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☕️ O9

Estaba pegajoso, sudado y con el cabello seguramente enmarañado. Intentó abrir los ojos lentamente para que el sol no le diera de lleno y no lo mareara. Al lograrlo, una habitación que no era la de su diminuto departamento se plantó frente a él.

Asustado, se sentó de golpe y recién ahí cayó en cuenta que nada a su alrededor se le hacía familiar. La ropa que usaba menos, incluso si esto consistía en nada más que una enorme camisa y su ropa interior.

Lo único que podía levemente darle una idea de lo que sucedía era el fuerte y relajante aroma del café recién hecho.

Las imágenes llegaron como si de destellos se trataran, una tras otra y sin descanso. Su celo se había presentado luego de años de no hacerlo, Jimin lo encontró en su oficina, lo llevó a su departamento y le hizo un nido improvisado.

Estaba arruinado. Ahora seguramente el chisme de que era un omega se estaba corriendo por todo el cuartel. Más de uno debía saber su secreto. Podía irse despidiendo de su empleo.

Con piernas temblorosas y todavía exhausto por un celo que no esperaba, se puso de pie.

La habitación era bonita, definitivamente tenía la esencia de Jimin con poco muebles, espaciosa y bien iluminada. Se encontró con un espejo de cuerpo completo en lo que parecía ser la entrada de un enorme vestidor y un Yoongi muy sonrojado y ojeroso se mostró en el reflejo.

Hace tiempo que no se paraba a estudiar a detalle su imagen y es que tanta carga de estrés, entrenamiento, supresores y reprimir a su omega lo habían llevado a que su aspecto se desgastara notablemente. Ya no era el de antes y poco le quedaba al de ahora.

Decidió que lo mejor era enfrentarse a su realidad, y como no encontró los supresores que estaba seguro había tomado la noche anterior, tuvo que hacerse la idea de que Jimin no solo vería su triste físico omega sino que también sentiría lo horrible del aroma dulzón.

En medio de un suspiro giró el pomo y se encaminó por el pasillo alfombrado. En la cocina se podía escuchar un suave murmullo. En realidad era el alfa, estaba de espaldas tarareando una suave melodía mientras parecía cocinar algo en la estufa.

Enseguida giró, Yoongi teniendo en claro que su aroma no era algo fácil de pasar desapercibido, y sus enormes ojos marrones se clavaron en él.

Yoongi intentó cubrirse mejor con la camisa, que rozaba sus rodillas, pero la verdad era que el rosa pálido no resguardaba mucho sus curvas como solía hacerlo el traje de entrenamiento o el uniforme oficial.

Jimin le sonrió de lado antes de voltear uno de los panqueques de la sartén.

—Veo que despertaste, ¿cómo te sientes? —murmuró sin dejar de concentrarse en la tarea que estaba realizando.

Yoongi se extrañó ante el trato tan "normal" que el alfa estaba teniendo con él. No solo era un omega hombre, el más bajo eslabón de la sociedad, sino que le había mentido por meses y ahora estaba en el medio de su casa luego de pasar un celo que ni siquiera lograba recordar con certeza.

—Mejor... yo... siento tanto todo lo que pasó —Yoongi retorcía sus deditos juntos producto del nerviosos. A su vez, el aroma a vainilla se potenció, ya que no sabía controlarlo demasiado.

Vio a Jimin inspirar con fuerza y el rumor de un gruñido quedarse atrapado en su garganta. El alfa lo rodeó para poder llegar a una mesa, que Yoongi no había notado detrás de él, y dejar una última torre de panqueques.

—Ya podremos hablar de eso, ahora necesito que comas algo, estuviste más de 24 horas sin probar nada.

Yoongi asintió a duras penas. Le costaba trabajo pensar que existían personas que no lo juzgarían por su condición, que a algunos no les interesaba la casta y que la sociedad había evolucionado.

Tal vez si se hubiera separado de su familia antes, si se hubiera topado con alguien como Jimin en su adolescencia ahora no estaría sufriendo tanto, y lo más importante de todo, no habría perjudicado a su parte animal como lo hizo.

Todavía le cuesta trabajo, y es normal porque al fin y al cabo fue criado para servir a otros y comportarse como un mero objeto de diversión para alfas, pero es que había sido tanta la agonía que se negaba a continuar ocultándose de Jimin. No de él por lo menos.

Se sentó en silencio y pronto el gruñido en su estómago resonó haciendo que sus mejillas se sonrojaran completamente. Se acomodó el flequillo con una de sus manos, que estaba cubierta por la camisa del alfa, y estiró la otra lentamente sobre la mesa.

La verdad era que le daba vergüenza parecer un aprovechado, suficiente con que el alfa lo hubiese apoyado en su celo y ahora estaba todavía de arrimado en su casa.

—Puedes servirte lo que gustes, cociné todo para ti —Jimin le sonrió con los brazos cruzados sobre el pecho.

—Por favor come conmigo, me sentiría muy mal si solo me observas —Yoongi frunció el ceño de forma graciosa pero lo que no sabía era que el alfa podría pasarse horas viéndolo hacer las más monótonas cosas y continuaría perdido en sus suaves movimientos.

Estaba tan concentrado en deleitarse por el dulce aroma de la vainilla que no notó que Yoongi lo miraba con ojo curiosos, y es que hace tiempo que no olía a un omega tan atrayente como él. Podría deberse a que se trataba de su omega destinado pero era demasiado pronto como para atosigar a Yoongi con esta clase de cosas.

Tomó simplemente una taza de café y lo acompañó con una tostada simple. Observó a Yoongi atiborrar su panqueque de chocolate y caramelo y ponerle varias cucharadas de azúcar a su té.

—Yo sé que tengo muchas cosas que explicar... —Yoongi fijó la mirada en su plato sin saber a dónde más llevarla.

—Claro que sí pero todo a su tiempo, Yoongi. Debes saber que no juzgo tus acciones solo estoy algo... confundido, tal vez dolido, por eso necesito escucharte. Sin embargo, no te estoy pidiendo explicaciones ni mucho menos, no me las debes. Es tu decisión si quieres hacerlo o no.

Yoongi se sintió mucho más tranquilo al saber que Jimin no iba a obligarlo a nada. Pero, ¿por qué dudó en un principio si ese alfa era uno de los mejores hombres que conoció en toda su vida?

—Lo obvio es que soy un omega —Yoongi levantó la mirada para estudiar cada reacción contraria pero solo se encontró con una suave sonrisa que lo incitaba a continuar—. Me presenté cuando tenía 16 años. Todos pensaban que iba a ser un beta, no tenía "actitudes de omega", mi cuerpo no estaba muy desarrollado y tardé en presentar mi primer celo. En mi casa eran algo... conservadores, por lo que fue toda una odisea descubrir que el primogénito en realidad era una aberración.

A Yoongi se le cortó la voz haciendo que las manos de Jimin picaran por abrazarlo con fuerza y nunca soltarlo, aunque ambos hombres en esa habitación sabían de sobra que era necesaria la conversación.

—Entonces, una noche, cuando me estaba retorciendo en mi cama producto del primer celo, mi padre ingresó y me obligó a tomar supresores. Fueron los primeros y definitivamente no los últimos —Yoongi tragó con fuerza mientras jugueteaba con una migaja de pan. Había algo en el aura de Jimin que solo lo empujaban a decir más y más—. Mi padre me dijo que si alguien fuera de la casa descubría la barbarie en la que me había convertido podía empezar a despedirme de mi vida.

—Hijo de puta... —oyó murmurar al alfa haciéndolo asentir lentamente.

—Luego de ese celo nunca más experimenté alguno, mi padre se encargaba de mantener a mi lobo apagado con supresores que un médico amigo le recetaba. Me costó desvincularme al principio pero luego se me hizo fácil pensar que mi lobo no existía, pese a que cada día los dolores, fiebres, mareos y temblores eran mayores. Mi lobo lucha por salir —Yoongi no podía descifrar si la expresión de Jimin era de tristeza, enojo o pena pero todas ellas le generaban el mismo malestar.

—¿Solo tuviste un celo en toda tu vida? —preguntó Jimin en medio de un susurró sorprendido, a lo que Yoongi sonrió con sorna.

—Dos. Por alguna razón, mi lobo ayer se descontroló y logró superar la barrera de los supresores. Ahí fue cuando me encontraste.

La habitación se sumió en un profundo silencio en dónde las respiraciones erráticas de ambos era lo único que se oía. Había miles de incógnitas rondando por la cabeza del alfa y Yoongi solo quería desaparecer.

—¿Por qué? —fue lo único que Jimin atinó a preguntar.

—¿Por qué, que? —Yoongi frunció el ceño antes de sentarse con las piernas sobre la silla y abrazarlas contra su pecho.

—¿Por qué odias a tu lobo?

Yoongi suspiró en alto y meditó por un largo tiempo su respuesta.

—No lo sé... creo que el vivir rodeado de tanto repudio, ver lo que les sucede a los omegas hombres que rescatamos casi todos los días en distintos operativos, pensar en lo que me habría costado estudiar o salir adelante solo me hizo detestar lo que la naturaleza me dio. Se me hizo fácil esconderme por un bien mayor.

Yoongi terminó encogiéndose de hombros frente a la fría mirada, y es que Jimin comprendía cada palabra pero cada una de ellas le dolía de sobremanera.

—Ya no lo hagas, Gi... —rogó con un hilo de voz sintiendo las ganas de llorar en la base de la garganta.

—¿Hacer qué, Jimin? —sabía bien a lo que se refería pero quería escucharlo de su boca.

—No fingas más.

—No puedo hacer eso —le sonrió de lado—. Me gusta mi trabajo, no podría hacerlo siendo omega, y me traería muchos problemas. Estoy bien así.

—Te haces daño, Yoon. A la larga no podrás ocultarlo más, tuvimos suerte de que te encontrara ayer pero, ¿y si en mi lugar era el capitán Kim? dime, ¿qué habrías hecho?

—¡No lo sé! agradezco tu preocupación pero eres un alfa, no sabes lo que es estar en mi situación —Yoongi explotó de un momento a otro.

Se puso de pie de un salto y volvió con rapidez a la habitación. En una silla que reposaba en una de las esquinas se encontraba su uniforme, limpió y doblado. Se quitó la camisa del alfa sin pudor alguno, inhalando una última vez, y colocó la ropa propia sobre su cuerpo.

No encontró sus pastillas, por lo que esperaba que fuera suficiente tiempo el que tenía para volver a su departamento y consumir alguna de las que guardaba en caso de emergencia.

—Yoongi, no hagas esto... —Jimin resopló desde el marco de la puerta—. ¡Basta! te haces daño.

—¡Quítate, Jimin! —lo empujó por el pecho haciendo que se tambaleara.

—¡Actúas irracionalmente, omega!

Yoongi se congeló en medio del pasillo y con los ojos inyectados en sangre giró en torno al alfa.

—No vuelvas a llamarme omega —farfulló entre dientes—. No soy un maldito omega.

Una solitaria lágrima escurrió por su mejilla y antes de que el arrepentimiento lo abordará e ignorando cualquier llamado, tomó el resto de sus cosas y salió del departamento.

Bajó las escaleras de dos en dos y el viento lo recibió moviendo sus cabellos.

Era momento de correr y no ver atrás. Mañana resolvería su puesto de trabajo. Tal vez podría pedir ser transferido o quien sabe pero solo dos personas sabían su secreto y así debía mantenerse.

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