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Doce: Una aparicion inesperada


Tonto. Tonto. Tonto.

Aquel chico se sentía como un verdadero tonto, freno en seco causando que la llanta derrapase un poco. Dejo caer su cabeza sobre el volante con el corazón en la garganta, esperando que la frustración terminara de invadirle.

—¡Mierda!—grito golpeando el volante del auto, pasando a traer el claxon—¡Carajo, carajo, carajo!—espeto una y otra vez, dejando que su voz se perdiese por el sonido de la bocina.

Guardo silencio. Respiro profundo.

Inmediatamente salió del auto y la culpabilidad recorrió por completo su ser cuando observó a Margo en el marco de la puerta esperando por su llegada, casi se le desboca el corazón del pecho. ¿Había visto su recién berrinche? Esperaba que no.
Su ceño estaba fruncido y una mueca se dibujaba en sus labios, sin embargo, la confusión llegó a él reemplazando la culpa cuando el rostro de su novia se relajó. Freno su paso al observar que se acercaba mientras se abrazaba así misma en un intento de cubrirse del frió.

—No dijiste nada—fue lo primero que salió de su boca—Simplemente me dejaste aquí, sola, en una cena con tus padres.

—Yo, de verdad, de verdad lo si...

—¿Qué pasa contigo Min?—le interrumpió exasperante—Ya, ya no eres el chico de antes. Cambiaste y no precisamente para bien. Eres más...

—¿Desobediente? ¿Rebelde? ¿Dominante?—vocifero completando—Te preocupa que ya no haga lo que esperas de mi, lo que siempre quieres por ser tan caprichosa.

—¡Yoongi!

—Creo que...—habló más tranquilo acallándola por completo—Creo que me gusta alguien.

—¿C-cómo dices?—menciono entrecortando las palabras.—¡No me salgas con algo así ahora!.

—Yo, creo que, creo que...—aquel sintió una opresión en su pecho, que la respiración le faltaba, que pronto terminaría en el suelo—Creo, que me gusta Jamie—susurro logrando que la pelirroja abriese los ojos como giradiscos.

—No, eso no es cierto—se apresuró a decir al momento en que poso una de sus manos sobre la mejilla del pálido—Estás, sólo estas confundido amor. Crees quererla, pero, no es cierto.

Pero Min simplemente negó con la cabeza y bajo la mirada posándola sobre sus zapatos.

—Me gusta—siguió apretando los ojos, una lágrima se escapo deslizándose sobre su mejilla.

—Escúchame—le pidió obligándole a mirarla—Mañana por la noche, iremos al baile, nos divertiremos y cuando vayamos juntos a la universidad todo volverá a ser como antes ¿Si? Después olvidarás la ridiculez que acabas de decirme. Tú no eres gay, Min.

—Existe la bisexualidad Margo. Y en teoría, Jamie es una chica.

—Calla, no quiero escuchar más sobre esto— hablo silenciándole.

—Pero es que, Margo, yo...

—Lo prometiste Min—espeto firme—Prometimos que nunca íbamos a cambiar.

Una parte de él quería decirle. Quería gritarlo. Quería seguir discutiendo aquel tema.

Porque al ser así, él no habría cometido ningún pecado, ni seguiría apagando el celular cada vez que ella le llamara, ni seguiría diciendo cuánto la quería sólo porque era a lo que estaba acostumbrado. Quería por primera vez hacer lo mejor que podía: vivir su vida y respetar la de los demás, tratando de ser feliz y haciendo felices a quienes apreciaba.
Pero, por otra parte, ni siquiera estaba seguro sobre quién era en realidad o sobre cómo se sentía realmente por aquella chica, o cualquier otro. ¿De verdad era homosexual? ¿O cómo podría identificarse si amaba a una joven trans? Tal vez sólo era una fase y su novia tenía razón, estaba confundido. Todavía se estaba intentando aclarar al respecto.

Además...¿Qué dirían sus padres? ¿Qué dirían sus amigos? ¿Qué diría su hermano? ¿Qué dirían todos?

—Bien, haré que parezca que no quiero a nadie más. Al fin y al cabo, soy bueno fingiendo—soltó cerrando los ojos completamente derrotado, reprimiendo en su totalidad su pensar y sentir—Seamos los putos reyes del jodido baile escolar.

Respondió haciendo que la pelirroja sonriera triunfante. Sin embargo una parte de ella seguía sintiéndose ansiosa, no podía quedarse de brazos cruzados. Definitivamente tenía que hacer algo.

Algo que significase mucho para que esa chica de apellido Park se alejara.



—¡Me besó!—exclamo en un susurro, lo bastante alterada como para llamar la atención de cualquiera que caminara por los pasillos.

—¡¿Te besó?!—respondió de igual manera cerrando su casillero con fuerza para mirarle a la cara. Buscando alguna clase de mentira en su rostro, pero la peli rosa no mentía.

¡No mentía!

—¿Estas sordo, Gabriel? Si, me besó—continuó recargando su espalda sobre las casillas, dejando salir toda esa opresión de su pecho. Qué bonito era respirar nuevamente—Y si no se hubiese separado, habríamos llegado a algo más que un beso.

Desde la noche anterior había estado esperando ansioso el momento de liberarse al contar lo ocurrido con aquel peli negro. No había podido siquiera pegar ojo en toda la noche y ahora un color café adornaba el rededor de sus ojos cuan mapache. Y agregando los cuatro cigarrillos que se había fumado, definitivamente se veía muy demacrada esa mañana.

—Es que no puedo creerlo—susurro el castaño caminando por el pasillo directo a su siguiente clase.

—Si, y lo peor de todo es que...—hablo mirándole asustada—Me gusto.

—Bro...tiene novia—exclamó Gabriel en reproche—Pecadora rompe hogares.

—Lo sé —admitió casi inaudible, la culpa le carcomía y la obliga a llevarse las manos a la boca—Rayos lo sé, esto está mal, debería, ¿Debería ignorarlo? ¿O actuar como si no hubiera pasado nada? No creo poder hacerlo. Mis piernas incluso flaquean cuando estoy cerca de él. ¡Me estoy volviendo loca!

—¿Seguro que no es efecto de la nicotina? ¿O de la diabetes causada por tanto dulce de regaliz?

—¡Gabriel!

—Yo no, no sé, es decir, no sé—divago en busca de una respuesta. Pero, por favor, no tenía idea de qué se hacía en esos casos.

—Gabo, perdóname, te amo y todo pero no me estás ayudando ahora—le reclamó divertida.

—Lo que quiero decir es que...esperemos a ver qué hace él —fue lo primero que se le ocurrió y no le pareció una mala idea después de todo—De acuerdo a su actuar, podrás decidirlo.

—Claro—finalizó tranquilizándose—Si, bien. Hagamos eso.

—¿Q-qué harás si se entera?—soltó de la nada—Hablo de Morrison, su novia. He escuchado mucho acerca de ella y, bueno, no es como si tenerla como tu enemiga sea agradable.

—Y-yo, no lo sé. No lo sé.

—Vamos, debes acabar con esto. Sé que te gusta, y también estoy consciente de qué tal vez, tú le llames la atención, de lo contrario no hubiera sucedido lo qué pasó...pero, es que...

—Gabriel, sé que estás preocupado por mi—le interrumpió sonriéndole ladina—Pero ya intenté alejarme una vez de él, y con una vez me refiero a lo de ayer y...bueno, él terminó en mi habitación besándome y casi fajando. Así que, creo, que sólo aceptaré cualquier consecuencia. No importa cuál sea, con tal de tenerlo cerca de mi.

El chico la mira con desaprobación por un momento, y la peli rosa solo puede sonreír levemente en respuesta. Repentinamente ve asomar una cabellera castaña saliendo de los baños, un fuerte impulso aparece.

—Gabriel, ¿Puedes darme un momento?—le dice haciendo confundir al chico—Te alcanzare a la salida, tengo algo importante que hacer.

—Claro, pero...

Pero ni siquiera deja terminar al castaño, simplemente acelera su paso detrás de esa chica.

—¡Molly!—le llama y está sólo se limita a girar al escuchar su nombre.

El disgusto al ver de quien se trata no se puede disimular en su rostro. Así que sólo cruza los brazos como una auto defensa.

—¿Se te ofrece algo?—cuestiona seria.

—¿Podemos hablar un momento?—le pide—No te robare mucho tiempo, lo prometo.

La castaña parece meditarlo unos momentos, no tenía ganas de hablar en ese momento. No con ella.

—¿Qué sucede?—cuestiona relajando su semblante.

—Lo siento, Molly—le dice bajando la mirada.

—¿Lo sientes?—cuestiona y es inevitable para ella no reflejar la sorpresa que aquellas palabras habían provocado.

—Fui una completa perra, y nunca me disculpe contigo—continuó.

—¿Crees que una disculpa solucionará todo el daño que Zack y tú me causaron?—soltó dolida—Yo lo amo.

—Y yo también lo hacía—le soltó dejándola callada, luego tomó aire—Estuvo mal, créeme estoy muy consciente de ello. Jamás debí fijarme en un chico que ya salía con alguien más, es solo que...

—Te enloquece, ¿Cierto?—le interrumpe tratándose sonreír—No sé cómo es que lo hace, pero, con Zack todo es un quiebre emocional constante.

Park sonrió levemente.

—Lo sé—le dice—Pero Molly, sé que sonara hipócrita de mi parte, sin embargo...También creo, que ambas merecemos algo mejor.

—¿Q-qué?

—Pertenecemos a donde no tenemos miedo a mostrarnos tal cual somos—mencionó la peli rosa timándole de la mano—Zack no merece a una chica como tú, porque no era algo recíproco. Nunca lo fue.

La castaña bajó la mirada tratando de disimular, tratando de aparentar que aquello no le había llegado, no le había herido más de lo que ya la habían herido.

—No buscó que me perdones, Molly. Pero tampoco quiero fingir que todo está bien, que estuvo bien lo que hice.


El sol descendía poco a poco, la temperatura bajaba y con ella las estrellas comenzaban a asomarse. Todo era muy tranquilo, agradable y despejado. Los autos transitaban las calles prendiendo ya sus luces, poca gente caminaba sobre la acera, y entre esas personas, se hallaban dos jóvenes envueltos en un silencio ensordecedor.

Cuando Jamie salió de la escuela al lado de su amigo el castaño, Yoongi ya se encontraba esperándole al pie de las escaleras, ni siquiera le saludo, no dijo nada, sólo se limitó a regalarle una gran sonrisa que la peli rosa correspondió. Y así fue como terminaron, decididos a caminar rumbo a sus hogares uno al lado del otro, aunque ni siquiera viviesen cerca.

—Lanza una moneda y pide un deseo—dijo el chico deteniéndose abruptamente cerca de una fuente al centro del parque y luego camino hasta ella.

—¿No estamos muy grandes para hacer eso?—cuestiono divertida alcanzando su paso.

—Jamie—soltó el chico indicándole que no, que debían hacerlo en definitiva.

—Bien—se resignó metiendo la mano en su pantalón, sacando un centavo, luego se limitó a lanzarlo, para finalmente juntar sus dos manos—Deseo la Paz mundial

—¡Park Jamie!—se quejó.

—¿Qué? ¿Es malo pedir paz en el mundo?

—Sé que fuiste sarcástica.

—Bien—volvió a mencionar sacando otro centavo, junto nuevamente sus manos para pedir un deseo en silencio—¿Contento?

—Contento—admitió con la boquera levemente encorvada—¿Qué deseaste?

—Es un secreto—respondió actuando juguetona, acercándose bastante, lo cual Min consideró un peligro—De verdad quiero que se cumpla—susurro.

El peli negro trago grueso y simplemente asintió.

—¿Sabes, Min?—comenzó subiendo al borde de la fuente.

—¿Qué cosa?—cuestionó mirando cada movimiento que la peli rosa realizaba.

—Sufro ansiedad y depresión desde que tengo memoria. Mi psicólogo siempre dijo que en lugar de mejorar, empeoraba y siempre me brindó nuevos tratamientos. Aún así ...¿Qué podía hacer? Estaba descubriéndome a mi mismo, sintiéndome nada.

—¿Por eso el cigarrillo? ¿O el dulce de regaliz?

—La nicotina me ayuda a calmar todo eso y me permite no sentir hasta el punto en que mis emociones se desborden. Masticar dulce me ayuda a manejar mi ansiedad—explicó asintiendo—Porque temo no poder controlarla. Pero..¿Sabes?

—¿Qué cosa?

—Desde que te conozco, Yoongi, siempre estoy emocionada o me divierto, enojada o me entristezco—hablo casi inaudible, entonces, se detuvo y miró sus ojos negros—Me llevas a una montaña rusa de emociones incontrolables pero no me da miedo. ¿Eres psiquiatra acaso?

—Para nada. Supongo que sólo soy genial.

—Supongo que si, eres genial. Y yo hice una buena elección.

—¿Al dibujar mis desgracias y así llamar mi atención?—cuestionó divertido. Recordando la primera vez que aquella chica extraña le dirigió la palabra.

—Mi dibujo fue más un pretexto. Esa tarde en detención te observe desde que entraste, como te sentaste sumido en soledad y confusión, y pensé: Gracias a Dios, alguien normal que no sabe como encajar. 

—Definitivamente, no sé encajar —soltó sarcástico.

—Eso es lo cool. Yo tampoco—afirmó.

Entonces, la chica quiso seguir caminando, pero torpemente tropezó, sin embargo, antes de que siquiera la punta de su zapato tocase el agua, Min enredó su mano en la muñeca de la peli rosa y la jalo hacia el.

Ambos cayeron al suelo.

—Auch, Jamie—se quejó el peli negro adolorido, pero, la confusión terminó de envolverlo cuando escucho a la peli rosa reír.

—Lo siento—menciono entre carcajadas—Pero eso, eso fue divertido.

Y Min. Simplemente se mantuvo sumido en ese instante al escuchar su risa.

Fue entonces cuando se preguntó.
¿Era probable que en alguna otra dimensión, en algún mundo paralelo, estuviesen una joven de cabello rosa con apellido Park y otro de cabello negro llamado Yoongi tumbados en el suelo riendo? Quizá en la alfombra de una habitación, en el césped de alguna casa, en el capote de algún carro. ¿Ese peli negro amaría tanto la risa de la contraria como él lo hacía en ese momento? Quizá.

Quizá, la única diferencia que abría, es que en esa dimensión incalculable, esos dos chicos estarían juntos, tocando el fuego de la libertad, quemándose abiertamente.

Mientras que en su dimensión, se mantendría así, amando la risa de aquella peli rosa en silencio, contendiendo las ganas de capturar su boca por segunda vez, de gritarle al mundo lo que en ese minuto sentía, y que al siguiente, su sentir no cambiaría.

—D-deberíamos irnos ya—se apresuró a decir el chico poniéndose de pie —Está anocheciendo.

—¿Qué? Pero estamos divirtiéndonos.—soltó la contraria aún en el suelo.

—Mis padres van a matarme—se excusó tendiéndole sus manos—Y debo alistarme para el baile.

—Agh, que aburrido eres—menciono entre dientes aceptando su ayuda.

Pero entonces...

—¿Ji-Min?—se escuchó a las espaldas de Min logrando que ambos voltearan— ¡¿Park Ji-Min?!

Y una alarma detonó cuan puñal en el pecho de Yoongi cuando el agarre de la peli rosa se disolvió.

—¿Erick?

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