VIII
—Muy bien jóvenes —habló el entrenador—. Mañana comienza el torneo y necesito que pongan no el cien por cierto de su empeño, si no el doscientos por ciento.
Todos los muchachos asintieron servicialmente, con el corazón lleno tanto de miedo como de emoción.
—Ahora, duerman bien, aliméntense bien tomen mucha agua porque mañana partimos de aquí. Los necesito aquí máximo a las tres de la tarde, ¿les parece? —recibió asentimientos con la cabeza—. Ya pueden irse.
JeNo se dió la vuelta y abandonó el campo arrastrando los pies de pereza mientras pensaba en ir a ver alguna serie en su teléfono.
Cuando entró a su cuarto se sacó las zapatillas pensando en que probablemente su compañero de habitación estaba en su casa a esas alturas,
cosa que él no podía hacer por sus responsabilidades, así que aprovechó que la escuela casi se encontraba vacía y salió a la cafetería, donde compró algunas golosinas, después se fue y tomó asiento en una de las mesas solitarias que había por ahí.
Estuvo un tiempo comiendo mientras leía un poco para la prueba de Historia que tenía el lunes, tomando en cuenta que iba a estar ocupado todos esos días.
No se esperaba visualizar a la lejanía a su mejor amigo acercándose a él con una caja de jugo en la mano, que parecía a punto de reventar de lo fuerte que lo estaba sosteniendo.
—JeNo —lo saludó—, supe que la semana pasada fuiste a la despedida de JiSook-hyung.
—Si... ¿Algún problema con eso? ¿Que hice o qué?
—¿Te gusta Na, JeNo? —preguntó mirándolo con seriedad—. Dime la verdad, te lo exijo.
—¿Y si lo hace? ¿Que problema hay con ello?
—¡No puedo creerle de ti! Pensé que eran bromas lo de que te gustaran los hombres —mostró una mueca de disgusto—. ¡Que asco!
—¿Que te pasa? —reclamó frunciendo el ceño mientras intentaba contenerse de explotar—. ¡Es mi problema si me gustan los hombres, no debería importarte! Se supone que somos amigos por quienes somos, no por lo que nos gusta.
—¡Pero yo no puedo ser tu amigo si te gustan los hombres! Eso está en contra de todas las leyes de la naturaleza.
—¿¡Que diablos te pasa?! —alzó la voz esta vez, sin poder aguantar—. ¡No eres ni mi mamá ni mi papá para estar diciéndome que es lo que debo hacer o no! Es mi problema, y solo mío.
—Me das asco, JeNo —fue lo único que pronunció.
—No puedo creer que tengas ese pensamiento tan atrasado e ignorante, Lee DongHyuk. Simplemente... eres increíble —negó con la cabeza y se levantó—. Yo no puedo tratar con personas como tú y mucho menos ser su amigo, así que adiós.
Entonces, le dió la espalda y caminó sin voltear a ver, porque si lo hacía iba a terminar rompiéndose.
...
No había podido dormir en toda la noche de nervios, tristeza y decepción mezcladas, así que cuando llegó la hora de levantarse y prepararse para su partido, lo hizo con gusto y salió en cosa de minutos, llegando bastante temprano y con notorias ojeras en el rostro.
—Llegas a tiempo, Lee —se pronunció el entrenador mientras algunos pares de ojos curiosos lo observaban—. ¿Todo bien?
El chico solo asintió y el mayor se tuvo que ir a hacer unas cosas, dejando a los adolescentes solos.
Fue entonces cuando cruzó miradas con JaeMin, que le sonrió de una manera tan reconfortante que podía haber llorado en ese momento.
Y, joder, esa sola sonrisa había hecho que todo valiera la pena.
Lee DongHyuck podía irse al diablo.
Una vez que el maestro regresó, todos tuvieron que subir al autobús. JeNo solo se colocó en el asiento junto a la ventanilla, se puso sus audífonos e intentó dormir un poco, pero había algo en sus pensamientos que le remordía y le impedía estar tranquilo.
—¿Todo bien, Lee? —le preguntó una voz conocida—. Te ves cansado. ¿Que tal descansaste?
—Si, solo me quedé estudiando un rato. Descansé bastante bien, por cierto. Gracias, Na.
El chico asintió y después de verlo, reanudó su música para volver a cerrar los ojos. Esta vez, logrando descansar un poco por el suave olor procediente del chico a su lado, que lo arrullaba.
—Oye, perdón por todo lo que dije el día de la despedida, fue muy insensato —le dijo el chico en un susurro—. Supongo que si tomamos un poco de alcohol ese día.
JeNo no pudo evitar reír suavemente.
—Terminamos abrazados durmiendo en el suelo, créeme que eso traía alcohol —dio una larga inhalación—. Olvida lo que dije, ¿si? Aunque igual es verdad lo de DongHyuck, me peleé con el.
—¿De verdad? Que mal...
—Si... Igual es para bien, me di cuenta que no vale la pena tener amigos con esa clase de pensamientos tan tontos y atrasados —se encogió de hombros bostezando.
Entonces JaeMin se dio cuenta que el
era el único que estaba evitando que el mayor se durmiera, por lo que se sintió algo
culpable
—JeNo-yah...
—¿Si?
—Descansa, ¿quieres? —le pidió—. Puedes recargarte en mi hombro si así lo deseas.
—Gracias, Jaem —se recostó y cerró sus ojos, pudiendo conciliar el suelo de una vez por todas.
En lo que sintió que fue un minuto, una mano removió un poco su hombro y le habló suavemente, pidiéndole que se levantara, cosa que hizo al instante.
Una vez estuvieron en la escuela vecina, dejaron sus cosas para comenzar a calentar y preparar todo lo que se iban a poner y calzar.
Cuando ya faltaba poco, el entrenador los llamó.
—Chicos, los quiero felicitar por todo el empeño que le han puesto a este torneo —les dijo—. Me enorgullecen mucho y los felicito por todo el compañerismo del que ahora gozan entre todos, especialmente entre dos chicos que he visto que por fin han aprendido a llevarse como debían. Ahora que todo ha comenzado, quiero pedirles que pongan todo su empeño, porque podemos lograrlo.
Después de esas palabras, hicieron su saludo escolar y salieron al campo a realizar calentamiento.
A lo lejos, JeNo pudo ver a su hermana y al hermano de JaeMin observándolos desde la lejanía. Ambos lo saludaron sonrientes.
Una vez el sonido del silbato del árbitro sonó, el partido comenzó y todos olvidaron todo lo demás, para concentrarse en lo que debían.
Al principio, todo comenzó ligero, con uno que otro pase por aquí y por allá, pero nada que no pudieran controlar. Hasta que el equipo contrario se comenzó a acercar cada vez más a su portería, fue ahí donde ambos chicos supieron que debían meter el gol primero que los otros.
El primer gol lo anotaron en los primeros treinta minutos, y fue gracias a un pase que le dió JaeMin a uno de sus compañeros de equipo.
Todos celebraron y se abrazaron con felicidad.
JeNo se acercó a JaeMin y lo estrujó en sus brazos con felicidad.
Así fue con los otros dos goles metidos por su equipo, uno por JeNo y otro por JaeMin, quedando a tiempo extra, a pesar de estar uno a tres.
Fue entonces cuando, en un forcejeo, un chico puso su pie en medio de ambas piernas de JaeMin, causando que tropezara consigo mismo y cayera de cara directamente al paso, causándose varias raspadas en la cara y rodillas.
Tiempo fuera, todos se acercaron a Na y el árbitro marcó falta.
—¿Todo bien, Na? —le preguntó el entrenador, mientras el equipo de enfermería lo ayudaba a limpiar sus heridas, causándole muecas de dolor en el rostro—. ¿Puedes seguir jugando?
—Si, si. Yo tiro.
JeNo le tendió la mano al chico, acariciando su mejilla.
—¿Puedes hacerlo? —le preguntó.
—Si, puedo.
Respiró hondo, corrió hacia la pelota y tiró.
Gol.
Todo su equipo se emocionó a más no poder y gritaron, puesto que había sido un gol a bastante distancia y además, había tenido una dificultada bastante complicada.
JaeMin esperaba que JeNo lo abrazara como la vez anterior, pero eso no pasó. Más bien, cuando lo volteó a ver notó que este se encontraba viendo un punto fijo entre la multitud.
Después, cuando ya hubo terminado el partido, los chicos empezaron a guardar sus cosas con toda la felicidad posible y charlando muy tranquilos entre ellos. JaeMin se metió a ducharse y cuando salió, se encontró con Lee, que secaba su cabello con una toalla.
—¿Podemos hablar? —le preguntó, recibiendo un asentimiento como respuesta.
Lo llevó a un lugar un poco mas alejado.
—Lo hiciste muy bien —lo felicitó, presumiendo su eyesmile al sonreírle—. Tienes mucha fuerza al levantarte a pesar de todos tus raspones.
Con su mano, acarició suavemente su mejilla, donde tenía una marca morada.
—Tu también jugaste muy bien...
Se quedó unos segundos en silencio mientras miraba fijamente los labios ajenos, muriendo de ganas de probarlos de una vez por todas.
Se acercó lentamente hasta que estuvieron a pocos centímetros y sus respiraciones se mezclaron.
JaeMin colocó su mano detrás de la nuca ajena y juntó ambas frentes.
—Lo que pase ahora, depende de ti —susurró—. Te doy permiso, pero sólo si quieres.
JeNo sonrió y con suavidad, juntó ambas bocas, causando un estremecimiento en ambos chicos. JeNo colocó sus manos alrededor de la cintura de JaeMin, acercándolo aun más a su cuerpo.
Sintió un vaivén de sentimientos en su estómago, pero la sensación de emoción en su corazón no podía evitar aflorar. Era algo completamente nuevo, y ahora que pasaba, se sentía muy emocionados.
Los labios de JaeMin acariciaron los suyos con ternura y atraparon su labio inferior entre los suyos. Puso sus manos en las mejillas ajenas y cuando se acabó el oxígeno, se separaron, con las frentes juntas y se miraron a los ojos durante un tiempo.
—¿Quien lo diría, eh? —comentó JeNo, riendo ligeramente.
La vida da muchas vueltas. ¿No es así?
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