Capítulo diecinueve - Araña Cupido y las locuras de cuarentona de Tony
Después de eso, corrí hasta la habitación de Rogers, donde ambos nos admitimos nuestros confusos sentimientos por el otro y nos besamos apasionadamente.
Okay, no.
Lo que pasó fue que yo me quedé parada en la cocina, reventando de rabia. Dejé salir un sonido frustrado y le disparé una bola de fuego al microondas. Deje que JARVIS se encargara de eso y me fui a acostar mandando al Capitán Pedazo de Estúpido no, Estúpido Entero a lugares que no encontrarías en un planisferio.
Ruedo hacia un lado de la cama envolviéndome con la sábana y casi cayendo de la cama. Me quedo colgando hasta que mis ojos se acostumbran a la luz. La voz de JARVIS resuena, asustándome y haciendo que finalmente termine de caer.
"Gracias por eso" pienso, mientras me desenredo en el piso y me froto la cabeza.
-Señorita Jordan, el desayuno está listo. Y el señor Stark exige saber que le pasó a su microondas, aunque ya compro uno nuevo.
-Ehm, si, ya voy. Gracias JARVIS.-me paso las manos por los ojos y me levanto. Voy al baño y empiezo a lavarme los dientes, recordando lo de ayer a la noche y rasqueteando cada vez más fuerte a medida que me enojo.
Es un idiota. Graduado de la Escuela Especial de Idiotas. Primero de la clase. Dio un discurso y todo. Es decir. No hay necesidad. Así confunde a la gente, y eso no se hace. Tipo, sé honesto, la puta que te parió. Me va a hacer la vida un infierno, pienso, mientras escupo y me enjuago. Me lavo la cara y observo mi reflejo en el espejo.
Bueno, si él me va hacer la vida un infierno a mi, yo le voy a hacer la vida un infierno a él. Que se joda por tener facciones simétricas.
Me dirijo a la barra de la cocina, donde ya están desayunando Tony, Steve y una chica rubia rojiza. Se para enseguida y me viene a saludar:
-Hola, mi nombre es Pepper. Novia de Tony, y CEO de la compañía. Un placer conocerte.- me estrecha la mano. Tiene una voz dulce pero firme, como una jefa buena onda pero estricta. También está vestida como para eso, tacos, y un traje de dos piezas que sospecho es de alta costura. El pelo lo tiene recogido en una coleta lisa y perfecta, con el flequillo cayéndole sobre la frente, ni un cabello fuera de lugar. Ni uno. La que parece fuera de lugar, a mis ojos, soy yo. Miro mis medias, que justo hoy son de dos pares distintos, los pantalones sueltos con estampado de Batman y la camiseta casi ilegible de los Beatles. Mi pijama es viejo, sorry chicos. Además ni me peiné, asi que parezco un león viejo probablemente, con una coleta deshecha.
-Samantha. Ehh, Jordan. Llamame Sam. – Me da una cálida sonrisa y nos sentamos en la barra, ella de un lado con Tony y yo enfrente, a lado del Cubito. Choco puños con Stark y le robo una medialuna al Cap, sin mirarlo.
-Así que...¿hace cuanto están juntos? Porque Tony me dijo hace poco, pero no se acordaba bien cuando, y me dijo que les preguntara...- Comienza la chica, mirándonos a Steve y a mi. Me atraganto con la factura y el otro me da tremendo golpe en la espalda. Tiene que dejar de hacer eso.
-No, no. No estamos saliendo.- aclara. – Para nada.
Pepper se gira hacia Tony, quien se está cagando de risa y le da un golpe en el brazo. Todos lo miramos severamente mientras se sacude y toma el café.
-Bueno, bueno. Mentí. Pero quería ver sus reacciones. Dios. – Se come una tostada y parece recordar algo. -¡Ah! En un rato llegan los otros tres. Los cité por algo importante, así que nada de escapadas.
Lo fulmino con la mirada mientras Pepper se mueve incómoda en su asiento sin saber que hacer.
-Hum...Tony. ¿Qué le pasó al microondas?- pregunta, notando el cacharro arruinado al lado del nuevo recién comprado.
-Ah, sí. ¿Qué le pasó al microondas?- Stark fija su vista en mí, igual que Steve, quien se da vuelta y se une.
-Eso, ¿qué le pasó al microondas?-Ehh. Mierda.
-¿Y yo cómo voy a saber?-murmuro tomando un trago de café y mirando para otro lado, como si no fuera la única persona con pirokinesis de todo New York. Simplemente rueda los ojos.
-Igual no importa, ya lo pagué. –Pobrecito.-Aviso, los pendejitos de SHIELD trajeron muchas cajas hoy a la mañana, y me llenaron el garaje de cachivaches. Asumo que son sus cosas. Depués váyanlas a buscar o no me hago responsable si justo están en el medio cuando haga un experimento.- Apuro la bebida mientras ellos hablan de otros temas y justo cuando me estoy limpiando las comisuras de los labios con la mano (porque quién necesita servilletas), JARVIS anuncia la llegada del resto del equipo a la torre Stark. Pepper se despide de Tony con un beso, alegando que tiene alguna reunión. Después nos saluda a nosotros dos, y le hace una pequeña seña con la mano a Nat y los otro cuando se los cruza en la puerta.
Nos sentamos en los sillones cuadrados del living, Steve deliberadamente al lado mío, y los demás desparramados por ahí. Digo deliberadamente porque sé que lo hace apropósito, llo tengo re pegado y prácticamente me hace panqueuqe contra el brazo del sofá. Cuando lo miro, tiene una sonrisita marcada en el rostro, como haciéndose el inocente.
Lo fulmino con la mirada y le doy un golpazo con el hombro.Tony se aclara la garganta y dirijo mi vista hacia él. El multimillonario está parado con un sombrero de copa dado vuelta en la mano, y algo que decir.
-Bueno, como todos ustedes saben, mañana salimos para Europa, así que pensé...
-Paren todo, ¿qué?-pregunto confundida. Todos me miran raro, y yo me levanto las manos indignada.- ¿Cómo que para Europa?¿A qué?¿Nadie me avisa nada a mí?
-Pensé que ya sabías. A mí me contó Fury.-dice la Viuda, confundida, mientras el resto asiente.
-Cero comunicación ustedes, muchachos. Cero. Bueno, ya está. Ahora sigan.- me cruzo de brazos y me recuesto contra el respaldar del sillón mientras Tony sigue moviendo el sombrerito y arranca la charla de nuevo.
-Bueno, sí. Resulta que Fury leyó los archivos que le preparaste, Sam, y mañana empezamos con la misones de reconocimiento en las bases de HYDRA de Europa del Este, para encontrar el cetro de Loki antes de que lo puedan usar para algo importante. A Loki ya se lo llevaron, también. Thor se tuvo que ir sin despedir, pero le dijo a Fury que volvería pronto si lo necesitábamos. - explica. Yo hago un ruidito frustrado como para indicar que lo sigo escuchando, e interviene Clint.
-Por si te lo preguntabas, vamos a Serbia. Una de las coordenadas que encontraste muestra una sede en Pirot, cerca de la frontera con Bulgaria.
-Basta de trabajo.- interrumpe Tony, y todos giran los ojos.-Se me ocurrió, entonces, ya que mañana empezamos a trabajar propiamente dicho, que hoy nos podíamos despedir con una pequeña fiesta. Es Halloween, por si tampoco sabía eso.
-Al final viven de fiesta ustedes. Si hubiera sabido eso me unía antes a los Vengadores.- aclaro, repasando lo que dijo el Stark en mi cabeza. No me había dado cuenta, pero tiene razón, hoy es 31 de octubre.
-Sí, sí. Pero tampoco te emociones, porque Fury se puso los pantalones y dice que tenemos que estar en forma para mañana. Así que nada de borracheras. Ah. Y lo dejó a Bruce a cargo.-El doctor saluda tímidamente con la mano, como diciendo "Sorry por ser un cagafiestas". –De todas maneras, ustedes me conocen, y saben que soy un tipo muy divertido, e inteligente, asi que se me ocurrió algo espectacular. Es Halloween, así que se tienen que disfrazar. Saquen un papelito.- y se dedica a mover el sombrero por ahí, con todos mirándolo como si estuviera loco. Rueda los ojos y decide ir primero. Su cara se ilumina y deja salir un "¡Sí!" de triunfo. Clint se inclina hacia adelante, interesado.
-¿Qué te tocó?-Tony se escondo el papel, receloso.
-¿Qué te importa? Es sorpresa. Si tanto te interesa, puedes sacar tu propio disfraz. Vamos...-El rubio suspira, resignado, y mete la mano en el sombrero negro. Cuando lee el papel, se le frunce el ceño.
-¿Y dónde se supone que voy a conseguir esto?
-No se preocupen por eso. Ya armé bolsas con todos los disfraces disponibles. Yo soy el único que sabe de que se van a vestir todos.- en los ojos le brilla algo malévolo. Hay un número escrito, ¿cuál te tocó?- El arquero levanta tres dedos inseguro. Tony asiente, y saca una bolsa de atrás del sillón con el número 3.
-¿Tenías todo preparado?- pregunta Bruce, incrédulo. El otro tan sólo se encoge de hombros, y nos advierte que no abramos nada ahora, porque, repite, tiene que ser sorpresa. Después le acerca el sombrero a Bruce, quien saca el dos, y a Nat, que saca el cuatro.
-Tortolitos, les toca a ustedes.- nos pone la galera enfrente a mí y a Steve, ganándose una mirada de odio tremenda de mi parte. El Capitán se pone todo caballeroso y me hace señas para ir primero, y aunque lo fulmino a él también, saco un papel. Dos segundos después, él saca el último.
Abro el bollito, y leo...ah, no. Nop.
-Nope. Me niego, no. No, no. –repito, volviéndolo a doblar.
-No te puedes negar, cada uno se tiene que bancar lo que le tocó. No puede ser tan malo. ¿Qué número es?
Me revuelvo incómoda en el asiento y cruzo los brazos. Claro que es mas fácil mantener una postura cerrada cuando no estás apretada contra una masa de músculos a la izquierda y el brazo de un sillón a la derecha, pero lo hago funcionar.
-El seis.-murmuro, y se le expanden los ojos. Él sabe. Se empieza a reír descontroladamente y casi se cae al piso.
-De todas las personas...¡Te viene a tocar justo a ti!-Genial, ahora todos los ojos están en el papelito. Clint se tira a agarrarlo pero le gano de mano y lo quemo. Me limpio las cenizas en el pantalón de Steve, porque ni loca me mancho mi propia ropa. Como respuesta recibo un golpe en el hombro y me rio sin mirarlo. Tony me hace un gestito con las cejas y me tira una bolsa de papel madera con el 6.
-Todos se van a poner el suyo, sin reemplazos.
-Vete a la mierda, Stark.
-Wow, esa frase va usualmente dirigida a mí. –se entromete Rogers. Me giro a mirarlo y le pregunto:
-¿Y a ti qué te tocó?-Suspira y se guarda el papel en el bolsillo. Me sonríe inocentemente.
-Vas a tener que esperar hasta la noche.
-Agh, lo que sea. Si no tenemos nada más de que hablar, gente, me voy a preparar la valija.-Me paro, para frenarme enseguida.-¿Qué se supone que...
-¿Que tienes que poner en la valija?-Interrumpe la Viuda.-Vamos, yo te ayudo.-Sin más palabras, me sigue a la habitación con Tony gritándonos que no hablemos de los disfraces. Pero no hay tiempo para eso, al parecer, porque ni bien cierro la puerta, Nat se lanza sobre la cama y una pregunta escapa de sus labios:
-Así que...¿Cómo va todo con el Capitán?- ruedo los ojos mientras rescato el mismo bolso en el que traje la ropa ayer y lo tiro sobre la cama. Vuelvo a meter las cosas que llevo siempre, el cepillo de dientes, desodorantes, y eso; y después lo cierro.
-Menos mal que me ibas a ayudar con la ropa. Y para tu información, las "cosas" con Rogers no van de ninguna manera, ni siquiera van. Porque no hay cosas. No hay nada.-Me cuelgo el bolso al hombro y la muevo.-Vamos, tenemos que ir a buscar mi ropa.
-Sólo digo que quedan bien juntos. Y que parece haber una... chispa cuando se ven.-Se para y le abro la puerta, saliendo detrás de ella.
-Wow, quien diría que la Viuda Negra sería una romántica.- me burlo, y me empuja hacia un costado.- Además, tú no eres quien para hablar, Sra. Barton.- Ahora me empuja más fuerte y casi me voy a la mierda. Me fulmina con la mirada.
-Eso te lo estás inventando tú.-Se cruza de brazos. Me le pego como una lapa y sonrío inocentemente.
-Ay, Naaaaaaat.- canturreo.- Es obvio que hay una, ejem...chispa entre ustedes.-Subimos al ascensor y apretó el botón que va para el garaje. Cuando la caja de metal se cierra, me giro a mirarla con una ceja levantada.-Vamos, admítelo. Admite que hay algo.-ruego, acomodándome el pelo en una coleta.
Ella se recuesta contra una de las paredes y me mira interesada.
-Solo admitiré algo el día que tú admitas algo.
-Bueno, eh...no sé saltar la cuerda. Listo, ¿contenta? Ahora tú.- la apresuro.
-¿En serio no sabes saltar la cuer...?¡No me distraigas!- mueve la cabeza.- Sabes a qué me refiero. Si a mí me...-le da un escalofrío – "interesa" Clint...entonces tú estás loca por el Capitán.
Levanto las manos en un gesto de indignación. Es decir, tiene razón, pero de ahí a reconocerlo hay una diferencia. Hasta que se me ocurre una idea.
-Bien. ¿Qué te parece una apuesta? A partir de ahora la que primero logre que la otra admita sus sentimientos (ew), gana. Lo que quiera.- Extiendo mi mano hacia adelante y espero. Sonríe dando miedo y la estrecha.
-Hecho.- En ese momento se abren las puertas y entre medio de todas las cajas están los dos hombres que menos queremos ver en este momento. Nos miramos entrecerrando los ojos y le hago un gesto pasándome el dedo por la garganta.
-Gracias de nuevo por ayudarme a subir todo Clint. Esta ya es última.- Se escucha la voz de Steve. Carga una caja en un brazo mientras se pasa el otro por la frente, y Clint esta a su lado palmeándole la espalda. Cuando nos ven a mi y a Nat, sonríen.
-Sabía que iban a venir por tus cosas.-Me dice Steve, yno puedo evitar pensar en que luce adorable, con los ojos brillantes y los holluelos formándose en sus mejillas.
Así no voy a ganar más la apuesta.
Aparte, ¿no era que yo estaba enojada con él?
No me acuerdo.
¿Ven lo que pasa si me gusta alguien? Ya ni me acuerdo si me enojé o no.
Bueno. La cosa es que es lindo. Eso es un conflicto en este momento.
Pensándolo mejor, es un conflicto siempre.
Hablando de pensar mejor, ¿por qué no pensamos mejor en Steve? Porque la verdad que están pasando cosas raras y hay mucho lío acá arriba, hay que ordenar nuestras prioridades.
A ver, ¿nos...me gusta Steve?Ya sé que dije que sí, pero, ¿realmente nos gusta Steve? Respondamos con sinceridad, Samantha.
Paso mi mirada por sus cabellos rubio oscuro, pienso en el hecho de que es bastante más alto que yo, recuerdo todos los momentos en los que, como dijo Nat, se podía sentir una...chispa. Hay muchos, y si realmente lo pienso, sí...hay algo. Hmm. Eso quiere decir que la Viuda tiene razón.
Pero no quiere decir que lo tenga que saber. Todavía.
Estoy tan perdida en mis pensamientos que no noto que los chicos me están chasqueando en la cara desde hace media hora.
-Se quedó tildada.
-Creo que se murió.- dice la voz de Clint. –Déjenme intentar a mí...- me aplaude fuerte en la cara, causando que vuelva a la realidad de golpe.
-¿QUÉ?-grito, sobresaltada, y en un instante de confusión, le prendo fuego la remera al arquero.
-LA PUTA MADRE.- Empieza a correr por todos lados envuelto en llamas mientras Nat va corriendo a por un extintor como una persona con sentido común y nosotros dos nos quedamos ahí gritando incoherencias y haciendo que el pobre de Clint entre más en pánico.
-¡SAM, APAGALO!-Me apura Steve, con los ojos desorbitados.
-NO PUEDO, SE MUEVE MUCHO.-Respondo sin saber que hacer, presa del pánico yo también.
-¡DEJA DE CORRER, ESTÚPIDO!- Exclama la Viuda, sin saber que hacer, revolviendo cajas.
-TIRATE AL PISO Y RUEDA, TIRATE AL PUTO PISO Y RUEDA.-Grito, intentando ayudar, pero el tonton no escucha y sigue corriendo. Steve toma impulso y lo taclea al piso, y algo parece hacer click en la cabeza del arquero, porque empieza a dar vueltitas.
Largamos una exhalación cuando las llamas se estinguen finalmente. De la camiseta blanca solo queda un hombro con los bordes chamuscados. Mi pecho sube y baja mientras nos recuperamos, Clint revisándose frenéticamente el torso por quemaduras, con Steve todavía sentado en el suelo a su lado. Nat finalmente halla un extintor sin darse cuenta que ya pasó todo, casi se va a la mierda por chocar con una caja y llena a Barton de espuma blanca.
-YA ESTÁ. YA ESTÁ MIERDA. – Parece un hombrecito de nieve.
-Uy.
Mientras Nat se lleva a Clint para emparcharlo un poco (no sin que antes le de un guiño bastante exagerado), Steve me ayuda a mí a subir las cajas al ascensor y hasta mi habitación. Intercambiamos un par de bromas inofensivas, y después cada uno se encierra en su cuarto para dormir hasta la fiesta de la noche, porque igualmente tenemos que despertarnos temprano mañana. Antes de acostarme, me armo el bolso con ropa de invierno. Según me dijo la Viuda, no vamos a estar mucho tiempo, así que tampoco es que me llevo el guardarropas entero. Despues me doy cuenta de por mucho frío que haga, no se puede pelear con una campera inflada, porque además de calentita, es algo incómoda para quemar gente.
Con un suspiro, saco todo lo que sea muy enorme o molesto para moverse, quedándome básicamente con lo mismo que uso acá y dándome cuenta que hice todo el quilombo de ir a buscar ropa de invierno al pedo.
Irritada, tiro el bolso a una esquina de la habitación, y dejo preparada la ropa para viajar arriba de la mesita de luz, un poquito arrugada. Pero no tengo ganas de doblarla bien y además mañana va ser tan temprano que nadie me va a mirar la ropa. No jodan. Dejen de mirarme con reproche.
Finalmente, coloco la atemorizante bolsa de papel madera, la cual contiene el disfraz más inoportuno del mundo, a un costado de la cama. Revoleo el resto de las cajas por ahí, y me acuesto. Lo mejor de ni siquiera haberme sacado el pijama es que ahora no tengo que volvérmelo a poner, pienso. Me giro un poco, y la veo.
Una araña. Del tamaño de mi puto puño.
Ahora, esperen, no. No se piensen que voy a salir gritando que hay una araña, y lloriqueando por ahí. Vivo en New York, no me asustan los bichos, gente. Como soy muy perezosa como para ir a buscar una zapatilla (nótese que la zapatilla esta literal a menos de medio metro de mi mano, pero igual), decido, siendo la genia que soy, quemarla un poco. Y que se muera nomás.
Le apunto, me preparo, y BAM sale una pelotita de fuego para la pared. Donde antes había una arañota peluda, ahora hay una quemadura negra. Suspiro, subiéndome un poco más la manta.
Un movimiento a mi derecha me llama la atención por el rabillo del ojo. Ahí está, resucitada de entre los muertos, la araña maldita.
Me impulso hacia arriba con una moción suave para no asustarla e intento examinarla de cerca. Frunzo el ceño, armo otra pelotita de fuego y esta vez, le apunto mejor. Listo. Ya está. Me vuelvo a acostar y cierro los ojos de nuevo.
Eso hasta que siento un cosquilleo en la espalda que me hace abrirlos de golpe y levantarla casi gritando, moviéndome como una loca para sacarme a la puta araña de encima y lanzando pelotitas de fuego para todos lados, dejando marcas negras en cada superficie a la vista.
Me detengo de golpe y espero dos segundos quieta como una estatua. Cuando no hay movimiento, lanzo un suspiro y me doy vuelta para volver a la cama, asumiendo que la araña se fue. Despacito, despacito, la cosa del demonio baja con su hilo a dos centímetros de mi nariz.
Lanzando un grito, le pego un manotazo y salgo corriendo de la habitación derecho a la de enfrente. Cuando Steve me abre la puerta, casi me le trepo encima.
-ARAÑA INDESTRUCTIBLE. HAZ ALGO. AYUDA.- Exclamo, escudándome detrás de él y señalándole el lugar donde está ecerrada la bestia. Levanta una ceja y me mira con una sonrisa burlona en los labios.
-¿Le tienes miedo a las arañas?-Lanza un sonido a mitad de camino entre gruñido y risa. Lo miro ofendida y cruzo los brazos como para defenderme.
-No. No le tengo miedo a un bichito. Le tengo desconfianza a esa cosa, porque la intenté quemar dos veces y nada.- Rueda los ojos, murmura algo como "puntería" y se agacha para agarra el escudo, que está apoyado contra la pared de su habitación. Está bastante ordenada, más que la mía, al menos.
-Mira, la voy a partir a la mitad para que te des cuenta de que no te puede hacer nada...- dice, quitándole importancia y abriendo la entornada puerta marcada con el fénix.
-Te digo que está endemoniada. Sobrevivió a la hoguera dos veces. Eso es más que Mary Winchester.- susurro, paseando los ojos por todos lados para evitar un ataque sorpresa.
-¿Quién?- se da vuelta y me mira hacia abajo, confundido.
-Después te la presento...AHÍ. ATRÁS. STEVE. –Le señalo el piso y me escondo de nuevo atrás de su espalda, porque lo que menos quiero es que me coma a mí. Que se lo coma a él.
Gira los ojos, hace una gran reverencia, y estalla teatralmente el escudo contra el suelo, como para que no hayan dudas. Cuando se disipa el polvo, veo que dejó una abolladura en las placas de Tony, pero que no hay un rastro de la araña. Levanto la mirada despacio, y ahí está, encaramada a la pared.
-Steve...-muevo la cabeza hacia la pared, mis ojos abriéndose de la sorpresa, y los suyos siguiendo mi ejemplo. Nos quedamos ahí un rato, predadora y presas, estudiándonos los unos a los otros, hasta que la araña parece decidir que obviamente tiene una ventaja enorme sobre estos dos estúpidos humanos, porque mueve una pata en nuestra dirección y nosotros salimos cagando leches.
-LA PUTA MADRE.
-¿QUÉ CARAJO ES ESO?- Grita el ahora no tan educado Capitán América, mientras corremos casi empujándonos y cerramos frenéticamente la puerta de su habitación. Nos paramos para respirar y yo miro por debajo de la puerta por si veo señales de la mierda andante.
Creo que es la primera vez que uso las palabras mierda andante para describir algo que no es Steve.
-Así que...-me mira, todavía shockeado por el hecho de que no pudo matar a una araña.-¿Película?
-Ahá. NO pienso volver ahí. –Asiento entusiasmadamente, y me voy a hacer pelotita con una manta en su cama mientras enciendo Netflix. Por suerte Tony tiene.
-¿Puedo preguntar por qué tu tienes televisor y yo no? Favoritismo. Esto se suma a lo del baño.- me quejo, y él se ríe, sentándose a mi lado y robándome un poco de la mantita.
-Yo me estoy adaptando, necesito tecnología.-se excusa.
-Oh, por favor, ni siquiera sabes elegir una película del menú. ¿O me equivoco?-pregunto con los ojos clavados en la pantalla, mientras escaneo las películas de terror. Hey, es Halloween, después de todo. Me doy vuelta, y me quedo quieta cuando me doy cuenta de que está cerca. Muy cerca.
-Ehhhm, nop. Ni idea, ni siquiera sé lo qué es un menú. Es decir, este menú. Sé lo que es el otro menú, el de comida, ese si lo entiendo, es que...
-Ya entendí, Steve. – Lo corto, acomodándome más a su lado. Noto que aguanta la respiración. Já. Bueno, que se joda por lo de ayer a la noche. Después de que ponga play a alguna baratija que andaba perdida por los últimos renglones de la pantalla, hace como que está arreglando la manta alrededor de ambos y deja su brazo sobre mis hombros. Sonrío de costado y me acomodo contra él de nuevo.
No se está tan mal aquí.
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