Dieciséis: Un mejor amigo
Todo se mantiene en calma, hay silencio, mucho mucho silencio. Después, logra escuchar los murmullos entrando a sus oídos como melodía, el ruido se distorsiona, siente su pecho subir y bajar repetidamente, puede deducir que algo de sangre se desliza sobre su nariz, la siente escurrir, y cuándo por fin se siente lista, se dispone a abrir los ojos.
La sorpresa no puede evitar apoderarse de todo su cuerpo cuando observa a Yoongi deteniendo aquel puño que iba directamente a su rostro. Luego observa cómo el peli negro bota su brazo y le proporciona un fuerte golpe al chico molesto de melena rubia.
El grupo de alumnos que los rodeaba retrocede un poco, y les escucha ahogar un grito de impresión por tan ostentoso golpe.
—¡Voy a matarte!—suelta acomodándose aquella chaqueta de cuero. Incluso con ella puesta, Jamie puede observar sus músculos tensos de la espalda.
—Min, viejo, ¿Qué demonios haces?—protesta el chico levantándose torpemente—¡Casi me tiras un maldito diente!
—Ya te dije Patrick, no vuelvas a meterte con ella o dile adiós a tu hermosa dentadura—continúa girándose para mirar a la peli rosa—Ya suéltenlos—les pide a los chicos que lo sujetan.
Los otros dos ni siquiera lo piensan dos veces para dejarlo libre, incluso a Gabriel. Pero Jamie, no puede pensar correctamente, su mente sólo le pide a gritos que escape. Sus sentimientos, pensamientos, se vuelven inquietantes, no los controla, al igual que a su irregulable respiración.
—¿Estás bien?—le cuestiona dulcemente tomándole de la nuca. Sin embargo, la peli rosa no lo duda ni un segundo antes de salir corriendo para evitar todas las miradas clavadas sobre ellos.
—¡Jamie!—le llama su amigo. Pero la contraria ni siquiera se molesta en voltear.
Quería salir de ese lugar lo antes posible. Sólo piensa en huir.
—¿Por qué mierda los defiendes?—suelta Patrick acercándose amenazante hasta el—¡Está enfermo!
Yoongi le mira tomándole del cuello.
—El no está enferma idiota, madura de una buena vez—mencionó entre dientes antes de soltarle con brusquedad—Agradece que estemos en la escuela, de lo contrario abría acabado contigo.
—Vete al carajo—espeta el chico sacándose el agarre, para simplemente salir echo una furia.
—Okay, okay. ¡Aquí ya no hay nada que ver!—grito Cían haciendo presencia, dirigiéndose a todos los alumnos que ahora rodeaban a su amigo—¡Maldición Yoongi! ¿Estás bien?
—Estoy bien.
—La próxima vez que quieras liarte a puñetazos con alguien, al menos llámame. No te lances sólo a la batalla, viejo, mucho menos con mastodontes como esos.
—No me gustaría meterte en problemas, Cían.
—Los problemas son los de menos, menos mal no saliste herido. Ven, vamos afuera antes de que algún prefecto nos vea, necesito curarte esa mano.
—¿Vas a decirme qué pasa?—le cuestionó su amigo enjuagando sus nudillo—Te desapareces de la nada, no contestas llamadas ni mensajes, y de pronto te encuentro peleando con Patrick en el pasillo principal cuando deberías cuidar de tus manos, son tu principal herramienta.
—¿De que hablas? No, no pasa nada.
—Min Yoongi, soy tu mejor amigo, claramente sé cuando algo va mal, así que vamos—le pide entregándole una botella de agua—Habla ahora o calla para siempre, aunque yo preferiría que hablaras.
El peli negro bajó la mirada y de él un suspiro se escapó. Su amigo tenía razón, no había estado siendo el mismo últimamente, le había guardado secretos, le había estado evitando en varias ocasiones, creía que lo junto era sincerarse ahora que tenía oportunidad.
—Tienes razón, yo, no he sido completamente honesto contigo.
—Es por ella, ¿No es así?—le cuestionó como si pudiese leerle la mente—Park Jamie, la peli rosa me aventó su libro de ciencias a la cara.
—Si. Eso creo.
—¿Te gusta?
—Yo, no, no lo sé—balbuceó—Bueno, si lo sé, pero...
—Min, escucha. Nunca he tenido lo que realmente quiero. El apoyo de mi hermano o de mi madre, no impidió que tuviese una adolescencia complicada. Estaba por salir al mundo exterior, cursando la preparatoria muy lejos de casa.
Yoongi le miró con sorpresa. Es decir, el rubio siempre se mostraba seguro cuando estaban juntos, y sonreía como si todo estuviese bien.
—Se que, esto es muy diferente pero lo que quiero decir. Es que, mírame—exclamó señalándose así mismo—¿Puedes ver qué estoy bien?
—Puedo verlo.
—¿Por qué crees que resultó así?
—Bueno, no sé.
—Porque, no necesito la aprobación de los demás para saber lo valioso que en realidad soy. Porque no tienes la obligación de decidir quien eres ahora, porque es normal sentir miedo a veces.
—Pero, y si aún soy incapaz.
—Bueno, si quieres, y necesitas hablar con alguien, yo soy bueno escuchando. Si no quieres hablar y solo necesitas guardar silencio, puedo ser todo un ninja con voto de silencio. Si necesitas un hombro en quien apoyarte, toma—le dijo acercándose—Te prestaré el mío, puedes llorar en el tanto como te plazca. Pero, lo que digo Min, es que nunca lo reprimas, sólo conseguirás sentirte peor contigo mismo.
—Cían...
—Sabes. Mi madre toma mucho.
—¿Enserio?
—Bueno, no suele hacerlo siempre, pero cuando lo hace, bebe demasiado. Mmm, no es mala madre. Tuvo la fuerza para levantarse al día siguiente del funeral de papá para ir a trabajar, siempre busco la fuerza de voluntad para sacarnos adelante a mi hermano y a mi. Pero como todo ser humano, tenía derecho de sentirse triste, o sola, o decaída. Bebía y lloraba para ganar una sola cosa.
—¿Qué cosa?—le cuestionó sereno.
Era la primera vez que su amigo hablaba sobre su familia.
—Olvidar. Cuando sientes dolor, lo único que quieres hacer, es olvidarte de lo que sientes.
—¿Pero y si no quiero olvidar?
Cían sonrió ampliamente y posó su mano sobre la espalda del de pelo negro, dio un par de palmadas.
—Si te gusta lo que estás sintiendo, entonces arriésgate. No te quedes con las ganas de saber qué pasaría, lánzate, vive, atrévete; que de los éxitos se disfruta, pero de los errores se aprende. Todo lo bueno comienza con un poco de miedo.
—¡Joder, Cían!—espetó YoonGi lanzándose sobre él para abrazarle entre lágrimas—No sabes lo preocupado que estaba al pensar que lo tomarías mal.
—Parece que no me conoces, Yoongi—le reprocho el muchacho haciéndose el ofendido—Escucha, Margo me cae muy bien, pero acá entre nos, es una arpía controladora.
—Oh vamos—se rió el chico—No eres mejor que yo eligiendo a las chicas. ¿Qué me dices de Molly? ¿Hace cuánto ustedes...
—Ah, claro. Entre ella y yo no hay nada en realidad—le aclaró su amigo—La pasamos muy bien el día del baile, pero, por más que trate de disimular, no ha superado a Zack en lo absoluto.
—Lo siento...
—No importa—dijo acompañado de un suspiro—Ya habrá alguien esperándome en algún lugar, ¿No?
—Ven aquí—le dijo acercándolo a él—Quizá tú destino es salir con una universitaria.
Dijo mientras ambos se separaban. Fue la primera vez que Cían lo vio llorar. No tenía idea de porqué lloraba, pues que le gustase una persona quien había cambiado de género no le parecía malo en realidad, pero lo hizo por un largo, largo tiempo. Por alguna razón, el rubio no pudo evitar sentirse aliviado y deseo que lo hiciera más seguido. No llorar, porque odiaba mirarlo en ese estado. Sino, que se mostrará así, frente a él, sin fingimientos.
Porque para eso, estaban los mejores amigos.
Necesitaba darle más líneas a este chico.
¡¿CÓMO NO AMAR A CÍAN? Todos deberíamos tener un mejor amigo como él.
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