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Yeonjun

Pop

Gum

Pop

El chicle regresó a sus labios suspiró viendo su celular, estaba tan aburrido que el sonido de la música ya no era suficiente, suspiró dejando sus audífonos de lado, siete años, más de siete años y ellos seguían sin divorciarse, suspiró viendo a ambos lados, sus ojos pesaban, tenía sueño, el miedo, el miedo era algo que Yeonjun llegaba a desconocer por momentos, tanto escuchar los

"Te odio"

"Eres una mierda"

"De no ser por Yeonjun ya no estaría contigo"

"Hago todo por Yeonjun y tu solo me jodes de nuevo con toda esta mierda"

Yeonjun se preguntaba de quién hablaban, nunca les importó, solo lo usaban como una excusa para no culparse por juntarse, el televisor al frente estaba apagado, sin embargo odió verlos por el reflejo peleando, se preguntaba que pasaría si desaparecía, entonces lo dejaba de lado encendiendo la televisión, noticias de un auto que chocó en un acantilado, un grupo de jovencitos que robaba un banco, una película, al menos algo entretenido.

El chico corría por las puertas, entró a una color blanco, ¿por qué las flores lo consumieron? ¿su sangre... morada?

Sus labios, recordaba la sensación y allí se encontraba tocando aquella zona, odiaba su mente por llevarle esos recuerdos a la cabeza, suspiró y se abrazó evitando llorar, aunque no podía, escuchaba sus gritos, la película, el chico lloraba, Yeonjun lloraba, lo amaba, lo adoraba con todo su ser, no debía, y sin embargo allí estaba, llorando de nuevo por volver a sus brazos, llorando tal como la primera vez.

—Soobin él... me...

—Estarás bien, ya no lo hará más... quédate conmigo... cierra los ojos y piensa que ahora estás seguro... no volverá a hacerlo...

Y allí estaba de nuevo, llorando por volver a su lado, por sentirse seguro, pero lo había perdido, de eso estaba seguro, lo supo desde que vio su mirada, esa mirada confundida, esos ojos oscuros que solo hacían que sus miedos se acrecentaran y entonces corría, corría por la calle buscando ahogarse, buscando no respirar más, huir, correr, como si pudiera volar, como si pudiera desaparecer del mundo.

Cayó, cayó y sus piernas dolían los raspones ardían en su piel y sus ojos se cerraron, lo que en algún punto fue ya no era, lo que amaba se había ido, todo estaba perdido, sus ojos se abrían con lágrimas en los ojos, ve el techo de su sala, un te odio de fondo, de nuevo, el mismo ciclo repitiéndose como una pesadilla sin fin, ve a su alrededor, la oscuridad inunda a pesar de las ventanas, las cortinas ni siquiera dejan pasar la luz, para que ellos no lo vean, no vean el desastre que es todo, sus padres siguen, suspira y se levanta de su asiento, busca en su habitación algo, sin embargo ya no tiene sentido, no hay nada más que pensamientos, desastre y mucho pero mucho caos, ve sus flores, están en botón aún, recuerda cuando las compró con Beomgyu, esa sonrisa que el castañito llevaba cuando iban a casa con las flores, sonríe y le regala un poco de agua a la planta.

Ella debe vivir aún si Yeonjun no desea vivir, porque ella si tiene amor de alguien, porque ella si tiene su amor.

Tanto como Soobin.

Escupe su chicle traga lo que le queda, suspira y va al baño, al verse en el espejo solo ve lo mismo que la ultima vez, sus ojos oscuros, su mirada decaída, mucho más que antes, recuerda aquellos días, los chicos habían decidido que era buena idea teñirse el cabello, lo llevaba rosa y largo, le fascinaba hacerse coletas, Soobin solía peinarlo haciéndole una coleta rosa que le encantaba, Beomgyu lo peinaba y le regalaba acondicionadores, Taehyun le hacía trenzas algunas veces y luego Hyuka le coqueteaba a mas no poder, era bonito, si, adoraba el rosa, era su color favorito.

¿Eres un maricón?

Yeonjun hijo pareces una chica deja eso

Ves? Se arruinó, es un maldito marica ahora

Cortó su pelo, pero no solo el cabello, cortó lo que podía, lo que hacía que su dolor se fuera, sonreía cuando terminó, si, su cabello ya no era largo les había dado lo que tanto querían, Soobin habría notado días después sus cicatrices, fue quien se dedicó a curarlo, a pesar de odiar la sangre se dedicó a limpiar y curar sus heridas, aprendió a hacerlo, prometió no hacerlo, prometió no olvidar su promesa, entonces aparecieron sus problemas, amar, odiar, llorar, reir, una mezcla de todo se hacía en su pecho y le ahogaba en la garganta, todo era tan lindo y a la vez tan confuso, sin embargo lo que fuera lo amaba.

Dame más, quiero más de eso.

Más amor, mas dolor, mas risas, mas llanto, de eso se trataba, se sentía como en el cielo, en un cielo rojo y oscuro que adoraba tener, un cielo brillante a sus ojos, en medio de los demonios que atormentaban sus pesadillas y pensamientos y los ángeles que le llenaban de alegría.

No importaba nada, si ellos estaban allí su vida dejaba de perder sentido, todo parecía alegre, estar con ellos era como estar en el cielo, tomados de la mano en un laberinto oscuro, en el propio reflejo de cada uno, una vida oscura con luces en medio, como una calle en medio de la noche.

Te lo juro si dices que iremos a las 4 estaré feliz desde las 3, no importa nada yo estaré allí mañana.

Toma mi mano, no te soltaré nunca lo prometo Yeonjun.

Yeonjun dejó de lado el espejo y fue por su ropa, se colocó lo que pudo rápidamente y salió de su habitación, aún pelean, si lo hace ellos no lo sabrían, sonríe y toma las llaves de la chaqueta, lleva dos días en el mismo lugar, abre la puerta y sale rápidamente ignorando a su alrededor, los vecinos lo ven pero fingen no hacerlo, como siempre lo hicieron, como siempre teniendo lástima falsa de él.

—Muy bien, hora de llevarnos todo a la mierda—dijo con una sonrisa, tomó su celular revisando los contactos.

"Binie 🤍"

A la mierda todo, Yeonjun jamás podría superar eso, jamás olvidaría la noche cuando ambos se habían dejado llevar, esa sonrisa que se dibujaba en Soobin cada que tomaba sus mejillas, esa mirada que le aseguraba que todo estaba bien, cuando no pudo más y sus labios se unieron con los ajenos, la sensación en sus suaves labios, sus manos tomando sus mejillas aún, su pobre corazón latiendo como loco, su mente perdida, esa sonrisa nerviosa que se dibujó en sus labios.

Y la mirada confundida de Soobin.

Cayó en cuenta de que había hecho lo más estúpido de su vida, chocó su frente contra el volante muchas veces odiándose por lo que había hecho, dio un grito que fue ahogado por los vidrios del auto y miró al frente de nuevo, recordó lo que Beomgyu le había dicho cuando lo encontró en una esquina llorando.

—A veces parece terrible, pero créeme que no lo es... al menos ahora sabe que gustas de él quizá solo fue confusión porque el acto fue acelerado, recuerda que Soobin odia el contacto físico, contigo ha sido la excepción pero eso no quita que igual cosas más íntimas le cueste procesarlas y seguramente fue eso.

Y sin embargo allí estaba, pensando de nuevo en lo mucho que había arruinado todo, suspiró cerrando sus ojos, error, lo hiciste mal, acaba con todo ya no tiene sentido, eres horrible, ahora te odiará, ya no te soporta, seguramente no te volverá a hablar, ahora todo será incómodo, arruinaste hasta a los demás, das asco como ellos dijeron, seguramente se siente asqueado de verte, le das asco, das lástima, seguramente cree que eres un enfermo.

—¡Ya!

Las lágrimas corrían por sus mejillas calentando su piel fría, sus ojos se cerraron recostando su cabeza en el asiento, se odiaba, su mente no dejaba de repetirlo, suspiró y se pasó las manos por el pelo, suspiró viendo el cielo, color blanco debido a las nubes acumuladas, seguramente allí llovería luego, odiaba los días de lluvia, odiaba los recuerdos que conllevaban, tendría que llamarlo, eso o aprender a sobrevivir a su cabeza y los recuerdos, a ellos ni siquiera les importaba, no lo sabían, sus padres ignoraban la mitad de su vida exceptuando cuando hacía algo que a ellos les parecía poco masculino, Soobin adoraba tratarlo como princesa, a veces pensaba que con sus amigos era con quienes querría vivir, Beomgyu lo admiraba por teñirse el cabello y vestirse como le gustaba, Taehyun entendía su forma de ser, no importaba lo que fuera el de cabellos rojos era como un hermano menor, Kai se dedicaba a recordarle que no era horrible, que era muy agradable y de vez en cuando le coqueteaba, Soobin lo cuidaba mucho y lo entendía como nadie más, ellos eran su lugar seguro.

Eran donde quería estar, como una estrella en el cielo oscuro.

Tomó su celular un momento y revisó su lista de contactos aún debatiéndose si llamarlo, tomó el número de Beomgyu como primera opción a pesar de que no sabía si el castañito estaría dispuesto.

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