☕️ 16
Un calor agradable lo cubría por la espalda, filtrándose por sus extremidades y recorriendo cada uno de sus nervios. Intentó no hacer ni un movimiento para que nada de lo que estaba sintiendo cambiara pero le era inevitable no girar el rostro para observar al bello adonis que descansaba detrás suyo.
Jimin dormía con los labios separados por unas pulgadas, un fino ricito entre sus ojos y pestañas enormes temblantes. Era hermoso y Yoongi todavía no encontraba respuesta a porque el destino lo emparejó con alguien así, encontrándose él mismo varios niveles por debajo.
La punta de su dedo índice serpenteó por las marcadas facciones, sintiendo como el rumor de un gruñido retumbaba entre los sueños del alfa.
-Mmm... omega... -murmuró aún dormido mientras afianzaba mejor el brazo que cruzaba la cintura de Yoongi.
En ese momento del día el aroma del café recién hecho era incluso más potente que de costumbre, no había nada que lo perturbara. Yoongi inhaló profundo antes de tomar todo el coraje que requería inclinarse y sellar sus labios sobre los de su compañero. Todavía era extraño pero realmente amaba besar a Jimin.
-Gi... -llamó el alfa una vez se separó.
Yoongi se encontró sonriendo frente a los brillantes ojos verdes. Se acurrucó sobre el pecho contrario, escondiéndose debajo de la barbilla de Jimin y manteniéndose en el que ahora se había convertido en su lugar seguro.
Entre lánguidos movimientos, producto del sueño, los brazos de Jimin lo rodearon por completo. Yoongi se sentía pequeño y protegido en esa posición. Antes hubiera protestado mientras se negaba a ser reconfortado pero ahora que estaba haciendo las pases con su naturaleza amaba esa clase de momentos.
-¿Cómo dormiste? -inquirió el alfa con voz ronca.
-Bien... estaba muy cansado.
-Lo estabas. Ayer fue un día largo.
Yoongi estaba apunto de quedarse dormido, incluso el aroma de la vainilla había hecho acto de presencia, pero el suave llamado de Jimin lo trajo de vuelta.
-Sé que estás cansado pero tenemos que levantarnos, sino llegaremos tarde al trabajo.
Yoongi gimió en disgusto pero Jimin tenía razón. No sabía cuánto tiempo le quedaba en el trabajo pero estaba seguro que debía comenzar a despedirse de lo que tanto había luchado por conseguir. Una vez que llegaran los estudios no iba a poder salir más a campo, iba a tener que mantenerse haciendo tareas administrativas o incluso tomar licencia por enfermedad. Era horrible y por eso se había negado tanto tiempo a aceptar su casta pero tenía en claro que era momento de hacerle frente. Debía sanar para volver con mayor fuerza.
-Hobi seguro ya preparó el desayuno -Yoongi apenas artículo, más dormido que despierto.
Jimin liberó un poco de su aroma y eso no ayudó para nada. El omega interior de Yoongi a veces respondía y otras no y esta vez sí había notado la persuasión del alfa.
-Entonces vamos.
Se levantaron a duras penas, Yoongi estremeciendose enseguida cuando la fría brisa de invierno golpeó al prescindir del calor de su alfa.
Se lavaron los dientes y rostro juntos, se vistieron con sus uniformes y ahora sí compartieron un beso adecuado de buenos días. Yoongi todavía sentía ese cosquilleo en su estómago que lo incitaba a pegarse más al alfa y entregar todo de sí. No había besado a muchas personas a lo largo de su vida, mayormente habían sido un par de alfas o incluso betas, pero besar a su alfa no tenía comparación.
Como habían previsto, Hoseok dejó dos plato de panqueques con huevos y fruta sobre la mesada. El omega rubio ese día ingresaba antes a la universidad por lo que no lo encontraron.
Hoseok había hablado con Louis sobre conseguir una habitación en la universidad o algún departamento pequeño para darles la privacidad necesaria pero todavía no era el momento. Yoongi no se sentía cómodo viviendo solo de nuevo y consideraba que era demasiado pronto como para pedirle a Jimin que se mudara.
Comieron entre comentarios banales, besitos despistados y sonrisitas vergonzosas.
Hacía alrededor de seis meses que se conocían pero parecía que en realidad lo hacían desde siempre. El destino nunca se equivocaba en ese tipo de cosas.
Jimin podía sentir a Yoongi todavía nervioso, a veces rehuía de su toque o se sumía por largos minutos en sus pensamientos, sin embargo, solo bastaba con una caricia o palabras bonitas para que volviera a él. Este proceso también estaba siendo difícil para Jimin, ver sufrir tanto a su omega lo estaba lastimando a una velocidad increíble pero no cambiaría nada porque así era como debían ser las cosas.
Cómo había dicho el médico en la cita de ayer, Yoongi la noche anterior no consumió los supresores por lo que ahora el aroma era notable. Le pidió a Jimin que lo cubriera con el suyo antes de entrar a la oficina y así lo hizo.
Yoongi no lo sabía pero los nervios hacían que su aroma incrementara. Nunca había tenido que controlar sus emociones para no trasmitirselas a los demás, por lo que ahora no sabía cómo hacerlo. Enseguida que entró al lugar miradas indiscretas se posaron sobre ellos. Jimin les fruncía el ceño a cada uno de los agentes que no tardaron en recorrer la anatomía de Yoongi.
El omega se acurrucó mejor debajo del brazo protector, realmente no esperaba que todos se tornaran hacía ellos y la incomodidad lo abordó enseguida. Se desplazaron juntos lo más rápido que pudieron hasta la oficina de Yoongi.
-¿Estarás bien? el jefe me mandó a completar un par de cosas fuera -Jimin se paró frente a él para luego acomodar su flequillo rebelde.
Yoongi asintió suavemente. No estaba seguro de que esa fuera la respuesta correcta pero por lo menos lo intentaría. Sabía que no podía depender todo el tiempo de Jimin, el alfa en algún momento se terminaría cansando de él y para nada quería que algo así sucediera.
Una vez que se había despedido del rizado, tomó asiento detrás de su escritorio, encendió la computadora y se puso a trabajar en uno de los nuevos casos. Todavía se encargaba de la parte de omegas desaparecidos y sentía su sangre hervir cada vez que estudiaba los detalles.
Estuvo tan concentrado en su trabajo que ni siquiera notó cuando su aroma llenó la habitación y como su lobo ronroneaba por la satisfacción de realizar lo que tanto le apasionaba por fin despierto.
Un golpe irrumpió entre tanto silencio y sin prestar atención dejó que la persona detrás de la puerta ingresara.
Yumgyeon, un alfa que trabaja en uno de los departamentos de investigación, entró sonriente pero enseguida llevó ambas manos a su nariz.
-Min... eres... -parecía que el alfa era uno de los únicos que todavía no se había enterado de la verdadera identidad de Yoongi.
El agente de ojos celestes dejó de tipear y levantó la mirada. Su rostro enrojeció cuando las pupilas dilatadas de su compañero se fijaron en el lado derecho de su cuello, lugar donde debería ir la marca de enlace. No sabía porque pero repentinamente se sintió en peligro, no es que realmente le temiera a Yumgyeon pero algo dentro suyo saltó en alerta.
-¿En qué puedo ayudarte? -inquirió rogando internamente para que la pregunta fuera rápida.
El alfa no respondió, continuó mirándolo de una forma que a Yoongi no le agradó para nada. Lentamente fue acercándose al escritorio y por consecuente a su lado.
-Yumgyeon, sal de aquí -ordenó Yoongi con los nervios subiendole por la columna vertebral.
-Omega -gruñó Yumgyeon y ahora que Yoongi había achicado la dosis de supresores, su lobo estaba más perceptivo y por consecuente los gruñidos le afectaban más.
Sus rodillas temblaron pero mantuvo su semblante duro y la barbilla en alto.
-¡Yumgyeon, sal! -chilló Yoongi pero el alfa seguía avanzando.
Yumgyeon volvió a gruñirle, utilizando en esta ocasión parte de su voz de mando, y esta vez si lo debilitó. Yoongi cayó de rodillas y su cabeza miró fijamente el suelo. Una lágrima escurrió y sintió que ese sería su fin, hasta que un gruñido más potente irrumpió en el lugar.
Yoongi no podía ver bien de quién se trataba, su lobito estaba acurrucado en lo más profundo de su alma y sus sentidos se encontraban opacados.
-Afuera -ordenó un nuevo alfa y Yoongi esta vez si gimió aterrorizado.
El aroma de Yumgyeon abandonó la escena pero Yoongi todavía se sentía demasiado aterrado como para ponerse de pie. De repente, una mano tatuada se posicionó frente a su rostro pero le rehuyó.
-Yoongi, no voy a lastimarte -¿ese era el jefe Kim? se oía como él.
-Yo... no... por favor... -gimoteaba sin poder controlarse.
-Bien, ya estás a salvo... mira, me moveré al otro lado de la habitación para que puedas ponerte de pie, ¿de acuerdo?
Kim le hablaba con paciencia y sin elevar la voz, y eso estaba siendo de gran ayuda. Su jefe olía a roble, potente y poderoso pero sin llegar a ser invasivo, y a la vez una esencia dulce, que Yoongi no lograba identificar con precisión, lo acompañaba.
Se puso de pie con dificultad, elevó la mirada con lágrimas cayendo por sus mejillas y la fijó en el alfa al otro lado de la habitación. Kim le sonría de lado y Yoongi sabía que estaba conteniendo sus instintos de ir y consolarlo pero de verdad no lo quería cerca. Solo necesitaba el aroma de un alfa y precisamente no se trataba de él.
-¿Estás bien? -le preguntó.
-Yo... sí, lamento eso.
-No lo hagas, no fue tu culpa. Los alfas debemos aprender a controlarlos a nosotros mismos y si Yumgyeon no pudo hacerlo contigo mucho me temo que no puedo dejar que siga participando en los operativos... necesitamos gente capaz y él no lo es, así que no te preocupes por tu bienestar porque pediré que lo transfieran.
-No puede transferir a todos los alfas que me ataquen -Yoongi sonrió de lado pero en el fondo le dolía.
-Mi deber es mantener un buen ambiente de trabajo y si los agentes no pueden controlarse entonces están fuera.
En ese momento Jimin ingresó a la oficina. Su ceño se frunció con profundidad cuando el aroma a alfa enojado lo golpeó. Rápidamente fue hasta Yoongi, lo envolvió entre sus brazos y le enseñó los colmillos a su propio jefe. Kim debería haberse enfadado por el gesto pero en su lugar solo sonrió.
-Solo estaba ayudando, Park - le dijo con las manos elevadas en señal de inocencia- no le hice nada a tu omega.
Jimin no respondió solo se encargó de prestarle atención al pequeño agente, a la vez que lo cubría con su aroma.
-Gracias, jefe -murmuró Yoongi adormilado.
-No hay de que, tomense el resto del día, mañana podremos hablar.
Y dicho esto, el castaño se retiró. Jimin los dirigió a ambos hasta la silla de Yoongi, se sentó primero y colocó al omega sobre su regazo.
No dejaba de gruñir, besar a Yoongi en cualquier lugar que tuviera acceso y liberar feromonas protector que empezaban a afectarle.
-Estoy bien... solo uno de los alfas no sé controló, lo siento -Yoongi gimoteó.
-No lo sientas, Yoonie -Jimin murmuró entre dientes- no es tu culpa que ellos sean unos imbéciles.
-No, no lo es, pero igual me siento mal. Vayamos a casa.
-Vamos a casa, mi dulce omega.
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