Omnisciente.

Los días pasaron rápidamente; en un abrir y cerrar de ojos, el calendario indicaba que un nuevo miércoles había llegado. Sin embargo, desde la perspectiva de Lim Nara, las horas en la escuela parecían más largas de lo habitual, convirtiendo su jornada matutina en un martirio de bostezos y pestañas entrecerradas. 

Sus amigos conversaban sobre temas triviales, ocupando una de las mesas de la cafetería mientras decidían quién de los presentes iría por las bebidas. La castaña se dedicó a juguetear un poco con la ensalada de frutas que su madre había empacada para ella por la mañana, moviendo las fresas hacia una esquina del táper al ser estas sus menos preferidas. 

La información dada por sus amigos seguía revoloteando en su cabeza, durante el fin de semana se propuso investigar el caso por cuenta propia, buscando datos en internet y navegando en las publicaciones antiguas de las páginas de los noticieros locales. Pese a ello, resultaron escasos los datos encontrados, por lo que tuvo que resignarse a evitar los reportes amarillistas que se prestaban a encasillar al joven en las categorías de ''homicida en potencia'' y ''peligro para la sociedad''. 

Por más que intentase hacerlo, no conseguía ocupar postura alguna frente al tema; por un lado, quería indagar en la cuestión para así decidir por cuenta propia si el pelinegro debía ser juzgado o no; por el otro, temía toparse con algo que confirmara que su compañero de instituto mereciera dicha mala reputación. 

Un sonar de un chasquido le hizo abandonar sus pensamientos, encontrándose con la imagen de los dedos de Sanghyeok frente a sus narices. 

— Perdimos. — Anunció. — Yo por lento y tú por distraída. 

— Riwoo siempre escoge piedra. — Se burló Jaehyun. — Deberíamos designarlo como el repartidor oficial de soda del grupo.

— Siempre y cuando Nara venga conmigo.

— No me arrastres a tus asuntos. — Reprendió divertida. — No sé si se trata de favoritismo o de alguna clase de castigo.

— Tómalo como quieras, simplemente me gusta estar contigo.

Las burlas por parte de los demás no se hicieron esperar, todos sabían que Sanghyeok disfrutaba mucho molestar a Nara con bromas coquetas. 

El recorrido hacia la máquina dispensadora era relativamente corto, pero el grupo de amigos aprovechaba cualquier oportunidad que se presentase para convertir la situación en un juego o competencia. Pocos fueron los segundos para que ambos jóvenes se encontrasen frente a esta, debatiendo ligeramente entre llevar las bebidas solicitadas, o cambiar los pedidos para ver sus expresiones de hastío. 

Se decidieron por la primera opción, tampoco les gustaba alargar tanto las venganzas.

— Últimamente no te he escuchado hablar de él. — Mencionó el pelirrojo. — ¿Finalmente aceptaste que no puedes amar a alguien que solo has visto una vez en tu vida?

La castaña suspiró con exagero, intentando disimular el hecho de que se trataba de un tema que trató evitar desde aquel jueves por la mañana. 

— Ya me he resignado. — Sostuvo con determinación. — El amor no es para mí. 

— Deberías dejar de buscarlo en personas externas a tu entorno. — Alzó sus hombros mientras presionaba los botones de la máquina. — Estoy seguro de que cientos de chicos morirían por estar contigo. 

— Dame nombres. 

— Tampoco me exijas lo imposible.

La fémina abrió su boca con asombro y dejó un golpe ligero sobre el hombro de su amigo. Antes de que lograse quejarse de sus palabras, un sonido proveniente de los megáfonos la interrumpió por completo. Ambos se miraron con desconcierto, sin poder recordar cuándo había sido la última vez que daban un anuncio durante la hora del almuerzo.

En cuestión de segundos, un audio estático se apoderó del parlante, cambiando después al sonido de una púa tocando las cuerdas de una guitarra, acompañada de una batería y otros instrumentos. Aunque no se trataba de algo de su preferencia, Nara prestó atención a la letra de la canción.

— Wow. — Exclamó Sanghyeok con diversión. — Algún punk se ha de haber adueñado del micrófono.

Nara río, recordando aquella ocasión en la que Sungho hizo lo mismo en un centro comercial.

Pese a ello, volvió su atención al megáfono en el momento en el que la melodía acabó, abriendo paso a la voz del joven detrás de tal acto.

— Se conoce por nirvana a la extinción de los deseos, un estado en el que los apegos se disipan y las ilusiones se desvanecen, terminando así con el sufrimiento que traen consigo las cosas banales. En las religiones dhármicas, tales como el budismo, el hinduismo y el jainismo, representa un estado de liberación, paz y plenitud espiritual cuando el individuo y la divinidad se vuelven uno solo.

''No obstante, dicho término se ha expandido y evolucionado con el pasar del tiempo, detonando también una sinonimia que describe la felicidad extrema o la cúspide del contento, un lugar donde podemos ser nosotros mismos sin ser juzgados por los demás, donde la tranquilidad absoluta nos lleva a ser conscientes de nuestra realización personal. Esto podemos percibirlo en muchos de los temas de la banda de mismo nombre, quienes a través de letras y melodías juegan con la idea de la transcendencia y liberación, ofreciéndonos un sentido más rebelde de la palabra expuesta.

La canción que acaban de escuchar lleva por título ''Paper Cuts'', perteneciente a ''Bleach'', álbum debut de Nirvana. Aunque el significado de la canción no es del todo explícito, se especula que Kurt Cobain la escribió como una crítica protestante hacia un caso de violencia doméstica ocurrido en su ciudad natal, resonando con la sensibilidad que el artista solía poseer hacia los temas sociales oscuros.

Podemos interpretar el término ''paper cuts'' como un momento de desesperación, donde los demás invalidan el sufrimiento ajeno, hasta llegar al punto en el que uno mismo se autoconvence de haber sobrevalorado su propia angustia y tormento. No obstante, aunque en un principio esos cortes de papel puedan parecer heridas superficiales y poco letales, estos cortes adquieren profundidad si no son tratados a tiempo, volviéndose incómodos de llevar, logrando que la persona que los posee sufra de manera prolongada''.

El narrador tomó una ligera pausa al sentir que había alcanzado su límite de palabras, soltando un exhausto suspiro al temer haber sido ignorado por todos. 

— En fin, tengan eso presente la próxima vez que se encuentren a punto de cuestionar el dolor, tanto propio como ajeno. — La castaña asintió, tal y como si el propietario de la voz pudiese verla, causando una sonrisa por parte de Sanghyeok. — Mi nombre es Facade y seré su anfitrión durante la hora del almuerzo. Siéntanse en la libertad de cubrir sus oídos si en algún momento les molesta mi participación, la verdad es que no es algo que me importe mucho. 

Ambos amigos rieron al escuchar tales palabras, para este punto, ya se encontraban devuelta en la mesa. 

Algo le hacía pensar a Nara que, a partir de ahora, la hora del almuerzo sería más entretenida.