Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo veintidós: Si, bueno, estoy de mal humor.


  La ciudad es gris en esta época del año. Quizás por eso los neoyorquinos ven la necesidad de decorar todo en una forma casi excesiva. No estamos ni terminando noviembre y todo ya grita Navidad, Santa Claus, verde, rojo, nieve. De todas formas no importa. Aunque intenten cubrirlo yo aún veo el gris.

  Por ejemplo, pueden limpiar y llenar de luces las avenidas principales todo lo que quieran, pero el callejón en donde me voy a encontrar con Misha sigue estando lleno de basura y manchas de aceite de motor.

  Lo único más fuera de lugar que el impecable auto blanco que acaba de estacionar en la acera es la persona que se baja del asiento del conductor. Pelo corto azabache, falda lápiz verde oscuro y anteojos de sol aunque el cielo esté nublado hace tres días.

  Misha mira a su alrededor un par de veces, confundida, hasta que finalmente me ve y frunce el ceño.

- Espero que no te tomes esto a mal, pero honestamente pensé que eras un vagabundo, Sam.

- ¿Por qué, porque no uso tacones para una reunión clandestina en un callejón? –respondo con una mueca.

- No, porque estás parada junto a un cesto de basura en llamas.

  Tiene razón.

- Hace frío. Y te tardaste. Habíamos quedado a las cinco y media. –la acuso. Me apoyo contra la pared y le dejo un espacio junto al fuego. Ella se acerca, aunque sin ganas y rodando los ojos. Clic, clac, los tacones no están hechos para el empedrado de las calles bajas.

- No me tardé. Son las seis de la mañana. Tú siempre llegas tarde, así que simplemente lo previne y llegue media hora más tarde de lo convenido. ¿Cómo iba a saber que justo hoy ibas a llegar a tiempo?

- Hoy es importante.- murmuro.

- Llegaste tarde a mi cumpleaños, ¿acaso mi cumpleaños no es imp...

- Misha. – la corto de golpe. – Esto es más importante que tu puto cumpleaños. –La miro severa, con el ceño fruncido. Se da cuenta de que hablo en serio y aclara su garganta, incómoda.

- Okay, bueno. ¿Qué pasa?

Le hago un resumen de la situación del Phoenix, o tanto resumen como se pueda hacer de un tema así. Me escucha sin interrumpir, y asiente.

- Entonces HYDRA...

- Estoy bastante segura de que me están buscando a mí, si. Aunque no se si ellos saben que me están buscando a mi. –eso la confunde más. Suspiro. – A ver. Vamos por partes. Encontraron el cetro de Loki, y tienen las máquinas. Lo único que les falta para llamar a la cosa esa es un huésped. La última conocida está muerta. Ahora hay que ver si HYDRA se dio cuenta de que me tienen a mi justo debajo de las narices o no. Quizás simplemente estén buscando sin saber a quien. Eso es lo que dice Fury, al menos.- pateo el suelo y apago la colilla de cigarrillo de algún idiota que la dejó encendida.

- Pero tu no piensas eso, ¿no?

  Misha siempre pudo leer muy bien a la gente. Especialmente a mí.

- Dos veces. Alguien quemó mi puto apartamento dos veces. Dos apartamentos distintos. No creo que sea coincidencia. Creo que fueron ellos. No sé por qué, quizás pensaron que si me enojaba iba a reaccionar de alguna forma, o iba a atraer al Phoenix, no sé.

- O quizás estaban intentando llevarte a algún lugar en particular. –dice pensativa. –Tal vez querían que entres a la torre de los Vengadores. Que vivas ahí, que te hagas cercana con ellos.

- ¿Para qué? Incluso si lograran llegar a mi lo único que consiguieron con eso es que los Vengadores me caigan bien. Osea que tienen incluso menos chances de que me ponga de su lado. Son unos idiotas.

- Sam, por lo que me contaste de la chica mutante, cuando la fuerza se apoderó de su cuerpo, dejó ser ella misma.

- Si pero...- PAM. Llega un ruido de golpe desde la calle e instintivamente me pongo frente a Misha, brazos en llamas. Un chico en bicicleta gime después de darse un porrazo contra el auto. Me apago pero lo miro atentamente.

- Perdón, venía escuchando música y no presté atención. Espero no haberle hecho nada al auto. ¿Es suyo?

- Si. Pero no importa, ¿estás bien? – Misha se acerca y lo ayuda a levantarse y yo la sigo de cerca.

- Si, si. Gracias. Perdón de nuevo. – pasa la mano por el auto para comprobar que no le hizo nada y se sube a la bicicleta.

- Tranquilo, no tiene ni un rasguño. Ve con cuidado, ¿okay?- asiente, se disculpa una vez más y se va. Lo miro alejarse y me giro hacia Misha.

- Probablemente también deberías irte. Solo quería advertirte, para que estuvieras atenta. Y al resto también. Si tengo razón sobre los incendios, estos tipos saben más que lo que pensábamos. Lo que significa que quizás intenten usarlos a ustedes para llegar a mí.

- Está bien. Cuidate Sam. –me abraza y se sube al auto. Espero hasta que desaparece por las calles de Nueva York y emprendo el camino de vuelta a casa.

                                                                               ***************

  La entrada principal de la torre siempre está rodeada por dos o tres paparazzis, pero como yo no soy ni Tony Stark ni el Capitán América, no me prestan mucha atención. Después de todo, mucha gente normal trabaja en cada uno de los quichicientos pisos del edificio, y a menos que entres con uno de los Vengadores conocidos, asumen que eres un oficinista o alguien de limpieza.

  Aún así, me cubro un poco la cara con la capucha y me apresuro a entrar. Si fuera por mí, habría prohibido a los paparazzis que acamparan en cualquier lugar cercano hace rato, porque son simplemente molestos, y además incomodan a Steve. Y al resto también, supongo. Pero Tony dice que son útiles, porque siempre tienes a alguien al alcance de la mano para hacer comunicados dramáticos de esos que le gustan a él. Y además son buenos para la imagen. Yo la verdad no se mucho de ese tema, así que si Tony lo dice, debe tener razón.

  Los pisos dedicados a los Vengadores son los de arriba de todo. Nada de claves o llaves, esas cosas son demasiado anticuadas para Tony. No, el ascensor no sube hasta allá sin la autorización y/o presencia de un Vengador autorizado.

  ¿Quién iba a pensar que yo iba a ser una Vengadora autorizada, no?

  Pensaba pasar por la cocina, comer algo e ir a ducharme, pero no creo que pueda relajarme mucho. Lo que está pasando en la sala de estar común es lo opuesto a relajante: hay pantallas tecnológicas bajadas por todos lados, con imágenes que parecen de cámaras de seguridad y mapas con GPS; y todos mis compañeros en pijama dando vueltas por todos lados y gritando como locos, hablando por teléfono, con el noticiero encendido de fondo y caras de no haber dormido.

- Te digo que no está en ningún lado.

- No la veo en ninguna puta cámara. Probemos con rutas secundarias, JARVIS.

- Señor...

- ¡Dije rutas secundarias, JARVIS!

- No me importa que Fury esté en Canadá, necesito hablar con él, es urgente.

- En las noticias no están diciendo nada, están pasando un video de bloopers.

- Entonces prueba otro canal.

- ¿QUÉ ACASO NO TIENEN TELÉFONOS EN CANADÁ?

- Pero es que los bloopers están buenos.

- Clint, cambia el puto canal antes de que te meta el control remoto por el...

- No entiendo, no la veo en ningún lado, es como si se hubiera desvanecido.

  Carraspeo.

  No me miran.

- Eh...¿A quién buscamos?

  Los cinco se giran a verme y me clavan la mirada.

- La encontré.

- No jodas Clint, ¿en serio?

- Sam. ¿En dónde estabas?- Steve se me acerca. – Nos habíamos preocupado.

- Solo sali un rato, no es para tanto. – respondo, algo molesta.

- Si, pero no le avisaste a nadie, tampoco dejaste ninguna nota. - dice Tony, apagando todas las pantallas con un movimiento de la muñeca.

- ¿Okay, y? No me di cuenta de que de repente tenía doce años otra vez.

- No, Sam, no es eso, pero...

- Ustedes salen de la torre todo el tiempo y nunca los he visto dejar una maldita nota.

- Eso es cierto, pero esta situación es distinta.

- ¿Distinta cómo? Es exactamente lo mismo. Soy una maldita adulta. Si me quiero ir a tomar café, o a la Estatua de la Libertad, o a visitar el puto museo de los M&M's lo hago y punto final. No le debo ninguna explicación a nadie. Y francamente, monitorear mis movimientos y hackear las cámaras de la ciudad solo porque no le avise a ninguna de mis niñeras que salia a caminar para despejarme un poco es algo invasivo, ¿no creen? Ahí va mi privacidad, supongo.

  Sin dejarles contestar, doy media vuelta y me dirijo a mi habitación. Lanzo mi viejo bolso sobre la cama y saco el botiquín de primeros auxilios del baño. Me saco la venda del brazo derecho y miro en el espejo los tres feos cortes que me hizo Logan. Eran bastante profundos y recorren todo el antebrazo, pero ya están sanando bastante. Hago una bolita con las vendas viejas y las tiro en el bote de basura. Estoy empezando a limpiar los cortes con un algodón cuando alguien golpea ligeramente desde el pasillo.

- ¿Necesitas ayuda con eso?- pregunta, apoyado contra el marco de la puerta.

- Nop.

- Sam.

- Steve. -lo miro a través del espejo, sin girarme. Está cansado y se nota. A decir verdad, desde las noticias de la Fuerza Phoenix ninguno está durmiendo como se debe. Hace dos días Nat y Clint se fueron de urgencia a Nuevo México, por ejemplo, y cuando volvieron tenían una pinta de muertos en vida que daba miedo. Suspiro, agarro la caja de primeros auxilios y me voy a sentar a la cama. Le doy unas palmaditas al lugar vacío junto a mi y se sienta, sacandome el algodón de la mano.

- Bueno, eso resultó más fácil de lo que esperaba. Pensé que iba a tener que molestarte como por media hora mínimo. - moja el algodón en agua oxigenada y comienza a limpiar el segundo corte.

- Eh, ya aprendí que es mejor dejarte ayudar a veces, o te vuelves insoportable. - hago una mueca cuando la herida comienza a arder.

- No seas bebé, vamos. - toma una crema de la caja de medicinas y me pasa un poco delicadamente - Perdón si nos pasamos un poco de la raya antes. Es que con todo esto del Fénix estamos preocupados, y pensamos que quizás te había sucedido algo. Y no te lo tomes a mal, pero desde que volvimos de ver a Xavier no has estado exactamente del mejor de los humores. Casi ni te vemos, te encierras aquí o sales sin avisar, y cuando si estás apenas si hablas. Ayer prácticamente le gruñiste a Tony cuando te preguntó si querías una taza de café. Créeme, no te digo esto para echártelo en cara, y ninguno de nosotros esta enojado, solo queremos entender que te pasa. Ayúdame a entender, Sam, vamos.

- Ya sé, pero es que no estoy acostumbrada a esto Steve. – le paso el rollo de vendas.

- ¿A qué te refieres? Va a doler un poco. Intenta no llorar. -bromea mientras gira la tela sobre mi antebrazo, cubriendo la herida firmemente.

- Ugh, eres un pésimo enfermero. – me distraigo tirando de un hilo suelto en una de las mantas y sigo – No deberías hablarle así a tus pacientes.

- Sam.

- Sólo digo que Rosemary siempre me trata bien.

- Sammy.

- Esta bien, esta bien. No sé, de repente hay reporteros en donde vivo 24/7. Si quiero salir tengo que hacerlo por la puerta de atrás y dejar cuatrocientas notificaciones y pegarme un GPS en el trasero. Hoy tuve que salir a las cinco de la mañana tan solo para ver a Misha, por Dios Santo. Y tuve que citarla en un maldito callejón, Steve. En un callejón. Todo porque ahora hay reporteros, y... y... HYDRA, y organizaciones secretas y... - me paso las manos por el cabello e intento calmarme cuando noto que estoy empezando a hiperventilar.

- Hey, hey. Tranquila. – corre todo el botiquín a un costado y me toma por los hombros. – Respira y dime que pasa.

- Yo no pedí esto, Steve. Yo no pedí ir del anonimato absoluto a ser parte de alguna puta profecía o a lo que sea que se refería Xavier con todo esto del Phoenix. No pedí que la gente que quiero, mi gente, este potencialmente en peligro porque hay una maldita corporación siguiéndome los pasos de repente y quemando todo a su paso. Y ciertamente no pedí estar conectada a una puta fuerza intergaláctica de la que no sé absolutamente nada.

- Por supuesto que tú no lo pediste. Nada de esto es culpa tuya, Sam. -me mira a los ojos como asegurándose de que lo estoy escuchando.

- No estoy hecha para esto, Steve. Todos ustedes lidian con cosas tan importantes día a día. Maldita sea, detuvieron a un ejército de aliens, de aliens, e impidieron que destruyan Nueva York. A comparación de eso mi vida era simple, muy simple. Me refiero a que yo no soy como ustedes. No se como encajar en la imagen grande, Steve. No puedo tener en mis manos algo tan importante como el destino del universo. Me conoces, sabes lo torpe que soy. El otro día se me cayó todo el cereal sobre el sofá y lo cubrí con un almohadón para no limpiarlo. ¿Qué pasa si se me cae el destino del universo?

- Bueno, para empezar vas a necesitar al menos dos almohadones para cubrir eso.

- Steve.

- Okay, nada de bromas, entendido. Escucha, esto quizás te llegue de sorpresa, pero la verdad es que ninguno de nosotros sabe lo que está haciendo como un 80 por ciento del tiempo. – bufo, si, claro – No, en serio. A ver, Sam. Yo vengo de otro tiempo completamente distinto. ¿Quieres hablar de vida simple? Eso era simple. No entiendo la mitad de las cosas de la que habla la gente, y la mayoría de las veces lo primero que hago después de las malditas fiestas de Tony, es sentarme a buscar por Internet todas las palabras que no comprendí porque no quiero quedar como un idiota. Y eso que hasta hace unos meses ni siquiera sabia usar Internet.

  Me rio un poco. Afuera esta empezando a amanecer, pero algunas gotas de lluvia cubren la ventana poco a poco, y la luz que entra es suave, tapada por las nubes grises.

- Cuando esos aliens llegaron, Sam. Estaba aterrorizado, te lo juro. Es decir, nunca había visto nada parecido. Recién me estaba acostumbrando al teléfono celular y a los CD's.

- Realmente, Stevie, ya nadie usa CD's.

- ¿En serio? Maldita sea. Ves, ahora tengo que empezar de nuevo. – se ríe – Supongo que lo que estoy intentando decir Sam, es que no estás sola. Todos estamos aquí, tan asustados y confundidos como tú, aunque intentemos no mostrarlo.

  Me giro hacia él y lo observo un momento. Su mirada es completamente sincera. Pongo mis brazos alrededor de su cuello y lo estrecho junto a mi.

- Gracias. – murmuro, con la voz tapada junto a su pecho.

- No te preocupes.- él no rompe el abrazo, y yo tampoco, podría quedarme así para siempre - Aunque realmente deberías limpiar el sofá, Tony ya se estaba preguntando por qué estaba tan pegajoso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro