10 - El señor Min.
-Y luego me dijo que no me daría la jalea. ¿Te lo puedes creer?
Yoongi rió como limpiaparabrisas, y golpeó su rodilla con la contraria en un gesto que se estaba haciendo habitual entre ambos.
Llevaban tres semanas viviendo juntos, y quizás las líneas se estaban borrando un poco. La convivencia había resultado sorprendentemente tranquila y placentera. Los dos, a pesar de sus diferencias, eran MUY compatibles y muchas cosas lo probaban.
Por ejemplo, el hecho de que solo en esas semanas ya habían creado hábitos en pareja. Como esa costumbre de tocar al otro bajo la mesa, casi inconscientemente.
-¿Por qué hizo eso? ¿No era tu amigo? -bromeó Yoongi, tomando de su café.
-Sí, pero ya sabes...-se interrumpió. -Con la jalea, los Jonas y los jalapeños no se juega.
-La J es la mejor letra. ¿No?
-Sin dudas.
Incluso entre las risas tontas, los panes con mantequilla y las tasas de café, había un sinfín de miradas que escondía algo más. Algo que se estaba volviendo casi tangible; como una tercera persona sentada a la mesa con ellos.
La jodida atracción mutua.
Por suerte, el mayordomo de Yoongi (sí, tenía un maldito mayordomo que era un anciano adorable con bigotito llamado Ramón) interrumpió su duelo de miradas para entregar una carta.
Al parecer los ricos no descubrían el teléfono aún.
-¿Quien dejó esto? -preguntó Yoongi al no encontrar remitente.
-Su padre, señor.
Bueno, esas eran noticias.
Desde lo de la cafetería, nadie de la familia se había puesto en contacto con él. Aunque seguro ya sabían de la presencia de Jimin en la casa. Y, al parecer, su padre quería verle esa misma tarde.
Esta sin dudas era una oportunidad de oro para Yoongi. Podría hablar con su padre, mostrarle quien era, que tenía pareja estable (y falsa XD) y que, finalmente, comenzaría a vivir bajos sus propias reglas sin avergonzarse, lo cual lo hacía digno de su herencia.
Pasó el resto del día explicándole a Jimin cómo era su padre. El chico ya lo había visto, sabía como lucía y podía tener una noción de su personalidad. Pero Yoongi sabía que aquello no era ni la mitad, así que trató de resumir todo cuanto pudo para que el escritor se llevara bien la idea.
-¡Es malvado y cruel, Yoongi! ¡Ya entendí!
Ya entrada la tarde, después de cenar, hizo que Jimin vistiera lo más elegante que tuviera.
Como de costumbre, Jimin tardó muchísimo en cambiarse. El hombre tenía la habilidad de enloquecerlo al esperar, pero una vez que veía el resultado se mordía la lengua y agradecía a los cielos por semejante obra maestra de la genética.
Esta vez no fue diferente.
Jimin bajó la escalera lentamente, dando un efecto que Yoongi juraría era irreal, con su cabello peinado hacia atrás, unos jeans ajustados a sus piernas y caderas y una camisa de seda negra que lucía vaporosa en su cuerpo, y que con cada movimiento mostraba toda el área de las clavículas y el inicio de su pecho.
Diablos.
-¿Por qué me miras así? ¿Debería ponerme algo mas sobrio? Yo no...
-Estás precioso.
Jimin sonrió, quizás ruborizándose un poquito, Yoongi no estaba seguro.
-Tu también estas guapo.
Excelente, Yoongi. Ahora solo falta que te sonrojes también.
-¿Te estas sonrojando?
-No, Jimin, es el calor. -carraspeó.
Yoongi es elegante casi todo el tiempo. Con trajes caros, corbatas a juego y rolex. Pero no sabe qué dice de él el hecho de que se vista de la misma manera para ver a su familia que para los negocios.
Nadando a través de la incomodidad, se las arregló para llegar al auto y condujo hasta la casa donde se había criado.
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Si la casa de Yoongi le pareció grande, Jimin no tenía idea de qué decir de esta. La mansión de los Min estaba graciosamente acomodada sobre una colina, extendiéndose por un enorme terreno y resguardada por una verja de hierro.
El auto entró y recorrió el camino hasta la entrada principal, que incluía una bonita fuente de mármol blanco que derrochaba agua como cascada.
-Seguro jugabas ahí de niño. -señaló hacia la monumental fuente.
-No. Odio el agua fría y tenía miedo de que mi hermano intentara ahogarme. -contestó Yoongi como si hablara del pasto verde. -¿Vamos?
Caminaron uno junto al otro por los pasillos de la casa, y Jimin tuvo la ilusa idea de que sostener la mano de Yoongi sería bueno.
<<Eso, Jimin. Y si las cosas aquí salen mal, lo llevas a la playa y se trenzan el pelo mutuamente mientras ven el amanecer>>
Finalmente llegaron a un amplio salón, con muebles antiguos y enormes ventanales, donde un hombre muy parecido a Yoongi, pero de unos cincuenta y tantos años, estaba sentado.
-Pensé que no te dignarías en venir, Yoongi. -dijo el hombre, con una voz que para nada sonaba a la de un padre. -Después de tener dinero propio se te ha subido para la cabeza.
-Pero estoy aquí.
-¿Y quién es tu amiguito?
-No es mi amigo, es mi novio. Se llama Park Jimin y-...
-¿Tu novio? ¿Te volviste loco, Min Yoongi? -cuestionó el hombre, sin subir la voz. -¿Te atreves a traerlo aquí? Una cosa es lo que hagas en tu casa, pero ¿traer a tu puta aquí?
Las manos de Yoongi golpearon con fuerza sobre la mesa donde estaba sentado el hombre mayor.
-¡No voy a permitir que le hables así! Llevo demasiados meses sin venir a tu casa para no tener que oír tus groserías hacia mi. Y estoy aquí porque tu lo pediste, así que habla de una vez.
El hombre lo miró de arriba a abajo, con sorpresa y otro sentimiento que Jimin no quiso ahondar.
-Te llamé aquí porque la semana que viene daré una fiesta por la empresa. -declaró, hechando un vistazo rápido a Jimin. -Y sería conveniente que buscaras una acompañante.
-Tengo a Jimin. Es mi novio y quien vendrá conmigo a la fiesta.
El hombre se puso de pie, mirando a Yoongi con rabia. Desajustó un poco su corbata y suspiró. -Si traes a ese..., si traes a un chico, olvídate de mi herencia, Yoongi. -amenazó. -Tu hermano estará mas que encantado de quedarse con todo.
-Vendré a la fiesta, padre. -dijo Yoongi, tomando la mano de Jimin. -Pero vendré con mis condiciones.
-Ese chico casi le provoca un infarto a tu tío. -gritó el viejo, su cara se estaba tornando tan roja que Jimin se preocupó un poquito. -¿Vas a traerlo para que conozca a todos los accionistas de mi empresa y, de paso, mostrarles la clase de marica que te gustan?
-¡Fue suficiente! -gritó Yoongi, tirando de la mano de Jimin hacia afuera.
Caminaron tan rápido, que Jimin creyó que los venían persiguiendo. Pero, aunque no había nadie tras ellos, la expresión de Yoongi era de pura rabia e ira. Corriendo tan a prisa, que en unos minutos estaban de vuelta en el coche y atravesando el portón.
-Yoongi...-murmuró cuando la velocidad del auto no disminuía.
-Ahora no, Jimin.
Él no lo miró, no hizo ni un solo sonido y actuó como si fuera completamente solo en el auto. Y al llegar a casa se encerró en su habitación.
Jimin esperó un tiempo, una hora quizás, y tocó la puerta de la habitación, preocupado de lo que podría significar ese silencio en Yoongi.
No tuvo respuesta alguna, y decidió entrar despacio, encontrando a Yoongi tendido sobre el colchón, con su brazo sobre los ojos y el otro reposando a su lado.
-¿Vas a estar bien? -él no le respondió.
Permaneció de pie, frente a la cama, pero sin recibir ni la menor de las respuestas por parte del otro.
-Yoongi, me voy a mi apartamento. Creo que es mejor que te quedes solo un rato...-murmuró.
-No, Jimin, espera. -pidió el mayor, sentándose en la cama. -Tu no tienes la jodida culpa. Dios, te mereces hasta una disculpa del imbécil de mi padre, y una mía por no saber defenderte ante él. Yo...,lo lamento mucho, Jiminnie.
-No, Yoongi. No es tu culpa. -negó, acercándose hasta sentarse a su lado en el colchón. -Tu padre es realmente un imbécil, pero sé que te afectan las cosas que dice. Yo, por mi parte, llevo años lidiando con esa clase de comentarios. Ya no me molestan.
-Pero nadie tiene derecho de tratarte así, joder. -gruñó el mayor. -Mucho menos mi padre que no tiene una gota de tu carisma, bondad o ingenio. Nadie merece que lo traten así, mucho menos tu que solo estas ayudándome.
-Exacto. Yo estaba ahí por decisión propia. Así que deja de culparte. -pidió, tratando de animar al otro con una sonrisa. -Mejor piensa como sacarte de la fiesta. Tienes que buscar un buen pretexto, ¿no?
Yoongi sonrió y colocó uno de sus mechones tras su oreja, provocando un estremecimiento en todo el cuerpo de Jimin.
-Sí iremos a esa fiesta, Jiminnie. Los dos lo haremos.
🍁🍁🍁
Fiesta, uhm? 😉
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