IV
JaeMin suspiró agotado; el calor lo estaba matando lentamente y el, acostado en su cama a mediodía, no tenia ganas de hacer absolutamente nada.
Era domingo, lo que quería decir que solo le quedaban un par de hermosas horas antes de volver a su rutina en el internado. Se levantó y revisó su celular sin ninguna novedad, tirándolo a un lado y saliendo de su habitación en silencio.
Abajo, su padre se encontraba dando vueltas con su teléfono pegado a la oreja. Notó que probablemente había olvidado que se encontraba ahí y por eso ese comportamiento tan extraño.
Entonces lo vio pararse en seco y recibir una llamada. Inevitablemente, el menor frunció el ceño ante el cambio de expresión de su mayor y se escondió aun mas en el barandal de la escalera.
—¿Ya te encuentras ahí? —oyó quedamente—. Perfecto, ahora mismo te veo —se quedó unos segundos en silencio, al parecer escuchando y sonrió como su hijo nunca lo había visto—. Yo también.
Podía jurar que la voz del otro lado de la línea pertenecía a una mujer.
En ese justo momento, la puerta de la casa se abrió, dejando ver a su madre cargada de bolsas. Su esposo, en lugar de ayudarle, se quedó estático con una expresión de shock.
—No puedo creer que solo te quedes ahí en lugar de ayudarme —refunfuñó la mujer, dejando las cosas—. No sé por qué diablos sigo contigo. No eres un caballero en lo absoluto.
—Eso es exactamente lo que me pregunto —el buen humor del hombre había desaparecido totalmente—. Podríamos empezar con los tramites del divorcio ahora mismo.
La mujer solo se queda perpleja; su ojo moviéndose en forma de tick y su respiración entrecortada.
—N-no puedo creer que de verdad... De verdad...
—Honestamente, estoy harto hasta un punto que no conoces de que todo el tiempo te quejes de como soy y de como me porto contigo o con los chicos —dijo el hombre—. Así que si es lo que quieres, yo con gusto firmaré ese papel.
Sin más, dejó la sala camino hacia el baño, mientras que su madre se dejaba caer de rodillas en el suelo. JaeMin sintió su respiración congelarse y sin más corrió hacia ella y la abrazó.
—No te preocupes ma, todo va a estar bien —intentó consolarla—. Sabes que el solo habla por hablar. El nunca te haría eso... El nunca nos haría eso.
Aunque en el fondo, sabía que todo lo que acababa de decir era una mentira.
Y una muy grande.
...
—Jae —el ruido de una bandeja lo despertó de su ensueño—, ¿ya viste el cartel que está pegado cerca del aula dos?
RenJun había notado que desde que el fin de semana acabó y JaeMin volvió al internado, una parte de su chispa interior se encontraba ausente. El chico a veces se quedaba mirando un punto con la mirada completamente vacía, perdido en sus pensamientos, sumado a que ya no demostraba el mismo interés en ciertas cosas en las que antes si.
Sabía que era algo pasajero, sin embargo, no podía evitar preocuparse mucho por él, más que nada porque sabía que su mejor amigo no era alguien que dejaba que sus emociones afectarán su actitud.
Solo le quedaba esperar a que el chico le contara y apoyarlo con todo lo que podía.
—¿Mmm? —el chico se levantó de la cuna que había hecho con sus brazos y lo miró—. ¿De que es?
—¡De Futbol! —exclamó el chico alzando ambos puños en un intento de animar al menor—. ¿No es eso genial? ¡A ti siempre te ha encantado jugarlo!
JaeMin frunció el ceño mirándolo con su extraña actitud. Solo se limitó a resoplar y despeinar su cabello.
—No tengo ganas, honestamente.
Entonces algunas alarmas rojas se encendieron en su mente. Na no estaba bien en lo absoluto.
—¿Podrías hacerlo por mí, por favor? —cuestionó poniendo una mano sobre su brazo—. Sé que hay algo que te molesta o que te hace sentir mal, Nana. Pero te pido que nunca tomes decisiones basándote en tu estado de ánimo, podrías arrepentirte más tarde.
JaeMin lo observó por unos segundos y asintió.
—Tienes razón, gracias Junnie —sonrió sin mostrar los dientes y se levantó—. No creas que no te contaré lo qué pasa, solo... déjame pensar un tiempo y ya, ¿si?
Huang asintió formando una sonrisa sincera en su rostro. El menor tocó su hombro y, tomando su mochila, se marchó camino hacia el letrero.
RenJun sabía que todo iba a estar bien.
...
JeNo llegó caminando tranquilamente a la cancha donde iban a suceder las pruebas que el entrenador había organizado sabiendo que sin duda iba a pasar. Si de algo estaba seguro, era de que el era un crack para el fútbol.
Saludó con una reverencia al entrenador Seo y se sentó en una banca a esperar a que todos terminaran de llegar, no llevándose del todo una sorpresa al ver a Na JaeMin caminar pesadamente hacia el lugar.
Sin embargo, había algo diferente en el. No sabía si eran sus andares más pesados y torpes, su cabeza gacha o su mueca de disgusto, aunque terminó razonando que eran todas ellas juntas.
Sin duda alguna, algo le había ocurrido, pero no sabía que había sido.
"No es tu jodido problema, Lee JeNo", le dijo la voz de su subconsciente mientras sus ojos se paseaban por el rostro del menor, notando unas bien disimuladas ojeras bajo sus ojos. Le dio la razón a la voz de su mente, asintiendo como si estuviera demente.
Esa misma voz le decía que no hiciera enojar al chico más de lo normal. Porque no sabía cómo podía acabar todo eso y lo último que quería era volver a la ya superada detención y que su rostro ya sanado quedara como una bola de carne.
—Bueno chicos, bienvenidos a las pruebas del equipo de fútbol de la escuela —llamó la atención Seo—. El director Yang por fin decidió aceptar que se creara un equipo escolar y el mismo nos ha inscrito en un torneo amistoso entre internados, esperando que demostremos ser los mejores y no decepcionar —dijo—. Por eso mismo, los insto a que entrenen duro para todos los que queden y que se lleven lo mejor posible —les dio una mirada a Lee y Na, que se encontraban parados uno al lado del otro—. Eso va en especial para ciertas personitas. Así que, sin más que añadir, comencemos.
Seo hizo sonar su silbato y todos los chicos se pusieron alerta con las indicaciones.
—Primero que nada, todos ustedes jugaran de forma libre contra los otros. Kim, tu vas de portero —indicó a un alumno de segundo año—. El que más goles anote en esta ronda es el primero en quedar en el equipo.
Dio un largo silbido y la odisea comenzó de forma un tanto ruda. Todos peleaban por el balón como si se tratara de un trozo de carne en medio de una hambruna terrible. JeNo logró quitarle el balón a un chico de primero pequeño y burlar a otros más hasta que estuve cerca de la portería y apuntó rápidamente hacia esta.
Su primer gol de los siete que hizo en total.
Sin embargo, el pequeño Na se dedicó a aprovechar que lo habían puesto de portero y logró hacerle cinco casi seguidos, por lo que fue el segundo lugar.
—Muy bien, muy bien —asintió complacido el mayor de todos—. Me alegra saber que su supuesta enemistad sirve para más que para golpearse —miró a JaeMin y a JeNo—. JeNo, estás dentro.
Lo siguiente que hicieron fue hacer una fila de forma que todos lograran tirar y al mismo tiempo ser porteros.
—Tienen exactamente... Quince minutos —dijo—. Los primeros tres lugares en goles están dentro y el que mayor logre parar será el portero estrella, el segundo será suplente. ¡Vamos, vamos!
Desde su lugar en la banca, Lee podía notar toda la concentración que ponía JaeMin en el juego. Como sus ojos se mantenían fijos en el balón, como sus piernas se coordinaban perfectamente en cada tiro y en como no dudaba en arriesgarse a lastimarse cada vez que tenía que ser portero.
Eso, en su muy humilde opinión, lo hacían sin duda un excelente jugador de fútbol, y sobre todo, un maravilloso deportista. Pero eso nunca lo diría.
También, quizá haya notado algunos pequeños detalles de su menor, como sus labios hechos puchero cuando fallaba un tiro o el brillo de sus ojos cuando sucedía lo contrario; lo bien trabajadas que estaban sus piernas a pesar de tener solo quince años; la forma en que su lacio cabello brincaba sin parar por la inquietud de su dueño o lo lindas que se veían sus mejillas rojas del cansancio.
Entonces lo notó. Había algo raro en si mismo.
Jamás se habría imaginado a sí mismo hablar de esa forma de alguien a quien detestaba tanto.
Pero, ¿en realidad lo hacía? ¿era normal que pensara de esa forma? Tenía tantas dudas que no sabía si podría resolver en algún momento.
Entonces, como si no estuviera ya lo suficientemente confundido, JaeMin volteó a verlo y chocaron miradas a la lejanía.
Na guiñó el ojo.
Y la cabeza de JeNo se encontraba completamente llena de dudas en milisegundos.
¡¡¡
Ya sé, capítulo poop y relleno pero ya que.
Cómo podrán notar, este arroz ya empezó a cocerse gente
Espero que les haya gustado uwu
(y perdón por el angst del inicio, es que no me siento muy bien)
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