01
SABRINA LLEGABA TARDE Y PARA PEOR, NECESITABA IR AL BAÑO, MALDITO MOMENTO EN QUE DECIDIÓ ENTRAR A AQUEL STARBUCKS EN BAHRAIN AL MOMENTO DE BUSCAR DONDE DESAYUNAR LUEGO DE UN LARGO VUELO, pero no tenía más lugar al cual poder ir en aquella ciudad que odiaba por el mero hecho de su nuevo trabajo y que por desgracia o coincidencia estaba cerca del hotel en el cual se quedaría pero al menos, sería por unos días su estadía... para su mala suerte eso no se detendría ahí, no, claro que no, sería parte de las fotógrafas de la F1 para la temporada y ya lo estaba odiando sin siquiera haber pisado el primer circuito del año.
—Hola... lo siento molestarte—le habló a la chica tras el mostrador— ¿puedo ocupar el baño?, es una urgencia...
—Tienes que comprar algo, ve a la fila—dijo sin animos.
—Es que en serio es una urgencia...—rogó.
—Fila.
Sabrina volteó a ver la fila, soltando un gemido lastimero, era larguísima y para el momento en que ella tuviera que pedir algo para poder usar el baño, iba a orinarse encima.
—Quiero un americano frío y... ¿lo mismo de siempre, ratoncita?
Esa voz masculina y jocosa que recordaba perfectamente y que odiaba. Ella se volteó. Daniel Ricciardo, ahí estaba, mirándola con una sonrisa amplia y esos ojos que brillaban como faroles fijos en ella.
—Un caramel machiato con extra caramelo y un lemon cake—él apuntó a la vitrina seguro de lo que estaba pidiendo— también un panquecito de red velvet y un americano—comentó a la vendedora y levantó la vista con aquella sonrisa juguetona que le caracterizaba—y ya que estoy por pagar, mi novia ya puede ir al baño ya que estoy pagando por ambos, ¿verdad?—preguntó como si fuera una conversación tan simple como el clima.
Sabrina miró a Daniel otra vez y parpadeó un par de veces, escuchando un carraspeó por parte de la chica tras el mostrador logrando espabilar, corriendo al baño para cerrar la puerta tras de ella y hacer lo que debía hacer, tomándose todo el tiempo del mundo para luego detenerse frente al espejo y dejar que el agua del lavamanos corriera y corriera como si fuera un simple río. Años y años habían pasado donde ella y Daniel simplemente habían separado sus caminos para volver a cruzarse, pero no esperaba que fuera tan pronto... bueno, quizás demasiado pronto pero era tan estúpido pensarlo si Ric era la reserva de la F1, a pesar que había intentado salirse de aquel deporte, volvía. Salió del baño luego de unos largo cinco minutos donde analizó la situación y se asustó apenas un café apareció en su cara.
—Sigues siendo la misma Sabrina de hace quince años—sonrió amistoso— aunque te ves distinta...
—Gracias por esto, te lo pagaré—ignoró sus palabras.
—No es necesario, va por mi cuenta—siguió con el café hacía ella.
La chica tomó el café y le dio un sorbo, hace quince años que no bebía un caramel machiato, hace quince años ni siquiera había pisado un suelo que no fuera Australia y hace quince años que no se topaba con Daniel, eran demasiadas emociones que estaba experimentando que no le estaban sentado bien.
—Hace años no bebía esto... y sabe a mierda—ella admitió mientras que relamía su boca— ¿En serio yo bebía esto?
—Si, te gustaba mucho.
—Pues me parece de lo mas asqueroso—ella comentó y Daniel no dudó en soltar una risita.
—¿Podemos hablar?
—¿Hablar?—su voz sonó con indignación.
—Sí, se que no terminamos bien y...
—Daniel, me llevaste a Dinseyland para cortarme—se defendió molesta.
—Yo te lleve porque era tu lugar favorito—se encogió de hombros como si fuera un niño inocente, rascando luego su nuca con una mueca en sus labios— no pensé que lo confundirías con que iba a pedirte matrimonio...
—Nadie en su sano juicio lleva a alguien a Disney para terminarle, Daniel—ella lo miró mal— ¿cómo no iba a confundirme?, eras taaan misterioso y estabas tooodos los días diciéndome "eres la única", "¿Sabes que te amo mucho?", "estas preciosa", ¿"te saco una foto"?... ¿cómo no iba a pensar eso, dímelo?
—Bueno, quizás me equivoqué...
—Oh menos mal te equivocaste, de haberlo hecho a propósito no te habría salido bien.
Quizás las cosas no estaban saliendo bien en ese momento y no sabía si era porque habían algunas cámaras enfocándolos ahora o Daniel buscando hablar como si fueran íntimos amigos pero de algo de lo que si estaba segura era que definitivamente el mundo estaba girando más rápido de lo que ella podía asimilar.
—Sab... no te pongas así—dio un paso hacía ella y por ende, ella uno hacía atrásm .
—Si, tienes razón... ya pasaron 15 años, no puedo seguir evitando Disneyland o este café de mierda—fue irónica.
Daniel solo sonrió con una sonrisa torcida y con esos ojos brillantes de cachorrito que al australiano le gustaba usar cuando buscaba manejar la situación cuando se ponía todo incómodo o tenso, y lo peor, es que comenzaba a hacer efecto, pero quizás no de la manera que él esperaba.
—¿Podemos hablar, por favor?—pidió.
—Mañana, realmente pase aquí al baño, tengo que ir a otro lugar—se excusó, aunque no ella no estaba mintiendo.
—Sabes que mañana no vamos a hablar, Sab—Ricciardo le extendió la bolsita de cartón con ambos pasteles— y sabes que no debes ir a otro lugar, solo quieres correr de mí.
—Realmente si estoy llegando tarde—ella se pasó una mano por el pelo al ver su apple watch para ver la hora— dios...
—Oh, ¿a dónde?—fue curioso.
—Santa Claus me pidió ser un elfo este año para navidad—fue sarcástica pero luego bebió del café como si fuera un pequeño recordatorio que no debía ser grosera con él aunque quisiera voltearle el café encima— debo reunirme con los directivos, voy a ser una de las fotógrafas esta temporada...—ella le respondió, no iba a mentirle ya que después de todo, trabajarían juntos y se verían todo el año.
—¡Oh, genial!, ellos lo entenderán, realmente las reuniones de hoy se cancelaron—bebió de su americano relajado.
—¿Cómo lo sabes?
—No lo sé, quería hacerte sentir mejor la verdad—soltó una risita mostrando sus dientes blanquecinos.
Sin embargo, ella sacó de su bolsillo de los jeans su teléfono para buscar la aplicación del correo electrónico y abrirla, revisando la bandeja de entrada y sorpresivamente, Daniel tenía razón... y no pudo evitar recordar las veces que Daniel hacía lo mismo en diferentes situaciones y lograba acertar.
—Si... creo que tienes razón—comentó guardando su teléfono.
—Lewis dijo que Toto tuvo un atraso en su vuelo, así que, supuse que se cancelarían las reuniones de hoy.
—Genial...
Y ambos se quedaron en silencio, bebiendo al mismo tiempo de sus bebidas.
LA HABITACIÓN DEL HOTEL ESTABA SILENCIOSA Y FRÍA, NO PORQUE DE ÚLTIMO MOMENTO LE HABÍAN NOTIFICADO QUE EL AIRE ACONDICIONADO ESTABA MALO Y QUE LAMENTABLEMENTE DEBÍA QUEDARSE AHÍ, sino que, parecía estar ausente, el encuentro con Daniel y le choque de emociones la tenían mirando la televisión apagada como si fuera lo más entretenido del mundo.
—Debo estar jodida...—Sabrina suspiró saliendo de su transe— si esa es la manera de que un "año nuevo, sorpréndeme" me sorprenda, definitivamente nunca más pediré esa mierda.
Negó con la cabeza de manera frenética casi como para quitar de su mente cualquier tipo de pensamiento intrusivo con respecto a la situación de la mañana, llevaba años y años de contacto cero, donde no veía las carreras ni mucho menos indagaba en buscar cosas en relación a Daniel hasta ahora, donde había aceptado el trabajo como fotógrafa para la temporada por el mero hecho de que ese dinero no venía mal ni mucho menos agregarlo a su CV ya que era un prestigio pertenecer a algo tan global y con un gran peso como lo era la Fórmula 1 —podría sumar también a que había oido rumores de que Daniel lo había dejado... pero no que el risitas había vuelto a competir—, pero ya estaba ahí y bueno, su ex no podía arruinar eso para ella y no iba a abandonar aquel trabajo sin siquiera pisar una pista.
—Bien, debemos ser lo suficientemente mujercitas para poder salir ahí afuera y hacer como si nada pasara—se habló a sí misma frente al espejo de la habitación del hotel y apuntó su reflejo con su dedo indice— mamá no crío a una perra débil, ¿Verdad?
No hubo respuesta aunque tampoco lo esperaba, estaba sola claramente.... pero era más que nada un auto-apoyo moral que necesitaba porque luego del encuentro de esa mañana que había abierto alguna herida sin sanar y que aquel "contacto cero" que por años dolió se iba a convertir en terapia de choque y no estaba tan preparada para enfrentarlo.
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