Treinta y cinco
Al ver el nombre, lo que sintió fue algo de emoción mezclada con miedo, tomo su o mochila subió a su cuarto y contesto; — Diga.
— Hola bebé.
Que demonios; — No me digas así, ¿que quieres?
Fred rió del otro lado de la línea consiguiendo poner mas nervioso al castaño.
— Nada, invitarte a comer.
— No se va a poder.
— ¿Por qué? ¿Estas comiendo ya?
— Pues a eso iba.
Un silencio corto.
— Freddy. — pronunció Fred —, ¿No te gustaría salir uno de estos días?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro