☕️ O7
Yoongi descubrió con el pasar de las semanas que su compañero de piso era mejor cocinero de lo que aparentaba cuando una mañana el suave aroma de las tostadas lo despertó.
Hoseok había amanecido más temprano ese día para poder retribuirle algo de lo que el agente le había brindado, pese a que Yoongi le recordaba una y otra vez que no era necesario nada de eso, que ahora eran amigos y que todo lo hacía con el afán de protegerlo. No busca nada a cambio.
—Buenos días... —Yoongi se sentó en uno de las banquetas altas del desayunador.
—Buenos días, enseguida estará listo el desayuno.
Yoongi solo asintió, demasiado cansado como para emitir palabra alguna. Hace tiempo que venía sintiendo un malestar generalizado, desde que había decidido darle una oportunidad a Jimin y aceptar con un poco más de facilidad su cercanía. Había algo dentro suyo que le revolvía las entrañas, hacía que se mareara y que las ganas de vomitar le vinieran de repente.
Una sola noche en un bar cercano había sido suficiente para saber que la atracción que estaba sintiendo por Jimin era algo que en el futuro le jugaría en contra. La parte humana se estaba enamorando de los suaves cabellos negros y hoyuelos persistentes, de los gentiles toque y el terso tono que siempre empelaba para no ahuyentarlo. Estaba cayendo.
—Estaba pensando en que podrías empezar a estudiar algo... ¿no lo crees? —Yoongi decidió cambiar de tema para que su mente no continuara agitándose.
—No lo sé... no quiero abusar —Hoseok colocó las tazas de té y las tostadas con fruta fresca para luego tomar asiento a su lado.
—Si te lo estoy ofreciendo es porque es un gasto que se puede afrontar —sorbió de su té antes de continuar—. Podríamos conseguirte alguna beca o algo... estoy seguro que la justicia te dará alguna compensación por lo que sufriste y el resto podremos costearlo de alguna forma.
El omega rubio no dijo nada hasta unos minutos después.
—Siempre quise estudiar gastronomía... —murmuró.
—Entonces serás el mejor chef de todos.
Yoongi fue asaltado por un fuerte abrazo y por consiguiente el dulce aroma del regaliz envolviéndolo. El repentino movimiento hizo que su dolor de cabeza incrementara pero prefirió no comentarle nada a Hoseok, no quería arruinar su emoción con problemas insignificantes.
Bebió su dosis de supresores bajo la atenta mirada de Hoseok. El omega le había insistido infinidad de veces para que se retractara pero luego de una discusión un tanto acalorada decidió que lo mejor sería no continuar insistiendo. Al fin y al cabo, no haría que Yoongi cambiara de opinión.
Despidiéndose de su amigo, y haciéndolo prometer que buscaría por alguna opción universitaria, se colocó su chaqueta sobre los hombros y emprendió camino al duro día de trabajo que faltaba por delante.
El mar de aromas de la oficina tuvo un impacto incluso más sólido que de costumbre. Las diferentes feromonas alfas hicieron que su mareo aumentara y que el fingir ser un simple beta se complicara varios niveles más.
No saludó a nadie, cosa que no era rara en él, y luego de marcar con su tarjeta magnética su hora de llegada se dirigió con rapidez a su propia oficina.
Allí dentro, el ambientador que suprimía los olores lo ayudó un poco a entrar en razón. Sobre su escritorio varios casos archivados aguardaban por él. En medio de un suspiro, y sintiendo cada uno de sus músculos tensos, tomó asiento en su silla y se puso a leer uno por uno.
La presencia del alfa pelinegro no se hizo esperar y poco después dos golpecitos retumbaron en la habitación. Jimin asomó su cabellera por la puerta y luego su cuerpo entero. Le sonrió al agente detrás del escritorio e ingresó con dos vasos de té comprados en la tienda favorita de Yoongi.
—Su delivery diario llegó a salvar el día —Jimin le entregó uno y conservó el otro—. ¿Qué tenemos para hoy?
Yoongi no se sentía bien, para nada, pero hizo un esfuerzo para que el líquido se deslizara por su garganta. El primer sorbo le escoció, al segundo ya se acostumbró y para el tercero sus dedos habían entrado en calor.
—Tenemos varios casos de adolescentes reportados como desaparecidos pero todos parecen ser el típico acto de rebeldía. Ya puse a un escuadrón a trabajar y cuatro de los cinco jóvenes ya están de regreso en su hogar.
Esa simple explicación conllevó un enorme esfuerzo para Yoongi. Sintió como todo giraba a su alrededor y la sonrisa del alfa enfrente suyo volverse borrosa.
—¿Yoon? —Jimin lo llamó pero sonó más como un eco—. ¡Yoon! estás muy pálido...
—Yo... estoy bien, solo dame un segundo.
—Yoon... —lo llamó suavemente—. Tu nariz está sangrando —iba a entrar en pánico cuando Jimin lo detuvo—. No mires abajo y solo céntrate en mi voz, ¿okey?
—Jimin, estoy muy mareado.
—Bien, te ayudaré a ponerte de pie e iremos al baño.
Como había dicho, el alfa lo tomó de la cintura con firmeza y juntos llegaron al baño al otro lado del piso. La camisa de Yoongi tenía apenas unas gotitas de sangre pero se negaba rotundamente a bajar la vista, no quería entrar en crisis ahí mismo.
Jimin lo sentó sobre el lavamanos con relativa facilidad y pronto una toalla de papel estaba presionada debajo de su nariz.
—Necesito que bajes un poco tu cabeza... eso es, ahora sentirás un poco de presión en tu tabique pero solo son mis dedos intentando detener el flujo.
Yoongi estaba bastante confundido, sin embargo, se dedicó a seguir las órdenes de Jimin y deleitarse con sus certeros movimientos.
Al poco tiempo el sangrado se detuvo. Jimin lavó su rostro con precisión y Yoongi siguiendo cada movimiento de cerca. El como el la punta de la lengua del alfa escapaba por la comisura de sus labios o su ceño se fruncía apenas por la concentración. Tanta atención lo hacía sentir débil. Quería besarlo tanto...
—Listo... —el pelinegro suspiró antes de ayudarlo a bajar. Recién en ese momento se había percatado que preso de la desesperación no había notado que se había colocado entre las piernas abiertas del beta para poder acceder a su rostro con mayor facilidad.
Si bien era cierto que había asumido su atracción por el agente de ojos cerúleos todavía no estaba seguro de si el mismo sería recíproco. De igual manera, en el caso de que así lo fuera, al no tratarse de una pareja destinada como lo sería el caso de un omega y alfa los altos mandos le prohibirían la relación, a menos que quisieran perder sus empleos. Por Yoongi haría cualquier cosa, al fin y al cabo tenía experiencia de sobra y podría encontrar otro trabajo fácilmente pero no estaba seguro de que su compañero quisiera arriesgarse de esa forma.
—¿Vas a volver al trabajo? ¿No es mejor que regreses a casa a descansar? puedo cubrirte con el jefe —Jimin cruzó sus brazos por encima del pecho sin atreverse a apartar su mirada del tembloroso agente.
—No lo sé... creo que puedo continuar hasta que termine mi turno —Yoongi parpadeó varias veces sintiendo su boca completamente seca.
Al intentar dar un paso, sus piernas fallaron y de no haber sido atrapado por Jimin habría caído directamente al suelo.
—Bien, definitivamente debes volver a casa. Iremos por tus cosas y te llevaré.
Yoongi ya no tenía las fuerzas para negarse, estaba cansado de pelear con eso que se suponía debía ser algo bueno con lo que vivir. Sabía de sobra lo que estaba causando tanto malestar pero no contaba las agallas para enfrentarlo. Estaba reprimido, y así debía quedarse.
Jimin volvió con sus cosas y por más que su departamento quedaba a solo un par de calles, el alfa lo subió a su auto y desde allí condujo.
—Yoon, necesito tus llaves —llamó su atención.
—Hobi está en el departamento.
El alfa asintió y pronto estuvieron en movimiento de nuevo. Las escaleras fueron más complicadas, ya que Yoongi se negaba rotundamente a ser cargado por ellas, por lo que el cansancio incrementó en gran medida.
—¿Qué sucedió? —escuchó el jadeo de Hoseok a lo lejos.
—Se descompensó en la oficina. Necesita descansar y mucha agua. ¿Puedes acompañarlo a su habitación?
El omega, pese a ser de contextura más pequeña y de su aún temor a los alfas, se acercó a los agentes para cargar con la mayor de sus fuerzas a Yoongi.
Juntos, aunque algo tambaleantes, se desplazaron por el departamento hasta que las cálidas cobijas cubrieron el cuerpo tiritante de Yoongi. Hoseok besó su frente y regresó al salón.
Jimin aguardaba por él con la uña de uno de sus dedos pulgares entre sus dientes. Estaba nervioso y preocupado pero sabía de sobra que no podía invadir el espacio seguro de ambos hombres sin su permiso.
—Gracias por traerlo —Hoseok dijo desde una distancia prudente.
—No hay de que, realmente me asustó un poco verlo en ese estado, sabes...
Hoseok asintió suavemente mientras intentaba cubrir mejor sus hombros con una camisa varias tallas más grandes, pese a que Jimin nunca fijaría su mirada sobre ellos. El omega sabía que podía confiar en Jimin y que el alfa nunca se sobrepasaría con él pero todavía la desconfianza vivía dentro suyo. Yoongi le había insistido con ir a ver a una amiga suya que era psicóloga pero todavía no estaba listo para escarbar en ese tipo de recuerdos.
—Llámame por cualquier cosa, Yoongi tiene mi número en su teléfono celular. Debo volver al trabajo antes de que el jefe se de cuenta de que faltamos. Dale un beso a Yoon de mi parte.
Jimin agitó su mano en el aire y con una última sonrisa de lado se fue.
Hoseok suspiró en alto antes de quitar sus cabellos de entre sus ojos. Llenó un vaso con agua y volvió a la habitación de Yoongi. Lo encontró recostado de lado con las mantas cubriéndolo casi en su totalidad, lucía tan diminuto y estaba tan pálido que lo inquietó.
—Yoon, te traje agua. Vamos, siéntate así te ayudo a beberla.
El agente se quejó en el proceso pero terminó bebiendo el vaso entero de un sorbo. Luego estiró una de sus manos a su mesa de noche y del cajón sustrajo un par de pastillas azules. Las tragó en seco.
Hoseok se sentó al otro lado de la cama de dos plazas y ayudó a Yoongi a que recostara su cabeza sobre su regazo como tantas veces había hecho con él antes. Luego de tanta asistencia por parte de Yoongi en sus semanas de recuperación, ahora era su turno de estar a su lado.
Pasó sus deditos por entre el sedoso cabello castaño, viendo desaparecer las hebras a cada toque. Sintió a Yoongi acurrucarse mejor soltando pequeños suspiros.
—Debes dejar de consumir esas cosas, Yoongi. No soy médico pero se nota que no te hacen nada bien —murmuró sin detener sus movimientos.
—Por favor, no de nuevo... no puedo con eso ahora. Solo abrázame.
Hoseok tragó con fuerza el nudo que se instaló en su garganta a la vez que asentía sin detener sus movimientos. Se acurrucó mejor con su amigo y así se mantuvieron por largos minutos. Por lo menos ahora Yoongi tenía a dos personas con las cuales atravesar sus crisis, Hoseok y el increíble alfa que no había dejado de mandarle mensajes de texto durante todo el día.
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