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No Confío En Ti

Su primer aliento al despertar fue el peor.

Tosió de forma brusca, sintiendo como si estuviera ahogando, cerrando sus ojos con tanta fuerza que apenas podía percibir sus otros sentidos, sin saber en dónde estaba o el porqué hacía tanto frío.

Tras tres largos y casi eternos minutos el héroe de azul pudo tener un respiro, inhalando y exhalando profundamente mientras pequeñas lágrimas involuntarias escapaban de sus ojos, nublandole la visión.
Jadeó roncamente, limpiando su nariz con el dorso de su mano enguantada, secando sus lágrimas de un segundo a otro en lo que veía a su alrededor, notando una espesa niebla blanca con tintes negros. Sintió la tierra bajo él, húmeda, fría y tumultuosa, adhiriéndose no solo a sus guantes si no a sus piernas y posaderas.
Hizo una mueca de disgusto, levantándose rápidamente para sacudirse, agitando agresivamente sus manos para liberarlas de los rastros de tierra, palmeando sus piernas y posaderas después, limpiandolas superficialmente hasta dejar de sentir aquellos cúmulos de tierra adheridos a su piel.

Volvió a su mente la ignorancia de su ubicación. ¿Cómo había llegado aquí? ¿Por qué aún cuando miraba hacia arriba no podía ver ni sol, ni estrellas, ni luna, ni nada que no fuera un denso techo de niebla, niebla que ascendía hasta las copas de los árboles secos a su alrededor. Parecía ser que estaba en lo que algún momento fue un bosque, un bosque marchito, abandonado y con más muerte que vida.

No se sentía cómodo, estaba acostumbrado a ubicarse en lugares más amenos, más cálidos, más coloridos y vivos que ésto.
Incluso por su vasta experiencia podría creer firmemente que éste sitio no era real, sería imposible ¿No? Aún si fuera un bosque costero siempre habría la posibilidad de que la humedad diera como fruto algún tipo de vegetación a los alrededores, y sin duda la niebla no sería tan infinita en ninguno de los cuatro puntos cardinales, ni de arriba para abajo.
¿Sería este el conocido sentimiento de valle inquietante del que su colega solían hablar tanto?

Estuviera donde estuviera sin duda encontraría el camino para llegar a casa, todos los caminos llevan a Roma ¿No? Sin duda encontraría su hogar en cuestión de horas usando su súper velocidad, sí... ¿Pero por qué sentía que esa no sería la solución?

Sus orejas se alzaron atentas al percibir el particular sonido de lo que podrían ser pisadas acercándose a su posición, genial, sin duda sería un ser vivo que podría ayudarlo y darle indicaciones para guiarse mejor ¿Podría ser Amy? ¿O Tails? Incluso Knuckles o Shadow le servirían por hoy, quizás podría tratarse de un simple aldeano o de una linda campesina de la zona, cualquier persona que pudiera estar ahí con él le haría sentir mejor de lo que estaba ahora.

La silueta se fue notando cada vez más entre la niebla, viéndose como una sombra creciente que paso a paso acentuaba su presencia. Empezó como una silueta común, luego se notaron sus altas orejas, cuatro pasos después logró ver su alargada cola menearse al son de su andar y para cuando fue demasiado tarde reconoció sus garras, ojos y hocico alargados.
Oh no...

— ¿Disfrundo la vista, Sonic? —pregunta pedante aquel chacal de melena blanca y orbes bicolores, observándolo con una sonrisa que inspiraba desconfianza en todo aquel que pudiera verla.

— ¿Infinite...? —susurró el de azul, retrocediendo ligeramente tras notarlo, con sus espinas y piel erizandose por el disgusto que le provocaba el solo verlo frente a él— No, ésto no... ¡¿Qué carajos haces aquí!?

— Lo mismo que tú —responde, reduciendo notablemente su sonrisa, suavizando su mirada, colocando sus manos detrás de su espalda en lo que avanzaba hacia él.

— ¡Ja! Pues buena suerte averiguandolo —advierte, colocándose en posición para pelear—, porque ni yo tengo idea —remata, tomando impulso de una zancada para así ir directamente hacia él, preparando su puño para darle una golpiza que jamás podría olvidar, una que pudiera acompañar a esa fea cicatriz que atravesaba su ojo derecho.

El mayor de los dos vuelve a sonreír ampliamente, esquivando el ataque del más joven en un parpadeo, logrando confundir al de orbes esmeraldas quien tras fallar con su objetivo cae de bruces contra el suelo, rodando un par de veces antes de clavar su semblante contra la tierra.

— ¡¡Hijo de...!! —brama tras escupir la tierra que había tragado, lanzándose contra él en un feroz spin-dash donde sus espinas se tensaban y se abrían para provocar mayor daño al rival de aquella inesperada contienda.

El chacal de pelaje azabache logra predecir sus movimientos, esquivandolos con la misma facilidad con la que podría esquivar una pluma descendente del firmamento, sintiéndolo... muy lento.

Los intentos son infinitos, pero la energía tiene un límite.

Aún cuando Sonic intenta dar lo mejor de sí con golpes y patadas simplemente no consigue rozarle un solo cabello de su ser, siendo esquivado y atacado en los momentos donde se le notaba más perdido, decorando su cuerpo con golpes, moretones que al cabo de los minutos se iban oscureciendo más hasta abrirse, con la piel rompiéndose hasta sangrar, sin que ésto represente un verdadero problema para el héroe quien audazmente sigue intentando, ignorando el ardor de las cortadas que resienten la sensación del aire o la tierra contra si mismas.

— Basta ya —sentencia secamente el mayor de los, tomando el brazo del joven, jalandolo, inmovilizandolo para fríamente propinarle un rodillazo contra el estómago, sacándole el aire para acto seguido patearlo en el pecho, lanzándolo a dos metros de donde estaban.

Las piernas del héroe de azul tiemblan, sus ojos se ven desorbitados y su boca semiabierta entre los jadeos emana un hilo de sangre que baja por sus mejillas hasta dar con su cuello.
Difícilmente logra posar sus manos sobre su estómago, intentando sobarlo para que el dolor desaparezca de una vez por todas, recordando con fe lo que Amy le decía cada que había un dolor que no podía soportar, intentando verle el lado bueno a ésto, intentando creer que aún podía ganar la pelea, intentando...
Intentando no gritar por el dolor solo para no darle más poder a ese maldito por verlo sufrir.

— Lo siento, ¿Acaso rompí tu orgullo? —bromea el más alto, recibiendo gruñidos y miradas furiosas por parte del erizo que vacilante intenta levantarse de su lugar— Vaya, no te recordaba así de fuerte.

— ¡¿Qué es lo que quieres?! —jadea desesperadamente, intentando respirar en lo que sisea por las oleadas de dolor que aún recorren sus nervios, buscando si en algún momento tras todos esos veinte años hubiera algún antecedente de un dolor similar a este.

— Solo quiero hablar —camina hacia el, con su sonrisa desvaneciéndose, con sus emociones esbozando rápidamente un semblante serio y calmado.

— ¿¡Hablar!? —sonríe burlescamente hacia él, liberando una risa en el proceso— ¡¿Es en serio?!

Sí, sin duda ya iba a confiar en tener una charla con el tipo que había dedicado casi una hora a humillar sus habilidades, seguro iba a confiar en hablar con un ser sombrío y aliado de Eggman, sin duda confiaría en el sujeto que lo secuestró por seis meses, o más...

— Hablo muy en serio, Sonic —respondió, deteniéndose frente a él, con sus manos firmes tras su espalda—. He venido buscando una alianza, de ser posible un perdón.

Vaya osadía.
No había visto a nadie tan osado como él desde que era un niño inocente e ignorante que creía que su vida sería perfecta y pacífica en las praderas...
El chiste se cuenta solo.

Quizás sería el chico que resuelve todo hablando, pero no por eso sería el chico que es ciego e idiota ante los que no merecen su misericordia.

— ¿Y tu nieve de que la quieres? —burla, con el chacal alzando una ceja, confundido. Río, ensanchando su sonrisa— ¿Sabes cuántos locos me encuentro a diario buscando que los perdone por los genocidios que hacen a diario? Todo para que no les dé una lección que puedan lamentar... Eso no va a pasar —afirma, reuniendo fuerzas para levantarse, limpiar la sangre de la comisura de sus labios y verlo fijamente a los ojos, tomando posición para ir por ese segundo round—. Olvídalo, Infinite. Pero de todos a los que podría perdonar eres el último en la lista.

El más alto agacha la mirada, mordiéndose duramente el labio inferior, forzando una sonrisa maniaca que procura no mostrar solo para que el erizo no sea capaz de saber lo que se cruza por su mente.

— Soy bueno, Sonic —habla suavemente, buscando una última oportunidad para no llegar a las últimas consecuencias—, de verdad.

— Bueno para ¿Qué? ¿Engañar? ¿Dar palizas? —negó radicalmente con la cabeza— No, no. Me tienes harto.

Nadie puede decir que no lo intentó por las buenas.
Ahora solo quedaba la parte difícil.

Tras alzar su mirada hacia el de azul se precipitó, propinándole una patada en la mandíbula, logrando alcanzar al joven de azul antes de que este pudiera siquiera moverse a un lado y evitar el golpe, recibiéndolo en su totalidad, con su mandíbula crugiendo por el impacto, tensando su cabeza hacia atrás, liberando un alarido de dolor, clavando sus dientes sobre su lengua hasta hacerle sangrar, aturdiendolo.

El erizo cayó contra uno de los árboles secos mismo que al encontrarse débil y hueco por dentro cedió ante el impacto, rompiéndose, sin ofrecerle un soporte con el cual detener su viaje hacia la tierra nuevamente.

No podía creerlo. Ahí estaba ese dolor punzante otra vez ¿Le habría roto la mandíbula? ¿O quizás un diente? Su lengua despedía un sabor metálico asqueroso y espeso, con ese mismo líquido carmesí fusionándose con su saliva, escapando por sus comisuras. Más preocupado que avergonzado dió prioridad a cubrir su boca, manchando en el proceso sus antes guantes de blanco, nervioso, necesitaría un doctor pronto, no podría recuperarse de ésto solo, no ésta vez.

— Me apena que hayamos tenido que llegar a esto —Sonic alza su mirada hacia Infinite, temiendo que fuera a darle otro golpe, viéndolo acercarse paso a paso, como si disfrutara el verlo nervioso por lo que pudiera hacer, teniéndolo en la palma de su mano como aquel día en el que lo venció y separó de sus amigos, su familia— pero no me dejaste otra opción —asegura, posando su pie contra el pecho del de orbes esmeraldas, presionandolo con fuerza.

El erizo de tez blanca jadea adolorido, liberando su boca del escondite entre sus manos, moviendo éstas hacia la pierna de Infinite, intentando levantarlo, sin tener la suficiente fuerza para hacerlo, alarmandose con cada segundo que sentía su oxígeno disiparse, sin querer perder contra él por más débil que se sintiera.

El de orbes bicolores observaba a su presa con suma atención, fascinando por ver cómo luchaba por apartarlo, removiendose debajo de su pie, rasguñando su pierna y dando patadas al aire que no lograban rozarlo ni por error, siendo la completa imagen de la vida, la energía y la lucha por sobrevivir...
Patético.

Se agachó, aumentando su presión sobre el pecho del cobalto, inmovilizando sus brazos con sus garras, viéndolo jadear, escuchando su corazón latir por el miedo y la rabia mezcladas en aquel singular momento, tan indefenso, tan inútil, tan perfecto para sus más oscuros deseos.

— Ya no eres tan poderoso, eh Sonic —susurró con voz ronca y profunda a la oreja del joven, procediendo a morderla con brutalidad, como si pretendiera arrancarsela.

El de zapatillas rojizas libera un quejido, sintiéndose asqueado por la acción del azabache, gruñendo en lo que intenta separarse, dispuesto a cortarse la oreja para escapar y librarse de ésto, no la necesita, tiene otra de todas formas, podrá sobrevivir  y tener una vida aún si lo hiciera.

Los labios del de tez blanca se dirigen a los del de azul, uniéndose forzosamente en un frenesí despiadado y desagradable en donde saborea gustoso la sangre que emanaba de su lengua, mezclandola con su saliva, deleitándose ante el ardor y asco que recorría al más joven por repasar tan grotescamente sus heridas mientras que el héroe grita y se remueve debajo de él, intentando usar toda su fuerza para quitárselo de encima y matarlo de una vez por todas, sintiendo como la sangre liberada por la mordida en su oreja va escapando por la piel abierta, recorriendo de forma cálida la superficie que ahora se tornaba fría, manchando su semblante de carmesí, inhabilitadole su uso por un tiempo, aturdiendolo por el dolor.

Es una pesadilla, el chacal sigue moviendo su lengua dentro de la boca de Sonic y este en venganza la muerde con fuerza, como si pretendiera arrancarsela, degustando parte de su sangre en el proceso, sin lograr hacer que el más fuerte y alto se separe, sin lograr que libere un solo suspiro, queja o chillido...
Excitandolo más.

— No recordaba que fueras tan agresivo —ríe, relamiendo sus labios, cortando el hilo de saliva y sangre que unía sus dos bocas, con notables marcas de mordidas y cortes que no parecen importarle—, sabes muy bien.

Sonic no deja de luchar, aprovecha que su agarre a disminuido y busca tomar ventaja, enderezandose momentáneamente solo para verse venido abajo una vez más después de que el orbes de azul y oro tomase sus piernas desde sus tobillos y las alzara hasta la par de sus hombros, aprovechándose de su flexibilidad, haciéndole perder el equilibrio, quitándole todo el control de su cadera para abajo.

— ¿¡Qué...!? —chilla, removiendose de lado a lado, forzando sus piernas para liberarse del agarre del monstruo sobre él, respirando de forma agitada, rasguñando la tierra alrededor de él, sin poder controlar la adrenalina que siente, sin poder crear un plan que lo ayude a dar la vuelta a ésta situación.

— Me pregunto si todavía serás virgen...

El de tez melocotón se tensa, su mente se torna en blanco y todos sus esfuerzos se detienen por un momento.
Segundos más tarde su respiración se acelera, teniendo un subidón de adrenalina, con su pecho subiendo y bajando agresivamente sin tomar en cuenta las heridas internas, sumamente horrorizado.
No, no pudo escuchar eso, no, las palabras que salieron de su boca no pudieron ser reales, no, no podría pasar lo que claramente sí iba a pasar.

Aquel ser de vetas blancas en sus costillas y pelaje negro como la noche acarició minuciosamente su entrepierna, despertando en ésta un pene erecto palpitante y en la espera de la acción, un pedazo de carne del tamaño del torso de Sonic en comparación, grueso, firme y desbordante de semen.

El joven de veinte años tiembla, inclinando sus orejas hacia atrás, con su cola escondiéndose entre sus piernas en un último intento por proteger lo último que le quedaba después de su dignidad y orgullo.
Él no sería capaz, él no llegaría a ese nivel, él... Él no sería tan despiadado ¿Verdad?

Sin darle preparación alguna, sin pararse a preocuparse por sus sentimientos o comodidad fue metiendo su pene dentro de la entrada sonrosadanente expuesta de Sonic, atravesandolo por completo, abultando su vientre, separando agresivamente sus piernas, liberando un jadeo ronco y placentero tras dar con el límite de su cavidad, con el héroe azul liberando un alarido profundo desde el fondo de su garganta, con las lágrimas acumulándose en grandes cantidades entre sus ojos hasta desbordar y caer por sus mejillas carmesí como cascadas, arqueando su espalda ante la punzada de dolor que se extendía desde su culo hasta su espina dorsal.

La sensación no podría ser más perfecta o placentera para Infinite. La forma en la que el recto de su rival apretada su verga lubricada por su sangre era conmovedor, casi un alivio, de haber sabido que así se sentía habría aprovechado de mejor forma todo el tiempo que lo mantuvo en cautiverio con él.

— ¡¡Basta!! ¡¡Basta, por favor!! —ruega, tirando a la basura su orgullo, derrochando la loca dignidad que le quedaba, con el dolor recorriendo todo su cuerpo, siendo mayor al que había sentido antes con el golpe en el estómago y el golpe en la mandíbula, ésto era diferente, se sentía horrible, como una pesadilla— ¡¡¡Haré lo que pidas!!! ¡¡¡Solo-!!!

— ¡Lo que pido es que cierres la boca! —comandó, propinándole una dura calletada en la mejilla, callandolo a mitad de la oración, asumiendo aún más su control sobre él, sin sentirse mal por su llanto.

Simultáneamente empezó a moverse dentro de él, con sus caderas marcando un ritmo de adelante hacia atrás, haciéndose un espacio a la fuerza entre la estrecha y ya no tan virgen cavidad interna del héroe de azul, escuchándolo gritar y quejarse por el dolor de esto, aumentando su placer.

Soltó sus tobillos, encimandose por completo en él, impidiendo definitivamente que sus piernas tuvieran alguna oportunidad de cerrarse, balanceando su peso hacia el frente en lo que volvía a robar el control de las manos del erizo, inmovilizandolas por encima de su cabeza, aumentando el ritmo de sus embestidas, yendo cada vez más profundo, sin importarle cuánto dolor pudiera causar, sin pretender sentirse mal por los alaridos y lloriqueos del más joven debajo de él, velando solo por su placer, por lo que había venido en primer lugar, por lo que lo había llevado hasta aquí en un principio.

— ¡¡¡AMY!!! ¡¡¡TAILS!!! ¡¡¡KNUCKLES!!!! —gritaba a todo pulmón, viendo desesperadamente a los lados, ahogándose en sus lágrimas y desesperación, sintiendo como su vientre se abultaba y las heridas dentro de él ardían por el constante frenesí de la polla del maldito que ahora abusaba de él— ¡¡¡¡AYUDA!!!! ¡¡¡ALGUIEN, POR FAVOR!!! —suplicaba, sin dejar de luchar, lastimandose más en el proceso, deseando escapar de alguna forma.

— Nadie va a salvarte ahora, Sonic —habló, obligándolo a verlo a los ojos—, solo somos tú y yo —insistía, frotando su pelvis contra el culo del de tez melocotón, cuidando cada detalle en la evolución de un rostro que pasaba de mostrar ira a revelar agonía y miseria.

El tiempo era una ilusión, una ilusión convertida en un infierno para los sentidos.

Dolía demasiado.
Su alma se encontraba destrozada, su espíritu estaba siendo torturado y su pobre optimismo había tocado fondo en el profundo mar de la desesperanza.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Por cuánto más aquel demonio habría estado lamiendo sus lágrimas, removiendo sus entrañas, destrozando su interior solo por el mero placer de verlo sufrir y suplicar piedad?
Fuera cual fuera el pecado cometido que lo hubiera llevado a esta penitencia lo condenaba y repudiaba profundamente, y aún si no había hecho nada malo, nada por lo que pudiera lamentarse igual lo haría, igual pediría perdón a los cuatro vientos y a la existencia misma, todo fuera por detener esto, todo fuera por volver a tener su inocencia de vuelta.

El sonido del choque de ambas pieles era imposible de ignorar, casi tan estridente como los alaridos del de azul y los jadeos placenteros de de melena blanca, el sudor de sus cuerpos se mezclaba en una grotesca fusión que hacía que el más joven de los dos sintiera náuseas y asco por sí mismo y su existencia mientras que, por otro lado, era suficiente motivo de excitación para el abusador en turno.
El sentirse tan cerca de aquel chico irreverente, malcriado y egocéntrico era encantador, destruir su espíritu era embriagante y verlo siendo miserable de la misma forma en la que él lo fue durante todo el tiempo en que lo estuvo buscando era todo un regalo.

Las embestidas se hicieron más agresivas y cuando menos se esperó para ambos el chacal eyaculó en el fondo de sus entrañas, liberando todo el semen que había estado acumulando para éste día en especial, gimiendo de forma ronca, con el semen desbordandose entre hilos de sangre, abultando aún más el vientre del héroe de azul.

El pobre de orbes esmeraldas liberó un grito tan profundo y tendido que solo pudo ser mitigado por la ruptura de sus cuerdas vocales, un último aullido en búsqueda de socorro ante una tortura que ni él ni nadie merecía. Su rostro se encontraba empapado en lágrimas y sudor, de su lastimada boca solo escapaban balbuceos y sollozos de pena y miseria, sus músculos no podían de moverse por el shock y ni hablar de interior, su interior ardía y se retorcía en demasía, todo por culpa de ese demonio, ese villano, ese ser vil del que nunca pudo deshacerse.

No Eggman, no Zavok, no Mephiles, él... Ese maldito se había llevado el premio máximo en horrores y torturas que hubiera tenido que soportar.

Una vez que Infinite sacó su polla del interior del de azul vió como se libraba una oleada de semen fuera de él, creando un charco espeso y con tintes rojizos entre las piernas del veinteañero, virtiendose por una entrada enrojecida y maltratada, sonriendo complacido, sin culpa o arrepentimiento, más si un ligero disgusto por no haber durado más, por no haberle hecho más...

Sonic no podía moverse, su mente seguía perturbada por lo que había tenido que atravesar. ¿Por qué seguía vivo? ¿Por qué creyó que podría contra alguien como él? ¿Qué le hizo pensar que alguien vendría a salvarlo en un lugar tan inhóspito como éste? ¿Por qué fue tan iluso? ¿Por qué creyó ser el rey del mundo cuando no llegaba ni a Archiduque de su villa?
Sus piernas lentamente se cruzaron, intentando protegerse lo más posible de aquello que ya había pasado.

Pero ésto no había terminado.

Las garras de ese chacal se lanzaron rápidamente hacia su cuello, sobresaltandolo, aferrándose a su garganta, presionandola con fuerza, sin mostrar alguna otra emoción que no fuera determinación.

¿Qué más quería arrebatarle? Se había llevado todo de él, lo había disminuido a la nada misma y aún así buscaba más, no tenía sentido, jamás tuvo sentido, ni siquiera este lugar podría tener sentido.

Con sus débiles manos intentaba apartar los fuertes brazos de su agresor, sintiendo como de apoco el oxígeno que buscaba contener se escapaba en jadeos o gruñidos tímidos ante la acción. No quería que su historia acabara así, él era Sonic, Sonic The Hedgehog, un ser tan libre como el viento y tan resistente como el acero, un héroe que siempre lograba levantarse como el sol cada mañana, no, él no podría acabar así.

Por más voluntad que tuviera, por más deseos de vivir que albergara en su corazón, por más motivos que tuvierabpara luchar no podía negar que el mayor era más fuerte que él, tenía más energía que él y sin duda haría lo que quisiera de él de ahora en adelante.

Poco a poco, sus fuerzas fueron menguando, con el erizo de azul viéndolo fijamente a los ojos, atravesando sus guantes con sus uñas por el arduo esfuerzo de arañarle los brazos hasta hacerlo sangrar en la espera de que lo dejara ir, en vano.

Todo se oscureció a su alrededor.
Su mente dejó de pensar con claridad, sus orejas dejaron de percibir el ruido a su alrededor, sus músculos cedieron al cansancio y de la nada todo acabó.

Despertó de forma sobresaltada sobre su cama, tomando una gran bocanada de aire que llenase sus pulmones de vida y oxigneo otra vez.

Su corazón latía con tanta fuerza que dolía, su mente daba vueltas y sus oídos solo percibían un pitido de alta frecuencia.
Vió sus manos enguantadas temblando al igual que su cuerpo, notando que en éste ya no quedaba rastro alguno de golpes, cortadas, sangre o semen. ¿Ésto era real? ¿Toda esa tortura habría sido una pesadilla? ¿Estaría seguro ahora? ¿Donde estaba?

Alzó tímidamente su cabeza hacia el frente, divisando una habitación de paredes rosadas, suelos de madera y una gran ventana con vista a un jardín repleto de rosas rojas que dormían bajo la apacible luz de la luna llena de verano.
Suspiró de forma entrecortada, aferrándose a las sábanas de algodón rosa pastel que lo cubrían, conocía bien este lugar, era la casa de Amy, su Amy.

Sintió una mano suave y cálida posarse sobre su hombro, haciéndole voltear con el miedo de ver quién podría ser.

— ¿Estás bien, Sonic? —preguntó la joven eriza de orbes jades y espinas caídas de rosa, observándolo con completa preocupación, con su cuerpo cubierto por una bata de blanco.

Las pulsaciones fueron estabilizandose, de apoco el dolor en su pecho se fue alivianando y sus sentidos volvieron a encontrar un punto de equilibrio.
Alzó las comisuras de sus labios en una suave sonrisa, jamás pensó en sentirse tan felíz y agradecido de verla como ahora.  

— Tuve una pesadilla —respondió finalmente tras un largo silencio, suspirando en el proceso, frotando uno de sus ojos con la palma de su mano, retomando su confianza usual en lo que la pesadilla antes vivida se iba desmantelando como un viejo bordado a la lumbre del fuego.

— En verdad lo lamento —disculpó la más joven, rodeándolo en un suave y reconfortante abrazo, sumamente angustiada de que su adorado novio hubiera experimentado algo tan horrible como lo son las pesadillas.

El erizo de azul corresponde al abrazo lentamente, cerrando sus ojos, dándose la libertad de apreciar el momento, entregándose a la dulzura de Amy, ronroneando inconcientemente en el proceso, sintiéndose seguro, felíz y agradecido.

— No te preocupes, Sonic. Todo va a estar bien —asegura con su característico tono dulce y encantador, permitiéndole al mayor desahogarse sobre sus hombros, sin juzgarlo por mostrarse vulnerable.

Lentamente el tacto suave, sereno y perfumado va cambiando por palmadas suaves que van aumentando en fuerza, con aquellas delicadas manos mutando en un par de garras que rasgan su espalda y lo hacen sangrar, manteniéndolo cerca.
La burbuja que aludía perfección se rompe y de apoco la verdad empieza a asomarse.

Una risa ronca hace aparición.

— No creíste que era real ¿O sí? —cuestiona, con una voz inicial dulce y calmada que desciende a ser viril y de ultratumba, poderosa y rasposa.

Sonic abre rápidamente sus ojos, separándose de golpe, sintiendo el ardar de las cortadas sobre su piel abierta en la espalda, viendo como frente a él la imagen perfecta de Amy, su Amy se va desmantelando para liberar a ese alto, horrido y fuerte chacal, sonriente y orgulloso por su engaño.
Niega repetidas veces con la cabeza, empezando a llorar de forma desconsolada, con aquel paraíso hogareño desvaneciéndose en un vacío que terminaba y empezaba con Infinite, entendiendo que ésto era una ilusión, que estaba atrapado con él de la misma forma en lo estaría un ratón contra un gato en un rincón.

La pesadilla eterna, su tortura ideal, su infierno personal por todo los errores cometidos en vida le cobraban una y mil veces el mismo precio, la misma moneda, el mismo dolor, la misma miseria en un bucle de agonía y mentiras ilimitados que jamás acabarían a no ser que Infinite lo decidiera.

Esta era su condena.
Una condena infinita.

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