capítulo 15.
—Buenos días, soy la doctora Park, pero pueden llamarme JiHyo. —una simpática beta y de baja estatura las recibió.
El consultorio era más agradable de lo que Lisa alguna vez pensó. Por su mente pasaban terribles imágenes de habitaciones frías y desoladas, con olor a antiséptico y luces parpadeantes pero en realidad se trataba de un lindo cuarto adornado con plantas, con luces blancas pero que no llegaban a cegar, una enorme ventana que daba a un jardín interno y un atomizador que neutralizaba los aromas. Se sintió un poco más tranquila, definitivamente podía hacer esto.
—Buenos días, doctora. —ambas le sonrieron, porque sí, Lisa había sido acompañada en todo momento por Rosé. Incluso habían pedido el día libre en el trabajo.
—Por favor, pasen —se hizo a un lado y apuntó dos sillas delante de un escritorio de caoba—. ¿Les puedo ofrecer algo de beber?
—Así estamos bien, muchas gracias.
Lisa se sentó en la silla de la izquierda mientras que Rosé tomó la derecha. Juntaron las palmas de sus manos y las descansaron sobre el muslo de la más grande. Los nervios de la omega podían sentirse de lejos pero la rubia intentaba trasmitirle toda la paz posible.
—Bien... Primero llenaremos una hoja con datos básicos, ¿De acuerdo? —la médico indicó recibiendo un asentimiento—. En principio nombre completo.
—Lalisa Manoban. —murmuró mientras apretaba la mano de Rosé con un poco de fuerza extra.
—Perfecto... Tu casta y cuando te presentaste. Siento esto pero al ser una beta no puedo identificarlo con precisión.
—Yo... —Lisa desvió la mirada a una mariposa que se posaba en el borde de la ventana y tragó saliva con fuerza—. Soy una omega, me presenté a los dieciséis años, hace casi once años.
—Bien, eso es bueno. —la doctora Park sonreía en todo momento y nunca elevaba la voz, eso ayudaba a los nervios de la omega.
Continuaron con un par de preguntas más. como por ejemplo si Lisa estaba emparejada, cosa que era necesaria para saber si había presentado algún cambio hormonal de ese tipo, factor sanguíneo, oficio, entre otros. La médico hizo un excelente trabajo al esconder su sorpresa cuando Lisa le comentó que trabajaba como agente del FBI y nunca se dirigió a la alfa acompañante más que para sonreírle.
Lisa pensó que en algún momento JiHyo la haría de menos o hablaría directamente con Rosé como si fuese su dueña pero estuvo muy conforme con lo respetuosa que era y en como no parecía importarle para nada lo que antes se consideraba como "correcto".
—Bien, Lisa, ahora sí... Dime qué te trae por aquí.
—Verá... Yo he estado teniendo unos inconvenientes —suspiró mientras se acomodaba mejor en la silla, que para ese punto ya se iba tornando un tanto incomoda—. Diferentes razones de la vida me llevaron a consumir supresores justo después de presentar mi primer celo y no he parado desde entonces...
Recibió un besito en su frente por parte de Rosé, sintiéndose extremadamente necesitada de su calor y reconforte pero teniendo en claro que no era posible en ese momento.
La médico nunca cambió su expresión, siempre manteniendo esa amabilidad innata y manos relajadas, pero en el fondo de sus ojos Lisa sí pudo apreciar la sorpresa. Ella entendía. No era común encontrarse con una omega que haya ocultado su casta la mitad de su vida.
—¿Tienes un estimado del tiempo en que los consumiste? —inquirió la médico mientras anotaba algo en una planilla.
—Diez años...
—Bien... Okey, ¿Traes contigo alguna de las pastillas, el nombre o el empaque?
—Todo eso.
—¡Perfecto! Mandaré a analizar el componente del medicamento. Ahora, necesito que me digas los síntomas que has estado padeciendo, luego pasaremos a un chequeo físico, y por último te sustraeré un poco de sangre para también mandarla a analizar.
Lisa asintió. Tenía miedo, todavía no se sentía del todo cómoda y realmente pensaba que la doctora la estaba juzgando por dentro, cuando en realidad en lo único que pensaba la beta era en que estrategias implementaría para ayudar a su paciente.
La omega relató cada uno de los síntomas que había estado sufriendo en los últimos meses, desde los dolores de cabeza hasta las crisis, incluso comentó el como ingresó Rosé a su vida y que efectos estaba produciendo.
Luego de un tiempo de demasiados detalles y escritura, Lisa fue dirigida a una camilla que no había visto con anterioridad. Se recostó allí, con Rosé a su lado sujetando su mano en todo momento, y siguió las indicaciones. Primero la beta escuchó sus signos vitales, haciéndola estremecer por lo frío del metal, tomó su presión, palpó su abdomen y termino por revisar oídos y garganta. Siempre sonreía y en el fondo empezaba a preocupar a Lisa.
Terminó por sacar sangre del brazo de la omega, llenando dos pequeños tubitos, y volvieron al lugar de origen.
—Bien, no puedo dar un diagnostico aún porque necesitaría por lo menos los exámenes iniciales, pero sí puedo darte un par de indicaciones, ¿Estás de acuerdo con eso, Lisa? —dijo acomodando sus gafas de un solo movimiento.
—Lo que usted diga, doctora.
—En principio no podemos suspender el uso de los supresores, tu cuerpo colapsaría y tu omega interior podría sumirse en la depresión, por lo que iremos reduciendo su consumo con el pasar de los días. Empieza por tomar una sola dosis solo al despertar, eso dejará que tu aroma se expanda pero mantendrá lo interno controlado. Con el pasar del tiempo los eliminaremos por completo y si aún quieres algún método anticonceptivo buscaremos el que mejor se adapte a tu sistema.
Rosé escuchaba todo desde un costado, demasiado preocupada en captar a detalle lo que tenían que hacer como para siquiera hablar. Lisa estaba haciendo un trabajo extraordinario, pero era cuestión de tiempo para que colapsara, la alfa incluso podía ver como sus dedos se movían nerviosos buscando liberar un poco de carga.
—Luego, me dijiste que tu trabajo es de alto riesgo, ¿No? con demasiada actividad física...
—Así es.
—Bueno, eso también debemos suspenderlo por el momento. Si los exámenes salen como yo pienso, entonces es muy probable que no puedas volver a trabajar por un tiempo, tu omega se pondrá demasiado inquieta y susceptible a los aromas... Así que por ahora te recomendaría ir acomodando las cosas.
—Está bien, doctora, haré lo que me diga.
—Y por último... Esto no me corresponde, pero les recomendaría ir buscando ayuda psicológica, eso serviría para ir tratando la raíz verdadera del problema y asimilar los cambios por venir. Incluso puedo darte algunas recomendaciones de colegas... —la médico volvió a sonreír—. Mi objetivo es que todos mis pacientes alcancen el máximo nivel de bienestar, tanto físico como mental, y que hayas venido aquí ya es un enorme paso. No te desanimes, Lisa, hay que darle tiempo al tiempo.
—Muchas gracias, doctora —apenas murmuró a la vez que jugueteaba con las mangas del sweter que llevaba puesto—. Y... Sí, quisiera los contactos de los psicólogos, por favor.
La sonrisa de la médico se le contagió a las dos personas restantes, era el primer paso y estaba casi completado.
—¡Con gusto! —JiHyo sustrajo de uno de los cajones tres tarjetas y se las tendió—. ¿Les parece pactar la siguiente cita? Leeremos los exámenes y veremos como proseguir.
La próxima consulta sería en una semana, apenas los resultados llegaran. Lisa y Rosé se pusieron de pie y fueron acompañadas por la doctora hasta la puerta del consultorio.
—Gracias por venir, espero que la consulta haya sido agradable —JiHyo estrechó las manos de ambas—. Nos vemos la semana que viene y mantente cerca de tu alfa, eso ayudará con los síntomas.
Lisa se sonrojó ante la insinuación, pero asintió completamente de acuerdo. Salieron del consultorio y se desplazaron en silencio hasta la calle. Cuando llegaron allí, Lisa rápidamente se abrazó al torso de la alfa, olfateó su cuello y le permitió marcarla con su aroma.
—Hiciste un buen trabajo allí dentro, estoy orgullosa de ti. —murmuró Rosé aún abrazándola.
—Gracias por acompañarme... Estaba tan aterrada.
—Te acompañaría al fin del mundo si eso fuera necesario. Ahora vayamos a casa, te estás congelando.
La mente de Lisa dio vueltas ante eso, ¿Podría considerar en algún momento tener una casa con Rosé? ¿Un lugar al cual llamar hogar, anhelando regresar al final del día? ¿Realmente la alfa permanecería al lado de una omega defectuosa?
Las ganas de llorar la atacaron de repente, afianzó su agarre a la cintura contraria y asintió con las pocas ganas que le quedaban de fingir.
—Vamos, muero por un té. —dijo, ignorando el nudo que se formó en medio de su garganta.
Y el besito en la frente que recibió por parte de la alfa fue lo que terminó de derrumbar lo poco que quedaba.
***
¡Gracias por leer!
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