Two
Yelena se sentó en la silla de madera, colocando de paso una botella de vodka puro junto con dos vasos shots, suspirando al regresar su mirada a la pelirroja.
Kiara, como se le había presentado, llevaba todo el maldito rato del mundo observando entre las persianas de la ventana a cada persona, incluyendo animales callejeros, que pasaba por enfrente del motel.
Veía sus gestos, la forma de vestir, su forma de hablar, de caminar; todo lo que le indique que posiblemente sea un agente encubierto enviado para regresarla a aquel castillo donde pasó literalmente toda su vida, algo de lo que no se enorgullecía.
La rubia carraspeó su garganta, y aún así la pelirroja no se movió ni un centímetro de su lugar. Algo que en cierta forma le logró recordar a su hermana.
Rodó los ojos ante ese pensamiento, pero intentando contener una diminuta sonrisa.
—¿Quieres beber?—le preguntó señalando la botella, y esta sin voltearse asintió levemente—Bien.
A paso tranquilo se acercó a ella, y Belova por un momento se quedó mirando las caderas de la chica; y tan rápido como las vió observó hacia otro lado.
Kiara se sentó de golpe, sin apartar la intensa mirada que tenía sobre Yelena y tomando directamente de la botella de licor, sin hacer algún gesto.
—Escúpelo.
—¿Qué?
—Me quieres preguntar algo, escúpelo.
Suspiró, intentando descubrir las reacciones escondidas de Kiara entre aquella faceta de chica fría he insensible que ella varias veces, por no decir siempre, había llevado a lo largo de su vida.
La pelirroja esperó paciente, recorriendo disimuladamente su cuerpo con su mirada y deteniéndose en los puntos clave donde mayormente los hombres se detienen a mirar.
Buena forma, figura esbelta. Dedujo que para tener ese tipo de anatomía y su comportamiento ante ella debió ser entrenada para eso.
—Cuando te encontré y te curé...noté un relieve en la piel cerca del hombro—Yelena notó como los bellos de sus brazos se erizaban, teniendo en cuenta que su mandíbula comenzaba a tensarse mientras bebía otro trago de la botella—No lo vi, pero...¿Quién eres, Kiara?
—¿Por qué se lo diría a una agente graduada de la KGB?
Ahora era la rubia la que apretaba la mandíbula, aunque ocultando su sorpresa y apretando su pantalón bajo la mesa, sosteniéndole la mirada por más que quería bajarla.
Lo único que se escuchaba era el zapateo lento de la pelirroja junto con las respiraciones irregulares de ambas, teniendo miradas asesinas y frías.
Para Kiara Sean fue sencillo deducir quién era Yelena Belova.
Solitaria, motel alejado y barato, armada y con productos de medicina ocultos. Y sin olvidar las identificaciones falsas hechas a mano con las mismas indicaciones que en su misma base le habían enseñado a hacer.
Actuó primero, tomando un cuchillo de punta afilada que se hallaba en la mesa y tirándolo, pudiendo solamente rozar la mejilla de la rubia.
Yelena reaccionó milisegundos después, ahora saltando sobre la mesa y obligando a la pelirroja a caer al suelo con la chica sobre ella; comenzando una pequeña pelea entre ellas.
Esquivó un puñetazo que la de ojos marrones verdosos estaba apunto de impactarle en su rostro, aprovechando y tomando su muñeca para ser ahora ella la que forcejeaba en el suelo, mientras la pelirroja intentaba asfixiarla.
Yelena logró librarse de Kiara, tomando su arma tirada en el suelo he intentando dispararle en la cabeza; pero al presionar el gatillo supo que ninguna bala había en ella.
Muy astuta la chica al quitarle las balas.
Kiara se levantó del suelo, ignorando el dolor punzante de su abdomen y dando patadas directas al rostro de su contraria, todas siendo esquivadas con dificultad debido a la rapidez.
En una de ellas Yelena tomó su pie, jalando de él y dándole un puñetazo en la nariz, haciéndola sangrar.
Se llevó una mano a la zona afectada, pasando su lengua por la sangre que caía hasta su labio superior y mirando a la rubia con una mirada amenazante, teniendo una sonrisa extraña creciendo en su rostro.
Dando una vuelta sobre su propio eje logró impactar su pierna en el estómago de Yelena, sacándole el aire y obligándola a alejarse a paso tambaleante en busca de oxígeno.
Aprovechó eso para proporcionarle un puño en su mejilla, posiblemente le dejaría la piel morada rojiza.
Ambas se colocaron en pose de pelea, dispuestas a seguir con su pequeña pelea con dientes y golpes.
Pero tocaron la puerta.
Yelena se confundió, y ellas dejaron de lado su lucha para mirar a la puerta, viendo más de una sombra por debajo de ella.
Volvieron a tocar segundos después, y la rubia tomó su arma cargándola al momento, mientras que la pelirroja se limpiaba la sangre de su nariz con su mano y se escondía detrás de una columna.
No esperaba visitas.
Fue midiendo sus pasos, caminando por los puntos clave para evitar que el piso causara algún chillido que logre delatarla.
Pegó su cuerpo contra la pared, observando por la mirilla de la puerta a las personas que habían tocado.
Varios hombres, entre ellos una mujer de aspecto para nada dulce, llevaban armas y trajes completamente negros, esperando algunos impacientes y alerta.
Tuvo que alejarse rápidamente al escuchar el tic tac del otro lado de la puerta, para segundos después ser explotada y dejando que el humo abarcara toda la habitación y llenara sus pulmones.
No le dió tiempo a reaccionar cuando estaba siendo sujetada por unas fuertes manos, impidiéndole el movimiento y liberándola del uso de su arma.
Su borrosa mirada dió a parar en la mujer de cabello castaño que se paró frente a ella, con un rostro sereno y aparentemente ninguna emoción.
Tomó a Yelena bruscamente de la barbilla, estando ella ahora de rodillas al suelo aún siendo sujetada de ambos brazos y con dos hombres protegidos hasta los dientes apuntándole directo a la cabeza.
—Iré directo al grano, ¿Dónde está ella?
—¿Quién...?-el puño que recibió en su estómago fue lo que la obligó a callarse, dejándola sin aire.
—Quiero una respuesta sólida y conformista si no quiere volver al instituto del que escapó, Belova.
Cuando terminó de escuchar las últimas palabras solo pudo mantenerse firme y no apartar la mirada de los ojos verdes de aquella mujer, sin ella misma entenderse sobre porqué ocultaba que la chica pelirroja que estaban buscando se encontraba a solamente un par de metros de distancia.
—Donde está la pelirroja.
Estaba por responder, cuando una bala impactó en la pierna de aquella mujer, dejándola en el suelo quejándose del dolor mientras salía sangre y los demás hombres armados buscaban al causante de aquella acción.
Aprovechó la distracción para librarse de esas manos, tomando su arma del suelo y disparándoles a dos en la cabeza, levantándose del suelo y apuntando a los otros que quedaban con vida.
La rubia vió como Kiara combatía ágilmente contra ellos, siendo más rápida y flexible sin importarle que estuviese herida y en el último segundo les disparó a ambos en el pecho, justo en el corazón. Cayendo al suelo.
Aquella pelirroja cruzó su mirada con Yelena, y la apartó al escuchar el quejido de dolor de la mujer tendida en el suelo, teniendo su mano ensangrentada mientras intentaba hacer presión en la herida de su rodilla.
—¿Nunca te detienes, Mayra?—le preguntó Kiara con sarcasmo, acomodando su cabello en un solo lado de su hombro.
-—Adelante, búrlate todo lo que quieras, maldita—sus insultos se vieron interrumpidos por un pequeño gemido, comenzando a apretar la mandíbula y sudando de pies a cabeza.
—Tranquila, solo debo preguntarte algo—la de ojos marrones tomó bruscamente el cabello de Mayra, obligándola a mirarla—¿Por qué me siguen buscando?
En respuesta se rió entre dientes, y Yelena no podía estar más confundida con toda su pequeña conversación.
Aún con la mirada de la rubia puesta en ella, Kiara siguió penetrando con su dura mirada los ojos azules de Mayra, incitándola y prácticamente obligándola a hablar si quería permanecer con vida.
—Te escapaste, y mereces morir por eso...-
Dejó de hablar cuando el sonido de un arma siendo disparada impactó en su pecho, y terminó por caer al suelo con la mirada apagada puesta en el techo de madera, dando su último respiro.
—¿Quienes eran?—preguntó Yelena a la pelirroja, la cual solo se dedicaba a buscar sus pertenencias en la habitación, sin inmutarse ante los cuerpos en el suelo.
—Eso no te incumbe—respondió cortante, volviendo su mirada a la de ella—Te vuelvo a preguntar, ¿Puedo confiar en ti?
—Solo si yo puedo confiar en ti...
Ninguna apartó la mirada, y para Kiara no sabía si eso le hacía perder valioso tiempo o solamente lo hacía para no verse débil.
En cambio Yelena, ella pudo admirar los detalles de su rostro. Pálida y con unos ojos marrones profundos que cautivaron su atención, sin saber el porqué.
—Responderé tus preguntas, Belova. Pero ahora tenemos que irnos...
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