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☕️ 11

Las semanas siguientes se basaron en nada más que trabajo y entrenamiento. Jimin ya no aparecía en su oficina con vasos de té, no lo molestaba para que vayan a almorzar y mucho menos llenaba su espacio con el potente aroma del café recién hecho. Hace una semana que no tenía noticias del alfa, y en cierta parte lo entendía, había defraudado su confianza y como si eso fuera poco, había huido como una vil rata. Jimin lo estaba evitando y eso lo destrozaba poco a poco.

Grandes círculos violáceos rodeaban sus ojos. Sus pómulos resaltaban filosos debajo de una fina capa de piel amarillenta. Estaba mal y de verdad necesitaba un poco de tranquilidad para poder seguir.

Había tenido que aumentar la dosis de supresores porque dos simples pastillas no estaban ejerciendo el efecto necesario. Su lobo estaba luchando más fuerte que nunca y a la larga terminaría por derrotarlo.

Esa mañana no logró concentrarse, todo a su alrededor daba vueltas y su cabeza lo estaba torturando. Su lobo interior clamaba por la cercanía del lobo de Jimin, anhelaba su aroma envolverlo.

Entre pasos temblorosos decidió que lo mejor sería salir a tomar un poco de aire fresco. Se colocó la chaqueta sobre los hombros, dado que los escalofríos habían vuelto, y abandonó la habitación.

Para su suerte había regresado a ser el fantasma del que nadie se acordaba. El agente Park había captado la atención de todos, como él había previsto, y eso en cierto punto lo enfadaba. Ya no quería que nadie lo mirara, poco le importaba si descubrían su secreto si eso alcanzaba como para que Jimin volviera a darle otra oportunidad.

Odiaba ser un omega y eso no iba a cambiar tan fácilmente pero por lo menos ahora se daba cuenta que nada valía la pena si terminaba autodestruyendose.

El viento golpeó su cara con fuerza, incluso sacudió su flequillo. Estaba más tranquilo ahí fuera, con nada más que alguno automóviles yendo y viniendo. Se recargó en la pared del edificio justo a un lado de la puerta de entrada. En momentos como esos le hubiese gustado nunca haber dejado de fumar, la nicotina tal vez ayudaría a que sus pulmones se concentraran en otra cosa que no fuera el querer volver a sentir el aroma de Jimin ingresando por ellos.

No podían culparlo, su lobo lo había reconocido como destinado y eso solo llevaba a la desgracia. No había tenido bonitas experiencias con las parejas destinadas, no desde que había tenido que presenciar a su madre moribunda por un lazo roto, y lo que menos quería era pasar por algo así. Jimin no se merecía su desconfianza pero al fin y al cabo en el fondo de su mente alguna extraña vocecita le susurraba que no era más que un alfa del montón.

Suspiró a la vez que se abrazaba un poco más fuerte. Necesitaba entrar en calor pero al mismo tiempo frío. Ni el mismo se entendía para ese punto.

Un llamado colectivo desde dentro lo interrumpió. Se dio media vuelta y acudió al mismo, no era común que el jefe Kim realizara ese tipo de reuniones y cuando lo hacía realmente era importante.

Ingresó al recinto en último lugar, tomando así una de las sillas del final. Sus ojos inconscientemente buscaron una larga cabellera rizada y la encontraron en las filas de adelante charlando con una de las pasantes. Eso dolió más de lo que le hubiese gustado admitir.

Se hundió en su lugar con las manos apretando fuerte sobre sus muslos, y escuchó lo más atento que se podía.

—Buenos días, agentes —el jefe empezó enfrente de todos— los hemos reunido para informarles que las pruebas físicas de todos los años comenzarán mañana mismo. Recuerden que todos por igual deben someterse a ellas y en el caso de no pasarlas serán transferidos a un nivel menor en dónde no tendrán posibilidad de participar en operativos que requieran esfuerzo de este tipo.

El salón se llenó de murmullos al igual que la mente de Yoongi. Sabía que las pruebas estaban cerca, había estado entrenando para ellas, pero nunca se imaginó que sería la misma para todos. En general solían separar alfas de betas, ya que los primeros tendían a utilizar la fuerza bruta o intimidar a los inferiores pero se ve que está vez no sería lo mismo.

—¿Alguien tiene alguna duda? —inquirió Kim — ¿no? perfecto, pueden volver al trabajo. Nos encontraremos en la mañana en el campo A del FBI, entrenen y mucha suerte.

Poco a poco el lugar fue quedando vacío. A Yoongi le costó un poco más ponerse de pie, estaba realmente débil. Lo bueno era que faltaba poco tiempo para que su turno acabara y por fin podría ir a acurrucarse en su cama. Con un poco de suerte Hoseok habría cocinado alguna de las tantas delicias que estaba aprendiendo en la universidad, porque sí, el omega por fin se había decidido a ingresar a la carrera de Gastronomía y la verdad era que cocinaba bastante bien.

—Seokie, ya estoy en casa —llamó desde la puerta mientras se quitaba la chaqueta y los zapatos con pausados movimientos.

El omega rubio asomó la cabeza por el arco que dividía la cocina del salón. La bonita sonrisa que tenía fue reemplazada por una mueca y un profundo ceño fruncido.

—Yoon... ven, siéntate. Estás pálido —Hoseok se apresuró a tomarlo de la mano.

—Solo estoy cansado.

Temblando se dejó caer en el mullido mueble sintiendo como el aroma de su compañero lo cubría. El regaliz no era para nada disgustante pero en ese momento solo quería sentir uno en particular y no precisamente ese.

Hoseok lo hizo beber un vaso completo de agua y luego le preparó una sopa de verduras. A duras penas logró terminarla antes de desaparecer escaleras abajo. Una vez en el sótano dejó que su mente se despejara por completo con cada certero golpe. Debía entrenar más duro que nunca, no podía permitir ser dado de baja de los operativos que hasta el momento lo habían mantenido con vida.

Ignoró los llamados de Hoseok, pasó por alto el ardor en su pecho y las lágrimas que descendían con furia. En ese momento solo quería acallar todo lo que gritaba dentro suyo que era una mala persona, un mal compañero que había herido a Jimin.

Terminó temblando y con los nudillos sangrando. Tomó una ducha y tragó con fuerza dos pastillas. Se quedó dormido antes de lo que esperaba, sin sentir como Hoseok lo arropaba con varias mantas y besaba su frente.

Al otro día despertó más temprano de lo usual, más que nada para prepararse bien y desayunar algo que lo ayudara a ganar fuerzas para las pruebas.

Hoseok apareció en la cocina con su bata de dormir puesta y ojitos entrecerrados por el sueño. Enseguida se puso a preparar algo para que el omega mayor no incendiara el departamento.

Yoongi le agradeció con una sonrisa ladeada y bebió un cóctel de supresores y analgésicos para el dolor de su cuerpo. Devoró lo que el rubio había dejado frente a él para luego ducharse rápidamente y cambiarse. Se colocó una camisa de tirantes, un par de pantalones cortos y una sudadera verde, ya que en el día de pruebas estaba permitido cualquier tipo de ropa para que los agentes estuvieran más cómodos y rindieran al cien porciento.

Se despidió de Hoseok recordándole que había dejado dinero sobre la mesa para que pagara la mensualidad de la universidad y se encaminó con rapidez al trabajo.

Decir que estaba ansioso por demostrar todo lo que había entrenado era poco. Ignoró el dolor naciente, preso de las ganas de imponerse.

El campo de pruebas era enorme pero lo importante se dividía en dos sectores. El primero era un camino de varios metros con obstáculos de diferente tipo y el segundo era una especie de ring de boxeo improvisado.

Yoongi saludó con la mano a un par de agentes que se le cruzaron en el camino y rápidamente se formó para dar inicio al calentamiento. Corrieron varias vueltas y luego hicieron alguno ejercicios de movilidad. Sintió como las gotas de sudor resbalaban por sus sienes, por lo que se decidió a quitar la sudadera.

Jimin lo observaba a lo lejos, no había podido evitarlo. Quiso convencerse de que Yoongi no le importaba, de que no lo quería, pero su alfa era demasiado terco como para dejarlo ir. Apenas jadeó cuando el cuerpo del omega quedó a la vista, sin chaqueta. Los huesos se remarcaban en varios sectores y su piel antes dorada ahora simulaba el color del papel. Su lobo interior gimió en disgusto y quiso ordenarle al humano que fuera a ayudarlo pero Jimin clavó sus pies en el suelo. Yoongi no te quiere a su lado, se repitió una y otra vez.

La prueba de obstáculos fue pan comido para la mayoría, menos de un cuarto de los agentes no lograron acabarla quedando eliminados automáticamente.

—Eso estuvo bien —el jefe bramó— ahora pueden ir a beber agua y después los quiero formados de este lado para dar inicio al combate cuerpo a cuerpo.

Yoongi jadeó en alto. Necesitaba por lo menos un litro de agua y una rodilla nueva.

Bebió de su botella con la mirada vagando por los alrededores. El viento sacudió su cabello y refrescó levemente sus acaloradas mejillas. No pensó que iba a cansarse tanto pero por lo menos ya estaban más cerca del final.

A paso lento se acercó hasta la fila de hombres y mujeres, agudizando un poco su oído.

—Los dividiremos en dos grupos. Primero tendrán un combate grupal y luego cuerpo a cuerpo. No quiero jugadas sucias, si su compañero ya está en el suelo no sigan golpeado. Alfas no utilicen su voz y cuidado con sus feromonas.

Luego de las instrucciones cada uno se dirigió al grupo asignado. Después de varios ataques el de Yoongi fue el ganador gracias a las tácticas del hombrecito de ojos azules. No por nada era el que encabeza su división.

Varios agentes fueron descartados por no soportar el combate cuerpo a cuerpo.

Yoongi observaba de brazos cruzados como Jimin reducía a Nam Taehyun, un alfa compañero, contra la colchoneta. Ambos jadeaban y gruñían pero ninguno cedía. Al final Jimin se coronó como ganador pero Taehyun no fue descendido ya que ambos habían hecho un muy buen trabajo.

Uno de los últimos en subir fue Yoongi. Sin embargo, Kim había decidido que por su fuerza y antecedentes se enfrentaría a un alfa y Yoongi era demasiado orgulloso como para negarse.

El primer golpe que recibió dejó a Jimin respirando con fuerza desde donde lo observaba. El alfa creía que en cualquier momento perdería el control y saltaría sobre la colchoneta pero de obligó a mantener la calma.

Yoongi quitaba su lacio flequillo de sus ojos mientras saltaba sobre la punta de sus pies e intentaba golpear al alfa. En un momento su vista se nubló por completo y fue cuando un golpe en su espinilla lo derribó. El alfa se colocó sobre su cadera y cuando el aroma asqueroso lo golpeó solo quiso vomitar.

Yoongi siguió recibiendo golpes sobre su cuerpo a sabiendas que el otro alfa estaba cometiendo una falta, ya que él se encontraba en el suelo, pero a nadie parecía importarle hasta que escuchó un fuerte gruñido.

—¿Qué mierda sucede contigo? —escuchó a lo lejos y luego el peso adicional estaba fuera de su cuerpo.

Se arrastró como pudo a una de las esquinas del ring improvisado. El dolor punzante en su nariz no dejaba de molestarlo, junto al de su rodilla y uno de sus hombros. Solo rogaba a los astros no haberse fracturado.

—Y no te atrevas a volver a tocarlo... es mío — Jimin murmuró muy cerca del rostro del otro alfa para que solo él fuera capaz de oírlo.

—Suficiente —Kim gruñó— Changkyun quedas fuera de servicio, estás suspendido por una semana, serás transferido y correspondido a un sector menor. Ahora fuera de mi vista.

El alfa abusador gruñó potente pero terminó obedeciendo.

—Ey... tranquilo, ya estoy aquí... —los brazos de Jimin rodearon con suavidad el cuerpo esbelto de Yoongi.

El potente ahora del café recién hecho invadió los sentidos del agente más pequeño y por una vez luego de semanas volvió a sentirse tranquilo. Aferró su brazo sano a la musculosa espalda y descanso su cabeza cerca de su cuello, importandole poco mancharlo con el líquido carmín.

Cerró sus ojos con fuerza para evitar entrar en crisis al ver su sangre e inconscientemente gimoteó. Jimin lo abrazó con mayor fuerza y pronto el suelo desapareció debajo suyo.

—Lo llevaré a la enfermería —Jimin avisó a su jefe y cuando recibió una afirmación se retiró con Yoongi entre sus brazos.

—Lo siento... —solo atinó a murmurar el chico de ojos celestes ahora opacados por los sentimientos negativos.

—No te preocupes, Gi, ya tendremos tiempo de hablar sobre eso...

Lo siguiente que sintió fue una camilla suave y la voz de una mujer hablando con Jimin. El ardor en sus heridas fue demasiado y el tranquilizante corriendo por sus venas un bálsamo. El aroma de Jimin lo cubrió por completo y lo siguiente que supo era que estaba dormido, seguro de que el alfa no lo dejaría una vez más.

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