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—Bien, dulce, esto puede llegar a doler... ya sabes cómo es, respira profundo y... —Jimin fijó sus ojos llenos de dudas en los celestes y suspiró.
El omega solo asintió mientras sujetaba con mayor fuerza el dobladillo de su camiseta. Para ese punto, las venas de sus manos se marcaban finamente por la presión y su quijada se mantenía apretada, intentando alivianar un poco de los nervios.
Jimin tomó entre sus dedos pulgar e índice el diminuto rollito que sobresalía a un lado de las caderas del agente más pequeño para posteriormente acercar uno de los artefactos alargados que Jungkook les había dado, colocar el extremo con la aguja sobre la piel blanca y apretar.
Yoongi gimoteó, realmente le había dolido el pinchazo. Podía sentir el ácido correr por su piel y el ardor intensificandose.
—Mierda, alfa... —sollozó antes de dejarse caer sobre el pecho contrario.
—Lo sé, Gi, lo sé. Ven, hagamos un poco de té y luego puedes descansar.
Hace aproximadamente un mes habían comenzado con el tratamiento de fertilización asistida, luego de haberse sometido a muchos estudios más que confirmaron que era candidato óptimo.
Consistía en inyectarse una vez a la semana hormonas que acelerarían el proceso de producción propia. Según lo dicho por su médico, en un algunos meses más, y si todo salía bien, deberían estar en condiciones de engendrar.
Jimin había estado con él desde el primer momento, nunca, ni siquiera una sola vez, permitió que se inyectarse solo. Siempre estaba ahí, haciéndolo por él o simplemente tomando su mano para trasmitirle algo de apoyo. Para ambos estaba siendo una tarea sumamente difícil, pero los resultados eran un impulso enorme.
Yoongi delineó con suavidad los moretones que empezaban a formarse en su bajo vientre y caderas producto de los pinchazos. Dolían y tenían aspecto desagradable, en tonalidades que corrían desde el amarillo al morado, pero Jimin le recordaba día con día que todo eso estaba siendo por y para formar la familia que siempre quisieron.
Hasta ahora no había tenido demasiados efectos adversos más que algún que otro cansancio prolongado o náuseas que se iban tan rápido como llegaban, aunque tenía claro que podrían suceder en cualquier momento. Su lobo mantenía entre todo la tranquilidad, por lo que la parte humana se contagiaba un poco de eso.
Jimin volvió al salón con una taza de té humeante, la depositó entre sus manos y besó castamente su frente. Luego, se dejó caer a un lado, con su propio té arropado y acercó a Yoongi a su pecho.
Pusieron un programa de televisión cualquiera, más como para llenar el silencio que para saciar sus ganas de ver algo. Era siempre lo mismo.
Hablaron un poco con Hoseok por Facetime, quien estaba preparando las ultimas cosas que le quedaban antes de irse a Francia, y prometieron tener una cena de despedida. Habían decidido no contarle al omega más pequeño sobre el tratamiento, dado que tenían la certeza de que terminaría quedándose en Londres para acompañarlos, cuando ellos solo querían que siguiera creciendo y desarrollándose de forma profesional. Por lo tanto, el día de la cena sería el indicado para comentarle sobre lo que estaba sucediendo, y en el caso de tener éxito, sería también el primero en saberlo.
,—¿En qué tanto piensas, amor? —murmuró el alfa mientras paseaba su nariz de arriba abajo por la nunca del omega, dejando poco después besos esporádicos en la marca plateada.
—¿Crees que está vez si funcione? —murmuró un tanto ido por las caricias que hacían a su lobito ronronear una y otra vez.
—,Eso espero, amor, y si no es así, sabes que no va a cambiar nada.
Se giró para poder conectar su mirada con la suave del alfa, esos ojos que no le trasmitían más que amor y comprensión. Se sentó a horcajadas, llevando sus brazos al cuello contrario en el proceso y afianzando sus dedos a los rizos contrarios. Jimin le gruñó de forma juguetona antes de estirarse por un beso tranquilo.
—Espero que tenga tus rizos... tu nariz —paseó un dedo por las fracciones contrarias, a la vez que el alfa se relajaba entre las pequeñas manitos— tus ojitos verdes y tu corazón.
—Yo espero que sea como tú —le respondió a cambio— que tenga el cielo en sus ojos, sea pequeñito y quepan ambos en mi pecho cuando durmamos juntos en el nido.
Yoongi sonrió de lado, encantado con el hombre que el destino se había encargado de poner en su camino.
Continuaron dejándose caricias y apoyo hasta que la noche cayó. Al otro día debían ir a trabajar, por lo que decidieron cenar algo rápido e irse a dormir.
El día siguiente los recibió con mucho papeleo, alfas peleando en el centro del cuartel como si fueran animales y un jefe incluso más enfadado.
Yoongi todavía no lograba entender el porque, pero parecía que Seokjin se encontraba más gruñón que de costumbre.
—¿Sucede algo? —murmuró el omega entrando a la oficina del mayor y tomado la silla libre frente al escritorio.
El alfa castaño levantó la vista de unos papeles, gruñó y se llevó ambas manos al rostro, cubriendo sus ojos con fuerza.
—Namjoon... ha estado más irritable de lo normal.
—¿Y eso por qué? —frunció el ceño— hablé con el hace un par de días y parecía que todo estaba bien.
—¡No lo sé! ¿bien? creo que todo el tema de ser padres primerizos, el cambio de rutina y eso, nos está afectando más de lo que esperábamos.
Tragó saliva con fuerza cuando recordó una conversación que había tenido con su amigo omega hace un tiempo. Le contó como últimamente no tenían tiempo para ellos como pareja, Seokjin se la pasaba trabajando al punto de dejarlo noches enteras solo con Jieun y no sabían cómo hacer las cosas funcionar.
Llevó sus manos a las de su jefe y amigo, las tomó con fuerza y sonrió de lado cuando los ojos oscuros lo enfocaron.
—Yo creo que deberían hablarlo, tener un tiempo para ustedes e intentar que las cosas funcionen. Están hechos el uno para el otro, y está bien tener problemas, pero no podemos dejar que nos superen sin hacer nada para intentar detenerlo. Además, ya lo saben, pero no está de más recordarles que con gusto podríamos cuidar de Eun cuando lo necesiten, realmente Jimin ama a nuestra sobrina y yo ni que decirles.
Seokjin le devolvió la sonrisa antes de besar el dorso de su mano delicadamente y ponerse de pie.
—Gracias, amigo, y ceo que tienes razón. Debemos hablar y tener una noche solos, le comentaré a Namjoon y los tendremos en cuenta.
—No hay nada que agradecer. Ahora voy a regresar al trabajo antes de que mi jefe se de cuenta de que mi descanso acabó, es algo cascarrabias...
Salió disparado de la oficina entre risitas antes de que Seokjin pudiera alcanzarlo.
El día pasó en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, el sentimiento que lo había abarcado desde la conversación de Seokjin se mantuvo en su pecho todo el tiempo.
Llegó al departamento, deleitándose con el aroma de la cena que Jimin había estado preparando. No por nada el alfa se jactaba de ser el mejor cocinero de la relación.
—Hola, amor, ¿qué tal estuvo tú día? —Jimin le preguntó aún revolviendo algo en una sartén.
Se abrazó a la ancha espalda, intentando captar así el calor y aroma del hombre. Suspiró relajado cuando el café recién hecho lo cubrió de pies a cabeza y la calidez se filtró por su rostro.
—Bien... tuve una conversación con Jin que me dejó algo descolocado.
Jimin se giró en su lugar con el ceño fruncido, pero una sonrisita pequeña. Lo abrazó con fuerza, besó su cabeza y preguntó:
—¿Quieres contarme sobre eso?
—Mhm —murmuró— ¿has notado su estado de ánimo este último tiempo? —Jimin asintió dándole pie a continuar— bueno, se ve que han estado teniendo problemas con Nam.
—¿Qué clase de problemas?
Yoongi se separó del abrazo cuando el hambre fue mayor, por lo que se dirigió a uno de los estantes superiores y comenzó a sacar las cosas para preparar la mesa mientras Jimin volvía a cocinar, prestandole toda la atención necesaria.
—No están llevando eso de ser padres primerizos tan bien. Dice que el tiempo se les va y que prácticamente no tienen momentos a solas —se encogió de hombros luego de dejar un par de copas en la mesa— yo no quiero que eso nos pase a nosotros, alfa...
—¿Qué quieres decir, dulce?
—Eso... que no quiero que nos separemos por las presiones de ser padres, que dejemos de lado nuestros intereses y terminemos sufriendo. No sería adecuado para nosotros y tampoco sería un buen entorno para un bebé. Quiero hacer las cosas bien con mi cachorro, que sepa que tiene unos padres que se aman y que por sobre todo lo aman a él.
No se dio cuenta que había comenzado a llorar hasta que los pulgares de Jimin estaban cepillando debajo de sus ojos. Los esmeraldas del alfa se fijaron en lo propios, detallando cada pizca de cariño que se escondía detrás del iris.
—Eso no va a pasarnos, amor —aseguró Jimin— debemos tener presente que la comunicación es lo primero en cualquier relación, tanto la nuestra como con nuestro bebé.
—Exacto. Quiero que me digas cada vez que te sientas incómodo o triste o enojado o...
—Entiendo, Gi— lo cortó con un besito casto y sonrió tranquilizador—Tú también debes hacerlo, ¿bien?
—Bien.
Jimin besó sus labios con tranquilidad, pero un tanto de posesión. Definitivamente no le gustaba que su omega se tortura con esa clase de pensamiento, aunque una calidez le nacía en el pecho cuando podía calmarlos y asegurarle tranquilidad y protección.
—Ahora cenemos la deliciosa pasta Fettuccine que preparé por y para mi omega exclusivamente.
—¡Esa es mi favorita, alfa! —los ojitos de Yoongi brillaron como dos estrellitas.
—Lo sé, dulce.
Jimin rio sonoramente cuando Yoongi se desplazó a la mesa del comedor entre saltitos, pareciendo que el mal momento se había apaciguado por completo, y es que así quería ver a su omega todo el tiempo, feliz y relajado.
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