Capítulo dieciséis - Es importante dar las gracias...
¿Alguna vez escucharon la expresión "Caer en los brazos de Morfeo"?
Bueno, ahora mismo siento como si Morfeo me hubiera pateado el trasero.
Voy saliendo de un profundo sopor poco a poco, con mis sentidos aclarándose de a uno. Aunque no los abro, noto una potente luz blanca golpeándome los párpados, causando que los presione con fuerza. Siento una porción de piel cerca de mi cadera especialmente tirante, y las extremidades pesadas.
Parpadeo varias veces antes de abrir los ojos, que me arden como el infierno. Todo se mantiene borroso unos momentos, pero desafortunadamente la mano me pesa demasiado como para frotarme el rostro y despertar un poco. Al final, la vista se me acomoda, y me encuentro mirando al techo de la familiar enfermería de SHIELD. Por supuesto.
Aspiro un poco de aire, y aunque la herida de bala emparchada bajo lo que asumo son tres kilos de gasa y algodón no duele, si está presente, y tira bastante. Hago un intento de moverme un poco, y un sonido gutural se escapa de mi garganta. La siento seca y áspera, como cuando uno no habla en mucho tiempo.
-Sam, ¡ya despertaste!- dice una voz alegre, y gruño. Hago un gesto vago con la mano para que Rosemary se calle. No es que no esté feliz de verla, pero me revienta la cabeza.
-Ay, que humor.- dice más bajo. Se acerca a mi cama y acomoda alguna clase de suero.- Tuvimos que dormirte para sacarte la bala, y coser la herida. Si todo va bien, deberías salir mañana. Pero nada de misiones, al menos por algunas semanas.
-Mierda.- Mi voz sale ronca, y me hace toser un poco. En cuanto puedo, me incorporo un poco en la cama. Estoy usando la ya conocida bata celeste verdosa de paciente, y me cubren un par de finas mantas blancas. Rosemary me da un par de palmaditas en la cabeza y sonríe.
-Voy a avisarles que estás despierta. Toma un poco de agua- me da un vasito de plástico- pero de a poco, chica.
Sale por la puerta y echo un vistazo al resto de la habitación. Un juego de ropa limpia sacada, presumo, de mi armario, yace ordenadamente en una butaca. Tomo un sorbo y dejo el vaso en la mesita de luz, junto a un florerito vacío. Las persianas están algo levantadas, pero eso basta para iluminar todo el cuarto.
Escucho un ruido en la puerta, y ahí parados, como un grupo de niños de cinco que hicieron algo terrible y vienen a pedirle perdón a su madre, están los Vengadores y Fury.
-¡Sam!- gritan Tony y Bruce, y se me tiran encima. Me río, mientras el resto del equipo se sienta en las sillas o se queda parado contra la pared. Una vez que el Dúo Dinámico sale de mi cama, la Viuda me sonríe.
-Entraste al hospital hace dos días. Estábamos algo preocupados, pero Rose nos dijo que por suerte la bala no tocó ningún órgano vital. Fue un procedimiento de rutina, la operación.
-Sí, te salvaste de milagro, Sam.-Interviene Clint, hombro con hombro al lado de la pelirroja. Hum, estos dos se traen algo. Tengo que hacer que eso pase.
-Milagro...si, claro. ¿Y dónde está St...Rogers?- pregunto, despreocupadamente. O eso creí.
-Ja, les dije que lo primero que haría seria preguntar por el.
-Cállate Tony.- le espeto, cubriéndome un poco más con la manta. Este año, octubre vino más frío que nunca, y una bata de hospital no es esencialmente calentita. Clint rueda los ojos e interviene:
-Maria lo obligó a que se fuera a su casa a bañarse y dormir un rato, porque aparentemente, no es sano que sobreviva a café sin pegar un ojo sentado en una silla de plástico de hospital durante dos días seguidos.
-No se quería ir. Se va a enojar mucho cuando se entere que te despertaste justo cuando él no estaba.-Agrega Bruce con una sonrisita. Siento que un poco de color sube a mis mejillas y lo intento cubrir tomando más agua.
-Awww. Bueno querida, hay dos noticias, una mala y una buena.- Dice Tony, volviéndose a sentar en mi cama.
-La mala primero, siempre la mala primero.- lo apuro.
-La mala noticia es que alguien tiene que hacer todo el trabajo de descifrar cada uno de los archivos que encontraste y ubicar las coordenadas en un mapa. Y ese alguien eres tú, porque como no vas a ir a ninguna misión de campo, Fury quiere que seas útil.- Nick gruñe desde una esquina y yo dejo salir un gemido de derrota.
-Pero la buena noticia, es que lo convencimos...-interviene Brucie, ahora con una sonrisa como la del gato de Alicia.
-Y todavía no se cómo...-interrumpe Fury, enojado consigo mismo.
-¡Y puedes trabajar en el laboratorio con nosotros!- Grita Bruce, ganándose un coscorrón en la cabeza por parte de Rosemary, quien se queja de que no se grita en la enfermería. Nunca había visto a Bruce tan contento, y aparentemente el resto tampoco. Creo que se transforma un poco cuando se junta conmigo y con Tony. Le viene bien, pobre tipo.
-¡Bien!¡Vamos a explotar tantas cosas!-se me escapa, emocionada. Trabajar con estos dos va a ser fantástico- Quiero decir, vamos a ser tan responsables y terminar nuestras tareas en el horario estipulado, ¡Hey!- Me corrijo sin emoción cuando veo la mirada severa de Fury.
Se escucha un ruido en el pasillo y un Steven Rogers con ojeras y sin aliento aparece en el umbral de la puerta. El resto rueda un poco los ojos y se empiezan a ir despacito, mientras Tony suelta un:
-Bueeeno....nosotros nos vamos yendo...-Manga de hijos de puta. Clint me guiña un ojo desde atrás del Capitán antes de que la Viuda lo arrastre fuera de aquí. Pronto, solo quedamos él y yo, solos y en silencio.
Se acerca un poco y yo doy un par de palmaditas en el colchón para indicarle que se siente. Sonríe un poco y rompe el hielo (JAJAJA ¿ENTIENDEN? DIOS, JORDAN, DEBERIAS SER COMEDIANTE). Me río de mi propio chiste antes de darme cuenta de que no estoy sola y de que la gente sana no se ríe sola.
-¿Cómo estás?-suelta, sentándose al pie de la cama y sin mirar a ningún punto en particular, mientras se acomoda distraídamente las mangas de su chaqueta azul, que se ajusta perfectamente a los músculos de su brazo y resalta sus profundos ojos...JORDAN. DIOS. NO.
-Meh, cansada y aburrida. Nunca tuve que hacer reposo.-asiente pesadamente. Trago un poco y prosigo.-Em...gracias. Por sacarme de ahí, digo.- Bien, Sam, vamos a darte el premio a Conversación Más Incómoda del Año.
-No hay de qué. Hum...-se rasca un poco detrás de la oreja y vuelve a caer un silencio extraño. – Espero que no te duela.-agrega, ahora sí, mirándome a los ojos.
-No, no. –me aclaro la garganta. Esto es incómodo.- Tan solo es raro. La única vez que estuve tanto tiempo en una enfermería fue por tu culpa.
Me mira extrañado.
-¿Nunca te habías herido antes? Eso es imposible, vamos.- dice incrédulo, la tensión en el aire disminuyendo. Me acomodo un poco las almohadas y le respondo.
-No, bueno. No es eso. Por supuesto que me habían herido, no tengo una línea de trabajo muy seguro, por si no te habías dado cuenta.-Dejo caer un suspiro- No trabajo en McDonalds. Aunque pensándolo bien, tienen el aceite hirviendo. Y los cuchillos. Hum. M epregunto que tan bueno es su seguro médico. Calculo que no mucho. Imagínate a uno que se rajó casi todo el dedo cortado panes. Y el médico, "Meh, ponte una bandita"- me río, olvidando de lo que estábamos hablando mientras continúo con los escenarios en mi cabeza- Ew, figúrate si la bandita apareciera en una hamburguesa...
-Sam, el punto. Ve al punto.-me corta el otro, riendo mientras niega con la cabeza. Decido seguir ignorando, al igual que él, al parecer, el hecho de que ahora nos llamamos por nuestros nombres, y continúo.
-Lo que pasa, señor con acceso a hospitales privados, es que no era muy conveniente que nos apareciéramos en la clínica más cercana. Ninguno tiene un aspecto que inspire mucha confianza. Y digamos que sumarle a eso el hecho de que, por ejemplo, yo tenía 14 años y una cortada del tamaño de un palo de béisbol...sospechoso. –Se ríe, claro, y resuena por toda la habitación.- No podíamos permitirnos ser elegantes. Así cada vez que volvía de algún trabajito...bueno, nos curábamos entre nosotros. Un paño entre los dientes, whisky en la herida y que te cosan sin anestesia. Podríamos haber comprado elementos médicos como Dios manda, pero siempre nos olvidábamos, y el tema no volvía a surgir hasta la próxima emergencia.- dejo escapar una risa algo amarga.- Creo que en el fondo nos gustaba. La informalidad, el desastre, ese par de minutos en el que todos entrábamos en pánico porque a Horsk le habían perforado una pierna...y luego recordábamos que ya habíamos pasado por lo mismo miles de veces, y era como si...como si fuera automático. Uno traía las vendas, otro el alcohol. Y Misha cosía, porque era la más prolija. Las veces que ella no estaba era ridículo, el resto no sabía coser. Terminábamos viéndonos como copias baratas de Frankenstein. Esas puntadas eran tan horribles que nos sirvieron como disfraz de Halloween un año.
-Con razón te gusta tanto, es como si te hubieran puesto whisky por intravenosa.-razona. Y luego cambia el tono a uno más serio, más profundo. Por alguna razón, sus ojos parecen combinar con la actitud, o al menos me parecen como dos tonos más oscuros cuando los clava en mí.- Debes...debes extrañarlos. ¿No?
Asiento pesadamente. No le había dado muchas vueltas hasta ahora, pero sí. Mierda, sí.
-Es que...son...son lo más cercano a una familia que tengo. Había pasado tiempo sin verlos antes, pero...esta vez es diferente.- Mi mirada se pierde entre las hilachas de una manta, mientras siento que mis pensamientos se pierden otra vez, y como una piedra cayendo de repente, comienzan a volverme recuerdos de mis queridos Bastardos. Asiente, con una mirada decidida, y se levanta de golpe.
-Me tengo que ir.-mi cabeza se impulsa hacia arriba rápidamente y mientras balbuceo un débil "¿Por qué...," sale de la habitación, sin ni siquiera mirarme y dejándome más confundida que nunca.
Después de eso, no pasa mucho. Rosemary se da un par de vueltas, más que nada para revisar los sueros y esas cosas, y luego me quedo rápidamente dormida.
Lo que me despierta es una serie de ruidos provenientes del pasillo. Lo que parecen voces gritando me hacen preguntarme quién carajo es tan descarado como para hacer tanto escándalo en el ala que justo está dedicada a un puto hospital. Un par de sombras y figuras se distinguen borrosas a través de la puerta cerrada. Me incorporo en la cama, recta, y la perilla de mi habitación comienza a girar.
Lo que hay del otro lado me deja estupefacta. Tartamudeo varios segundos en shock antes de abrir los brazos y gritar:
-¡MISHA!- La morena básicamente se estrella contra mí, dejando salir un ¡SAM! y la abrazo estrechamente. Es empujada del camino por dos fortachones que casi me asfixian, y casi ladran mi nombre. Cuando River y Horsk finalmente se quitan de encima, veo la figura sonriente de Grandpa apoyado en el dintel. Se acerca lentamente y me da un abrazo, aunque (y se agradece) más controlado que los anteriores.
-Hola niña.-musita, tomando asiento en donde horas antes estuvo el mismísimo Fury. Balbuceo un par de veces más, sin saber que hacer, y la pregunta obvia sale de mis labios.
-¿Qué carajos están haciendo todos ustedes aquí?- River rueda los ojos y suelta un "Qué recibida mas cariñosa. Si quieres nos vamos, demonio.", haciéndose el ofendido. Me río. No puedo creer que todos estén aquí...me duele la cara de sonreír, diablos.
-Podría decirse que nos avisaron que te habían ejem...herido en batalla- se burla de mí Grandpa- e implicaron que nuestra presencia te mejoraría el ánimo.
-¿Los llamaron? ¿Quién? Nadie aquí sabe como ubicarlos, lo prometo...-aseguro, nunca revelaría donde encontrarlos, no confío taaanto en SHIELD como para no pensar que si pudieran los pondrían a todos en la cárcel.
-Una persona sí.- interviene Misha con una sonrisa juguetona.- Y al parecer le importas mucho, porque se fue hasta el bar y no quería volver hasta que no viniéramos con él...
Los engranajes de mi cerebro se mueven despacio por los vestigios de anestesia, que me tienen de un humor algo soñador desde hoy a la mañana, y me doy cuenta.
-Él...Steve. ¿Steve los fue a buscar?- sin mi permiso, una débil y torpe sonrisa se extiende por mi rostro y me calienta un poco las mejillas. Los ojos de Misha brillan maliciosamente y frunzo el ceño.
-Sip. Nos contó que te habían disparado, y dijo que quizás ver a tu familia de nuevo te alegraría un poco. Al principio no le creímos. Horsk casi le dispara a uno de los tipos que venía con él. – mi mirada se dirige al de barba negra, quien se encoje de hombros.
-Tenía pinta de nerd.-se excusa.
-Seh, la mayoría de los agentes de éste lugar la tienen.- Concuerdo.
-Tuvieron que asegurarnos como tres veces que no nos iban a enjaular incluso antes de que nos dijeran que la visita se trataba sobre ti. Dos minutos más y les volábamos los sesos.- contribuye River, su también poblada barba pelirroja moviéndose arriba y debajo de la risa.
-Claro que luego tu Capitán intervino, y dijo que estábamos en el hospital, blah, blah, blah, y todos nos pusimos en modo perro guardián. Pasamos de querer echarlos a las patadas a amenazarlos con colgarlos del ventilador de techo a menos que escupieran en donde estabas.- acepta como si nada Mish, quitándose una pelusa imaginaria de su falda rosado profundo.
-No es mi Capitán, idiota.- le disparo, mis mejillas coloreadas de nuevo. Por suerte todos lo ignoran y Horsk se frota las manos, ansioso.
-Bueno, niña, la buena noticia es que conseguimos un pase libre de esta agencia de pacotilla por un día, así que solo por hoy, vamos a suponer que somos ciudadanos decentes y no nos van a meter en la cárcel.-me río y levanto los brazos.
-Yo tengo ese pase desde hace más de un mes, perdedores.- Misha mueve su corta y lacia melena hacia un costado y se acerca la silla, igual que el resto.- ¿Qué tienen planeado?
-Un par de rondas de póker y un par de rondas de alcohol, igual que en los viejos tiempos.- sonríe River, y Grandpa saca una botella del interior de su chaqueta, al tiempo que los otros tiran fichas sobre la pequeña mesita de plástico que sirve para comer en la cama. Misha extrae entonces un mazo de cartas de adentro de su blusa, un truco que yo, siendo más plana que el río Mississippi nunca pude concretar.
La habitación brilla cálida, y siento un cosquilleo familiar corriendo por mis músculos mientras corren las historias, las bebidas y las apuestas. Me siento bien, feliz. Creo que en verdad no me había dado cuenta de cuanto los extrañaba. Me río mientras River cuenta la historia en la que Misha llego de un largo viaje a Singapur con su pulcra valija tan solo para encontrarnos peleando mano a mano en el bar, luego de haber roto una mesa, y de que yo le haya reventado un palo de billar en la cabeza a Horsk. Hicimos varios descubrimientos ese día, como que el pelinegro tiene simplemente la cabeza más dura de la faz de la tierra, porque el palo se rompió a la mitad pero a él no le hizo nada. También, que como sospechábamos, Misha y Grandpa no podían irse los dos al mismo tiempo, porque al dejarnos solos a Horsk, a River y a mí, iniciábamos una tercera guerra mundial tan solo porque quedaba una porción de pizza en el refrigerador.
(Luego nos enteramos de que la pizza pertenecía a algún desubicado que había ordenado roquefort, así ninguno se la comió. Arreglamos la mesa y pegamos el palo con cinta. Hasta el día de hoy, siempre que juego con ese, les gano.)
-Lo peor de todo fue que mientras todo eso pasaba, Toby tan solo suspiró, negó con la cabeza, y siguió limpiando la barra.- Ríe Horsk, completando el relato y dejándonos a todos casi por el piso y con lágrimas de risa en los ojos. Grandpa me dijo que Toby no había podido tomarse una noche libre del bar y dejarlo desatendido, pero que me mandaba saludos, y esperaba que me encontrar bien.
Antes de que nos diéramos cuenta, ya se había hecho de noche, y todos se levantaron para irse. Tras darme largos abrazos, y promesas de que volverían más seguidos siempre y cuando no los encerraran al segundo de pasar por el detector de metales (al parecer, River se había "olvidado" que traía un atado de explosivos en el bolsillo, y resultó en un atraso de media hora y Misha reprochándoselo durante todo el trayecto hasta mi habitación), comienzan a salir por la puerta, Grandpa último, y guiñándome un ojo.
Escondo los restos de todo para que Rosemary no me rete a mí, y siento como mi corazón late fuerte y rápido. Realmente necesitaba verlos, al parecer. Y todo se lo debo a...
Suspiro. Cierro los ojos y me quedo dormida por tercera y última vez en el día.
La enfermera me despierta, y los recuerdos de la noche anterior se agolpan en mi mente. Sonrío, y mientras ella me ayuda a cambiarme de ropa una vez que ya estoy desconectada y emparchada, una decisión se forma en mi cabeza. Mi sonrisa se ensancha mientras salgo precipitadamente por la puerta después de agradecerle profusamente a mi amiga, quien me mira algo escéptica, y alcanza a gritarme:
-¡No creas que no revisaré debajo del colchón! ¡Se que voy a encontrar whisky, pequeña sabandija! ¡Y no corras, acabas de salir de reposo!- Aún con su tono de madre preocupada, no le hago caso y la dejo atrás rápidamente. Sigo corriendo, riendo, hasta que lo veo al final del pasillo.
Sin pensarlo, me estrello contra su pecho y lo abrazo.
-Sa..Sam.- tartamudea en shock. Sus brazos se mueven un poco, sin saber que hacer, hasta que suspira y se relaja, envolviéndolos a mi alrededor. Con los ojos cerrados, inspiro profundamente.
-Gracias, Steve.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro