Cuarenta y seis
Caminaban a casa después, junto a ese silencio incómodo, ¿lo era?
— Freddy. — habló el azabache mirándolo, tratando de tomar su mano, lo cual consiguió con facilidad. Freddy ya no ponía trabas con el contacto entre ellos dos.
— ¿Qué pasa ahora?
— Sí te hago sentir todo, ¿por qué no estás conmigo?
Freddy miró el suelo ya fuera de su casa, con algo de tristeza y frustración; — Nadie lo va a entender — dijo levantando la mirada tomando la mano del azabache —, Nadie lo va a aceptar. Es mejor ser amigos.
Eso le dolió; — Yo sí lo aceptaré. — dijo antes de marcharse.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro