Cincuenta y ocho
Y es que estoy casado de todo,
de no tenerte.
Estoy cando de sentir lo y no vivirlo.
— Tu casa es bonita. — decía el castaño recorriendo el lugar —, Pero es un asco.
— No tuve tiempo de limpiar, sólo es por hoy.
— La primer impresión es la más importante, ¿sabías?
Fred giró dedicándole la sonrisa que le dedicó cuándo lo conoció. Y las mejillas del castaño ardieron.
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