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i don't know, i love you

Dos toques suaves previeron de la puerta, seguidos de una cabellera rubia que asomó ojitos grandes y curiosos.

—¿Sigues enojado?

—No.

—Sigues enojado. —Afirmó por su cuenta. Ese "no" es un sí rotundo.

—No, Seungkwan, no lo estoy.

—Si no lo estuvieras, me mirarías, y no responderías tan feo. —Salió del marco para afrentarse en el pequeño y oscuro estudio repleto de botellas de lata vacías y envolturas arrugadas. Uh, bien, nada mal, pensó. Había jurado que estaría peor; Jihoon llevaba ahí desde la noche anterior, no había salido ni para recibir los domicilios, él tuvo que recibirlos y llevarlos porque a Jihoon simplemente no le dio la gana, y Seungkwan fue muy corazón débil como para no hacerlo, porque el pálido no comería nada más, de eso estaba seguro.

Así que, sí, su desastre de ahora está... pasable.

Cuando vio que a Jihoon no le molesto (o importo) que entrara empezó a recoger la basura. No era mucha, pero el espacio era reducido, parecía que todo el cuarto estaba hecho un caos.

—No tienes por qué hacer eso.

—¿Te molesta? —Intento tomarlo con gracia soltando el comentario con una risa corta. Porque le dolía como le estaba hablando.

—No, pero no hagas eso, lo limpio yo después.

—Pero ya lo estoy haciendo, Jihoon, solo es recoger... —Lo dejó en el aire, entiendo ahora a que se refería. —No te molesta que lo haga, te molesta es que sea yo, ¿no?

Jihoon no respondió.

Ah, bueno. Supone que es un sí, y supone que el peso que sintió en su pecho fue su corazón rompiéndose un poco más.

Seungkwan, a este punto, ya no sabe qué hacer.

Para empezar, no sabe qué hizo.

Jihoon llego ayer de su clase de piano más tarde de lo usual y callado. Sin mirarlo fue a encerrarse a su estudio. Seungkwan no dijo nada, estaba bien si no le daba explicaciones, se le pasaría, pensó.

Dedujo que tuvo un mal día. Los días malos le pasan a cualquiera, en cualquier momento, y si algo había aprendido es que a Jihoon le pasaban muy seguido. Él era... sensible, por más que intentara ocultarlo, Jihoon era demasiado sensible, y le afectaban muchas cosas, así que un mínimo sentimiento negativo hacía que todo él se pusiera en ese estado de defensa en el que estaba ahora y lo que provocaba que quisiera encerrarse en su lugar seguro y no querer salir ni interactuar con nadie, ni con él.

Sin embargo, a Seungkwan le cansa suponer. Porque no estaba seguro de si es eso, nada o nadie se lo puede asegurar, o si algo más paso específicamente respecto a él, que era lo que más le preocupaba.

No sabe como leer a Jihoon, no lo hizo antes, no lo hace ahora y si siguen así, lo más probable es que no lo haga nunca. No tiene idea si es porque él no es lo suficiente para Jihoon, o es si es el mismo Jihoon quien no se lo permite. Lo peor era que Jihoon no es un libro cerrado, muy al contrario, es un libro abierto con todas sus páginas llenas de sus letras, letras hechas por él, nacidas de él, y expuestas por él. Porque si Jihoon se guardaba todo lo que sentía, moriría. Hubieron días nublosos, tardes calurosas y noches frías que pasaron juntos en las que Jihoon se abrió con él respecto a como procesaba sus sentimientos.

"Son más grandes que yo" Dijo una vez, refiriéndose a estos. "Saben que no sé cómo controlarlos, así que me controlan a mí" "Gracias a ellos, sé que estoy vivo."

Jihoon sentía demasiado, más de lo que su cuerpo puede aguantar, por eso se escribe a sí mismo.

Y, aun con eso, Seungkwan sigue sin saber leerlo.

Se sentó en el borde del sillón qué había en medio del estudio, con casi toda la basura en sus manos.

—Quiero entenderlo, Jihoon. —Suspiró, sintiéndose ahora el perdido. —De verdad que sí, pero no puedo suponer que te tiene así conmigo. ¿Fue algo que dije? ¿Algo que hice? No sé como pedir perdón de la mejor manera sin saber que es.

Lo único que se escuchó fueron los rápidos dedos de Jihoon golpeando con fuerza y agilidad las teclas del ordenador. Seungkwan quiso llorar.

¿No va a decirle?

Si bien no puede obligarlo a hablar, siente que merece una razón. Al menos una sola. Pero con el pasar de los minutos, se dio cuenta de que mantenerse con la esperanza de que va a recibir respuesta, no valía la pena.

Jihoon no va a decirle.

—Está bien. —Murmuró, y con eso, se fue. Había evitado soltar lágrimas frente a él, así que una vez fuera del estudio, las expulsó. Entró a su cuarto siendo un manejo de nervios a flor de piel, su cuerpo temblando, le picaban los ojos. Aún tenía la basura de Jihoon en la mano, la dejo caer al piso para cubrir su boca. El sonido de las latas golpeo contra el suelo.

No odiaba llorar, lo hacía a cada rato por cosas diarias y mínimas, lo que odiaba era llorar por Jihoon, quien era diario, pero no mínimo. Él no tendría por qué darle un motivo para llorar, mucho menos serlo.

No entiende, ¿qué fue lo que hizo?

Desde que formalizaron la relación habían prometido decirse todo siempre y cuando estuvieran cómodos con eso. Jihoon aceptó, cumplió, hasta cierto punto. Llego un momento en donde le expreso que contarle absolutamente todo lo hacía sentir expuesto, Seungkwan estaba bien con eso, puesto que con decirse todo no era contar cada detalle de lo que hacían, era en realidad hablar sobre las cosas que se tuvieran que decir uno al otro como pareja. Así que no le dijo nada más que lo entendía, porque Seungkwan siempre entiende.

Y porque eso hacían las parejas.

Pero Jihoon dejo de cumplir eso, desde anoche.

Sin decirle por qué, sin darle ninguna clase de razón, sin absolutamente nada.

Odiaba esto, no era justo, justo para él. Merece saber que lo tiene así porque es claro que sea lo que sea, está ahí metido. Sollozo aún más, ahogándose con sus lágrimas. No sabe por cuanto tiempo se quedó así, en posición encorvada, con basura sus pies, con su cara hinchada y húmeda, cubierta por sus temblorosas manos, perdió tanta noción de su alrededor que no se dio cuenta de que Jihoon había entrado.

Este recogió las latas, las llevo al baño de la habitación para botarlas, y volvió. Se apoyó en el marco, cruzándose de brazos mientras esperaba que su rubio expulsara todo lo que le hizo sentir. ¿Se arrepiente?, se preguntó a sí mismo, la respuesta a su mente fue un sí rotundo. Seungkwan no tendría por qué llorar por él.

Solo era su estúpida manera de comportarse cuando algo relacionado con su persona le afectaba. No debió haber estado de curioso, porque la curiosidad mato al gato, y Jihoon, según su novio, era uno. Y lastimosamente, no tenía nueve vidas. Tenía solo una, y esta estaba llorando y probablemente odiándolo en ese momento. No sabe si la explicación que tiene vaya a ser suficiente para calmarlo, pero intentará arreglarlo.

—Se enteraron de ti. —Empezó diciendo. Seungkwan no va a dejar de llorar pronto, era mejor si actuaba él ya. El rubio dejó de temblar, saco sus manos de su linda cara, y lo miro con los ojos brillosos. —Supieron que yo tenía novio, y que eras tú. No sé cómo, no sé por qué, no sé por quién, pero lo saben. —La voz a Jihoon le estaba saliendo más inestable de lo que quiso, su fachada de no importarle se desmoronaba al paso que explicaba. —Sé que fue alguien de tu clase quien lo esparció, y que lo supo por una nota que dejaste en mi casillero. Lo escuché. —Esta situation era totalmente desconocido para los dos, por lo que el ambiente no tardo en ser incómodo. —"Jihoon es muy poco para alguien como él"

No supo como seguir. Haber dicho eso en voz alta sonó peor lo de que sonó en su mente; Tampoco está seguro de si uso el tono correcto de voz, su rubio era igual de sensible y hablarle fuertemente lo ponía triste, pero Jihoon no sabe si este momento puede ser más triste. No sabe como reacciono Seungkwan porque no fue capaz de mirarlo, sus ojos se pegaron al suelo para cuando dijo eso, y no desviara la mirada hasta que sienta su voz volver a él.

Jihoon no sabe jodidamente nada, la incertidumbre era de sus mejores compañías y la frustración parecía estar enamorada de él. No está orgulloso de eso, pero, como raro, no sabe como cambiar.

—¿y no te gusta?, ¿que sepan que estamos juntos?

—No, Seungkwan, sabes que no es...

—S-sé que desde el principio dijiste que preferías ser privados respecto a nosotros para evitar este tipo de cosas, p-pero... —Los labios de Seungkwan temblaron, dando a entender que volvería a llorar pronto. —Pero, ¿es realmente tan malo?

Jihoon empezó a mover su pierna y a jugar con sus dedos, aun sin mirarlo.

—¿Por qué solo lo estás viendo por ese lado? —Soltó sin cuidado, consiente de su recién aumento cardiaco. —Piensan que soy una miseria para ti, Seungkwan, ¿eso no te importo? Dijeron que no soy suficiente, muy poca cosa como para estar en una relación seria contigo, ¿y te importa más lo que dije hace ya meses? —Ninguna repuesta llego a sus preguntas, Jihoon exhalo. —Perdóname, pero es precisamente por eso que quería que fuéramos privados.

A Seungkwan le costó un poco procesar todo. Lo que está sintiendo está abrumándolo en sus sentidos y no es capaz de generar respuesta física más que soltar pequeñas lágrimas, era patético, solo está empeorando la situación, Jihoon espera que diga algo, pero no sabe que, ni como decirlo.

No sabe nada.

Los minutos encerrados en aquella habitación se pasaron eternos, lo único que se podía escuchar eran los sollozos del rubio y la ansiedad del pelinegro. Quien no hacía más que esperar. Jihoon fue, es, y siempre será consciente de lo que implica ser pareja de Seungkwan, fue por eso que se enamoró de él. Sus personalidades no son iguales, pero tampoco muy diferentes. No compartían los mismos gustos o intereses, pero sabían respetarlos mutuamente. Así mismo con las cosas que sabían que el otro disgustaba. Ellos eran un balance casi perfecto, casi.

Si no fuera por la ansiedad social de Jihoon todo sería más fácil, y no estarían ahora así. Él no era ningún antisocial o algo por el estilo, simplemente que no le gustaba la atención de los demás en él, porque no es interesante él, y porque no le interesa que el resto este interesado en él, ni en lo que hace. Muy al contrario de su novio, Seungkwan. Este era un ser extrovertido, lo que lo convertía en el centro de atención por naturaleza a cualquier lugar que vaya, y produce en las personas ese tipo de interés, el que te hace querer saber qué hace, que no hace, con su vida.

Y más importante, con quien sale.

Jihoon entendía, jura que sí. Seungkwan era atractivo, y era el tipo de persona que tú dices, merece a alguien igual de extrovertido que él, alguien que comprenda su sentido del humor, que sepa seguirle el juego y que pueda aguantar sus caprichos. Jihoon, como raro, no era nada de eso, y sale con Seungkwan.

Está bien, supone. Se aman, eso es lo que realmente importa. Pero claro, escuchar que medio campus ahora sabia sobre su relación, y que su ineficiencia era algo obvio para todos ellos, no le gusto, y reacciono de la forma que siempre hace cuando algo que le molesta. Alejarse. No la mejor solución, lo hubiera hablado desde el principio, pero Jihoon era bueno en arruinar las cosas.

—T-tú eres suficiente para mí, Ji.

Y Seungkwan era bueno en repararlas.

Por eso eran un balance casi perfecto.

Seguía estando esa pequeña inseguridad de no ser bueno para alguien tan jodidamente perfecto como su novio, pero Jihoon podía combatirla si lo tenía a él a su lado, recordándole y asegurándole lo contrario. Él se quiere esforzar en ellos, por ellos.

—Lo siento, por todo. —Dijo Jihoon acercándose. Tomo asiento a su lado, mirando ahora sus ojos pequeños y rojos de su llanto, pero luciendo igual de lindo ante los suyos. —Debí habértelo dicho desde que llegue, me deje llevar.

El rubio le negó, sonriéndole dulcemente.

—Te entiendo, está bien. Pero... por favor, intenta entenderme también. —Seungkwan empezó a acariciar la suave mejilla del contrario. —No es que me importe poco, es que me importa más lo que tú digas que lo que piense el resto. Dices que saben de lo nuestro como si te molestara, ¿cómo crees que eso me hace sentir? Peor de lo que piensas. —Luego planto un beso en esta. —Nadie tiene porque decir que no eres suficiente para mí, es cierto, pero, ¿importa cuando yo sé que no es verdad?

—No.

Una sonrisa se formó en los labios del rubio, la sonrisa por la que el pelinegro estaba loco de amor.

—Entonces, que no te importe.

Jihoon asintió, y después, lo abrazo.

Más que un abrazo de sus cuerpos, fue un abrazo a sus corazones, los mismos que ahora latían de alegría. Se fundieron en el calor del otro, entrando en su propio espacio de comodidad y calidez. Sanando de comentarios hirientes y de situaciones no habladas, sanando de todo aquello que los hacía, el balance casi perfecto para hacerlo simplemente el balance que los unía. Seungkwan tiene razón, ¿qué importa lo que pienses los demás cuando solo ellos dos saben lo que sienten? No le deben explicaciones más que a ellos mismos, no tienen que importarles nada más que ellos mismos, y eso está bien.

—Perdóname...—Volvió a decir Jihoon, con su cara escondida en el cuello de su pareja. —Yo no supe... no supe... no sé, Seungkwan, solo, perdóname.

Este río.

—Está bien, Ji, yo tampoco sé nada más que amarte. 

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