Setenta y cinco
— ¿Y qué te apena tanto? — preguntó Fred con esa sonrisa socarrona, esa que te dice que lo sabe todo pero quiere escucharte decirlo.
Y Freddy, parecía un tomate, su rostro colorado era lo mas adorable que Fred había visto en toda su vida. Mientras el castaño le susurraba; — Idiota, cómo sí no lo supieras.
Fred se acercó al castaño poco a poco quedando tan cerca de él; — Es que no lo sé.
Freddy levantó la cabeza, quedando nariz con nariz con el azabache; — Eh... Yo... ¡Pues no pienso repetirlo!
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