𝒞𝒶𝓅í𝓉𝓊𝓁𝑜 𝟣𝟪
Volví al palacio con la ayuda de Faustino, el cual me acercó al rio Neagles que me llevaba directo a mi hogar. Debido al tiempo fuera, esperaba obtener de nuevo un regaño por parte de Damián con varios guardias buscándome e incluso a Magnolia angustiada, pero tras llegar nada de eso sucedió. No existió absolutamente nadie buscándome pese que yacía horas desaparecida, por lo que escabullí hasta los establos con cuidado, sin embargo, la voz de Rolan Llanos me sorprendió por la espalda.
—Comienzo a arrepentirme del día que te enseñé a salir de aquí —lancé un salto tras escucharle mirándolo tanto como él a mí sin ser capaces de articular una sola palabra de no ser que observé la cabeza de Agustín saliendo de la esquina del establo.
—Princesa ¿cómo salió de ahí? —señaló el establo.
—Por la puerta trasera ¿lo recuerdas?
Rolan se giró para mirarlo detenidamente.
—Cierto. Si, lo recuerdo —dijo feliz olvidando que existía solo una salida en el establo.
Ron ya no debía ocultarlo. Al menos no conmigo. Él era la razón por la que nadie preguntará por mí, pues se había encargado de decir y hacerles pensar a los guardias que yo estaba con ellos en el palacio todo ese tiempo gracias a su encanto como él lo llamaba.
Por un lado quise ordenarle que no usara su control en las personas, aunque por otro había sido justo esa habilidad la que me salvó de la clandestinidad. Tal vez debí darle un gracias, pero no se lo merecía, por lo que en lugar de eso solo me alejé de él encontrándome en el jardín oeste a la hermana de mi abuela.
—Kohath Gladiola —la saludé visualizando como le señalaba a Rita, una seguidora que trabajaba para ella, un par de flores para que las cortara, mientras que Sönden la seguía con una sombrilla para cubrirla de los tardíos rayos de sol—. ¿Qué haces aquí sola?
No era muy común vislumbrarla pasear fuera de la propiedad ni mucho en esa zona considerando que era difícil moverla con aquella silla de ruedas que le acompaña siempre pese que fue por ella que se implementaron ascensores en toda la propiedad.
—No estoy sola. Ahora tu yaces a mi lado, nonelly.
Por lo general solía llamarme de esa forma, que en uno de los tantos idiomas antiguos se traducía como "dulzura" pues de pequeña acostumbraba pedirle caramelos como obsequio en mi festejo, mientras yo la llamaba Kohath que significaba "abuela" ya que ella temía herir a su hermana sí es que sabía que yo le consideraba como tal y en cuanto a mí, le temía porque simplemente mi abuela era temible.
Ambas compartíamos aquello. El amor a los dulces y el idioma Nigtlares. La señorita Magnolia me había obligado a aprenderlo junto con otros tantos, mientras que ella lo hizo de manera autodidacta, ya que ante su prematuro impedimento para caminar, se refugió en la lectura y floricultura.
—Ilonea no debe tardar. Le dije que a nuestra edad servirse doble plato era un error, pero ¿acaso me escuchó? No verdad y mirara ahora —comencé a reír tras tal ventile de su servil doncella pese que aquel termino tendiera a verse absurdo ya que su "dama" posee 61 ciclos, pero ya que le ha acompañado poco más de treinta ciclos, bien se volvió acreedora a aquel título—. La cuestión aquí es ¿de dónde has salido tú? —su cuello se levantó hacia más allá de mí, seguido de prometerle que no revelaría su confesión cuando ella vuelva al jardín.
—Del establo, tía Glad. Me relaja visitar aquellas bellas criaturas relinchantes.
—Te entiendo.
Su mirada se perdió en aquellos arbustos rebosantes y flores coloridas que nos rodeaban con sumo anhelo otorgando un resople en el que el deseo de haber tenido más de lo ganado le aborda, pues aún en sus mejores días esa mirada triste jamás le abandonaba el rostro.
Supongo que el hecho de haber perdido a sus padres de manera prematura el mismo día que perdió la posibilidad de caminar, así como el contraer matrimonio, formar una familia o simplemente no depender de alguien para ir a donde ella desease nunca le abandonó. Solo tenía 14 cuando sucedió aquel terrible terremoto en Santiago que cambió la vida de los Veraren tal y como sucedió con mi familia y conmigo.
—Enviaré unos cuantos brotes al invernadero. Ves esas motas rosas —asenté visualizando las azules flores—. Ese era el tono real de estas corbelias antes de que el virus las modificara a este ligero azul. Siempre me ha intrigado la forma en la que la flora consiguió modificarse sin alterar en daño a su ADN a diferencia de la fauna y de nosotros, por supuesto.
—Pues yo lo agradezco.
La razón por la que mi régimen alimenticio sea vegetariano es que por fortuna las hortalizas, leguminosas, verduras y frutos frescos o secos habían conseguido adaptarse de tal forma que pudieran consumirse sin riesgos algunos tanto a seguidores como para mí.
—Y dónde está tu mozo Lucas. No debería estar remplazando a Ilonea considerando que ella yace un tanto indispuesta.
—Es su día de descanso. También lo merece ¿cierto?
Dudé que tuviera ese tipo de consideraciones con sus empleados seguidores, por lo que solo alce los hombros en afirmación metiendo las manos en los bolsillos.
—Y mi abuela ¿también está en su día de descanso?
—Nonelly -su voz me reprendió.
—Lo siento, Kohath.
No era del todo un secreto que la gran reina madre, Rebeca Viraren tenia por amante a Lucas, el mozo de su hermana. Debí enterarme de ello cuando poseía 11 ciclos, mientras jugaba escondidas eternas con mis hermanos. Esa tarde me oculté por detrás de uno de los cortinales de la sala de arte del palacio para descubrir la mano de mi abuela sobre la mejilla de Lucas después de haberla hecho reír genuinamente. Cosa que definitivamente solo conseguía él. Por supuesto que corrí a contárselo a mi madre que me hizo prometer no volver a repetirlo por mi padre, así que sí a esas alturas estaba enterado, no lo supe.
En realidad no me molestaba. Mi abuelo Dafniel no era una buena persona, por lo que supongo que de esposo también poseyó severos defectos y sí aquel fuerte le ofrecía paz y felicidad, me alegraba, pero el hecho de que me exigiera tanto como me reprendía si es que cometía algún error por no seguir las reglas me enfadaba, pues consideraba aquello como una doble moral, sin embargo tía Gladiola era cinco ciclos mayor que la abuela, por lo que defender a su hermanita era un acto meramente impulsivo y la respetaba lo bastante como para no juzgar a mi abuela Rebeca.
—Ven, volvamos al palacio ¿te gustaría ver cómo han crecido mis pequeñas?
—Me encantaría —amé su hábil encanto para cambiar el tema cuando todo se tensaba—. Vamos Kohath. Mis manos no se caerán si te llevó hasta allá mientras tú sostienes tus nuevos brotes. Ellos ya te han ayudado bastante. Déjalos que vayan a beber algo de agua en las cocinas -tía Gladiola refunfuño un poco, pero accedió a que Rita y Sönden se marcharán, siendo capaz de ver el agradecimiento de aquel par en la mirada, pues el cálido sol ya les había hecho sonrojar la piel-. Además, así podemos hablar en plena privacidad.
—Solo si me cuentas porque luces como un chico —habló mientras la llevaba al ascensor más cercano que nos introduciría al palacio—. No piensas vestirte así en la sesión de mañana o ¿sí?
—Ni siquiera sé que decir, Kohath.
—Mientras no viertas el estómago frente a ellos todo está bien.
—¡Solo fue una vez! —exclamé mientras ella reía—. Y tenía solo seis ciclos.
—Siete, nonelli. Siete y fue asqueroso.
—En ese caso... consideraré todo un triunfo sí consigo decir "Bienvenidos, tomen asiento" sin que ellos recuerden que la última vez que hablé, causé un estallido a una vieja obra que aceptaron financiar —mi tía abuela no tuvo como consolarme ante ello.
Naturalmente no pude dormir del todo aquella noche. Ya fuera por la reunión mensual que cedería o por las cosas habladas con aquella desertora (como se hizo llamar) que estremecía mis entrañas. El verme frente al espejo con un vestido tenuemente rosado, el que en realidad no era exactamente uno de mis colores preferidos ya que poseía una mala experiencia con ese tono, consiguió solo estresarme más.
La primera vez que lo hice lucia nerviosa e inexperta, aunque en ese instante solo pondría atención y escucharía sus informes sin dejar de recordarles mi presencia, ya que por segunda ocasión asistiría a la junta mensual.
—Estas evitándome —escuché decir a Rolan antes de que las puertas de la sala de juntas se abrieran. Su voz susurrante me detuvo un segundo haciendo que su pecho colisionara contra mi espalda.
Era cierto, estaba evitándolo. Mi mente pese que se envolvía en una bruma espesa ocupada por los recientes eventos, Rolan era el inicio de esa cadena trágica puesto que todo comenzó por él, por hacerme creer lo que no era e ir a Xelu y conocer al Fuego Blanco y los desertores.
—Lo siento princesa —la disculpa de mi mentiroso real me despertó del pasado para descubrirle con la mirada baja ante tal insolencia suya regresando a su posición junto con los guardias fuertes de testigos. Y pese que era cierto, no existía tiempo para pensar en él aquel día pese que bien podía ser la solución para que esa joven de nombre Vanss sincerara sus intenciones.
—Mis altísimos señores, espero que estén pasando una buena estancia la de esta mañana. En ausencia del Rey Claudio Tamos, yo presidiré esta audiencia, tomen asiento —mientras lo hacíamos llegué a escuchar la voz del gobernador Borja dominar la sala.
—El rey esta ¿indispuesto?
Su tono no era de preocupación, considerando que no era un secreto el gusto de la bebida del rey y que por ello descuidaba a la nación. Todavía no había logrado ni sentarme cuando su cuestión llegó. Su comentario provocó que me levantara, aunque mi enojo fue remplazado por una sonrisa tras ver como todos apunto de sentarse, se reincorporaron ante mi arrebato. Recordé lo que mi padre me dijo. Tenía razón, fue divertido verlos. Volví a tomar asiento antes que el resto me siguiera con más seriedad.
—Su Majestad se encuentra perfecto, gobernador Borja. Gracias por su preocupación. Es solo que mi padre considera que es adecuado que esté presente en estas audiencias debido a mis nuevas obligaciones.
—Con todo respeto princesa, pero acaso el rey no considera importante esta audiencia.
—Por supuesto que lo hace mi señor, sin embargo, tienes otros deberes que solo un rey puede conocer, con todo respeto —supó tan bien regresarle su frase tanto que mi tío Mendeval y el señor Farfán sonrieron queriendo aplaudir mi hazaña, mientras que Borja solo calló no queriendo contradecir a su futura reina.
La mayoría de la junta pasó desapercibida llamándome la atención algo que pronunció Uriel Wendigo gobernador de Palma, siendo que pedía la aprobación de un incremento presupuestal para el arreglo del hospital científico que fue dañado por una fuga de gas deshabilitando varias salas y pisos superiores correspondientes en el desarrollo de virología e investigación que en realidad era en lo que se centraba la instalación, ya que los fuertes no solían frecuentar.
No era común que los fuertes se enfermaran por virus que causaran infecciones o fiebres altas. Además sus heridas sanaban con rapidez. Dónde ellos veían un tema insignificante yo lo hacía como un posible atentado de los rebeldes, así que guardé la carpeta para revisarla más tarde. Después de otro comentario de Wendigo una sonrisa y un resopló me invadió.
—¿Qué le ha causado tanta diversión, princesa?
—Nada, supongo que debe trabajar muy arduo mi señor como para querer añadir más a sus descansos ya oficiales cedidas en verano, primavera e invierno junto con las esplendorosas reuniones semanales alado de sus nobles y extranjeros aledaños que de seguro no debe perderse. Apuesto que trabaja tan duro como cualquier seguidor de su gobierno en las minas ¿no es así?
—Mis ciudadanos pueden resistir eso y más. Gobernar es extenuante Su Alteza Real, pero que puede saber usted de mi gobierno —su reto fue aceptado junto con mi sonrisa cordial colocando mis codos sobre la mesa y unir mis manos para empezar.
—Palma: actividad principal, las minas de cristales carbón y hierro para armamento en forja, combustión y múltiple tecnología. Sus tratados con la nación de Libertad desde el ciclo 749 le otorga el 43% de las ganancias totales de su gobierno. Población: 74 mil 800 en el último censo de los cuales 53% de ellos, son seguidores.
"Santiago: tiene en su poder el control y educación de nuestra gente con la guardia negra. Posee la principal generadora de combustible que abastece la nación. Su población es de 78 mil 7 habitantes de los cuales 49% son fuertes.
Lorde: posee el senado que rigen todas las leyes de Victoria con la base de datos de cada individuo en todas estas tierras. Su población es de 99,473 mil con un porcentaje de 59 en habitantes seguidores, siendo la mayoría colocados en sus abastecedores sembradíos y la hidroeléctrica.
El gobierno de Teya tiene la estación central eléctrica principal la cual provee el 71% de la electricidad total de toda la nación que alimenta a las subestaciones de cada gobierno contando también con la mayor manufactura de producción que poseemos debido a sus industrializadas zonas. Su población consta de 109 mil 560 habitantes con el mayor porcentaje de seguidores en toda la nación siendo este de 73% y el resto ya lo saben.
Y Marina, el cual provee a esta nación el reclutamiento seguidor de la guardia azul. Envía sus embarques de extracción oceánica los cuales se distribuyen en todo el continente debido a su extensión manteniendo relación extranjera con la nación de Los Austria. Su población actual es de 137 mil 984 habitantes de los cuales solo el 30% son fuertes y el resto seguidores.
Sin olvidar La Capital y sus grandes sembradíos. Son los más grandes de toda Victoria me lo parece, el cual lleva a cada rincón la materia prima o fruto que disfrutamos cada mañana tarde y noche. Su extensión es pequeña, pero su población no y pese que el 69% es fuerte el resto del porcentaje de los habitantes son los que se encargan de mantener en servicio y orden mis tierras. Ahora dígame señor Wendigo de todo lo que espete que fue lo que realmente escuchó"
La cámara de reunión se había silenciado dándome la apertura de hablar de nuevo.
—Sí, estoy segura de que no escuchó que en todos los gobiernos la población de seguidores está cerca o superados del 60% lo que quiere decir que por cada fuerte nacido hay 3 seguidores. La cantidad suficiente para derrotarnos y sí usted decide darles más horas por menos monedas sabrá bien lo que sucederá: rebelión, guerra, muerte. Rebeldes queriendo sublevarse ante nosotros y ver arder la corona.
Mis palabras enmudecieron a todos excepto al gobernador Wendigo.
—Que lo intenten. Tal vez ya hace falta ofrecerles de nuevo otra pequeña exterminación —Borja y Úgalde rieron ante el pensamiento, pero Farfán los interrumpió.
—Esta bromeando, princesa. Me parece que el gobernador de Palma no ha leído lo suficiente como para saber que subestimar es un terrible error —eso hizo que la sonrisa de Uriel Wendigo se borrará y yo se lo agradeciera con un gesto que él respondió de misma manera.
—Temo que la sesión de hoy ha terminado. Disfruten del banquete que se ha elaborado en su honor. Las enmiendas serán leídas y resueltas por nuestro rey con la mayor prontitud posible.
Todos se retiraron ante la promesa a mi tío Orlando de ir con él en minutos. Me quedé sentada y agotada con mis manos en mi cara pensando en la sesión y en las palabras de Vanss con respecto a los rebeldes y aquel posible fuerte que nos estaba traicionando. No podía confiar en nadie excepto en mi padre, por lo que en cuanto llegara le explicaría todo lo que había averiguado. Estaba dispuesta a sacrificar aquellas escapadas en La Capital sí con eso se lograba indagar a una verdad concisa junto con un regaño de mi padre incluido.
—Soldado Agustín —grité y vino de inmediato—. Vaya y busque a mi doncella Ana. Hagala venir lo más pronto posible.
—Así será, princesa.
—Hemos estado esquivándonos esta mañana, Ana —comencé a decir una vez que ella se postró frente a mí—. Es como si estuvieras avergonzada lo cual sería incorrecto, siendo que fue mi culpa que yacieras en la estancia médica.
—No mi princesa. Usted me protegió. Perdóneme si he sido insolente. De verdad perdóneme —de todos los que quería que se disculparan conmigo ella era la que esperaba que no lo hiciera, contemplando que ocupaba su vida fuera de estos muros, sin embargo, lo hizo.
—No te disculpes conmigo. Todo esto fue culpa de ese bárbaro. No sabía lo que sucedería al obsequiártelo ¿Cómo te encuentras ahora?
—Bien, Su Alteza —me proporcionó una sincera sonrisa—. La doctora del palacio me dijo lo que usted hizo por mí.
—Era lo menos que podía hacer por ti —después de un silencio decidí comentar la razón para solicitar verla—. Permíteme informarte que tu familia se encuentra bien.
—¿Cómo puede saberlo? —sus ojos brillaron en cuanto los mencioné.
—Bueno, tengo mis contactos. Además, recuerdo que mencionaste que tu hermano menor era muy listo ¿Crees que a Mateo le guste este lugar? porque pienso que a la doctora Mirna no le molestaría tener otro aprendiz a su lado.
—¿H-habla... enserio? —asenté—. Eso sería... no sé qué decir.
—Espero que digas que si.
—Oh princesa, gracias —se arrodilló frente a mi estorboso vestido tomando mis manos para besarlas.
—¡Alto no! no hagas eso —quizás usé un tono muy fuerte contemplando que se alejó de mí tan pronto como lo espeté.
—Lo siento.
—Olvídalo. Solo no lo hagas de nuevo.
"No lo merezco" me dije internamente porque todo eso que le ofrecía era a cambio de mi sentimiento de culpa por usar su vida.
Tras pasar del medio día, mi estómago pedía con urgencia un alimento, pues no había consumido nada desde que desperté. En la sala había todo un banquete que bien podía saciarme, pero tener que lidiar de nuevo con el gobernador Borja y Wendigo y funcionarios me revolvía el estómago, causado por los nervios de tener que ser complaciente y autoritaria de nuevo así mejor decidí ir primero con la doctora Mirna para avisarle de su nuevo recluta.
Después de ello cambiaría aquel vestido por unos pantalones, sin embargo, acercándome al área sureste del palacio me encontré al personal movilizándose descubriendo que la enfermería yacía vacía exceptuando por los aprendices seguidores. Les pregunté la razón, pero no supieron que decirme, por lo que tras regresar al área norte noté por uno de los ventanales, un jet aterrizando. Este no era de los gobernadores o en ese caso estarían despegando, sin embargo, lo reconocí puesto que lo vi partir hace dos días: mi padre.
Él debió haber llegado por el atardecer y no en esos momentos. Algo andaba mal. Lo presentí. Con un nudo en la garganta recordé las palabras de Vanss acerca de que los rebeldes no esperarían tanto tiempo para la destrucción de la nación.
Mi padre. Ellos atacarían a mi padre.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro