Noventa y cinco
— ¿Quieres venir a casa hoy? — preguntó Fred besando repetidas veces la mejilla de Freddy.
— Claro que quiero, tonto. — rió el castaño —, Pediré permiso.
Su relación de pareja había ido creciendo y creciendo desde entonces, se conocían cada día más.
Se acostumbraban a sus estadías.
Y sí no estuvieras aquí, yo sería ausencia.
Es cómo sí hubieran nacido el uno para el otro. Se necesitaban tanto, que no sabían cómo habían vivido tanto tiempo sin conocerse.
Y se amaban, se amaban tanto que no podían para de pensarlo.
Se les acabaría el pensamiento.
Sí se pudiera.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro