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XIII

⚠️: En este capítulo se menciona una situación de abuso sexual, que puede llegar a ser un tema sensible para algunas personas. Te pido que si no soportas leer cosas relacionadas, brinques la última conversación del capítulo.

''''

En todo este tiempo que JaeMin estuvo aislado de la sociedad que no fuera su familia, sin comunicación con el exterior ni formas de entretenimiento como TV, se dedicó a hacer cosas que nadie esperaba de un adolescente normal.

Primero que nada, le suplicó a su madre que le comprara pan cada que iba al supermercado porque lo mantenía cuerdo (un poco dramático, de hecho), pero había logrado su cometido después de todo.

Después, su vida sin teléfono o cosas por el estilo se resumía en hacer cosas productivas y buenas para la mente y cuerpo. Na hacía ejercicio dos horas al día, leía un libro en dos días, jugaba ajedrez en solitario como si se tratase de algo divertido, hacia sudokus, estudiaba cálculo diferencial y armaba rompecabezas. Simplemente porque sentía que con todo lo que pasaba en su vida en tal momento lo mejor que podía hacer era estar concentrado la mayor parte del tiempo. Además, a veces pasaban horas para que por fin pudiese consolar el sueño.

Se sentía extraño, puesto que jamás había sido una persona de extrañar o de depender emocionalmente de las circunstancias. Pero echaba tanto de menos a JeNo que sentía que sus huesos calaban.

Extrañaba ver su sonrisa, reírse de él, acostarse en el pasto con el o acurrucarse con el. Incluso extrañaba casi romperle la nariz.

Bueno, quizá eso no era tan romántico como creía.

A pesar de que le comprara pan, JaeMin sentía simplemente que su madre no se preocupaba nada por el. Nunca le preguntaba como estaba ni que hacía encerrado en su habitación tanto tiempo. Ni si quiera le hablaba más allá de simples palabras monótonas como "buenas noches".

Estaba harto de tocar el tema, definitivamente lo estaba. Pero, junto con su hermano, todavía trataba de convencerla de que le levantase el castigo.

—Mamá, pero ya te dije que no hay nada de malo —insistió uno de esos días, mientras cenaban—. Incluso tú lo sabes.

—Si, JaeMin, lo sé —respondió ella, mirando su taza de café con fastidio—. Ya te dije que no soy homofobica o como le quieras decir, bifobica yo que sé. Solo no quiero que seas pareja de un hombre, ¿me entiendes?

—¿Pero por qué?

—Yo no te voy a echar de la casa por ser lo que sea que seas, ¿entiendes? —le dijo—. Lo qué haces, hijo, es un pecado. Vas a arruinar tu futuro.

JaeMin sintió la sangre hervir y el calor subir hasta sus orejas. Se sentía enojado y decepcionado de pronto. ¿Como osaba, su madre, a hablar de pecado?

Ya no había vuelta atrás, pensó.

—¿Crees que está bien que hables de pecado, madre? —remarcó el menor, viéndola desde el otro extremo de la mesa—. Si tan solo hubieras pensado en Dios cuando decidiste tener una aventura con tu secretario —soltó—. Quizá todo sería mejor, porque no estarías arrepentida de haberme tenido.

La mujer se quedó sin palabras, mirándolo fijamente. Su lazo estaba comenzando a quebrantarse, y nunca volvería a ser el mismo.

JaeMin se levantó de la mesa y subió las escaleras en silencio, sintiéndose culpable, y a la vez no.

Abrió la puerta de su habitación, corrió y estrelló su rostro contra la almohada. Pero las lagrimas no salían, porque no estaba triste.

La mamá de JaeMin era una mujer muy importante en el mundo de los negocios, siendo la vicepresidenta de una empresa. Su secretario y ella eran realmente cercanos, al punto que incluso el esposo de esta sospechaba que podían haber estado teniendo una aventura.

Confirmó su teoría, cuando su esposa le contó la verdad. Estaba embarazada, y no era su hijo.

De esa aventura nació JaeMin, que tomó el apellido Na por su madre, y el apellido de su padre legal, Oh. Eran muy pocas las personas que sabían la verdad, y que en realidad JaeMin no era un Oh, si no un Jo.

A pesar de todo, el señor Oh decidió perdonar a JiSoul, alegando que un error cualquiera lo podía cometer, además de tomar la custodia legal de JaeMin. Jamás lo dejó caer y siempre lo apoyó económicamente, pero nunca estuvo ahí en realidad.

El señor Oh había prometido amar a JaeMin como amaba a JiSook y a ChaeYeon, pero jamás lo hizo. Y jamás olvidó la traicion de su esposa, aunque esta nunca lo volviese a hacer.

El hombre se convirtió ahora el en un infiel, en un maldito, descuidado con todos sus hijos sin excepciones y en un machista de mierda. Engañó el a su esposa en respuesta, no una, si no repetidas veces.

JaeMin llegaba todo el tiempo a la conclusión de que quizá todo hubiera sido mejor si el no hubiese nacido. Y odiaba pensarlo.

Aunque, al final, no había persona perfecta en este mundo.

...

El número que usted marcó, no se encuentra disponible, favor de llamar... —colgó y suspiró—. Que porquería de vida.

Estaba demasiado preocupado por JaeMin últimamente, no contestaba sus mensajes y aparentemente le había bloqueado. No entendía en absoluto la razón, porque según el, aquel día de partido todo había estado más que bien.

De pronto tenía ganas de estrellar su cabeza contra la pared.

Entonces oyó que la puerta principal se abría y entraba a la casa su hermana mayor junto a su esposo. Abrazó a HyoRi y saludó a su cuñado.

—¿Como estás, JeNo-ssi? —le preguntó ella, viéndolo un poco ojeroso—. Pareces un vampiro.

—Estoy bien, dentro de lo que cabe —respondió Lee—. Hace días intento contactar a Nana, y simplemente no responde a ninguna de mis llamadas o mensajes. Creo que me bloqueó.

—¡Mierda! —exclamó su hermana, para proceder a tapar su boca—. ¡Eso era lo que se me olvidaba decirte, JeNo! Perdóname, perdóname...

JeNo comenzaba a asustarse. Su hermana nunca se comportaba tan raro.

—¿Qué pasó?

—Es que.... mmm.... la madre de JaeMin lo castigó —le dijo—. El día del torneo, le dijo que te consideraba una mala influencia y que no se podía comunicar contigo hasta que volviera a clases. Porque sospecha que algo pasa entre ustedes.

—Mierda, mierda, mierda... —dijo para si mismo, pensando seriamente en qué hacer con su vida ahora. Estaba muy preocupado—. Gracias por decirme, noona.

Las siguientes semanas, se sentía tan frustrado que comenzó a sufrir de insomnio muy seguido. Estaba preocupado, triste y enojado. Y aunque supiera que era algo temporal, no podía evitar sentirse mal por no saber cómo estaba su ahora novio.

Una mañana, cuando acababa de desayunar no tan tranquilamente un mensaje llegó a su teléfono.

"Yah, Lee JeNo", el remitente era nadie más que Huang RenJun.

"¿Que pasó, Jun?" "Necesito hablar algo contigo y con Nana, pero no me contesta".

"Nana está castigado, no puede usar su teléfono".

"Le diré a su mamá que lo deje venir a mi casa, así se pueden ver. Porque no creo que Na JiSoul te deje ver a su hijo" "Adivinas bien".

"Ustedes dos mocosos van a venir a mi casa a dormir y no por nada soy Huang RenJun".

La mamá de JeNo lo vio y se acercó a él, sentándose en la barra al lado de él.

—¿Estas bien, amor? —le dijo esta, inspeccionando su rostro—. Joder, todavía no me acostumbro a que no tengas rasguños o golpes en la cara.

Su hijo rió, negando con la cabeza.

—No me tienes nada de confianza, madre —dijo, la mujer entonces lo observó presionándolo a contestar a su pregunta—. No sé si estoy bien, ma. JaeMin está castigado por mi culpa.

—No digas que fue tu culpa, Lee JeNo —resopló la mujer—. Aish, eres tan parecido a tu padre. Tu no obligaste en lo absoluto a JaeMin a estar contigo, así que no debes sentirte culpable por quererlo o porque el te quiera. ¿Si?

El menor asintió.

—Lo entiendo, ma. Pero no puedo evitarlo, es un sentimiento horrible de culpa.

—Te diré algo —comenzó ChaeWon—. La madre de JaeMin, cuyo nombre es Na JiSoul, es de una familia acaudalada de Corea. Nació en Gangnam y por lo tanto, toda su familia es conservadora. La conozco prácticamente desde hace más de veinte años, pues pertenecemos al mismo círculo social —continuó—. Solíamos ser muy cercanas, algo así como mejores amigas. JiSoul era trabajadora y apasionada. Pero jamás tuvo la oportunidad de desempeñarse totalmente cuando era joven. Un día nos enteramos de que el mayor heredero a la fortuna de los Na, era homosexual —comentó la mayor, con el ceño fruncido—. Todos los adultos estaban escandalizados y pusieron tanta presión en la familia que ellos terminaron exiliando al chico de la familia. Tenía dieciocho años.

—¡¿Solo por eso lo exiliaron?! Que estupidez —exclamó Lee.

—A su hermano no le fue tan mal a la larga, pero supe que se le fue muy difícil para abrirse camino en el mundo laboral y escolar. Debió haber sufrido acoso, amenazas y miles de maltratos —suspiró—. JiSoul creció en un ambiente tóxico y machista. Nadie creía en su potencial, y aunque haya demostrado lo contrario, su vida familiar la dejó marcada por siempre —y concluyó—: Por eso, aunque se te dificulte, necesito que la entiendas. Quizá el no quiere que JaeMin experimente lo mismo que su hermano.

—Pero los tiempos cambiaron, mamá.

—JiSoul está mal —le dijo ella con tono melancólico—. Creo que es incapaz de superar el pasado. Creo que está atrapada.

Todo era tan confuso. Y quizá, en el fondo, JeNo comprendía las razones y entendía más a la mujer.

Obviamente, Jung ChaeWon sabia muchas más cosas de la familia Na, pero eso no le incumbía a ella para nada.

...

Y cuando se dio cuenta, ya estaba cruzando el umbral de la casa de Huang, siguiendo los pasos del que el mayor había creado.

RenJun lo había logrado.

JeNo llegó una hora antes de lo planeado para evitar que la madre de JaeMin reconociera el auto de su madre o se llegasen a cruzar por algún lado.

Estuvo charlando con Huang un tiempo, sintiéndose muy nervioso. Sentía que hacía meses que no veía a Na, aunque hubiesen sido sólo semanas.

Cuando escuchó el sonido del timbre y su mayor se levantó a abrir la puerta, se escondió detrás de la barra. Afortunadamente, solo era un Na.

JaeMin.

Se veía más delgado y la vez más musculoso. Aunque tenías ligeras bolsas debajo de los ojos y una mirada cansada. Le dio un abrazo a RenJun y después lo miró.

—Vuelvo en unos minutos, ¿está bien? —dijo el mayor, queriendo brindarles algo de espacio.

—Gracias, Junnie.

Los ojos de JaeMin seguían siendo tan lindos como lo usual. Para el, nunca dejaría de ser tan bonito como lo es.

Se acercó a él, un poco tembloroso. Fue jalado con necesidad hacia unos labios, que lo acariciaron como si fuese la primera vez de todas. Llevaban un compás perfecto, y podía sentir las manos ajenas revolverse en su cabello, mientras el ponía las suyas en una pequeña cintura.

JaeMin lo besaba con deseo y cariño a la vez, como queriendo disfrutar cada segundo de ese beso. No les importaba la falta de aire, pues tomaban pequeños respiros entre besos. Sus cuerpos comenzaban a sentir algo más de calor, por lo que decidieron terminarlo. Aún sin separar su manos de los cuerpos ajenos.

Juntaron sus frentes y se miraron a los ojos unos segundos que se sintieron eternos.

—Te extrañé como no tienes idea, bebé —suspiró Na.

Se abrazaron, pudiendo disfrutar el aroma ajeno. Para Na, JeNo olía siempre a detergente y a colonia, mientras que para Lee, JaeMin olía a vainilla y jabón.

...

Veinte minutos después, se encontraban sentados, junto a Huang en la sala de la casa. Ellos dos en un sillón de dos plazas y el mayor en uno de una.

Este parecía nervioso y revolvía sus manos con nerviosismo. Tragó saliva y los miró a los ojos.

—Los junté aquí, en este día, para decirles algo que quizá necesitan saber de mi —pronunció por fin RenJun—. JaeMin tiene una idea muy superficial de lo que pasó, pero nunca profundicé en el asunto...

—Puedes decirnos, Junnie —dijo JeNo—. No te juzgaremos.

Le sonrió, en un intento de confortarlo.

—Les digo esto porque siento que son tan cercanos a mi que no me siento bien de ocultarlo —dijo—. Quiero agradecerles por estar los dos para mi el día de mi accidente, chicos —asintió—. Cuando yo era pequeño, específicamente cuando tenía seis años, mi mamá me dejaba a cargo de una mujer mayor pero menor que ella... Ella me cuidaba todo el tiempo, y-y me parecía alguien buena onda... —se quedó un segundo en silencio—. Pero, después de un tiempo, la mujer comenzó a hacerme cosas horribles, con la excusa de que era un juego. D-de que era c-como el papá y la mamá.

Hubó un silencio profundo en la sala. Una lágrima brotó de los ojos de JeNo y JaeMin. RenJun prosiguió:

—J-jamás me sentí cómodo con l-lo que estaba pasando —tartamudeaba, lágrimas comenzaron a brotar como cascadas de él—. Lloraba a veces y l-le decía q-q-que no m-m-e gustaba p-para n-nada... P-pero ella... ella seguía.

A ese punto, todos estaban llorando como si no hubiera fin alguno. Huang se sorbió y limpió sus lágrimas con el dorso de su mano.

—P-pasó más d-de una vez —dijo—. Ella seguía cuidándome aunque yo le dijera a mi madre que no me gustaba que lo hiciera. E-ella c-creía q-que era un c-capricho d-de niño...

—J-j-junnie... —habló Na, con los ojos enrojecidos—, ¿c-como dejó de cuidarte?

—L-le dije a mi padre lo que pasaba. El tomó cartas en el asunto inmediatamente —respondió—. Pero mi madre sigue charlando con ella como si nada... S-solo me hace enojar tanto que así sea... No puedo.

Y finalmente se soltó a llorar, sollozando como nunca en su vida. Se sentía tan bien y tan mal a la vez soltarlo todo como nunca. Era liberador, pero traer todos esos recuerdos de regreso quemaba el alma. Sollozaba con fuerza y sentía que en cualquier momento iba a desmayarse. Se quedó de pronto sin aire y su llanto cesó. Entonces se sintió feliz, porque ahora era libre de aquello que lo paraba.

—Aún tengo secuelas físicas y emocionales de lo qué pasó —dijo el mayor, recuperando la compostura—. M-mi padre insistió en que fuera a ver a un psicólogo y siento que es de gran ayuda todavía. Comienzo a ver todo más luminoso, y quizá por eso quería decírselos —comentó—. Mi papá está disputando mi custodia y planea demandarla en el futuro.

Los dos menores lo miraron por unos segundos y asintieron, comprendiendo que, más que ser una juntada para llorar, estaba hecha para que Huang soltara el peso de sus hombros, y pudieran festejar.

—No sé si sea por eso, también, pero... Creo que mi orientación es la aromantica y asexual —pronunció al final—. No siento amor romántico ni atracción sexual hacia nadie, y se siente raro, pero a la vez, bien.

JaeMin entonces se levantó del sillón y los miró con cariño.

—Vengan acá —extendió sus brazos y los mayores se acercaron. Los abrazó y se tambalearon en el abrazo—. Siempre estaremos para ti, RenJun. Sé que todo va a estar bien.

—Si, Jun. Confío en que se podrá hacer justicia para que la persona que te hizo lo que te hizo pague por todo —sonrió el menor—. It all gets better. Cuantas con nosotros para todo.

—Te queremos muchísimo, Junnie.

Y de pronto, RenJun se sentía tan querido que no podía evitar tener grandes esperanzas para el futuro.

It all gets better.

...

gente, no les voy a mentir que lloré escribiendo este capitulo. llevaba mucho tiempo imaginando el momento en que renjun le diría todo al nomin y estructurando todo, y espero haber tocado el tema con la suficiente delicadeza. si no fue así, una disculpa.
espero y les haya gustado los tkm
y ya saben, no están solos 💓
—boo.

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