𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 𝟦𝟨
Al fin lo comprendido todo. El por qué tanta amabilidad y ayuda por su parte. Porque siempre los rebeldes se encontraban (sin importar lo que hiciera) un paso delante. Y es que la respuesta parecía simple: Farfán les proporcionó toda información que necesitaran. Les hacía saber el dónde y cómo atacar y dañarme.
¿Siempre supo que Magnolia moriría? ¿Surgió acaso de él que lo ejecutara?
No deber ser una coincidencia que las armas se encontraran en su gobierno tal como también lo era el hecho de que aquellas yacieran justo en su poder. Un poder que yo misma le otorgué. Y la cuestión aquí era, que existía casi un centenar de los más fieles guardias a la dinastía Tamos afuera, porque seguí su consejo. Solo veinte se aposaron en el palacio, mientras la mitad de ellos los destiné al resguardo de los empleados seguidores del palacio hacia las fronteras de Lorde.
—¿De verdad creíste que me hallaba de tu lado? —su voz surgió esbozando una sonrisa en el rostro que se mofaba de la situación presentada.
En lo que respecta a mí, no consigo exclamar nada, siendo que me conservo enmudecida en su totalidad, pues le recordaba desde que tenía memoria. En las reuniones de cada mes. En los festejos reales, ceremonias. Cada que mis hermanos y yo festejábamos un ciclo más. Que aversión saber que mientras nos sonreía, planeaba el cómo apuñalarnos por la espalda. Ya no poseo fuerzas ni tiempo para seguir desgastándome en intentar averiguar porque insisten tanto en acabar conmigo.
—Sabes, no te culpes por confiar en mí. Debe ser un rasgo familiar, constando que tu padre por igual lo hizo —se jacta en un suspiro, mientras se engrandece contemplándome justo como lo desea: empequeñecida y aterrorizada siendo testigo de lo herida en todas las formas en la que puede alguien ser dañado—. Tantos ciclos esperando y al fin lo obtendré. Tus padres nunca comprendieron lo que se necesitaba para reinar una nación como esta. Ella siempre tan amable y él tan condescendiente. Aceptando sin excepción todo lo que yo le decía y daba —su voz continuó siendo tan diplomática y educada que parecía imposible que me estuviera traicionando.
—Tú fuiste quién envenenó a mi padre con escander —le acuso sin duda de ello, mirándolo de la manera más despreciable que puedo ofrecerle. Uniendo las piezas.
—Una bebida extraordinaria para pertenecerles a seguidores ¿no lo crees?
Tiempo, solo requería de tiempo y paciencia para encontrar el momento justo en el que su sangre estaría lista para derramarse y la encontró aquel día en Teya.
—¡Maldito bastardo! —me arrojo a él sin pensarlo, aunque no llego ni a tocarlo, porque uno de sus guardias me sometió sujetándome del brazo, causando que me doblara de dolor, cayendo nuevamente de rodillas.
—Pero que modales son esos señorita Ofelia. Las traiciones sacan los peores modales en ti. La señorita Magnolia estaría avergonzada en estos momentos —sus palabras me encienden cuál fuego sobre pólvora.
—No te atrevas a poner su nombre en tu traicionera boca —Farfán únicamente se regocija tras vislumbrarme furiosa. Coloca sus brazos en la espalda, estudiándome como animal exótico le debo parecer.
—Pues esta traicionera boca como tú la llamas, convencerá y gobernará a Victoria. Contigo tal como lo planeé, el reinado de los Tamos morirá y conmigo, el de los Farfán nacerá.
—Este siempre fue tu plan. Tú convenciste a mi padre para que me quedara aquel día en lugar de mi madre y así ellos murieran.
—Cómo dije, el rey Claudio era un ser muy condescendiente. Solo bastó asegurarle que sería bueno para ti y no dudó ni un poco en aceptar. Los hijos suelen ser el punto débil de cualquier padre, sabes.
—Y Mika el tuyo o me equivoco -pronunciar su nombre me recuerda que ella también fue una mentirosa. René solo suspira tras escuchar el nombre de su adorada hija.
—Mi pequeña Mikaela. Poderosa sin duda alguna. La crié para ser lo que siempre debió ser: una reina. Sin embargo, tu hermano no parecía del todo satisfecho con la idea —leva su mirada hacia Ben con desprecio, aunque más con estupor—. Tus padres no habrían respetado la tradición de ofrecer el trono a la contendiente más fuerte y no importó cuanto se esforzó, Mika nunca pudo encantar al futuro rey como lo hizo tu madre. Claudio siempre hizo lo que Carina deseaba ¿sabes? Detrás de todas las elecciones del rey siempre estuvo ella.
—Pero ser la reina detrás de un rey no te era suficiente para tu apreciada hija o ¿sí?
—Algo me decía que Mika no sería elegida y entonces el plan de mi padre resurgió. Uno en el que te incluía —me sonríe cínicamente.
—Uno en el que muero -intercambio con rabia.
—Eventualmente sí, aunque jamás contemplé que Benjamín viviría a la explosión de El Celeste ¿Cómo carajo alguien sobrevive a ello? —se movió sorprendido como el resto lo hizo antes hacia mi hermano sometido por dos guardias suyos postrándolo de rodillas, así como yo—. Hola muchacho. Te pegaron duro ¿verdad? —lo tomó de la barbilla—. ¡Por toda Victoria! pero que te ocurrió en el rostro —se burla de la larga cicatriz que su ruin acto le causó.
—¡No lo toques! —advierto cuando intento reincorporarme.
—¿Aún lo defiendes? —cuestiona—. Intentó matarte y aún con ello le defenderás.
—Lo hizo por creer todas esas mentiras que atribuiste a mi persona.
Farfán se regocija ante el recuerdo.
—¡La reina que mató a su familia para ascender al trono! —sus brazos se extendieron ante el titular—. Y luego, tu "supuesta" habilidad, me otorgó justo la oportunidad que necesitaba. Le brindará credibilidad a mi mentira. Todos me agradecerán y nadie te extrañará. Escuchaste Beni. Tu hermanita es inocente. Ella solo quería protegerte y sacarte de aquí —por un instante supuse que Benjamín me miraría, sin embargo, su cara seguía agachada—. Imagina Ofelia, si tu hermano creyó la mentira, que no creerá el resto de Victoria.
—Por qué no me matas ya.
—Aun no, primero hay que eliminar a tu hermano.
—¿Cómo?
—Lo lamento querida, pero serás juzgada y encontrada culpable por traición a la corona tras crear a los rebeldes y matar en el proceso a tu familia. Tú serás la distracción -se acerca a mí cada vez que aclara su plan. Toma mi barbilla en un rose del que me alejo tan pronto surge—. Y es que en lo que tu cabeza rueda, Ben morirá de nuevo junto con todos lo que le vieron y de eso modo, sus muertes pasarán desapercibidas obteniendo el mismo fin que él, mientras Victoria renace. Ya se está llevando el plan de acción ¿cierto?
Su voz diplomática y estoica emergió en orden ante sus tres soldados en la sala.
—Así es Su Excelencia. Todos en este palacio que pudieron ver y saberlo perecerán. Temo que eso incluye al militar Octavius. Le vio y no pareció creerme mucho.
—Lástima, era fácil de convencer -no suena como si lo lamentara—. Lució feliz cuando le propuse que debía ser él quien te detuviera. Él creó la revuelta dentro de los fuertes que te quieren ver caer —me explica relajado como si esto fuera una conversación cordial—. Y ahora morirá sin saber a lo que ayudó a realizar.
—¿Qué hay de tu sobrino? ¿También lo matarás?
—Vamos, no finjas que te preocupa mi sobrino cuando te revuelcas con ese seguidor tuyo. No te mentiré, me deleité cuando escuché la noticia acerca de que Damián sería el General. Imaginé el poder tan cerca de mis manos perteneciéndole hasta que me percaté que él poseía cierto... aprecio por ti —lo pronuncia como si fuera repugnante que alguien me quisiera—. Fue entonces que presentí que mi sobrino se encontraría de vota tuya tal como lo demostró justo ahora tras ayudarte a escapar, sin éxito obviamente, así como el guardarse el secreto de la existencia de tu hermano de no ser que yo mismo observé las cintas. Créeme, el descubrir la traición de mi sobrino ha sido decepcionante.
"Confió en ti antes que en mí. Me mintió diciendo que entendía mis términos. Él en definitiva no es como mi hermana que cuándo le aconsejé que el comandante Marven era su mejor opción, ya que le amaba lo suficiente para no importarle que ella no lo hiciera, no dudo ni un poco en aceptar. Al fin y al cabo, padre ya tenía planes para ambos y ahora su hijo tendrá que pasar el resto de sus días en prisión o por lo menos hasta que comprenda que todo lo que hizo y lo que sintió fue irreal, creado por ti, aunque no sé si eso sea vida. Podría evitarle aquel dolor sentenciándolo contigo. Después de todo, creo que ya quedó claro de qué lado esta.
—¡Maldito bastardo! ¡Es tu familia! —espeto al mismo tiempo que me cuestiono qué clase de hombre. No. De monstruo, mata a su propia familia. Quisiera lanzarme y golpearlo, pero su guardia me sostiene para mantenerme hincada-. Maldito, mil veces maldito.
—Oh y todavía no has visto la mitad de lo maldito que puedo ser.
Es en ese momento que con una mirada le hace saber a aquel guardia que me agredió anteriormente, que enfunde de nuevo mi espada para posteriormente, atravesar el cuerpo de Ben, haciéndola adentrar por el estómago o vientre (no veo bien) de mi hermano.
Un grito ahogado se emite desde mi garganta ante ver como Benjamín se dobla de dolor después de la embestida. Un guardia me sujeta, mientras grito y lágrimas corren de mis mejillas por querer detener el acto.
—Alto Makeli —ordena Farfán. Y al fin es de mí conocimiento el nombre de aquel asqueroso fuerte—. Las cosas son así Ofelia: Todos morirán —me mira yendo directo hacia Ben—. Empezando por él.
Entonces le veo sacar de la funda de su cadera un revolver que apunta directo a la cabeza de mí hermano. Mis ojos se agrandan tanto que las lágrimas vienen de nuevo junto con la desesperación en el instante que las puertas se abren de par en par. Los presentes somos distraídos y sorprendentemente Octavius ingresa a la sala.
—Señores, temo que la reunión se acabó.
Después de eso, una detonación se hace presente. Octavius dispara a uno de los guardias que sujeta a mi hermano y éste cae. No yace muerto, pero si herido. Queda claro que Octavius no sabe usar un arma, porque su mano se gira hacia atrás levemente y pese que está cerca, no tiene buen tino, pero no importa, porque su detonación nos da la distracción correcta para que mi hermano se reincorpore estrepitosamente tirando de las esposas con toda su fuerza posible reventando la cadena para tomar la espada existente en la funda de Farfán y rajar un poco su carne.
Todos mienten y al parecer mi hermano lo llevó a cabo a la perfección al mostrarse débil o desequilibrado, porque quería parecerlo. Al igual que yo, Ben también buscaba su momento de atacar. La espada apenas rosa horizontalmente el abdomen de Farfán, aunque es más que suficiente para que se queje. Tiene miedo de mi hermano y no exagera, pues la furia del príncipe de Victoria se enfoca en él por completo. Sin embargo, Farfán es listo y saca un revolver que al parecer no detiene a mi hermano.
Y puede que Ben sea el ser más fuerte que haya visto, pero no es invencible sobre todo si en esta batalla hay revólveres, por lo que mi instinto de hermana se hace presente y le empujo. Apenas y se mueve por verme acercar, no por mi empuje, contemplando que podría llevarlo a cabo, siendo yo tan débil y él tan fuerte, pero al menos lo remueve lo bastante para que la bala no se destine a su pecho si no a mi brazo. Rosa apenas, aunque aquello duele y provoca que sangre, provocando la distracción idónea para que René se rezague hacia atrás, mientras más de sus guardias leales se adentran para protegerle.
—¡¿Pero qué haces?! —me grita Ben, colocando sus manos en mí por primera vez sin querer lastimarme.
—Intento salvarte —le espeto con una mueca tras el ardor emitido por el roce.
—Después de todo, seguirás insistiendo.
—Cada segundo, Beni. Cada segundo.
Su rostro se suaviza y nos miramos. Esta vez sin recelo ni resentimiento. Me parece que ya no me odia, si es que realmente lo hizo en el pasado. No después de lo que ha escuchado de la propia boca de Farfán. Dura poco nuestra reconciliación, porque más guardias entran a la sala pesé que también lo hace Damián y Eren que junto con guardias, nos muestran lealtad. Sé que dije que nunca me la permitiría tener de nuevo, pero la esperanza me alberga. Una que me aclama que aún podemos vivir.
—No la maten. A ella no. La necesito viva —grita Farfán y eso nos regresa a mi hermano y a mí al presente.
"Voy a acabarte"
Pienso mientras lo miro intensamente, sin embargo, Ben no va por el exgobernador de Teya sino se dirige a ayudar a Damián, Eren e incluso a Octavius. Yo dudo un poco. Quiero Matar a Farfán con demasiada intensidad. Mucho más que la de ayudar a esos hombres que regresaron para salvarme. Entonces, hago una clara elección. Le doy la espalda a René y me digo que su tiempo ya está contado.
De nuevo a la batalla que se da en el salón, visualizo a mi hermano que ya es empujado afuera de la sala por Octavius y sus guardias personales (solo la mitad de ellos) que sobrevivieron a las órdenes de Farfán. Es probable que aquello les haya hecho saber a qué lado inclinarse en estos momentos.
Pienso que mis suplicas ante Octavius fueron escuchadas, aunque deja solo a Damián y Eren con sus tres guardias para pelear. Al menos tengo una ventaja. Farfán me quiere viva, por lo que ellos no me matarán, pero sí pueden herirme, aunque para ser sincera ya estoy bastante dañada. Un guardia se destina a tomarme del brazo, pero me deslizo por el piso, así que quedo a unos cuantos centímetros de Damián que me ofrece su mano que tomo con entusiasmo.
—Creí ya no volver a verte —le digo agitada frente a él.
—¿Eso te decepciona?
—Jamás —sonrió y él ejecuta lo mismo, aunque esta se borra pronto por una pelea de espadas que comienza a tornarse en el ambiente.
Me adueño de uno de sus cuchillos en el cinturón y lo lanzo hacia un fuerte que le dispara a Eren. Voy hacia él y me hace un gesto de que se encuentra a salvo. Esto no es igual a las peleas que había tenido. Ellos son fuertes. Literalmente fuerte.
Un cuchillo en sus cuerpos es como clavar un tenedor en su mano. Duele, pero es soportable. Entonces se escuchan más guardias por venir. Bloqueo la puerta con un par de lámparas largas que acordonan el salón para que la manija no ceda. Eso solo nos dará segundos, pero serán bien aprovechados.
—¡Tamos! —grita Damián para que pueda lanzarme la espada que se me fue arrebatada minutos atrás.
Al fin. Un arma decente.
Al igual que yo, Eren no se inmuta en darle muerte a un fuerte. Él tira a matar a diferencia de los demás incluyendo a mi hermano que no desean acabar a los suyos, pero esta bien. No deseo que Ben conserve en su memoria algo así.
Pueda que ellos hayan sido entrenados militarmente, sin embargo, se les educó a no dañar a sus hermanos fuertes. Ellos no encuentran necesario matar si la oportunidad de escapar ya es visible, puesto que solo existen 3 guardias en la periferia de la persecución. Ben y Octavius ya se desvanecieron, por lo que voy atrás de ellos ante el grito de mi hermano pronunciando mi nombre. En ese momento el guardia que me besó y bofeteó, apunta su revolver a mi hermano. Su cabeza sangra al igual que su hombro debido a la batalla.
No lo pienso dos veces, empuño mi espada con ambas manos y con toda la fuerza que soy capaz de ejercer, la dirijo directo al brazo de aquel rebelde cortando por debajo de su codo. Su extremidad todavía con el arma entre sus dedos cae en el suelo en una escena terrible que me permito ver. Él grita de dolor arrodillándose con furia.
—Te juré que te lo arrebataría si te atrevías a posarlo nuevamente en mi hermano y yo... yo soy una mujer de palabra- le hago saber una vez que su rostro se gira en mi dirección con su muñón de brazo sangrando. Soy rápida y con mi pie lanzo el arma que levantaría del suelo.
A través de aquel guardia coloco toda mi rabia, vileza y dolor que he recibido en todos estos meses. Damián me toma del hombro quitándome del trance antes de que me decidiera a cortar la cabeza de aquel guardia.
—¡Vamos! —espeta Damián que por primera vez, no me mira con decepción tras haber cometido tal acto. Sabe que estamos salvando nuestras vidas. Comprende mi odio, pero aun así no me permito el tiempo de ver si muere o no aquel guardia, pues hay que avanzar.
En ese momento las puertas bloqueadas se abren. Más guardias entran, aunque nosotros ya estamos afuera de la sala. Eren obstaculiza la salida colocando con suma facilidad un gran mueble detrás de ellos ofreciéndonos segundos. Balas traspasan las puertas y una se destina a Damián en el hombro, apenas se echa para atrás. Corremos hasta que me emparejo a Ben que toma mi mano.
Es real. Mi hermano es real.
—El hangar está del otro lado —digo jadeando, mientras atravesamos los pasillos.
—Lo sé y tenemos que buscar otra salida, porque continuarán viniendo más soldados de... mi tío.
No hay tiempo para saber qué tanto de los planes de René conoció, contemplando que él está aquí conmigo, arriesgando su vida de la misma manera que todos. Existen cerca de 15 de nosotros. Bajamos las escaleras del oeste con soldados Teyanos pisándonos los talones cuando entonces vislumbro a Agustín y otros cuatro guardias sosteniendo en sus manos riendas de corceles.
—Comenzaba a preguntarme en dónde estabas.
—No me iré a ningún lado sin usted, princesa.
De alguna manera me las arreglo para sonreírle y sentir que de algún modo podemos lograrlo de no ser que las puertas del norte se abren en un estruendo espantoso que ilumina la desolada madrugada atrayendo nuestra total atención al evento.
—Están aquí —mi voz se escurre con un lamento de lo sabido y olvidado—. Los rebeldes están aquí.
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