☕️ 19
Yoongi empezaba a sentirse mejor con el pasar de los días, sus mejillas iban recuperando el tamaño natural junto con un bonito color. Lo mismo sucedía en el resto del cuerpo.
De igual manera, y lo más importante, era que la conexión con su lobo estaba resurgiendo.
Resulta ser que una de las psicólogas que Jungkook les había recomendado tenía un consultorio a la vuelta del departamento de Yoongi, y luego de mucha persuasión por parte de Jimin, había aceptado la ayuda.
Yoongi estuvo muy conforme con la mujer, una linda omega de contextura pequeña pero increíble sonrisa. Era amable y lo escuchaba en todo momento. Nunca lo juzgaba, manteniendo su tranquilidad en todo momento. Aún continuaban trabajando para resolver la raíz del problema pero por lo menos ahora las pesadillas eran menos frecuentes.
Ese día tenían una cita con el doctor Jungkook para presentarles a un par de colegas que estarían asistiendo en el caso desde otras direcciones que él no llegaba a cubrir. Yoongi ya no estaba asustado, confiaba ciegamente en su alfa como apoyo y en el médico que por fin lo estaba ayudando a salir de tanta miseria, pero cuando amaneció con un terrible dolor de cabeza y una quemazón en su bajo vientre supo que iban a tener que posponer un poco más las cosas.
La noche anterior Jimin no había podido quedarse a dormir con él, algo así como un operativo de última hora al que por supuesto Yoongi tenía prohibido asistir, por lo que ahora estaba solo en su cama, revolviendose por el calor y dolor.
No podía creer que su celo había vuelto a hacer acto de presencia y esta vez su lobo lucía como una completa fiera.
Gimió, jadeó y lloriqueó llamando a su alfa pero nadie vino por él. Rasgó su ropa hasta quedar completamente desnudo y aún así el calor seguía siendo abrumador. Jimin,Jimin,Jimin era lo único que corría por su mente. Alfa, ayúdame.
Cuando logró recuperar un poquito de lucidez, corrió a su nido. Allí, el aroma fuerte y potente de su alfa lo cubrió como un manto pero no era suficiente, necesitaba tenerlo encima suyo gruñendo y maldiciendo por cada estocada. Maldita sea, lo quería profundo.
Hoseok golpeó un par de veces su puerta pero al no recibir respuesta decidió asomar su cabecita. Los ricitos le cubrieron la visión momentáneamente pero cuando el fuerte aroma de la vainilla lo atacó es que supo que estaba sucediendo.
—¿Yoon? —ingresó un par de pasos. Un par de ojos celestes furiosos y un gruñido lo hicieron saltar en su lugar y detener la marcha.
—Sal de mi espacio –le gruñó Yoongi con una voz irreconocible. Definitivamente ese era su lobo hablando por él.
—Lo siento... iré a llamar a Jimin, ¿te parece bien?
—¿Jimin? ¿mi alfa? —de repente los ojitos mutaron a unos completamente llorosos y voz debilitada.
—Sí, amor, tu alfa.
—Quiero a mi alfa.
—Y lo tendrás. Quedate en el nido y pronto vendrá.
Hoseok ignoró los lloriqueos y llamados de Yoongi, sabiendo que ya se había sumido en lo más profundo del celo. Corrió a su teléfono celular y marcó el número del alfa.
Resultó ser que Jimin estaba igual o incluso más alterado que el propio Yoongi. Su lobo interior gruñía y rascaba pero sin saber muy bien el motivo. El destino los quería juntos, y ahora mismo.
El llamado de Hoseok solo sirvió para confirmar lo que ya sospechaba. Su omega había entrado en celo.
Kim lo dejó ir sin muchas trabas, recordandole que cuando todo cesara ambos debían regresar al trabajo pero que ahora se concentrara en nada más que atenderlo como un omega se merece. Si algo amaba la pareja era todo el apoyo que habían recibido de su jefe, más que nada Yoongi, quien lloró cuando por fin cayó en cuenta de que las nuevas generaciones iban a cambiar significativamente gracias a padres tan maravillosos.
Jimin condujo lo más rápido posible y en menos de cinco minutos estaba estacionando de forma descuidada enfrente de la entrada principal. No tenía tiempo de esperar el ascensor, así que corrió por las escaleras.
Sus manos temblaron al momento de colocar la llave que Yoongi le había otorgado para casos de emergencia pero pudo completar la tarea. Dentro, Hoseok lo esperaba sentado en el sillón con los ojitos llenos de lágrimas y manos aplastadas en su regazo.
—Él no deja de usar su chillido llamándote y de verdad me está destrozando el alma —le dijo el omega menor.
—Tranquilo, ya estoy aquí, iré a verlo. ¿Puedes avisarle al doctor Jungkook que el celo de Yoongi se presentó y que pospondremos la cita?
—Sí, yo me encargo. Me quedaré en casa de Tae durante estos días, solo cuídalo mucho y por favor llama cuando puedas.
Jimin asintió antes de dejar un besito en la frente de Hoseok y verlo partir con una mochila sobre su hombro.
Las fuertes feromonas que rondaban en el pasillo lo transportaron directo a meses atrás cuando el celo de Yoongi se había disparado por accidente. Recordó como el omega era puro instinto, haciendo que los vellitos de su nuca se erizaran por completo.
Tomó una profunda inhalación y empujó la puerta. Liberó feromonas para que su omega dejara de llamarlo, haciéndole saber que ahí estaba, a su lado.
Yoongi quitó una camisa de Jimin de su cabeza y lloró más fuerte cuando su alfa lo vio desde el otro lado de la puerta. En ese momento no se sentía lujurioso ni excitado, estaba sensible y con ganas de ser consolado.
—Mi dulce omega... ¿cómo estás?
—Me duele, alfa —llevó sus manos al bajo vientre para reafirmar su punto- quiero besitos.
—Todos los que quieras —Jimin se arrodilló frente al nido e ingresó cuando Yoongi se lo permitió.
Allí dentro el aroma a celo era incluso más asfixiante y para ese punto el miembro del alfa estaba completamente erecto y prisionero en sus pantalones pero ahora se trataba de Yoongi, no de él, ya tendrían tiempo de ocuparse cuando el turno de Jimin llegara.
Yoongi volvió a utilizar su chillido omega haciendo a Jimin estremecerse. Su lobo aulló más fuerte, a punto de salirse de su pecho buscando acicalar a su omega.
—Shh... tranquilo, amor, estoy aquí. Alfa te cuidará... –lo tomó entre sus brazos, intentando no tocar ningún lugar comprometedor al sentir la piel expuesta, y lo subió a su regazo.
Los besitos y mordiscos de Yoongi no se hicieron esperar, incluso utilizó parte de sus colmillos para marcar la piel de su alfa, y Jimin no hizo más que subir la cabeza para concederle todo el espacio. Ahora era de su omega y dejaría que yoongi hiciera lo que quisiera con él.
—Alfa... duele –se quejó.
—¿Dónde duele, amor? —Jimin besó sus labios de forma casta y lo observó fijo.
Yoongi tomó la enorme mano que se le era tendida y la dirigió a su orificio, el cual para ese punto estaba a rebosar de lubricante. Su lobito al estar reprimido tanto tiempo ahora producía el doble de esa sustancia pegajosa que un omega normal. Jungkook les dijo que con los medicamentos y cuidados eso se iría acomodando, que no se preocuparan.
Se estremeció por completo cuando el fantasmagorico toque del dedo índice de Jimin se burló en el borde empapado. Jadeó cuando sintió una leve presión y rogó internamente para que aumentara.
—Jimin... —llamó mientras se retorcía intentando sentir más.
—Dime, omega —Jimin parecía tener una sonrisa en su rostro pero en realidad no podía afirmar nada desde esa posición.
—Yo... te necesito, por favor.
Era la primera vez que Yoongi ponía en palabras algo así. Desde luego que Jimin siempre sabía cuando su omega necesitaba de él pero nunca había escuchado un pedido directo. Sonrió con ternura y se inclinó a besarlo, lo recostó sobre su espalda y se cernió sobre él.
Los dedos de Jimin se deslizaban con parsimonia dentro y fuera, era un ritmo controlado pero no menos placentero. Las manitos del omega se aferraron a sus hombros y las piernas se abrieron para darle más espacio. Jimin estaba tan duro, pero ¿cómo culparlo? las feromonas de su omega eran demasiado dulces y atrayentes.
—¿Cómo se siente? —inquirió entre gruñidos contenidos.
—Mhm, bien... más —Yoongi respondió.
—Abre los ojos, amor, déjame ver lo bonitos que son.
El mar lo recibió de lleno, y aunque la pupila cubría casi la totalidad Jimin pudo ver lo profundo en ellos. Su omega estaba jadeando y sudado y con solo verlo podía deducir que estaba cerca del final. Apuró sus dedos, besó el pecho y cuello contrario, dejando marcas que después delatarían lo más apasionado de sus actos, y esperó.
–¡Vamos, alfa! ¡Lo necesito! —chilló Yoongi— ¡Dame tu nudo!
Los ojos de Jimin de nublaron de repente, se había prometido a si mismo y a Yoongi no anudarlo hasta que ambos estuvieran en sus cinco sentidos pero sus encías comenzaban a doler, sus manos picaban y su alfa rugía.
—Amor... prometí no anudarte.
—¡Nunca dijimos eso! —los ojos de Yoongi completamente oscuros, definitivamente ese era su lobo hablando– si no me vas a dar lo que es mío entonces será mejor que te vayas. Puedo encontrar un alfa que sí quiera hacerlo.
La simple mención de otro alfa anudando a su precioso omega desató una furia interior que Jimin ni siquiera sabía que podía llegar a almacenar dentro suyo.
Volteó a Yoongi, colocándolo sobre sus manos y rodillas, deleitándose con los jadeos y gemidos. Se introdujo con suavidad, la cual fue contrarrestada con las fuertes embestidas.
—¡Eso, sí! —Yoongi era un lío.
Tomó pocos minutos más para que Yoongi cerrara sus ojos, sin poder controlarlo. Tiras y tiras blancas cubrieron su pecho y parte de las sábanas.
El alfa estaba frente a un ser celestial.
La curva de la espalda del omega se aplacó luego de unos segundos y sus piernas cayeron flojas a las mantas. Estiró su cabeza para recibir un besito y cuando lo obtuvo volvió a girarla para dejar todo su cuello a disposición. No entendía que pasaba pero quería los colmillos de su alfa ahí.
Jimin volvió a recostarlo sobre su espalda cuando sintió su nudo a punto de explotar. Poco después, estaba unido a su omega.
—Shh... amor, está bien, aquí estoy —murmuraba cerca de su oído mientras giraba suavemente para quedar él acostado sobre la cama con Yoongi en su pecho— lo hiciste muy bien.
—Duele, alfa... —se quejó a punto de derramar lágrimas pero siguió permitiendo que lo sostuviera.
Jimin por un momento olvidó que ese estaba siendo el primer nudo que Yoongi recibía. Le hubiese encantado una forma más romántica pero de igual manera estaba agradecido que hubiese sido durante su celo, de esa forma el dolor sería más llevadero.
—Bien, entiendo... recostemonos juntos. Unos pocos minutos más y listo —besó sus labios varias veces notando cómo los ojitos de Yoongi revoloteaban cansado– duerme, mi dulce, yo te cuido.
Yoongi despertó un par de días despues con todo el cuerpo adolorido, estaba cansado y sus párpados pesados pero definitivamente necesitaba ir al baño. No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado pero tampoco quería saberlo. Su celo por fin había acabado, dejándolo completamente derrotado.
Se desplazó al baño con pasos destartalados, sus piernas parecían gelatina y el dolor en su espalda baja no contribuía.
El reflejo de un Yoongi sonrojado y con varios hematomas lo recibió. Su cuello estaba adornado por un cardenal de mordidas de amor y sus ojos brillaban como nunca antes. Tenía relámpagos de recuerdos, algunas lagunas, pero en todos ellos aparecían un par de hoyuelos y potentes ojos verdes. Jimin no lo había dejado solo, justo como había prometido, y ahora más que nunca se sentía conectado en cuerpo y alma.
Se bañó lo más rápido que pudo, tomó una de las camisas de Jimin que descansaba sobre el nido, y se dirigió a la cocina.
La misma imagen que meses atrás se presentó ante él. La espalda de su alfa balanceándose al compás de una melodía que solo él conocía y el delicioso aroma de un desayuno recién preparado.
No tuvo que esperar mucho para que Jimin girara con una sonrisa en su rostro. Su aroma lo había delatado una vez más.
—Buenos días, dulce —besó sus labios y cuello— siéntate, en seguida termino.
Yoongi asintió mientras se elevaba sobre sus puntillas y besaba sus labios. Que hermoso era sentirlos lucido. Tomó una de las sillas y esperó.
Su alfa dejó el último plato y juntos comieron. Era bueno sentirse amado por alguien que de verdad conocía cada parte de él, que no le importaba nada que no fuera su forma de sentir y pensar.
—Gracias por quedarte aquí estos días y cuidar de mi –le dijo con mejillas sonrojadas.
—Siempre —Yoongi lo besó y él lo permitió— lamento haberte anudado sin tu consentimiento, yo no sabía que hacer... y...
Llevó ambas manos al rostro de Jimin y este se silenció de inmediato. Fijó sus ojos verdes llenos de arrepentimiento en Yoongi. Eso lo hizo sentir mal, en cierto punto, ¿había sido tan mal omega que su alfa estaba tan arrepentido de haberlo anudado?
—No estoy molesto, aprecio que me hayas cuidado —le dijo— lamento si fui un mal omega.
—Ey... nada de eso, fuiste el mejor —Yoongi besó sus labios y volvió a sonreír— solo estaba un poco preocupado... pero lo haría por el resto de la eternidad.
—¿El anudarme? –sonrió de lado mientras pinchaba un poco de huevos revueltos.
—El amarte.
Se sonrieron mutuamente, con ojitos brillantes y mejillas sonrojadas; pero lo que ninguno de los dos recordó era que Yoongi habia abandonado los supresores hace varias semanas.
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