capítulo 1O.
Pidió un trago más, o tal vez cinco, no lo recuerda pero, ¿Qué importancia tenía? Lo único que quería era quitar de su mente la idea de que todo estaba arruinado. No solo había tirado por la borda cada pequeño avance que había tenido con Rosé, sino que también ahora corría el riesgo de que la verdad fuera desenmascarada.
—Deme otro. —gruñó en torno al barista.
—Creo que ya bebiste demasiado, amiga. —el joven, quien limpiaba un vaso con un paño, murmuró.
—Soy una maldita agente del FBI, ¿Crees que no sé cuándo ya bebí demasiado? —el beta asintió suavemente—. Entonces tráeme lo que te pedí.
Un vaso de whisky fue depositado sobre la barra. Lisa lo bebió de un sorbo y todo dentro suyo pareció apagarse un poco más. Estaba mareada y exhausta, pero no podía enfrentar sus pensamientos. No hoy.
—¡Lisa! —alguien llegó hasta ella y arrebato su vaso.
—Oye, ¿Qué mierda sucede contigo? —giró en su silla y todo a su alrededor dio vueltas.
—Ya es suficiente, vamos a casa.
¿Acaso estaban intentando secuestrarla?
—Déjame... Puedo usar mi arma contra ti. —Lisa lo señaló con la punta de su dedo índice, temblando.
—Sí, lo que digas... —Natty, quien había llegado a su rescate, rodó los ojos.
Enseguida pagó lo que la mayor había consumido, pasó un brazo contrario por sus hombros y permitió que se apoyara sobre ella. La maldita pesaba más de lo que aparentaba.
—Ayúdame, Lisa.
—No voy a ayudarte a secuestrarme... —balbuceó en medio de risas.
Natty trastabilló un poco cuando el fuerte aroma de la vainilla, que nunca antes había olido —pese a que le había rogado a Lisa para que se lo permitiera—, le llegó de lleno. Era dulce y atrayente, no entendía porque su amiga no lo utilizaba a su favor.
En realidad, en parte sí comprendía que era lo que pasaba por la mente de Lisa cuando tomó la decisión que la mantendría encadenada a una identidad falsa, pero lo que le había intentado hacer entender, de forma poco exitosa, era que los tiempos habían cambiado y que ahora los omegas tenían más derechos y oportunidades.
Había tardado más tiempo del que le hubiese gustado encontrar a Lisa, pero cuando una llamada por parte de Rosé contándole lo ocurrido, y que ya estaba en busca de Lisa sin saber muy bien por donde empezar, se alertó de inmediato. Hace tiempo que la mujer de cabellos castaños le había comentado que ese bar era su favorito, por lo que algo dentro de su cabeza se iluminó y tomó el primer taxi que se le apareció.
Como había imaginado, Lisa sí estaba en el bar, pero demasiado borracha y todavía con un atisbo de aroma de celo presente.
—Esa alfa rubia y ojos muy bonitos ahora sabe mi secreto —Lisa le susurró de cerca—, pero no me importa porque es muy linda.
Natty frenó un taxi y la ayudó a subir al asiento trasero, luego se montó a su lado. Le dio la dirección al beta que conducía y cuando estuvieron en movimiento le permitió a Lisa que apoyara su cabeza en su hombro.
—Ella fue muy buena conmigo y yo solo salí huyendo... —Lisa sollozó, presa de los sentimientos que salían a flote cuando uno se perdía entre las manos del alcohol.
—Tranquila, Lis, ella entenderá. —acarició con suavidad sus cabellos.
—¡No lo sabes! Tal vez me odie ahora que sabe que soy una omega.
Natty solo rodó los ojos. Era imposible que Rosé odiara a Lisa, desde hace tiempo que eso le había quedado claro y lo ratificó con la llamada desbordante de ansiedad que había recibido tiempo antes.
—No lo hará.
—No quiero ser una omega. —balbuceó con su lengua enredándose.
—Yo tampoco lo quería, pero aquí me tienes... —Natty susurró, más para sí misma que para Lisa—. Duerme un poco, pronto estaremos en casa.
—Llama a Rosé. —fue lo último que la omega mayor dijo antes de caer dormida.
Sacarla del taxi fue incluso más complicado, pero cuando lograron llegar al departamento, Natty le quitó la ropa, la metió en la bañera, la lavó y luego la recostó. Lisa ya estaba un poco mejor, pero era necesario que descansara después de tantas vivencias.
Lisa despertó tiempo después por una llamada que Natty estaba haciendo en el salón. Su cuerpo dolía y su cabeza estaba a punto de estallar, pero caminó con los ojos entrecerrados hasta donde la conversación la guiaba.
—Ya está bien... Sí, la encontré en el bar. Me pidió que te llamara... Tranquila, no fue tu culpa. Hiciste lo que pudiste.
Su labio interior tembló cuando se percató quien estaba del otro lado del teléfono. Sabía que en algún momento iba a tener que enfrentar su pasado, pero nunca pensó que lastimaría tanto a otra persona por ese motivo. Nunca fue su intención que Rosé saliera herida.
Natty fijó sus ojos en ella, volvió a murmurar un par de cosas al teléfono y luego colgó.
—Unnie, despertaste... ¿Cómo te sientes?
—Mejor. —tragó saliva al notar su boca seca. Se dirigió al refrigerador y bebió una botella completa de un sorbo.
Recién en ese momento sintió su propio aroma omega cubrirlas. No se había percatado antes. Le disgustaba, era demasiado dulce, y se sentía fatal por hacer que Natty tuviera que olerlo.
—Lamento que tengas que oler mi aroma. —murmuró con los brazos cruzados sobre su pecho y su espalda encorvada.
—¿Qué dices? —Natty frunció el ceño.
—Ya sabes... Es demasiado dulce y no lo sé, solo es disgustarte.
—Lisa, es el aroma más atrayente que alguna vez sentí. Incluso siento algo de celos por ello —Natty le sonrió de lado antes de acercarse y abrazarla con fuerza—, eres una omega, Lis. Es hora de enfrentar las cosas. Por supuesto que aún hay gente que nos discrimina, pero te aseguro que el porcentaje que nos apoya es mucho mayor.
La nueva omega sollozó sobre el pecho de su amiga. Su espalda se sacudió con frenéticos gimoteos y pronto el aire empezó a ser poco. Cayó de rodillas al suelo, arrastrando a su amiga consigo.
—Unnie, estás sufriendo un ataque de pánico —le dijo a la vez que conectaba sus miradas—, respira conmigo, vamos...
Lisa lo intentó, realmente lo hizo, pero cuando el fuerte aroma del café recién hecho irrumpió en sus sentidos, el proceso se agravó.
Natty fue a abrir la puerta, consciente de que su amiga necesitaba a la alfa, y la dejó entrar.
Rosé rápidamente se arrodilló frente a Lisa y en poco tiempo la tuvo aferrada a su pecho e inhalando de su aroma con fuerza. Liberó feromonas tranquilizantes, ignorando que probablemente también afectarían a Natty, pero lo único que podía pensar ahora era en que debía tranquilizar a su omega.
—Vamos, Lis... Puedes hacerlo. —Rosé susurró cerca de su oído.
Pronto la omega de ojos almendrados estaba respirando con mayor estabilidad. Se separó tentativamente de Rosé. Debajo de los bellos ojos que tanto la atraían, dos grandes bolsas se extendían. Su cabello estaba despeinado, y las facciones pintadas de preocupación, pero así y todo, Rosé había dejado de lado cada sentimiento suyo para socorrerla.
—Lo siento, yo... Realmente necesito un momento para pensar las cosas y tal vez... No lo sé. —Lisa se puso de pie y regresó a su habitación.
Rosé, en cambio, se sentó mejor sobre el frío suelo de la cocina y apoyó su espalda contra uno de los gabinetes. Sus manos fueron a parar a su frente y cubrieron su rostro por completo.
Al poco tiempo sintió la presencia de Natty a su lado. La omega no estaba demasiado cerca pero tampoco lejos, lo cual era un avance.
—Debes darle tiempo, está asustada y no se esperaba este cambio tan repentino. —le dijo Natty mientras jugueteaba con un hilo suelto de su pantalón.
Rosé quitó las manos de su rostro y clavó sus ojos llorosos en los de Natty. La omega se estremeció al ver a una alfa llorar, nunca pensó que eso sucedería.
—Le daría todo le tiempo del mundo, en esta y en todas las vidas, pero ella no confía en mí y tal vez nunca lo haga... La amo, Natty, es mi omega, pero no puedo forzar las cosas.
Una lágrima recorrió la mejilla de la alfa y eso fue suficiente. Se puso de pie y abandonó el departamento. Lo que no sabía era que Lisa había estado escuchando toda la conversación del otro lado del pasillo.
Las lágrimas combinadas con los jadeos de dolor estaban rasgando su pecho y pese a que consumió la dosis de supresores diaria, su loba estaba alterada y luchando con fuerzas. Definitivamente estaba recibiendo la ayuda de su destinada, haciendo que ambas humanas intentaran retenerlas en vano.
Lisa sabía lo que tenía que hacer, solo necesitaba un poco de tiempo para acomodar sus ideas y la certeza de que Rosé la esperaría pero, ¿Sería así? ¿Su alfa aguardaría a que ella superara sus traumas y la acompañaría en el duro camino que le quedaba por recorrer?
otra actu pa que pau deje la desesperación (mentira more, tqm)
¡Gracias por leer!
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