This Could Be?
Las vacaciones de Verano era lo más esperado por todos los alumnos del Instituto QSMP, en especial por los que estaban terminando su ante último año, dando paso al último año de Secundaria. Y era de esperarse que todos lo festejarían a su manera.
Algunos irían de viaje con sus familias, otros no dormirían con tal de ir a cada fiesta que se anunciara y por último, unos pocos se quedarían en sus hogares convirtiéndose en completos Anti sociales.
Y ese último era el caso de Roier.
Roier podía contar a sus amigos con los dedos de una mano ya que solo eran tres: Mariana, Aldo y Quackity. Y no necesitaba más.
Bueno, se veía divertido ser popular en la escuela pero Roier ya había comprendido cuál era su lugar desde que dió su primer paso dentro del instituto.
Y fue rechazado en cada grupo social.
Él no era el chico más guapo de la secundaria, ni tampoco el mejor jugador de algún deporte (en realidad apenas le gustaba correr). Sus compañeros no recordaban su existencia.
Roier solo era Roier. El chico al que le gustaba el Teatro.
Y Teatro no era el taller más popular entre los estudiantes de preparatoria que digamos.
Pero dejando eso de lado, Roier ahora podría estar jugando Valorant, haciendo una maratón de películas Musicales o cualquier otra cosa que requiera quedarse en casa de no ser porque inesperadamente recibió una invitación de último momento a una fiesta.
Su primer fiesta.
— ¡Quackity, por favor!
Rogaba el castaño a su mejor amigo por medio de una llamada.
— El amigo de Rob dijo que no había problema en que fuéramos. Por favor.
— Roier, sin ofender, pero me vale tres hectáreas de verga lo que diga tu compañero de Teatro o su amigo pendejo. —Contestó Quackity, del otro lado de la línea provocando que su amigo soltara un alarido de queja.— No pienso ir a ninguna fiesta.
Bien, quizás estaba siendo algo egoísta con su amigo en intentar obligarlo a ir a un evento social tan de repente, pero para Roier era una gran oportunidad para que él y sus amigos dejaran de ser el eslabón más bajo de la pirámide social de la secundaria.
Roier aún tenía esperanzas.
— Patito, por favor. ¿No estás cansado de ser socialmente inferior? ¡Porque yo sí!
— Roier, no necesitas ser socialmente aceptado para ser alguien. Que te valga verga lo que piensen los demás.
Y Quackity tenía razón pero eso no evitaba que Roier quisiera ser como los chicos populares, hablar con ellos, sentarse con ellos. Solo quería resaltar como la futura estrella que era porque eso es lo que merecía.
Roier estaba destinado a convertirse en un actor exitoso y triunfar en la vida. Y lo sabía.
— Eso lo tengo claro. ¿Pero no sería genial salir a divertirse un rato? —Volvió a insistir el menor. Quizás no debería arrastrar a Quackity a una fiesta pero como su proclamado Mejor Amigo tenía la obligación de acompañarlo.— Apuesto a que has estado todo el día pegado al ordenador. Solo sal un rato conmigo ¿Por favor?
Se estaba preparando mentalmente para otra respuesta negativa pero luego de un largo suspiro del otro lado de la llamada, el joven de Beanie volvió a hablar sorprendiendo al castaño.
— Está bien. Voy contigo.
Roier soltó un chillido de emoción muy poco varonil.
— ¡Gracias, Quacks! ¡Te amo!
Su amigo comenzó a quejarse pero a Roier no le importó y terminó la llamada.
Antes de prepararse para la salida, abrió el chat del chico para enviar la información de dónde y a qué hora sería la fiesta. Y luego se perdió en su gran armario de ropa, sin saber que ponerse para dar una gran impresión.
Se preguntarán ¿Por qué no había llamado también a Mariana para avisarle? ¿O a Aldo? Pues, es muy simple: Mariana se había enfermado por jugarle al vergas y andar con puro aire acondicionado al diecisiete. Y Aldo estaba en un viaje familiar. Así que su única opción era Quackity porque de ninguna manera pensaba ir solo. Primero muerto.
Pero en fin. Ahora Roier estaba muy emocionado ya que era su primer fiesta de elite (por así decirlo).
~ • ~
— No mames ¿Y quien vive aquí? ¿Jovani Vázquez?
Los dos chicos habían llegado al lugar de la reunión, el cual era una lujosa casa de tamaño exagerado y a eso venía el comentario de Quackity. A Roier no le sorprendería si detrás de ese lugar había una exuberante piscina típica de niños ricos.
Pero no tenía tiempo para pensar en eso. Era hora de dar comienzo a la noche.
— Si mal no recuerdo, Rob dijo que ésta es la casa de Wilbur.
— ¿Wilbur? ¿El del equipo de fútbol? —Preguntó Quackity incrédulo.— Roier, ese debe ser el tipo más clasista, violento y estúpido de todo el equipo. Y mira que la mayoría son pendejos pero él es un completo simio.
Advirtió su amigo y el menor no podía contradecirlo ni apoyarlo porque él no conocía muy bien a Wilbur. Y Quackity... Sí.
Él decía conocer a Wilbur y tener un pasado oscuro con él, de ahí provenía su odio al chico. Pero Quackity nunca confesó cuál era dicho pasado.
— Mira, Rob habló con Carre y Carre también es del equipo y es amigo de Wilbur. Estoy seguro de que lo habrán conversado y no les caemos tan mal después de todo.
Roier explicó pacientemente pero su amigo parecía algo negado.
— No lo sé. Yo no creo que sea bueno haber venido hasta aquí.
Quackity tenía un mal presentimiento porque sabía que nada bueno podía venir de ese tal Wilbur. Era un completo idiota.
— Ya, no seas aguafiestas. —Se quejó el castaño dando unos pasos al frente y acomodando su sudadera roja.— Verás que cuando menos te lo esperes ya estarás completamente pedo. ¿Si o no?
El mayor lo juzgó con la mirada haciendo que Roier se encogiera de hombros.
— Tranquilo Quacks, mira, si la cosa se pone rara o te sientes muy incómodo me avisas y nos largamos al instante. ¿Que te parece?
El nombrado lo miró intentando decidirse y finalmente asintió.
— Me siento muy incómodo ¿Nos podemos ir ahora?
Contestó provocando una risa en el menor.
— Ni siquiera entramos, pendejo. Dale aunque sea una oportunidad.
El chico de Beanie suspiró y volvió a asentir dejándose guiar por Roier hacia la puerta principal de donde provenía la fuerte música.
Ese no era uno de los lugares preferidos para ambos chicos, pero en ese momento a Roier le hacía mucha ilusión ser parte de las personas relevantes del instituto.
— ¡Pero miren a quien tenemos aquí! —Dijo de forma entusiasta un chico de baja estatura, cabello castaño y ojos verdes, el cual los estaba recibiendo con una gran sonrisa que pronto se transformó en una mueca de confusión.— Ehh... ¿Y ustedes son...?
Claramente el chico estaba algo ebrio pero aunque no lo estuviera tampoco los conocería. Así que Roier hizo una pequeña presentación.
— ¡Hola! Disculpa, el es Quackity. —Comenzó presentando a su amigo, el cual saludó con su mano.— Y yo soy Roier, amigo de Robleis. Él nos invitó.
El chico frente suyo entrecerró sus ojos viéndolos con desconfianza hasta que pareció recordar algo.
— ¡Ahh! ¡Sí! Sos su compañero de... Música ¿No?
— Teatro.
Corrigió el castaño de forma amable pero el joven lo ignoró.
— Sí, eso. Pasen tranqui. —El ojiverde se hizo a un lado dejándolos entrar y los cuatro hicieron caso.— Soy Carre. Cualquier cosa voy a estar en la zona de los tragos. Espero que la pasen bien.
Y con eso el chico se despidió sin darles tiempo para que pudieran decir algo más. Aunque rápidamente el duo de amigos terminó distrayendose con el nuevo ambiente que los rodeaba.
La música estaba bastante fuerte, a penas podían hablar entre ellos. El lugar estaba repleto de adolecentes en su mejor estado de ebriedad (ú otras cosas) y los olores eran algo fuertes. Había cierto olor a humo mezclado con alcohol y quizás otros aromas que Roier no lograba reconocer.
Pero nada de eso importaba.
Lo único importante es que ya estaba adentro y ahora tocaba beber y socializar hasta cansarse. Aunque obviamente no pensaba terminar con un coma alcohólico. Solo bebería lo suficiente para eliminar la timidez de su cuerpo.
Quackity por su parte comenzó a toquetear algunas cosas de la casa con curiosidad. No le parecía nada grave. Era mejor que estuviera haciendo eso a qué se quede "tieso".
— Quacks acompáñame. Vamos a buscar a Robleis.
Roier tomó el brazo de su amigo para comenzar a llevarlo entre las personas que bailaban.
— Será mejor que Robleis tenga algo para beber también...
Roier solo respondió con una pequeña risa ante las palabras del más bajo y siguió caminando.
La casa por dentro parecía ser más grande que lo que se veía por fuera y eso le había quedado bien en claro luego de casi perderse dos veces en busca del Argentino, hasta que lo encontró sentado en una reposera en el patio trasero.
Y ¡Wow! Roier le atinó con lo de la piscina.
El chico estaba con otras personas pero cuando puso sus ojos en Roier, éste saltó de su lugar y se acercó a ambos chicos de forma entusiasmada.
— ¡Ro! Pensé que ya no ibas a venir. —Robleis abrazó fraternalmente al nombrado y luego se dirigió al segundo para presentarse correctamente extendiendo su mano. Pues sus amigos no conocen a sus compañeros de Teatro.— Hola, soy Robleis. ¿Vos sos...?
Quackity miró con nervios a Roier y éste le hizo una pequeña seña para que respondiera. Entonces el chico aceptó la mano ajena.
— Soy Quackity.
El Argentino le sonrío amablemente y Roier los interrumpió.
— Disculpa la tardanza, tuvimos algunos percances.
Se disculpó el Mexicano a lo que Robleis rápidamente negó.
— No, tranqui. Ésto recién empieza por eso está tan aburrido.
"¿Aburrido?" Se preguntó el menor, ya que las personas dentro de la casa no parecían muy aburridas. Es más, hasta estaban como locos.
— Vení, acá están los chicos.
Dijo Robleis guiandolos hasta donde anteriormente estaba sentado el mayor y en unas reposeras similares se encontraban cuatro personas ya conocidas para Roier. Eran sus compañeros del taller de teatro.
— Quackity, ya que vos no los conoces te los presento: Ellos son Juan, Ari, Aroyitt y Rivers. —El Argentino señaló uno por uno a cada compañero y estos hicieron diferentes señas para saludarlos.— Son las personas más divertidas que vas a conocer.
Quackity se presentó ante todos de forma incómoda y Roier le dió un pequeño empujón para que se relajara.
— Pero cuidado con Juan y Ari. Son un poquito tóxicos.
Advirtió el castaño lanzandoles miradas divertidas a ambos.
— Tóxica tu abuela.
Contestó el nombrado "Juan" entre risas.
Ambos chicos tomaron asiento entre ellos y pronto comenzaron una conversación amena con todos. A veces Quackity volvía a su estado "tieso" y no podía juzgarlo. Su amigo podía ser muy confiado y divertido cuando lo conocías bien, pero interactuar con desconocidos no era su fuerte. Pero para eso estaba Roier para darle la confianza que necesitaba para socializar.
— Éste pendejo hace un rato se puso celoso de mi. ¿Puedes creerlo?
Dijo Rivers refiriéndose a Juan quién automáticamente se hizo el desentendido, ganándose un leve golpe de parte de su novia.
— ¡¿Cómo?!
Exclamó exageradamente Roier seguido de una carcajada, con una lata de cerveza en su mano la cual había conseguido gracias a Robleis.
— Sí, Roier. Te lo juro. Piensa que le voy a robar a Ari. —Volvió a hablar la chica rubia provocando unas risas más.— Igual... Errado no está.
Entonces la chica miro a la pareja de Juan guiñándole un ojo, a lo que Ari respondió lanzandole un beso.
— ¿Es en serio? ¿En frente mío?
Habló Juan fingiendo indignación para comenzar un pequeño drama con su novia.
Roier no paraba de reír junto a Robleis y Aroyitt, hasta Quackity que apenas entendía la situación pero ese pequeño grupo de personas lo habían integrado bastante bien haciendo que se sienta cómodo.
— Dime, Quacks. ¿Tú que opinas? Ante ésta infidelidad ¿Tú crees que debo dejarla por un hombre guapo?
Consultó Juan hacia el joven de Beanie quién no dudo en responderle.
— Yo creo que sí. Es más, ahora mismo estoy soltero. ¿Que dices? ¿Unos besos o qué?
Todo el grupo estalló de la risa por la respuesta atrevida del amigo de Roier.
Juan comenzó a responder de la misma manera pero Roier ya no pudo escuchar lo que hablaban por la intromisión de una nueva persona.
— Rob ¿Estás ocupado?
El llamado desconocido hizo que no solo Robleis se volteara, sino también Roier. Descubriendo así quien era el portador de aquella voz.
Allí estaba: Alto, cabello largo azabache, ojos de un bellísimo color morado y tez pálida.
Era el Capitán del equipo de fútbol de su instituto.
Para Roier fue inevitable quedarse mirándolo por unos segundos hasta que ambos hicieron contacto visual entonces el menor esquivó la mirada con vergüenza.
— ¿Que pasó?
Preguntó Robleis parándose de su lugar para acercarse al más alto y Roier se lo agradeció mentalmente luego de haber quedado embobado en frente del jugador.
— Carre ya se puso en boludo y te está buscando.
Respondió de forma simple haciendo reír al chico más bajo.
— ¿Ya? Es un pelotudo. Ahí voy. —Anunció pero antes de dirigirse adentro de la casa, éste volteó hacia Roier como si hubiese recordado algo.— Ahh me olvidé de presentarlos. Spreen, él es Roier. Es nuestro prodigio de Teatro.
Roier tosió al tener un pequeño problema en tragar su bebida por la repentina mención de su nombre. No se esperaba de ninguna manera que su compañero lo presentara de un momento a otro al Capitán del equipo de fútbol. Porque era el Capitán del equipo de fútbol. Y si había persona que estaba mejor posicionada en la elite del instituto ese era El Maldito Capitán Del Equipo De Fútbol.
El Mexicano se levantó nervioso y se acercó a ambos chicos. Pero a pesar de sus nervios igualmente dió una sonrisa cálida al más alto.
— Hola, es un gusto.
Extendió su mano hacia el chico y éste la tomó sin ningún tipo de reacción que delatara sus pensamientos. El Argentino mantenia su semblante serio pero calmado.
— Y Roier, éste es Spreen. Que no te engañe su imagen, es bastante boludo.
Sin soltar la mano de Roier, Spreen dió un golpe en el brazo de su amigo por lo que había dicho, sacándole una risa.
Luego echó un rápido vistazo de arriba a abajo al joven frente suyo.
— Igualmente.
Y soltó su mano.
Robleis los había presentado como si no se conocieran. Y quizás de parte de Spreen sí era así. Seguro que no tenía ni idea de quién era Roier.
Oh, pero Roier conocía muy bien a Spreen. Mejor dicho, ¿Quien no conocía a Spreen?
Él era el chico más popular en todo el instituto. Era el novio ideal para las chicas y el tipo más genial para los chicos.
Spreen lo tenía todo: Era innegablemente guapo, talentoso, humilde, amable, deportista, etc.
Y aunque no fuera atractivo, igualmente seguiría siendo popular solo por el simple hecho de ser el mejor jugador de todo su equipo. Sin él, el equipo de su instituto no sería reconocido hoy en día como uno de los mejores por haber ganado tantos campeonatos contra otras escuelas. Por eso lo habían nombrado Capitán ese año.
En resúmen, era perfecto. Y si alguien no lo conocía, es porque seguramente vivía bajo una roca. No hay otra explicación lógica.
— Bueno, voy a ver en qué anda Carre. Ya vuelvo.
Dió aviso Robleis antes de adentrarse a la casa en busca del chico, abandonando a ambos en un silencio incómodo.
Spreen tenía las manos en los bolsillos de su chaqueta mientras miraba sus zapatillas como si hubiera algo interesante en ellas. Mientras que Roier había volteado a ver a sus compañeros esperando a que alguno lo salvara de ese momento incómodo, pero no hubo caso.
— Y... ¿Se están divirtiendo?
Habló repentinamente el jugador, sorprendiendo al castaño.
— Ehh... Sí. Bueno, no estuvimos mucho tiempo adentro pero la estamos pasando bien.
Respondió intentando sonar lo más natural posible aunque por dentro quisiera que la tierra lo tragase.
— Ahh... Joya. —Soltó el Argentino volviendo su mirada al suelo, dejando que pasaran otros segundos más en silencio antes de que volviera a hablar.— Ehh, creo que... Tengo que... Allá...
Dijo el mayor señalando el interior de la casa.
Y para Roier, Spreen estaba tan incómodo que ni siquiera podía formular una excusa coherente para irse. Aunque él no estaba en una situación mejor...
— Ah, sí. No te hagas problema. Yo también tengo que... Allí... Tú sabes...
Ambos compartieron una risa fingida y se voltearon hacia lados contrarios para alejarse con sus respectivos grupos de amigos.
Esa había sido la peor experiencia para Roier y esperaba no haberla cagado tanto sino su reputación iba a bajar de 0 a -100. Pero en fin, ya había terminado y estaba a punto de tomar asiento con sus amigos pero su teléfono vibrando en el bolsillo de su pantalón lo distrajo.
Sacó el mismo para ver a qué se debía y no le asombró para nada, es más, se lo esperaba.
Era Cellbit preguntándole cómo estaba y que hacía.
Y la verdadera pregunta aquí es: ¿Quién es Cellbit?
Pues, era un chico Universitario de intercambio con el que hablaba, bastante guapo también. Que estudiaba a un par de calles de su instituto.
¿Y que tiene que ver Cellbit con Roier?
Pues, era su "casi algo". Porque claro: Roier es Homosexual... de Closet.
Nadie sabía eso, ni siquiera sus amigos más cercanos. Por lo tanto tampoco sabían de la existencia de Cellbit.
Complicado. Y aún más sabiendo que Ese chico, al ser Universitario, era mayor que Roier por algunos años siendo ésta una relación un poco dudosa. Pero ese era otro tema.
Iba a responder el mensaje de texto pero antes de que pudiera, el mismo chico comenzó a llamarlo.
Entonces Roier se excusó con sus compañeros para ir al baño y cuando al fin estuvo allí encerrado, contestó la llamada.
— Hola Guapito.
El menor soltó una pequeña risa por el apodo.
— ¡Gatinho! ¿Que tal?
— Todo bien aquí, estaba terminando un proyecto pero no puedo concentrarme...
— ¿Por qué?
Escuchó un largo suspiro del otro lado de la llamada antes de que el chico respondiera.
— Porque te extraño mucho, Mozão.
Roier tuvo que alejar el teléfono de su rostro para ahogar un chillido de emoción y luego, cuando se calmó, contestó.
— ¿Ah, sí? Pero si nos vimos antes de las vacaciones, bobo. —Roier se sentía como una adolescente hormonal. No puede ser.— Y deja de usar palabras que no entiendo. Ya te lo dije.
— Ahh... Para mí fue como una eternidad.
El chico castaño estaba más que feliz escuchando a Cellbit. Pero hace algunos días algo lo inquietaba.
— Entonces invítame a salir si tanto me extrañas.
— Mmm sabes que estoy ocupado con el trabajo y los talleres de verano.
— Ahh... Sí, lo sé...
En toda la perfección de Cellbit había un pequeño detalle.
Todas las veces en las que ambos se vieron fueron en los alrededores del instituto, y si alguna vez habían salido a un café o algo, había sido todo por mérito de Roier ya que Cellbit siempre tenía una que otra excusa. Si no era el trabajo, era la Universidad, y si no era la Universidad, entonces era algo que había "surgido". Así que su especie de "relación" terminaba basándose más a distancia.
Pero luego de eso, Roier no tenía problemas con nada más. El chico era amoroso, respetuoso y sumamente atractivo.
— Pero cuando termine con el taller, quizás podamos vernos.
— Mm está bien.
A veces Cellbit prometía cosas que sabía que no cumpliría. Pero Roier no estaba en posición de reclamar nada.
~ • ~
— Oigan, ¿Han visto a Roier?
Preguntó Quackity cuando la ausencia de su amigo se prolongó más de lo normal.
— Creo que sigue en el baño.
Contestó Juan sin darle mucha importancia. El chico no quería preocuparse de más así que simplemente se quedó con esa respuesta.
Pero Juan tuvo que seguir hablando...
— Oye, no sabía que Roier era tan cercano a Wilbur.
Quackity frunció el ceño con confusión al escuchar esas palabras. Pues nunca había visto a su amigo hablar con el jugador, o si quiera cerca de él.
— ¿De qué hablas?
Preguntó realmente intrigado, entonces recibió una mirada igual de confundida por parte de Juan.
— Pues Robleis dijo que él insistió bastante en que Roier viniera. ¿No lo sabías? —El simpático chico se lo explico de manera simple y el menor negó a la pregunta.— Además Wilbur fue bastante amable en querer invitar a todo el taller de Teatro.
Y entonces Quackity tragó en seco porque no había muchas buenas razones para que un tipo problemático como Wilbur tuviera la idea de que ellos asistieran a su fiesta. El chico pensaba que la invitación solo había sido idea de Robleis pero al parecer no.
Y eso lo inquietaba.
¿Por qué Wilbur insistiría con algo así?
Conociendo al chico, le causaba mucha curiosidad y desconfianza pero lo más importante ahora era buscar a Roier y salir de allí lo antes posible.
No le agradaba la idea de que su amigo estuviera involucrado en uno de los tontos juegos de Wilbur Soot.
— Enseguida vuelvo.
El joven se levantó de su lugar y se adentró a la casa intentando llegar a los baños lo antes posible pero realmente no sabía lo que les esperaba.
~ • ~
Roier había estado casi una hora en el baño en llamada con Cellbit y no notó que el tiempo se había pasado volando.
Y aún cuando la llamada finalizó, todavía no quería abandonar el cuarto de baño. Estaba muy ocupado intentando responder sus propias dudas, las cuales principalmente se enfocaban en Cellbit y el por qué nunca quería invitarlo a salir como debía.
¿Es que quizás no estaba preparado para una relación así? Si esa era la verdadera razón, al menos le gustaría que el chico brasileño fuese honesto con él porque Roier nunca lo iba a obligar a algo que no quisiera.
Roier valoraba mucho la honestidad.
Y por eso también le hubiese gustado que esa noche, alguien haya sido realmente honesto con él.
En algún punto de su ensoñación se dió cuenta que ya no se escuchaba la fuerte música hasta donde estaba. Cómo si la hubiesen pausado.
Y en cambio, podía escuchar un revuelo de personas vitoreando y un lejano sonido de un micrófono.
Así que cuando la curiosidad le ganó, Roier salió del lugar encontrándose con la mayoría de invitados mirando a un punto de la habitación entre risas, donde se iluminaba a una persona sobre una pequeña tarima.
Y ese era Wilbur.
— ¡Y pasemos a nuestras siguientes víctimas! —Dijo el mayor escuchándose en cada parlante del salón por el micrófono en sus manos. Detrás de él yacía una cortina blanca donde, gracias a un proyector, se podían ver diferentes imágenes.— Creo que es momento de hablar del club de "Teatro". ¿Acaso alguien sabe lo que es eso? Yo apenas me enteré de que existe.
Y la sala volvió a llenarse de risas mientras en el proyector aparecían nuevas imágenes.
Roier no entendía nada. Ni si quiera conocía a Wilbur. Bueno, sabía de él solo por ser uno más de los populares pero nunca había intercambiado palabras con tal persona.
¿Qué estaba sucediendo realmente?
— Empecemos por nuestra querida Aroyitt, a la cual voy a felicitar por su nuevo noviazgo.
¿Noviazgo? ¿Aro no estaba soltera?
Roier volteó a ver a su al rededor buscando a la chica o a cualquiera de su círculo de conocidos pero fue en vano. Había mucha gente en la sala.
Pero cuando esas personas soltaron algunos sonidos de sorpresa supo que algo andaba mal.
Entonces Roier volvió a posar su mirada en la proyección detrás de Wilbur y su boca se formó en una perfecta "o".
— Al parecer Aroyitt estuvo reclutando nuevos miembros, entre ellos nuestro querido Carola. —Wilbur apretó un botón del control que tenía en la mano y todos pudieron ver la imagen de la pareja abrazados en un rincón del instituto. Seguramente estaban allí para que nadie más los descubriera pero fue un error.— Carola ¿Por qué no nos dijiste? Creí que éramos amigos. Me lastimas.
Se escuchó el ruido de algún líquido chocando. Y cuando Roier volteó hacia el sonido, descubrió que Carola había dejado caer su bebida de la sorpresa.
Las personas a su alrededor solo se rieron y comenzaron a opinar en voz baja.
— Pero bueno, no tenemos toda la noche. El siguiente en nuestra lista es: ¡Robleis! —Presentó en tono burlón el anfitrión de la fiesta. Y ésta vez la imagen del proyector cambió a una de una app de citas.— Que por lo visto tuvo bastante diversión, lástima que a pesar de estar subscrito en un sitio de citas no puede conseguir una relación verdadera...
Entonces mostraron la cuenta de Robleis en dicha aplicación y Roier no pudo hacer nada más que volver a abrir la boca con sorpresa.
Estaba toda la información del chico allí.
Buscó con su mirada al nombrado pero no lo encontró. Aunque sabía perfectamente que su reacción no iba a ser para nada buena.
Wilbur era un idiota y ahora lo estaba comprobando.
¿Qué clase de persona expone a otros por diversión? Solo un imbécil. Después de todo Quackity tenía razón y ahora Roier se preguntaba para que fue a esa fiesta en primer lugar.
Pero eso no era todo.
— ¡Roier!
Escuchó un grito y automáticamente giró su rostro a dónde provenía la voz.
Era Quackity. Quien estaba intentando pasar entre las personas para llegar a él de forma desesperada.
Pero ya era muy tarde.
— Y hablando sobre Homosexuales frustrados, creo que no podemos saltarnos a ésta persona...
Roier ignoró el llamado de su amigo para enfocar su mirada aterrorizada en la pantalla.
Y en ese mismo momento quiso morirse.
— Wow, esta no se la esperaban ¿Verdad? Pues sí. Nuestro querido compañero Roier Brown es un Gay de Closet.
La proyección ahora mostraba una imagen de las afueras del instituto, dónde se podía ver a dos personas besandose.
Sí, eran Cellbit y él.
— Y no solo eso. Roier tiene gustos peculiares... Al parecer le gustan Universitarios. —Sus compañeros comenzaron a reírse alrededor suyo y el pobre chico estaba congelado en su lugar. Hubo un sonido fuerte proveniente de un piso arriba suyo pero estaba muy avergonzado como para corroborar que lo había provocado.— ¡Ey! ¡¿Qué hacen con mi laptop?!
Cuando Wilbur exclamó eso, el proyector se apagó repentinamente y el chico bajó de la tarima para dirigirse a tal lugar.
Pero a Roier no le importó. Y a las personas que seguían burlándose de él tampoco.
Le aliviaba que la bochornosa imagen ya no se estuviera viendo pero la situación no mejoró.
"¿En serio es gay?"
"Está en Teatro. Era más que obvio."
"Y sale con un Hombre mayor. ¡Qué poca vergüenza!"
Roier no sabía que hacer. Estaba en el foco de todo y había comenzado a temblar de la impotencia.
Así no quería que fueran las cosas.
El castaño no sentía vergüenza de lo que era, pero él aún no estaba listo para dar ese paso y decirlo.
Wilbur le arrebató ese momento para convertirlo en un estúpido circo.
Quería llorar. Quería gritarles a todos. Pero no podía.
Hasta que alguien tomó su brazo y se puso delante suyo.
— ¡¿Y a ustedes que verga les importa lo que a él le guste?! —Se quejó Quackity enfrentando a sus compañeros. Lo estaba defendiendo.— ¡Mejor metanse en sus aburridos asuntos! Y si se meten con él, van a tener que meterse conmigo y yo no voy a dudar en partirles su madre.
Algunos miraron temerosos al chico de Beanie, y otros con desagrado. Pero Quackity los ignoró y tiró de él para guiarlo a la salida.
— Vámonos Ro.
Y Roier lo siguió sin quejas.
Estaba totalmente agradecido con el mayor pero seguía muy avergonzado como para decirlo.
Y culpable porque su mejor amigo se había enterado de su vida personal de esa manera. Ni siquiera había tenido la oportunidad de hablarlo delicadamente.
Se sentía horrible.
Cuando ya estaban fuera, consiguió la valentía para poder enfrentar al más bajo.
— Quackity... —Murmuró el joven chico con su mirada clavada en el suelo.— Yo quería decírtelo... Realmente lo iba a hacer.
— Roier, no. —Quackity se detuvo repentinamente, provocando que el más alto chocara con su espalda. Y se volteó.— Mira, no me interesa si te gustan las vaginas, los pitos, ambos ¡O Todo!... Tú eres mi mejor amigo. Olvida eso.
Roier levantó su mirada para descubrir que no había ninguna pizca de burla o rechazo en su amigo. Estaba siendo honesto.
Y eso provocó que se sintiera aún más culpable por no haberle dicho antes. Entonces su labio inferior tembló y la primer lágrima cayó.
Roier estaba colapsado de emociones.
— P-perdón.
El castaño comenzó a llorar de forma agobiante y el chico de Beanie solo pudo mirarlo con pena.
— No, no Ro. Tranquilo...
Quackity lo rodeó con sus brazos y eso fue como un interruptor para que Roier se pusiera aún más sensible. Correspondió el abrazo y siguió llorando en su hombro.
A pesar de que Quackity le dijera que todo estaba bien. Roier aún se sentía culpable por no haberle contado a sus amigos, avergonzado porque ahora la mayor parte del instituto lo sabía sin su consentimiento y frustrado porque no vio las claras señales de esa terrible broma preparada con anticipación.
Roier tuvo que haberle hecho caso a Quackity esa noche.
Buenas, buenas, buenas. Y sí, éste es el primer capítulo. No me maten.
Pueden dejar sus dudas aquí y antes, una pregunta:
¿Les gustan los capítulos largos o debo acortarlos?
Pero eso, espero que les guste ésta nueva historia. 🫂
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