XVIII
Esa tarde en particular, JeNo se encontraba sentado en la barra de su cocina, removiendo el contenido de su café con aburrimiento y algo de dolor, pues las vendas en su estómago le impedían relajarse.
Era una tarde de sábado, de esos días donde no veía a Na y tampoco mensajeaba con él porque no tenía su teléfono en fin de semana, únicamente su laptop, y su madre la revisaba todo el tiempo.
Así que no tenía gran cosa que hacer, más que mandarle pan por delivery los sábados, siempre acompañado de una notita y en una hora en la que sabía que su madre no estaría.
Era su coqueteo a distancia al estilo siglo XIX.
Su madre, que preparaba la cena a unos metros de él, removía el sartén con un notorio aburrimiento igualmente.
—Te quería comentar algo, JeNo, pero lo había olvidado —le dijo.
—¿Que pasó, ma? —alzó la vista—. Por cierto, ¿necesitas que te ayude?
—No, estoy bien. No eres muy bueno cocinando, hijo, y hoy viene tu hermana a comer.
El chico hizo un puchero y se cruzó de brazos como un niño pequeño.
—Justo eso me dice Nana, no sé qué tienen en contra de mis habilidades culinarias ustedes.
—¡JaeMin! —exclamó su madre, sorprendiéndolo—. De él te quería hablar.
—¿Qué pasó? ¿Qué sabes, mamá?
—Me enteré de que su tío volvió a Corea.
—¿Que? ¿El que es gay?
—Si, JeNo, justamente ese —su madre entrecerró sus ojos, mirándolo con desaprobación—. ¿Así es como lo reconoces, Lee JeNo?
—Es casi lo único que sé de el.
La mujer negó con la cabeza en señal de decepción dramatizada y se recargó en la encimera mientras esperaba a que el arroz se cociera.
—Como te decía, me dijeron que su tío volvió a Seúl recientemente —dijo—. Lleva años en Alemania viviendo con su pareja, así que me parece raro que vuelva. Es... bastante liberal.
—Ma, tu también eres liberal.
—Si.
El chico la miró con confusión; a veces no entendía a su madre para nada.
—¿Por qué crees que haya venido al país?
—Honestamente no estoy segura —contestó la mujer—. Espero que tenga algo que ver con JaeMin, de la buena manera.
—Yo espero lo mismo —se quedó unos segundos en silencio—. Pero... ¡¿y si se enteró de todo y se lo quiere llevar?!
Sintió un repentino pánico y abrió los ojos en grande ante la idea.
—¡Claro que no, JeNo! Además, JiSoul jamás dejaría que se lo llevara, ¿acaso no la conoces?
La mujer lo miró con confusión, como si en su mente estuviese diciendo "no lo conozco, ese no es mi hijo".
—Eso espero...
La mujer se dió la vuelta y siguió cocinando unos minutos, mientras el revisaba su Instagram. SeHun de EXO acababa de subir una selca.
Sonrió.
—Conozco a su tío prácticamente desde la cuna —volvió a mirarlo su madre—. Era la definición de chico perfecto digno de dramas. Era muy popular.
—¿En serio? ¿Es guapo? ¿Más que tío DongHae?
—Lo es, definitivamente lo es. Más que tío DongHae —aseguró la mujer, asomándose para asegurarse de que se esposo no estuviese rondando la casa—. Sus padres normalmente nos emparejaban, porque casi somos de la misma edad.
—¡¿Que?! —se quedos en shock—. ¿JaeMin y yo podríamos haber sido familia?
—Obviamente no serías tú, así que nada de esto habría pasado —se encogió de hombros—. Además, no sé si ya lo olvidaste, pero es gay.
—¿Y si nunca hubiera salido del closet? Podría haberse casado contigo.
Tapó con sus manos su rostro.
—Hijo, ¿puedes dejar de ser tan dramático?
—Está bien mamá, voy a dejar de pensar demasiado —se recargó con un suspiro pesado—. RenJun me dijo que sus padres van a comenzar la disputa legal.
—Algo así me comentaron en el despacho —asintió—. Solo espero que todo vaya bien, no me agrada su madre.
—A mi tampoco —hizo una mueca de asco—. Señora asquerosa, solo espero que se quede con su padre.
Cerró sus ojos unos segundos.
Solo quería que todo saliera bien.
...
Su madre le había ordenado, como su primera palabra en días, que se arreglara, se bañara, se pusiera loción y se peinara, porque alguien especial iba a visitarlos.
Y eso hacía, vestido con camisa de manga larga y pantalón formal.
Se miró en el ejemplo, evaluando su magullado rostro. Se seguía viendo bastante guapo.
Por el espejo, vio a una pequeña caja blanca reposar en su cama, causándole una sonrisa inevitablemente.
Tomó asiento y observó la cajita de papel, leyendo una y otra vez la notita escrita a mano.
"Su pan semanal ha sido entregado, su alteza. Gracias por existir, amor. Te ama, un samoyedo."
No podía evitar chillar como una colegiala enamorada cada que la releía. A su izquierda, en su escritorio, reposaban todas las notitas que su novio le había escrito.
Abrió entonces la caja por quinta vez, observando su contenido con los ojos brillantes. Adentro, había crossaints, donas, un pequeño pastelito, brownies con fresas y muffins de chocolate, que eran sus favoritos, por cierto.
Sentía que en cualquier momento iba a explotar de amor.
Dio un último vistazo a su cajita antes de cerrar la puerta de su habitación y bajar las escaleras, para sentarse en los sillones de la sala.
Su madre también esperaba, junto a su pequeña hermana, observando la puerta fijamente, apenas notando a su hijo.
Se quedaron unos minutos en completo silencio, solo escuchando el reloj hacer tic tac.
Entonces el timbre de la casa sonó, haciendo que los tres se pararan cual resortes. Su madre prácticamente corrió hacia la puerta.
La abrió y abrazó a la persona detrás de esta con una felicidad que nunca había visto en ella, al menos no recientemente.
—¡Entra, vamos! Mi casa es tu casa, hermano —dijo la mujer.
Por el umbral entró el mismísimo Na JongSuk, luciendo bastante diferente desde la última vez que lo había visto, que eran más bien años.
Na JongSuk era un hombre alto, arriba del metro ochenta, considerado a día de hoy muy guapo y tenía un porte de modelo incomparable.
Porque en realidad era modelo.
Corrió hacia el y lo abrazó también con mucho cariño. Quería mucho a su tío, porque este siempre estaba al pendiente de él y de verdad se preocupaba por el.
Era algo así como su modelo a seguir, quería ser tan valiente y exitoso como el lo era.
Su tío se sentó a charlar en la sala con ellos, haciéndole un par de preguntas a ChaeYeon, que la niña respondía con su clásica tranquilidad.
—Espera, tío JongSuk, acabo de recordar que tengo que ver mi serie de las cinco —recordó la chica y se levantó—. Perdón, tengo que irme.
Y abandonó la habitación, dejando a su madre con la palabra en la boca.
Oyeron los sonidos de sus zapatos al subir por las escaleras.
—¿Como está todo por aquí, JiSoul? —le preguntó a su madre—. Sobre todo después de lo que pasó con tu ahora ex esposo.
—Honestamente, las cosas ya estaban bastante mal. Creo que fue algo bueno, a la larga —contestó la mujer—. Estamos mejor.
—Si eso crees, entonces te creo. Tu siempre tenías razón cuando éramos niños.
JaeMin sentía que no encajaba en esa platica para nada, así que ideaba en su mente la excusa perfecta para marcharse.
Su madre y su tío charlaban sobre una conocida de ellos, que seguramente era dueña de alguna empresa importante en Seúl.
—Mamá, creo que yo ya me voy... Recordé que tengo que-
—No busques excusas, Na JaeMin, te quedas aquí y punto final —lo interrumpió.
—¿Como va todo, Jaem? —se dirigió entonces a él el hombre, sonriendo como siempre—. Ya estás en preparatoria
—Todo está bien, tengo las mejores calificaciones de la clase, soy delantero en el equipo de fútbol de la escuela y gané un torneo entre todas las secundarias —se encogió de hombros—. Todo va bien, excepto una cosa.
JongSuk lo miró confundido, incitándolo a hablar.
—JaeMin... —le advirtió su madre, con una mala mirada.
—Déjalo que me diga lo qué pasa JiSoul, ¿que puede ser lo peor? No tiene cara de consumir droga.
—El mayor problema que existe en esta casa es simple —habló por fin JaeMin—. No consumo droga, no fumo, no me brinco las clases. El problema de mi madre conmigo es que tengo novio.
Entonces, por primera vez en todo ese tiempo que llevaba ahí, la sonrisa del hermano de su madre se borró.
—¡¿Que?! —exclamó, mirándola con los ojos muy abiertos—. No puedes estar hablando en serio, Na JiSoul.
Su madre bajó la mirada y observó sus manos.
—Tu fuiste la primera persona que me defendió cuando mis padres me gritaron, me lastimaron, me golpearon y me maltrataron cuando les dije que era homosexual —le dijo—. ¿Como es posible que trates de esa forma a tu hijo? ¿No fuiste tú, JiSoul, la que se antepuso a sus propios millonarios padres por su hermano?
—Yo... es que...
La mujer guardó silencio. Se había quedado sin habla.
—Fuiste la primera en saber, y también fuiste la primera en abrazarme después de hacerlo —reclamó el hombre—. ¿Y me estás diciendo que le reprochas a tu hijo que sea gay, cuando conocí a mi esposo por ti?
La mujer abrió la boca, para después cerrarla.
—El novio de JaeMin es Lee JeNo, el hijo de Ryu ahora Lee ChaeWon —fue lo único que comentó.
El hombre alzó las cejas y observó a su sobrino.
—¿Como acabaste siendo novio de quien podría haber sido mi hijo? —se dirigió.
—¿A que te refieres, tío? —ahora JaeMin se veía confundido—. Y por cierto, soy bisexual.
—Los ahora difuntos padres de ChaeWon y mis ahora difuntos padres estuvieron a punto de casarnos hace veinte años —respondió el hombre—. JeNo podría haber sido mi hijo, y de hecho recuerdo haberle dicho a su madre que me gustaba ese nombre.
Se quedó boquiabierto. Era mucha información que procesar en muy poco tiempo.
—Obviamente no es mi hijo, porque nunca me acosté con ella —continuó—. Así que no te preocupes. Supongo que es guapo, porque MinSung lo es, aunque no más que yo.
—Lo es, tío. Lo es.
—JaeMin, necesito que te vayas ahora mismo —interrumpió la conversación su madre—. Hablaremos después.
JaeMin se levantó y subió a su habitación, donde se acostó en su cama y observó el techo con el ceño fruncido.
Eran muchas cosas en las que pensar, y a él le gustaba hacerlo específicamente con una taza de humeante café.
Algunas horas después, escuchó la voz de su madre de nuevo.
Bajó a la sala, donde la encontró de pie con los brazos en jarras.
—Tu tío quiere hablar contigo —le dijo, incapaz de verlo a los ojos por alguna razón—. Está en la columpios afuera. Ve.
El chico asintió y se dirigió hacia la puerta.
Afuera, su tío se mecía con los pies, con la mirada baja.
—Hablé con tu madre, y te dirá lo que concluimos en un rato —le dijo en cuanto oyó sus pisadas por el césped.
—Está bien.
Se quedaron en silencio unos segundos
—Ella me dijo que viniera —le dijo—. Yo no quería. Seúl me trae muchos malos recuerdos. Ella me convenció. Quiero mucho a tu madre, ¿sabes? Es una mujer muy fuerte —aseguró—. Y aunque lo pienses, no es ninguna bruja.
El chico soltó una leve risa y sonrió por primera vez en un rato.
—Créeme que podría haber sido peor su reacción, los míos me desheredaron.
—Solo me dijo que era pecado, no gran cosa.
—Estoy seguro de que tu madre no ha abierto una sola biblia en toda su vida —rió el hombre, siendo acompañado por el menor—. Así que, Lee JeNo. El más pequeño de los Lee.
—Así es.
—Todos tenían los ojos puestos en ese chico, probablemente debe haber tenido muchas chicas detrás de él —dijo—. La familia Lee es muy famosa en el barrio, y TaeYong y HyoRi son extremadamente populares.
Ambos observaron, en la oscuridad, a una ardilla pelear con otra por una bellota.
—JeNo es muy popular también, siempre me pareció un idiota —hizo una mueca—. Siempre peleando, y si no estaba peleando, sonriendo y viéndose como un bebé.
—Y te gusta, aun así.
—Ya no pelea, está trabajando en ello. Y yo también trato de dejar mi lado problemático atrás —asintió—. Y no me gusta, estoy enamorado de él. Estoy loco por él.
—¿Cuánto tiempo llevan saliendo? —resopló—. Vaya, todos los hijos varones de los Lee son homosexuales.
—Ya unos meses, han sido los mejores de mi vida —sonrió—. TaeYong es gay, pero JeNo es en realidad bisexual.
—Supongo que el también está loco por ti —dijo JongSuk—. Cuando yo salí del closet, eras gay o no lo eras. Me alegra que ya no sea así.
—Mi madre no me deja verlo si no es en la escuela, y no me deja el teléfono en fines de semana —respondió—. Así que él me manda una caja con pan y una notita todos los sábados.
—Eso es muy lindo de su parte —su tío sonrió—. También está enamorado de ti.
...
Su tío se fue a dormir en la habitación que su madre la había preparado. La mujer estaba ahora sentada con una expresión rara en el rostro.
Parecía cansada.
—¿Que me ibas a decir, mamá?
—Toma asiento, JaeMin —el chico obedeció—. Tu sabes que la familia Na es respetada y querida, tu sabes también todo lo que tu tío JongSuk soportó después de que salió del closet.
Notó entonces que su mamá no tenía una expresión rara en el rostro, solo era una expresión de profundo arrepentimiento.
—Si, el mismo me lo dijo.
—Siempre temí que eso te fuera a pasar a ti o a tu hermano —dijo—. Tu hermano es heterosexual, y siempre lo supe. De ti no estaba segura, porque siempre veías la televisión y te quedabas embobado con el chico que salía en iCarly y con los idols del programa musical del jueves —se limpió las lágrimas que comenzaban a salir de sus ojos.
—Tienes razón.
Quizá era la primera vez que su madre mostraba un lado tan frágil de ella con su hijo.
—Supe que te gustaban los niños antes de que tú lo supieras incluso, pero sabía que te gustaban también las niñas —dijo—. Porque estabas enamorado de Kwon BoA, pero también veías siempre a SiWon de Súper Junior.
—Tengo buenos gustos —se encogió de hombros.
—Tengo miedo de que tengas que experimentar el que te nieguen un empleo por lo que eres, que te señalen en la calle o que solamente seas el gay de la oficina —dijo por fin—. Tengo miedo de que te lastimen, de que te golpeen y de que te insulten por lo que eres. Por eso te alejé de JeNo, solo quería que olvidaras esa idea, pero te conozco, y eres un necio. Estaba equivocada.
—Los tiempos han cambiando, mamá —respondió—. Solo... yo quería ser feliz con el. Yo no quería retarte, pero lo quiero mucho y no quiero hacerle daño nunca.
—Lo sé, JaeMin. Entiendo por fin que, al igual que lo es tu tío, eres fuerte, y puedes con todo lo que se presente en tu camino —sonrió—. Por algo eres un Na.
Una sensación cálida inundó su pecho, y ladeó su cabeza. Ahora era él quien estaba llorando.
—Gracias, mamá.
—Perdón, en serio perdón por todo lo que te hice pasar todos estos meses —dijo—. Sé que va a ser difícil perdonarme, pero espero que lo trates. Porque te cargué desde que eras un ovulo fecundado.
Rió, sintiendo más lagrimas bajar por sus mejillas.
—Te amo, hijo. En serio te amo —le dijo—. Fui la peor de las madres, perdón por desaparecer de tu vida, y perdón por ser una insensible de mierda.
—Te puedo perdonar todo, madre —contestó—. Eres mi madre, después de todo. Eres quien siempre estuvo para mi. Y gracias, en serio gracias. No sabes lo importante que es para mi.
—Puedes ver a Lee cuando quieras. Está bien —asintió—. Para serte honesta, tampoco me agradaría si tuvieras novia, pero da lo mismo.
Pensó que ese día jamás estaría cerca, pero experimentarlo tan pronto era algo que se sentía como algo completamente nuevo.
—En serio gracias, mamá.
—Puedes traerlo a la casa cuando quieras, pero quiero la puerta de tu habitación abierta —alzó una ceja—. Lo que más me importa en este mundo es que seas feliz.
—Perdón por echarte en cara lo qué pasó con mi padre, fue muy inmaduro y grosero de mi parte.
—Está bien, perdóname tú a mi por hacerte sentir culpable por todo el asunto del divorcio. Tu no tienes la culpa de nada —le sonrió y se levantó—. Ven acá.
El chico la abrazó, pues la había extrañado como no tenía idea. Su madre siempre olía a colonia.
—Te extrañé.
—Yo te extrañé muchísimo más —dijo—. Y por cierto, tenemos que hablar de lo que te pasó en la cara.
Rió.
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