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Ocho: La química del amor


Los pasillos curiosamente estaban despejados al encontrarse la mayoría en sus respectivos salones, la luz que entraba por la puerta principal, los alumbraba brindándole un ambiente sereno al lugar. Los maestros seguramente se preparaban para comenzar las clases en la sala de juntas mientras bebían café y comían rosquillas. Todo era tranquilo hasta que...

—¡Min!—escuchó gritar su apellido haciendo que él mirara hacia todos lados en busca del causante.

Topándose con una chica de cabello rosado corriendo hacia el. Y esa tranquilidad se marchó por completo.

—Necesito que me ayudes a esconderme—fue lo primero que le dijo cuando llegó a su lado.

—Si, Min, buenos días, ¿Cómo te está yendo esta mañana?—cuestiono terminando de guardar sus libros en su casilla—Ah, increíble, eh estado intentado hablar con Margo, Pero...wow, ¿Adivina? Ella no quiere saber nada de mi, no responde mis llamadas y deja en visto mis mensajes, olvide que tenía una examen de geometría analítica y olvidé estudiar, tuve que caminar porque perdí el autobús y también...

—Ok, ok, ya entendí, tú mañana es una mierda—le interrumpió la chica divertida, recargándose en los casilleros, muy cerca de él para esconderse—Pero enserio, necesito tu ayuda.

—¿Ahora que hiciste?—cuestionó cerrando el casillero con fuerza para prestarle toda la debida atención.

«Aparte de abandonarme ayer para irte con el tonto que rompe tu corazón cada que puede» pensó el peli negro con sarcasmo.

—Mmm, metí la pata, eso pasó.

—Explícate.

—Bueno, yo, ¿Conoces a Maggi? Es de segundo grado.

—Si.

—Y...¿También sabes que esa chica tiene un fuerte brazo al ser del club de boxeo?

—Ajam.

—Pues da la casualidad, de que, yo no. Y cuando venía para el colegio, una cosa llegó a la otra, la confundí con un chico y terminé haciendo una pequeña broma sobre sus velludas piernas.

—Ay no puede ser—espetó rodando los ojos, brindándole la espalda.

—En mi defensa, considero que no se había depilado en quizá unos dos meses, y la falda que traía no ayudaba mucho.

—¿Qué eres? ¿Una niña de cinco años? ¿Has pensado alguna vez que madurar te vendría bien?

—Yo respeto, de verdad. ¡Pero tú sabes que me es imposible mantenerme callada! Soy directo, así me hizo Dios. Tenía que...

—No, no tenías que. Comienzo a creer que amas meterte en problemas aunque lo niegues.

—Como sea, termino golpeándome y amenazo con arrancarme mis preciosas pelotas. Y bueno, ya sabes, uno debe proteger su anatomía.

—Si, como no—se burló.

—Entonces...¿Me ayudarás?

Min la observó negando incrédulo, lo miro de pies a cabeza buscando cualquier rastro de mentira en sus ojos para poder librarse de ella esa mañana, pero no, no mentía. El golpe que comenzaba a hacerse visible en su pómulo lo comprobaba.

—Ven conmigo—dijo atrayéndola con su dedo índice.

—Genial—exclamó siguiendo su paso, guardando las manos en las bolsas del pantalón—¿A dónde vamos?

—A mi clase de química.

—Ugh, no—espetó deteniéndose abruptamente—Mi última vez en esa clase, casi intoxicó a todo mundo ahí.

—Créeme, yo no te dejaría hacerlo—insistió—Y es eso o recibir una paliza. No te preocupes por el profesor tampoco, llevamos dos años con él y jamás ha recordado a nadie. Es como...el doctor Doofenshmirtz pero con amnesia.

La peli rosa llevo su lengua por dentro de la mejilla, divago la mirada por los casilleros, movió su pierna con indecisión, pero no encontró otra alternativa

—Bien. Vamos—soltó resignándose por completo.



—Muy bien chicos, buenos días—exclamó el profesor entrando al lugar, dejando su viejo portafolio marrón sobre el escritorio y tomando su bata blanca para colocársela—Lamento la demora.

En realidad había llegado sólo un par de minutos tarde, no había mucho que perdonar.

—Muy bien, el tema de hoy es...—comenzó anotando en la pizarra con una especie de letra cursiva—Ciencia; Como todos sabemos, la ciencia es un sistema, un proceso de análisis. Existe una cuestión por resolver, y una hipótesis sobre ello que hay que verificar. Por ejemplo, cómo funciona un dispositivo móvil—mencionó sacando el suyo de su bolsa y lo coloco en una pequeña canasta de plástico qué paso al primer alumno de la primera mesa—Si, todos deben dejarlos aquí por favor.

Quejas y protestas no tardaron en hacerse presente por los alumnos inundando el salón de clases, sin embargo, al profesor terminó valiéndole tres hectáreas de cacahuate y simplemente siguió.

—Ahora, antes de seguir, lean sus libros en el capítulo tres, párrafo dos, sección uno. Les entregaré un cuestionario para que en base a ello lo respondan.

La clase continuó perfectamente, el profesor dio las hojas a las primeras mesas y fueron pasándolas hacia atrás para que todos pudiesen resolverlos, pero Yoongi no podía concentrarse, los susurros de dos chicas al fondo estaban distrayéndolo, y cuando estaba apunto de voltear y pedirles que guardaran silencio...

—Ustedes...—habló Jamie consiguiendo que ambas la miraran confundidas—Si, la dos chicas con cara de tontas, sé que Hana necesita terminar con Scott pero, sus temas amorosos no son lo importante ahora, hablamos de ciencia y química, no de amor—dijo haciendo que todos voltearan a mirarles.

—Bueno y tú qui...

—Pero claro que la ciencia, la química, incluso la física tienen que ver con el amor—interrumpió el profesor haciendo sorprender a todos— Las leyes de la naturaleza son ineludibles. ¿De qué otro modo, si no es con la atracción de los polos opuestos, se explicaría él que la escultural modelo Elena caiga rendida ante un físico neurótico?—cuestionó y nadie tenía una idea de lo que el tipo estaba hablando—Pero...—frenó regresando a la pizarra para volver a escribir, saliéndose completamente del tema que el programa pedía—¿Puede realmente la ciencia explicar hoy el amor?

—Esto por fin se pone interesante—susurró la peli rosa divertida a su lado, quien extrañamente comenzó a prestar atención.

—Ley número 1: la fórmula de la gravitación universal por Newton, nos habla sobre la fuerza de la atracción de dos cuerpos. Todos los objetos están sujetos a ella. La manzana que cae al suelo, las estrellas o...dos jóvenes que enloquecen de amor después de un choque fortuito en plena calle.

—Profesor, nadie se enamora del tipo con el que choco en la calle—exclamó Nicole.

—Qué hable por ella, yo me enamoró hasta del tipo desconocido del autobús—balbuceó Jamie con gracia.

—Cállate—murmuró el contrario burlesco.

—Bueno, pero ¿No amamos entonces a quien realmente queremos? ¿Existe el libre albedrío o nuestras relaciones nacen marcadas por el determinismo biológico? Para responder, acudimos a la química, la respuesta inicia en tres hormonas que desempeñan un papel fundamental en este complejo proceso: Oxitocina, Endorfina, Feniletilamina y además los neurotransmisores: Serotonina y Dopamina.

—¿Está diciéndome que el enamoramiento sólo se da por viles hormonas y no por un sentimiento?—cuestionó Mía.

—Bueno, si acudimos a la ciencia y sus hipótesis si, pero Antonio Mampaso nos dice que existe: La voluntad, esa capacidad de decidir con libertad lo que uno desea y lo que no.

"Capacidad de decidir con libertad lo que uno desea y lo que no"

Fueron aquellas palabras las que dejaron pensando a aquel peli negro. ¿Qué deseaba en realidad? ¿Por qué de pronto su relación con Margo ya no era lo más importante? ¿Cuál era el motivo del porqué amaba estar ahora sentado al lado de esa extraña chica?
Cuestiones. Miles de preguntas se plantaron en su cabeza como las pequeñas semillas en la tierra. Y una confusión nublo su razón como nubes cubriendo el sol.

De pronto, pudo divisar la pequeña mano llena de anillos de aquella chica con cabello rosado muy cerca de la suya. Entonces, con lentitud, fue acercándola hasta que no hubo distancia alguna y sin más, la tomó. Entrelazó sus dos meñiques sintiendo la tensión de la contraria al instante. Pero ninguno dijo nada, simplemente se quedaron quietos, mientras ambos se tomaban de la mano. Y Min sintió...él sintió la libertad pese a que alguien estaba sujetándolo. Sintió, que en ese momento sujetaba el mundo.

Y sintió miedo.

Tanto que deshizo el agarre con prontitud, tomó sus cosas y salió del salón a la mitad de la clase, tomando desprevenidos a sus compañeros, a un profesor con la palabra en la boca y dejando a la joven a su lado completamente confundida. Pero Dios, no tan confundido como él se sentía.

Siguió caminando ansioso por el largo pasillo con dirección a los sanitarios, necesitaba refrescarse el rostro para bajar el rubor y calor que en ese momento invadía sus mejillas. Entró al baño, camino con prontitud hacia el lavabo y haciendo una especie de cuna con sus manos reunió agua para lavar su cara. Observó su reflejo por un largo tiempo, pudiendo observar las gotas resbalando por el, la dilatación en sus ojos, el nerviosismo que demostraba.

—¿Puedo hablar contigo, Yoon?—se escuchó a sus espaldas y a Min casi le da un infarto por tremendo susto. Y está de más decir, que se hallaba sorprendido cuando observó quién era.

—¿Hablar dices?—cuestionó una vez callo en cuenta de que se había quedado mucho tiempo sin soltar un solo sonido.

—Soy un idiota—espetó Zack.

—¿Y apenas te das cuenta?—dijo agitando su cabeza, observándolo aún a través del espejo.

—¡Hablo enserio!—exclamo el peli negro—Hice las cosas mal. Engañe a Molly si, pero me engañe más a mi mismo.

—Zack—susurró dándose la vuelta para mirarle de frente—Estás asustándome con este cambio tan repentino de tu actitud. No es normal—dijo caminando hacia la salida.

—¡Jamie!—levanto la voz e inmediatamente detuvo su paso—Me gusta, de verdad me gusta mucho—y sintió sus hombros tensarse—Pero ella ya no quiere saber nada de mi, me lo dejó muy en claro ese día en el jardín.

Entonces Yoongi supo porque Park había insistido en que debía ir y hablar con el.

—Y...—soltó girándose para mirarle—¿Qué quieres que yo haga?

—Ayúdame a hacerle entender que la quiero en mi vida.

—¿Por qué yo? ¿Por qué debería ayudarte? ¿No crees que ya la has lastimado e ilusionado lo suficiente? ¿Qué pasa con Molly? ¿Crees que merece esto? Recién terminaron.

—Porque son amigos—respondió acercándose—Gabriel no quiere ni verme la cara, no va a ayudarme, eres mi única opción. Y Molly...ya no quiero seguir lastimándola.

—Es que, eso te corresponde sólo a ti—mencionó acompañado de un largo suspiro—Habla con ella, sé que te escuchara porque esta...

Enamorada de ti. Pensó y un dolor en su pecho se presenció. Como si le acercaran una antorcha, quemándole, haciendo que se sintiese asfixiado por el humo e incertidumbre.

—¿Ella está...?

—Sólo ve y dile lo mucho que te gusta. Estoy seguro de que te corresponde—soltó mordiendo el interior de su mejilla—Sólo...haz las cosas bien a partir de hoy. Deja de engañar a la pobre Molly, deja de romperle el corazón a esa extraordinaria chica.

Dijo por último para finalmente continuar con su paso. Park Jamie, aquella chica peli rosa, aquella con la que podía ser el mismo, con la que se divertía, con la que no tenía miedo de nada.

Básicamente le había dejado el camino libre hacia ella. Pero...¿Qué más daba al final? Después de todo, sólo eran simples amigos. ¿Verdad?

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