La verdad la navidad ya no se sentía tan especial como antes, tal vez sea porque crecí o porque ya no estamos en la misma ciudad, en mi infancia en estas fechas yo era la persona más entusiasta que podía existir en este planeta tierra, el olor a las galletas, las luces navideñas, los villancicos, el tronco de navidad, los regalos pero por sobre todo el estar junto con mis abuelos, tíos y primos, amaba cada una de esas cosas, solo pido volver a sentir aquella sensación de calidez en mi pecho que sentía en mi niñez.

Cuando tenía 12 años nos mudamos a Seúl, mis padres decidieron que era mejor mudarse a la ciudad, así mis hermanos y yo tendríamos una mejor educación y ellos un buen empleo, pero desde que estamos aquí, algunas cosas cambiaron, casi ya no tenemos tiempo para pasar en familia y muy pocas veces nos vemos todos juntos, las fiestas como la navidad y año nuevo ya no son lo mismo.

Tal vez el vivir en esta ciudad hace que las cosas se sientan más frías y más comerciales.

-Dios sí, soy yo de nuevo-la peli-rubia se encontraba de rodillas en frente de su cama, sostenida en ella con sus codos y sus manos juntas-, tal vez es mucho pedir, pero-inhalo fuerte-, quiero pedirte que me hagas sentir aquella sensación de nuevo, extraño sentir aquella emoción dentro de mí, solo tú sabes lo mucho que extraño a mis abuelos, la deliciosa comida de mi abuela y los abrazos de mi abuelo, las bromas de mis primos y los chistes malos de mis tíos-cerro sus ojos-, hare lo que me pidas, incluso iré más seguido a la iglesia-sonrió-, conste es una ganga lo que te estoy ofreciendo-su sonrisa desapareció-, sé que puedes lograr cualquier cosa, por favor, por favor, por favor-frunció su nariz.

Al abrir sus ojos notaron que en la habitación de la casa de alado que daba hacia su ventana, tenía las luces encendidas, de pronto aquel chico dueño de aquella habitación apareció en su campo de visión, con aquella sonrisa haciendo que sus ojos se volvieran dos medias lunas, algo que tanto lo caracterizaba. Tan rápido como noto su sonrisa, ella elevo su mano y la agito en forma de saludo.

Poniéndose de pie decidió hablarle al chico.

-¿Cómo te fue hoy?-formulo con sus labios.

-No te entiendo-contesto de la misma manera e hizo una "equis" con sus dedos, ella río en respuesta, no sabía cómo comunicarse con él, tampoco quería abrir la ventana, el frio era considerable y no quería arriesgarse a un resfriado en estas fechas. Cogió un plumón, un cuaderno y empezó a escribir lo antes dicho, alzo el cuaderno en su dirección, él lo leyó e imito la acción, mientras el escribía ella miraba atenta su perfil, era realmente guapo, no solo físicamente, también su persona, no conocía a nadie más bueno que Park Jimin.

Tal vez no todo fue tan malo como ella pensó.

Cada noche era la misma historia, ambos se comunicaban por medio de los cuadernos y escritos con plumones de diferentes colores, muchos utilizarían los teléfonos móviles pero para ellos era demasiado aburrido y normal, además de ser menos entretenido y ambos podían mirar la reacción del otro al leer el cuaderno.

-Jeongyeon, ¿te puedo contar algo?-pregunto él con un puchero.

-¡Claro!-respondió ella con seguridad.

-Rosé me pidió para que saliéramos, ¿qué hago?-la pregunta hizo que Jeongyeon se quedara estática ante aquello, ¿Qué le podía decir?, Jimin la miraba esperando su respuesta, ella solo miraba su plumón mientras decidía que decirle, dio un largo suspiro.

-¡Claro, porque no!-por más que le dolía decir aquello tuvo que pensar en la felicidad de su amigo, mientras los ojos del peli gris perdía brillo y su sonrisa iba decayendo, tuvo que aceptar, simplemente ella no sentía nada por él, eligió una hoja limpia y volvió a escribir-Jimin, tengo sueño, hablamos en la prepa, ok? :3.

Esa fue la primera vez que la peli rubia cerró las cortinas de su venta, estaba triste y feliz, aquella chica llamada Rosé era realmente linda, era una de las chicas más populares y por supuesto siempre conseguía lo que quería, y en está ocasión era a Jimin.

-¡Diablos! Que haré...-suspiro y se lanzó boca bajo en su cama.

...

El instituto era otro universo paralelo, como siempre estaba los grupos con más reconocimientos o mejor dicho los "populares", ahora que Jimin era novio de Rosé, quien era la líder de ellos, era realmente difícil hablar, los saludos y las sonrisas no faltaban, pero su novia era un tantito celosa y posesiva.

-¿Cariño, qué opinas?-pregunto la pelinaranja mientras se miraba en su pequeño espejo de mano y miraba su nuevo labial rojo pasión.

Era receso y todos los estudiantes se encontraban en el comedor, cada grupo en distintas mesas.

-Te ves muy bien-respondió sin más el peligris, se encontraba riendo de las bromas que hacia su pequeña amiga Jeong, aunque ambos se encontraban lejos, nada les impedía bromear desde sus asientos.

-¿En serio amor?-sonrío satisfecha, pero su sonrisa decayó cuando volteo para ver que su novio solo estaba riendo por otra chica-¡cariño!-lo reprendió-, ni siquiera me estas prestando atención-Rosé no era la chica más agradable del instituto el ser consciente de su belleza la hizo un poco soberbia, pero a pesar de aquello era una persona amable, solo que la peli rubia se ganaba cada día un poco más el desagrado de ella, no soportaba ver como su novio era demasiado cercano a una chica y para colmo aquella chica era su vecina.

-Cl-Claro que si-dijo, aunque no era muy bueno mintiendo.

-Oigan chicos, dejen de pelear-hablo un chico de pelo negro, piel clara y unos ojos sonrientes-, almorcemos tranquilamente.

-EunWoo, no entenderías lo que está sucediendo entre los tortolos-río entretenido MyungSoo.

-Es cierto, chicos, Rosé, tu novio también tiene derecho de mirar a los demás estudiantes, además el solo se gusta de ti

-Gracias Jennie-abrazo por el cuello al peligris, el cual lo tomo por sorpresa- y es más que obvio que mi ChimChim solo tiene su mente y corazón lleno de mí.

Todos en aquella mesa gritaron y silbaron en emoción por la pareja, solo que aquella escena había hecho un hueco en el corazoncito de la rubia que miro con atención todo lo sucedido.