7 - Su Majestad.
Yoongi despertó sobresaltado por el sonido de su teléfono.
Abrió los ojos sorprendido al notar la claridad tras la ventana; había dormido toda la noche de un tirón. Eso era raro en él. Su sueño normal era unas pocas horas, medio despierto medio en coma. Quizás producto a criarse con alguien como su hermano, quien le enseñó a no pegar el ojo por completo.
El punto es que, por primera vez en mucho, muchísimo tiempo, Yoongi durmió toda la noche sin despertar. Y es curioso que su cuerpo escogiera la casa de Park Jimin para eso. La cama que olía a él, para ser precisos.
No quiso ponerse a rememorar que, en efecto, se durmió olisqueando las sábanas como cachorro. Pero eso fue lo que hizo.
Salió de la cama, estirándose, y bajó para ir al baño.
Bien. Llega un punto de tu vida como hombre en que debes elegir si quieres ser un sinvergüenza pervertido, o un noble caballero. Y Yoongi siempre creyó ser lo segundo, a pesar de varias opiniones.
Pero era imposible no verlo. Para ir al baño tenía que pasar por la sala y Jimin estaba allí.
Jimin estaba acostado boca bajo en el sofá y medio destapado. No traía un puto pijama, ni nada parecido a ropa en lo absoluto. Ni siquiera una camiseta.
Solo un pequeñísimo, diminuto dirían algunos, bóxer. Yoongi no tenía idea de que hicieran bóxer así. Aquello bien podría ser una tanga, porque ningún bóxer deja todo tu trasero al aire. Pero aquel sí.
Yoongi no era mojigato ni nada. No había tenido novio antes, pero eso no quitaba que tenía su cuota al día. Había despertado al lado de chicos ligeros de ropa, o sin ella.
La diferencia estaba en que Yoongi había mantenido relaciones sexuales con esos chicos. Con Jimin no. No ahora, no después. Nunca tendría sexo con ese chico.
Antes de ir al baño se quitó la parte de arriba del pijama y se lo tiro encima a Jimin, para prevenir.
Se vistió y se marchó.
❇❇❇
Jimin despertó por el sonido de un mensaje. Confuso y mareado, cayó del sofá al no recordar donde estaba. El golpe le hizo recordar a su falso y millonario novio.
Se percató que estaba casi desnudo y que Yoongi podría verlo en cualquier momento si bajaba. Agarró una camiseta enorme y se apresuró a vestirla.
Recogió un poco su cama improvisada y subió despacio para ver si Yoongi aún dormía. Se sintió estúpido al ver la cama perfectamente vacía.
Estirando la concha de la cama encontró la pulsera con la que Yoongi había llegado anoche. La guardó en la mesa de noche, dudando si devolverla o tomarla como castigo por irse sin decirle.
La puerta sonó y sin dudarlo corrió creyendo que sería él.
Al abrir estaba el recepcionista, con una rosa blanca en la mano.
-El señor Min la dejó para usted. -sonrió u le entregó la flor. -Antes de irse me pidió que le dijera que no quiso despertarlo porque parecía cómodo. Que se disculparía personalmente lo antes posible.
-Gracias, Heo Jun.
-Su novio es muy guapo, señor Park.
El recepcionista le había visto entrar con amigos, amigas, familiares y compañeros de trabajo. Pero nunca con un chico. Así que, al ver a Yoongi, asumió rápidamente su rol.
-Sí, sí lo es...-sonrió.
Aunque no fuera su novio de verdad, era lindo que los demás pensaran que era atractivo. Pese al enfado temporal, la mañana mejoraba y las ganas de escribir se apoderaron de Jimin.
❇❇❇
Pasaron varios días sin verse. Pero ninguno podía quitar de su cabeza su casi beso. Pasaron días buscando la manera de llamarse simplemente para escuchar la voz del otro, pero a su vez, los dos trataban de convencerse de que lo mejor era esperar. Esperar a que el otro llame. Total, no valía la pena abandonar el orgullo por alguien que, después de un tiempo no recordaría ni tu nombre ni tu cara.
Porque esto era solo un arreglo temporal. Y había que pensar fríamente. Sin amor o sentimientos.
❇❇❇
Min Chae Syuk , el tío de Yoongi, era un hombre bastante parecido a su padre. Solo preocupado por los negocios y nada mas.
Solía ir mucho a Seul, a pesar de vivir todavía en Daegu, pero nunca visitaba a la familia. Sin embargo, a sus oídos llegó la noticia de la homosexualidad de Yoongi y eso sí que no.
No iba a dejarlo pasar.
Citó a Yoongi y a su padre en una cafetería exclusiva de Gangnam donde solía hacer sus reuniones de negocios. Haría entrar en razón a su sobrino. Nadie en esa familia había nacido desviado, y aunque tuviera que darle unos golpes, estaba seguro que arreglaría el asunto.
Yoongi vio la oportunidad perfecta de presentar a Jimin. Aquel no sería un desayuno agradable, pero ya era hora de mostrarse como era.
Finalmente llamó a Jimin.
-¡Yoongi! - exclamó el escritor tan pronto descolgó el teléfono.
-¿Tienes tiempo para vernos hoy? Necesito empezar a usar nuestro trato. -lo atacó a penas dejándole saludar.
-Sí, tengo tiempo. -respondió Jimin, algo desanimado. -¿Donde es?
-Debes usar algo medio elegante, no demasiado. Y... tienes que estar preparado. Puede ponerse feo. -aclaró. -¿Te parece si paso a recogerte en... media hora?
Puntual como los ingleses, Yoongi tocaba su puerta media hora después. Jimin abrió, y sintió su corazón acelerado tan solo de verlo. ¿Pero qué diablos le pasaba?
<<Es trabajo, TRABAJO>>
Se apartó de la entrada para dejarlo pasar.
Yoongi desvió, sin querer, su mirada al trasero vestido de Jimin, recordando como lucía hace unos días atrás.
-¿De qué te ríes? -preguntó Jimin.
-De nada.-el chico le miró extraño, con el ceño fruncido y expresión chistosa. -Bien, te diré. Pensaba que no deberías usar esa clase de boxers frente a un hombre que no es tu novio, porque podría malinterpretarte.
-¿Disculpa? ¿Qué...yo..lo viste?
-¡No pienses mal de mi! -corrigió Yoongi, todavía sonriendo. -Me levanté, tenía que ir al baño y aquello estaba justo allí. Completamente expuesto. Aunque yo tratase de no ver...
-Cosa que por supuesto hiciste. -interrumpió Jimin a lo que Yoongi asintió. -Intentaste no ver y casi no vistes nada.
-Si eso te hace dormir mejor, pues sí. Casi no vi nada. -mintió Yoongi en total acuerdo con el ruborizado escritor.
Jimin volvió a su cuarto, intentando arreglarse su pelo que parecía imposible de acomodar hoy. Justo hoy su pelo se sublevaba por los años de maltratos y tintes caseros.
Mientras esperaba, Yoongi se paseó por la sala, observando un delicado jarroncito de cerámica blanca y azul que contenía la flor que él le había dejado la vez pasada.
-¿Te gustan las flores? -preguntó al aire, sabiendo que se escucharía desde el cuarto.
-Sí. Esa, en especifico, me gustó mucho. -dijo Jimin mientras se acercaba, finalmente listo. -Una rosa blanca significa respeto. ¿Sabías?
-No. -confirmó el mayor. -La traje por que las rojas son clichés, y las rosadas no me gustan.
-Me desilusionas, Yoongi. Yo que pensaba que me dirías todos los significados de las flores y sus nombres científicos.
Ah, esos estereotipos de galán de novela echaron raíces fuerte en Jimin.
-No soy el protagonista de una novela, tesoro. -se burló Yoongi, recorriendo su barbilla con un dedo. -Si lo fuera sería hétero. Y mas alto.
Después del para nada incómodo momento patrocinado por Yoongi y su bocota, subieron al auto. Jimin le miró de reojo cada dos por tres porque, Dios, Yoongi es demasiado atractivo para su propio bien.
Tiene todo las de perder en esta estúpida farsa, y no va mentirse a si mismo. Jimin sabe que, mas temprano que tarde, va a sentir cosas por Yoongi. Pese a ser un chico enamoradizo, los sentimientos de Jimin quedaban atascados en su pecho la mayoría de las veces. En primer lugar porque era tímido. En segundo porque él mismo se prohibía caer en relaciones imposibles.
Ahora, aun sabiendo que esa relación era falsa, que Yoongi tenía demasiados problemas en su bolsa y que aquello no caminaría para ningún lado, le gustaba la sensación que le daba tenerlo cerca. Sentirse el novio de ese encantador hombre era estremecedor, y no prometía terminar bien para alguien como él.
Yoongi detuvo el coche en las puertas de un conocido café llamado Sugar, tenía entendido que el local era bastante caro y exclusivo, normalmente frecuentado por celebridades y CEOs en busca de paz y privacidad.
¿Era tonto esperar encontrar algún famoso ahí dentro? ¡Oh, quizás los BTS estuvieran allí! Joder, Jimin mataría por un autógrafo de Suga y no estaba bromeando.
-Jimin, ¿te pasa algo?
-Nada. -joder, su manía de hacer expresiones cuando piensa se había ganado demasiadas burlas ya.
-Vamos. -lo instó el otro.
El sitio era fino, ¿bien? Y Jimin a penas estaba empezando su carrera como escritor, así que era su primera vez en un lugar donde el café costaba casi lo que un almuerzo.
Al entrar, el camarero los saludó con una reverencia.
-Buenos días, señor Min. Su padre, su hermano y su tío llegaron hace poco. ¿Van usted y su acompañante a sentarse con ellos?
-¿Mi hermano está aquí? -el camarero asintió. -Yo me sentaré con ellos, busca una mesa para el joven, lo más cerca posible a la mía.
El camarero asintió y se alejó, buscando entre las mesas el sitio ideal para Jimin.
-¿Por qué el cambio de planes? -preguntó Jimin.
-Mi hermano es demasiado. No estoy listo para los tres aún.
-Está bien, Yoongi, nadie te está presionando. No te vayas sin mi, ¿okay?
-¿Estás loco? Vienes conmigo, te vas conmigo, y pagaré lo que compres.
Yoongi se encaminó a su mesa, saludando a los tres hombres con los que guardaba un estrecho parecido. Todos tenían esa apariencia imponente, la mirada afilada como felinos, y el color pálido en la piel.
Así como Yoongi los saludó con una sonrisa, los otros solo lo miraron con desapruebo.
Yoongi se sentó al lado derecho de su padre, en frente de su tío y hermano, y con vista a la mesa donde estaba sentado Jimin. La conversación entre los hombres Min fluyó tranquila, y Jimin los miraba disimuladamente entre sorbos de café con vainilla. De pronto, después de un intenso silencio, uno de los tres hombre habló.
-Así que, finalmente, hay un desviado en la familia. ¿Como va eso, Yoongi?
Yoongi palideció mas, si era posible, mirando al hombre que había hablado.
-Él se empeña en ocultarlo, ya hemos hablado de eso con él... -respondió el padre.
-Eso espero. Sabes que tu herencia depende de tus apariencias.
-No me importa lo que crea la gente. -dijo Yoongi, apretando la servilleta bajo la mesa. -Es mi vida, y creo que debería interesarme solo a mi. No se por qué rayos me citáis si solo van a hablar mierda de mi. Eso podrían hacerlo sin molestarme.
El tío de Yoongi lo miró con pura rabia.
-He salido con chicas antes, es verdad. -continuó Yoongi. -Pero no soy yo, no es lo que quiero para mi vida. Y tengo la edad suficiente para empezar a vivir lo que de veras quiero vivir, no lo ustedes esperan. Y si me gustan los hombre o no...
ChaeSyuk actuó por impulso. De un solo golpe, lanzó el agua de su vaso sobre ka cara de su sobrino, y lo siguió con un fuerte bofetón.
-Sucio deprabado. ¿Te gustan los hombres, eh? -gritó. -No eres mas que un maricón de mierda que ha gastado nuestro dinero en sus perversiones.
Jimin salió disparado como un resorte, guiado por su espíritu romántico y justiciero, y corrió junto a Yoongi, haciendo que se pusiera de pie mientras tiraba de su brazo.
-Lo lamento, su majestad. Pero creo que la gente va a sentir mas asco de mirar su cara de viejo decrépito, que de su sobrino gay. Ahora si nos disculpan...
Jimin solo tiró de Yoongi fuera del ambiente podrido de sus parientes, conteniendo una carcajada nerviosa que cosquilleaba su boca al ver la cara que les había quedado a los tres.
Al salir detuvo su carrera, volteando a mira al shockeado Yoongi.
-Por favor, dime que lo de ahora no pasó. -murmuró el mayor.
-Lo siento, Yoongi. Pero... mira lo empapado que te dejó ese... ese señor, y tu cara, tienes su mano marcada en tu mejilla, y yo...
-¿Le dijiste majestad a mi tío?
-Y viejo decrépito -susurró apenado. -Lo siento, es que era demasiado injusto. Fui víctima de la adrenalina.
Ambos subieron al automóvil en silencio, y tan pronto como se alejaron un poco de allí, fue Yoongi el que rió como loco. Porque aquella había sido la primera vez que veía a alguien poner a su tío en su lugar. «Majestad». Había sido surrealista.
Jimin le invitó a subí a cenar, pero Yoongi declinó. Pese a reír sobre lo ocurrido, las palabras de su tío dolían y se repetían en sus oídos. Así que le agradeció lo que había hecho por él, decorando sus palabras con una sonrisa, y después que Jimin bajó, se marchó.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro