenamente en que todo mejorará si continua de esa misma manera.
—Goten.—volvió a colocar su mano sobre su hombro, está vez jalando un poco sus ropas al notar que el chico se negaba a mirarlo. —Está bien cometer errores, no eres un robot. Estoy seguro de que, si se lo explicas, él lo entenderá.—
Lo vio dudar por un momento, por lo que supuso que aquellas palabras no fueron suficientes para convencerlo.
Necesitaba decir algo más.
—Goten, no puedes estar solo para siempre.—lo miró de reojo, volviendo a su posición inicial sobre la acera. El muchacho tembló cuál gatito asustado. —Tu abuelo y yo no somos inmortales.—
—Lo sé.—
Claro que lo sabe. Todos los días se perturba a sí mismo pensando que sería de él cuando sus padres, abuelo y tío fallecieran. Qué rumbo tomaría su vida o que decisiones tomaría sin la sabiduría y conocimientos de los mayores.
Seguramente la soledad le consumiría hasta matarlo, pero prefiere creer que no será así.
—Tu hermano ya no está aquí...—al igual que el resto de su familia, el pelos alborotados odia hablar sobre él. De solo recordar a su pequeño, su primer hijo, siente un nudo en la garganta que no le deja hablar. Pero, es necesario hacer mención de su nombre para que Goten pueda salir del profundo hoyo en el que está hundido por voluntad propia. —Ya han pasado diez años. No puedes seguir aferrándote a ese dolor.—
Él más que nadie conoce perfectamente que su hijo fallecido es la razón principal de su actuar. Es totalmente consciente de su miedo a las cosas nuevas, y a volver a ser abandonado por alguien importante. El problema inicial de todo y del por qué detesta tanto relacionarse con personas nuevas por nada más que temor a ser saboteado por si mismo en su propia felicidad. Un defecto que, por más que quiera, no puede corregir de la noche a la mañana. Podría tomarle años incluso, hacerle comprender que no puede permanecer en la oscuridad toda su vida.
Sí, Bardock y él tuvieron mucho de que hablar mientras el joven dormía plácidamente. Ya está al tanto de absolutamente todo.
—Sé que unas simples palabras no acabarán con la angustia que sientes.—habló con una voz quebradiza mediante un susurro, tan bajo que el contrario apenas pudo oirlo por el silencio del lugar que parecía más que conveniente en una situación como esa. —Pero espero que reflexiones acerca de lo que estás haciendo mal. No puedes ir por la vida despreciando a las personas... nada de eso lo traerá de vuelta.—
El más joven llevó su mano hasta su pecho, arrugando su camiseta en el proceso, repentinamente sintió un dolor punzante en dicho lugar.
Duele.
Duele demasiado porque es cierto.
—Goten.—dirigió su mirada nublada por el llanto aproximándose hacía su padre. —No lo hagas por mi, por Trunks o por Gohan; hazlo por ti.—
Dijo su nombre.
Decir su nombre es casi como un tabú para la familia entera.
Mencionarlo aunque sea de forma accidental, solo desembocaba un mar de sentimientos de dolor y culpa en lo más profundo de sus corazones. Preferían mil veces más fingir que aquel chico nunca existió, a pasar por alguna crisis que les tomaría días en superar.
Goku se está arriesgando mucho, no es para menos.
—Será un camino largo.—enrolló su brazo sobre sus hombros, empujándolo hacia arriba para que ambos pudiesen ponerse de pie. —Pero sé que puedes hacerlo.—
Las palabras de aliento y ánimos no le hicieron sentir bien. Su propio padre ha tocado una parte de él que considera peligrosa para el mundo, solo siendo presenciada por su abuelo, el castaño y Trunks, recientemente agregado a la lista.
—No te obligaré a nada, solo intentalo, ¿Si?—
No reaccionó ante el intento de su padre por no hacerlo parecer como una "orden", su mirada parecía perdida en algún punto del pavimento, mirando dicho sitio casi sin parpadear en lo más mínimo.
Los brazos fuertes y cubiertos de una cantidad exacta de pelos de su padre se aferraron a su cuerpo sin aplicar mucha fuerza, arrullándolo como solía hacerlo cuando se asustaba en los días lluviosos de pequeño.
No sería la última vez que conversen, aún tienen mucho de que hablar; sin embargo, Goku solo espera que Goten recapacite respecto al rumbo que está tomando su vida.
Porque, a final de cuentas, el querer reconciliarse con su compañero, es solo su decisión y no puede darse el lujo de interferir.
Primero antes que nada: ¡Feliz navidad atrasado!
Estuve pensando hacer un especial de navidad, pero al final no me gusto el resultado de lo que hice y no se me ocurrió nada más, así que opte por continuar escribiendo el capítulo 11 sin especial, tal vez lo haga el próximo año si es que se me ocurre algo DX
Ahora, sé lo que están pensando "¿Freezer tiene un hijo?"
La respuesta es: Sí y no.
No vemos que lo tenga en el anime/manga, pero canónicamente si lo tiene al ser creado por Akira (además de aparecer en uno de los tantos videojuegos de Dragon Ball como una transformación de Freezer)
No sé ustedes, pero desde que me entere de su existencia, me parecio genial la idea de que el hijo de Freezer tuviese una rivalidad con Trunks y Goten, similar a la que tienen sus padres.
Más adelante voy a revelar su nombre, aunque pueden investigarlo si no desean esperar mil años hasta la próxima actualización jaja :")
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