Sesenta y tres
— Freddy...
Habían parado de besarse y ahora se miraban, y se miraban tanto qué sus ojos se desgastaban.
— ¿Qué sucede? — preguntó el castaño aún con la respiración algo irregular.
— Me gustas.
Y dejó de respirar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro