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☕️ Epilogo

2 años después...

—¡Eso es! vamos bebé... —Jimin sonrió de lado cuando la voz de su omega se oyó desde el gimnasio de su casa.

Se encaminó a paso tranquilo hacia allí intentando no ser escuchado por el resto de los integrantes. Lo que vio le sacó una sonrisa incluso más grande. Yoongi estaba sentado en el medio del suelo acolchonado, con las piernas abiertas y uno de sus hijos entre ellas. Yoonsang golpeaba con toda la fuerza que un bebé de 2 años podía una especie de saco especial que el omega cargaba entre sus manos. Por otro lado, JongSuk miraba todo desde un costado aplaudiendo cada vez que su hermano caía por no poder controlar tan bien su equilibrio.

—Sang, debes golpear con tu pie, de esta forma... —Yoongi tomó suavemente uno de los piecitos y lo dirigió hasta que tuvo contacto con el saco.

—¿Qué sucede aquí? —Jimin se dejó caer a un lado de JongSuk, el cual chilló alegre por la cercanía de su padre y se abalanzó posteriormente a sus brazos.

—¡Papi! —Suk tiró de sus rizos mientras un poco de saliva corría por su mejilla.

—Hola, mi cachorrito —el alfa lo meció un poco y besuqueó— ¿Qué están haciendo con mamá? ¿eh?

—Solo les estoy enseñando un poco de defensa, alfa.

—Gigi... apenas son unos bebés —Jimin se carcajeó en alto.

—¡Lo sé! pero nos estamos divirtiendo—el omega copió la acción de su alfa, solo que él cargaba al otro niño— ¿tú qué dices Sangie? ¿te divierte entrenar con mamá?

—¡Sí! ¡divertido! —Yoonsang se removió hasta que su cabecita quedó pegada al cuello de su mamá, llenándose del aroma de la vainilla. Yoongi, a cambio, liberó feromonas que cubrieron a su familia y besó la pequeña frente.

—No quiero que se lastimen, dulce, aún son pequeñitos. —Jimin frunció el ceño y su aroma se agrió.

—No sucederá nada, alfa, apenas son un par de golpes y estoy cuidando que todo esté en orden. Si puedo dirigir un escuadrón de mil agentes, creo que puedo enseñarles a mis hijos sin que nadie salga lastimado.

—Lo que tú digas, dulce —Jimin se puso de pie con el niño aún en brazos y se desplazó hasta donde su omega e hijo estaban. Los cubrió a los tres con sus brazos, sonriendo en grande cuando se acurrucaron en busca de su calor y aroma. Amaba tanto a su familia.

Un par de minutos después, y muchas risas infantiles, se trasladaron a la cocina. Ese día tenían organizada una cena familiar. Vendrían Namjoon junto a Jin y la pequeña Jieun de casi 4 años. También Hoseok con Taehyung y Rocky, un bonito y alocado Golden que habían adoptado hace un par de meses.

Dejaron a los niños en el corralito que habían armado en una de las esquinas con diferentes juguetes y peluches, aunque con la simple compañía del otro ya se entretenían. Ellos, en cambio, se dedicaron a preparar la cena, o más bien era Jimin cocinando y Yoongi robando los ingredientes.

El platillo de ese día se trataba de carnes rojas en diferentes salsas y guarniciones de todo tipo. Taehyung, el novio de Hoseok, había empezado a transicionar hacia el vegetarianismo, por lo que habían dejado una sartén entera de hamburguesas caseras de legumbres.

—Yoonie, ¿podrías pasarme la sal? ¡Y deja de comer el queso! —el alfa golpeó suavemente su mano haciendo que las fetitas amarillas cayeran de nuevo al plato. Yoongi le gruñó juguetón antes de tomar un trozo de tomate y correr lejos de los brazos de su alfa.

Llegó a donde sus cachorritos estaban recibiendo un par de ronroneo de los diminutos humanos. Yoongi cada vez que los veía sentirse a su lobo regocijarse de orgullo, y es que ellos eran su más importante y apreciada creación. Habían sufrido tanto por traerlos al mundo, desde el luchar contra todos los prejuicios, redescubrirse, amarse a si mismo y concebirlos; que cada segundo le agradecía al universo por haberlos puesto entre sus brazos.

Detalló los ricitos que empezaban a formarse en ambas cabezas, y es que sus plegarias habían sido oídas por algún ser superior y ambos cachorros tenían los rizos y ojos de su padre, aunque el de Yoonsang era en un par de tonos más oscuros que el de su hermano.

—¿Quieres venir con mamá, pequeño cachorro? —murmuró cuando JongSuk estiró ambos brazos en su dirección con un puchero bailando peligrosamente entre sus facciones—ven con mami, bebito.

Lo tomó entre sus brazos y lo estrechó con fuerza en su pecho, recibiendo un pequeño como recompensa.

Apenas Yoonsang notó que su hermano ya no estaba a su lado, copió su acción y pidió ser cargado. Yoongi, a duras penas, se estiró dentro del corralito y con un poco de fuerza tomó ambos cuerpos. No eran demasiado pesados y con tanto entrenamiento terminaban sintiéndose como pequeñas plumas.

—¿Están cómodos? —besó sus frentes al notar como Yoonsang frotaba su ojito con el puño cerrado— me parece que alguien aquí tiene sueño. Aguanta un ratito más, bebé, luego podrás tomar tu siesta.

No tenían buenas experiencias con los cachorros durmiendo fuera de horario.

Se desplazó de nuevo hacia donde su alfa se encontraba. Jimin sonrió en grande cuando el aroma de los amores de sus vidas le llegó a las fosas nasales. Tomó a uno de los niños para aligerarle el peso a Yoongi y el omega le agradeció.

Hace meses que habían dejado de amamantar, siendo una de las únicas cosas que el omega no disfrutaba del todo de la maternidad, por lo que ahora los niños comían diferentes alimentos que habían ido introduciendo desde los 6 meses y muy de vez en cuando un poco de leche materna.

—¿Quieres que les demos la papilla ahora o esperamos que lleguen los chicos? Calculo que a la comida debe faltarle una hora como mucho...

—Yoonsang tiene sueño, si le damos la papilla ahora terminará durmiéndose y aún falta un poco para su siesta —murmuró pensativo.

Jimin iba a responder cuando el timbre de la casa retumbó. Yoongi le indicó que iría a atender para que él no descuidara la comida y con el cachorrito en brazos se desplazó hasta el recibidor.

—Wow... tranquilo, amigo —Yoongi se dio la vuelta con rapidez para que el Golden no saltara sobre ellos.

Hoseok tomó con fuerza la correa antes de chasquear los dedos para que el perro se sentara.

—Buen truco —concedió el agente.

—Gracias, hemos estado practicando.

—¡Pasen! ¿Cómo han estado? —sonrió Yoongi ante el chillido emocionado de su hijo. Yoonsang amaba a su hermano mayor.

Ambos omegas y perro ingresaron a la casa. Rápidamente Hoseok llevó al animal al patio trasero para que pudiera correr y desestresarse.

Desde que los gemelos habían cumplido un año, Yoongi y Jimin decidieron que debían mudarse. Consiguieron una bonita casa a las afuera de la ciudad con un amplio patio trasero y varias habitaciones. Esa había sido una de las mejores inversiones de su vida.

—Buenas tardes, Yoon, Hoseok horneó este pastel para ustedes —Taehyung, quien aún se cohibía un poco cuando estaba con ellos, elevó una caja de la famosa pastelería que la pareja dirigía hace un par de meses. Era una de las mas cotizadas de la ciudad y Yoongi estaba tan orgulloso del menor.

—¡Nuestro favorito! —ronroneó— puedes dejarlo en la cocina con Jimin.

Taehyung asintió antes de desaparecer en la dirección indicada. Hoseok regresó poco después y prácticamente le arrebató al niño de los brazos. Yoonsang chilló emocionado, saltando en los brazos contrarios y llenándose del aroma acaramelado del rubio.

—Cómo te gusta estar con tu hermano, ¿no es así? pequeño diablillo... —jugueteó Hoseok recibiendo a cambio un beso baboso en su mejilla.

El omega rubio de igual manera abrazó a Yoongi con fuerza antes de besar su mejilla. Desde hace un par de meses que no se veían debido al reducido tiempo con el que ambos contaban por sus ajetreados trabajos, por lo que ese abrazo fue más que anhelado.

—¿Dónde está tu clon malvado? —inquirió hacia el bebé entre risitas.

—Suk estaba hace unos momentos con Jimin así que supongo que deben seguir en la cocina. Vamos, y no llames malvado a mi bebé.

Dicho y hecho, el pequeño rizadito estaba siendo aplastado por los brazos de un muy emocionado Taehyung, sin embargo, chilló y se removió cuando Hoseok entró en su campo de visión. Para nadie había sido sorpresa que ambos bebés prefirieran al rubio por sobre los demás, por lo que terminaron acostumbrándose y dejando que las cosas fluyeran por si mismas.

Intercambiaron cachorros dejando que sus aromas dulces volaran por la sala. Jimin besó la frente de Hoseok sin dejar de remover el contenido de una olla al fuego. Rápidamente entablaron una conversación sobre el nuevo negocio de ambos omegas.

Taehyung miraba con tanto amor a su pareja y es que lo admiraba tanto. A Hoseok le había costado demasiado confesar su pasado, pero estaba convencido de que Taehyung era el indicado y que en parte se merecía una explicación del porque algunas noches lo despertaba gritando y temblando por las pesadillas. Sin dudarlo, el castaño lo comprendió y apoyó desde el primer momento y ahora estaba comprometidos y amándose más que nunca.

Al poco tiempo la última pareja junto a su hija hicieron acto de presencia. Abrazaron a sus amigos y luego a ambos cachorros. Jieun se volvió loca cuando los cachorritos corrieron hacia ella. Por más que se llevaban un par de años de diferencia disfrutaban mucho jugar juntos, por lo que la bebé enseguida les mostró sus muñecas y carritos y se sentaron los tres en la alfombra del salón.

—Eun, cachorra, tengan cuidado —Namjoon se acuclilló frente a su hija mientras acomodaba su largo cabello negro en una coleta— recuerda que tus primos son más pequeños. No seas brusca, cachorra.

—Sí, mami —concedió antes de tomar una mano de cada niño.

Namjoon asintió orgulloso de su bebita y pronto se unió a su amigo en el sofá, ambos cuidando de los cachorros.

—¿Cómo te llevan los primeros años de crianza, Yoon? —inquirió el morocho con una media sonrisa.

—Agotador, aunque Jimin fue de gran ayuda. Lo bueno es que ahora ya duermen mejor y nosotros por consecuente también.

Ambos rieron cuando Suk quiso gruñir, siendo más un pequeño quejido.

—¿Volviste al trabajo?

Yoongi asintió luego de beber un sorbo de jugo de arándanos.

—Hace un par de meses. SeokJin me hizo prometerle que no me arriesgaría tanto en los operativos, pero aunque quisiera mi lobo interior no me dejaría. Lo único en lo que piensa es en sus cachorros —rodó los ojos con cariño.

Fueron interrumpidos por Jin, quien les avisaba que la comida ya estaba lista y aguardaba por ellos en el comedor. Tanto Yoongi como Namjoon se pusieron de pie y tomaron las manos de los niños. Jieun iba muy sonriente con su vestidito de florecitas mientras relataba una de sus últimas aventuras del jardín de niños.

—¿En serio él hizo eso? —Yoongi agrandó los ojos extremando su reacción.

—¡Sí, tío Yoon! pero yo lo mordí de regreso —se encogió de hombros.

—¡Jieun! ¿Qué hemos dicho sobre morder a los demás, hija? —Namjoon intervino con el ceño fruncido y las manos en la cadera— si vuelves a hacerlo estarás en problemas.

—Sí, mamá, lo siento.

El almuerzo pasó entre risas, charlas y anécdotas. Los niños cayeron rápidamente dormidos cuando tuvieron sus estómagos llenos y la hora de la siesta sobre ellos. Incluso Jieun cabeceaba sobre la mesa, por lo que los tres fueron acostados en la habitación de los gemelos, dejando a los adultos solos.

Y días como esos, en donde el sol brillaba por las aberturas de la casa y todos reían y la pasaban bien con rebanas de pastel de triple chocolate, eran los que hacían que Yoongi sintiera que todo iba a estar bien. Las cosas se acomodaron a su favor, el de su familia y seres queridos. Por fin luego de tanto lucharla y remarla se sentía en paz y completo.

Por supuesto que aún quedaban barreras por superar y desafíos a los que enfrentarse, pero por lo menos ahora todos sabían su secreto, como debió haber sido desde el principio.

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