Ciento uno
Fred tocó el hombre de la casa, una mujer encorvada, con la cara llena de ojeras y ojos rojos le abrió la puerta.
— Buenas tardes señora Fazbear.
Ella se hizo a un lado para dejarlo pasar mientras limpiaba su nariz con la manga de la camisa de su uniforme; — Pasa, por favor.
Freddy estaba en el sillón, abrazaba sus piernas y respiraba entrecortado.
Era obvio que ambos habían estado llorando.
— ¿Qué pasó amor? — preguntó Fred, dando un brinco al enterarse de cómo había llamado a su novio delante de su suegra que lo odiaba.
— Ven. — sonrió el castaño, palmeado el lado derecho del sillón para que se sentara.
Este lo hizo y al sentarse fue abrazado de inmediato por el castaño; — ¿Éstas bien...?
— Tenemos que hablar. — dijo Sally sentándose frente a ellos.
— Sí, por supuesto.
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