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𝐨𝟐𝟔. el regreso de la cordura

❝ and i hope you had a good reason 'cause i know you had a good time
and i'm looking up at the ceiling
and i keep wondering why... ❞












































































el regreso de la cordura luego de una locura había llegado ❞

✦•─────• AY, QUÉ LES DIGO AMIGOS.

La noche anterior había sido un verdadero...Salvajismo. Dios, no les tengo otra palabra.

La cantidad de tensión sexual y las ganas que se tenían se les fueron fuertemente acumuladas por mucho tiempo. Era cosa casi de física pensar que en algún momento todo eso iba a estallar y aquella noche en casa de Pedri el colapso había sucedido.

Después de haberse atacado de esa manera, la cordura se les regresó al cuerpo. Se dieron cuenta de que lo que habían hecho estuvo completamente mal y que no era nada más que un error entre ellos. Pero ¿Qué más podían hacer en ese instante? Era imposible volver el tiempo atrás. Lo que había pasado ya había pasado y ya.

No fueron capaces de dirigirse otra palabra o de moverse siquiera. Ambos estaban tan avergonzados pero a la vez tan cansados que no se dieron cuenta en qué momento ambos se quedaron dormidos en aquella misma posición en la que habían acabado.

La cantidad de culpa que sentían ahora les pesaba como una inmensa mochila.

Sin embargo...La habían pasado de maravilla.

A la mañana siguiente Pedri despertó gracias a la luminosidad que comenzaba a entrar por la ventana. Era una persona madrugadora, ya estaba acostumbrado a levantarse temprano y a veces sin necesidad de poner su alarma. Abrió los ojos y lo primero que vio fue el techo, igual como había quedado la noche anterior. Comenzó a parpadear, a activar sus sentidos y su conciencia y allí recordó todo lo que había —habían, en realidad— hecho.

Se sintió idiota y culpable. Había sucumbido casi de manera sumisa e inmediata a sus impulsos sexuales que apuntaban a Natalia y sólo a Natalia. Pero ¿Cómo? Si le caía tan mal. No sabía qué le había pasado, sólo recordaba que todo inició cuando ella le tentó y luego solamente quiso tenerla en su cama sin ningún impedimento.

Se tuvo que pasar una mano por la cara para tratar de reaccionar. Él no era así. En parte se desconocía y no sabía qué pensar al respecto. Una versión completamente distinta de él se había apoderado de su cuerpo y no puso objeción alguna. Le dio rienda suelta a todos sus pensamientos y deseos ocultos para por fin desatarlos sobre Natalia.

Natalia.

Entonces la recordó a ella.

Pero...

Sintió frío.

Recién allí reaccionó y recordó haberse ido a dormir con un peso especial encima de él. Sin embargo, ese peso ya no estaba.

Dietz no estaba.

Súbitamente se sentó en la cama y lo único que tenía encima eran las sábanas, las cuales ni siquiera había recordado sobre su cuerpo. Lo único que sí recordaba era haberse dormido con la chilena recostada sobre su pecho. Pero ella ya no estaba ahí. Miró a todos lados con la inexistente esperanza de verla o que apareciera de la nada pero fue inútil. Estaba solo.

Solo.

—¿Nat?

Se sintió como un idiota.

Cerró los ojos y se dio un golpe en la frente cuando inconscientemente su voz llamó a la rubia ausente. Fue casi vergonzoso, pero dentro de sí la buscaba, deseaba saber donde estaba y qué había pasado.

Pero a su llamado, no hubo respuesta alguna.

Confundido y en el fondo preocupado, se levantó de la cama para buscarla. Encontró su ropa interior tirada en un rincón cerca de la mesita de noche y se la puso para salir a explorar en su casa.

La garganta le dolía, y le dolía por el impulso de volver a llamar a la rubia aunque fuera un intento nulo. Pero lo volvía a pensar y se sentía como un idiota. Pero ahí estaba...Semi desnudo, recorriendo su hogar y con una amarga sensación en el pecho que parecía esparcirse por todo su cuerpo.

—¿Nat?

Llegó a la sala de estar luego de recorrer su propio cuarto y la cocina pero todo seguía igual como lo habían dejado anoche. No había ni un alma. Sólo se podía oír el tráfico matutino de la carretera cercana y un par de aves revoloteando en los árboles del jardín. Pero ninguno de esos sonidos o esas figuras coincidían con la chilena que le había robado la noche, el sueño, el cuerpo y el alma.

Ella no estaba.

No estaba y ya.

Natalia se había ido.

Cuando se dio cuenta de la cruda realidad que ya no podía negar, el canario se pasó ambas manos por la cara con fuerza. Nuevamente, se sintió como un imbécil. Ya no sólo por haberse acostado con ella, sino por haberse preocupado e indignado de forma ínfima en que ella no había despertado con él.

¿Qué había pasado? ¿Había hecho algo mal? ¿Eran cosas de ella? ¿O culpa suya?

Ahora la entendía. Entendía como se había sentido aquel día de año nuevo en su cocina cuando la abandonó súbitamente. ¿Acaso era una especie de venganza? ¿Lo había hecho para pagarle con la misma moneda? No sabía y no lo entendía, pero si esa era la razón comprendía su dolor y se sentía pésimo.

Pero las cosas no calzaban, debía de haber una explicación más clara que una simple imaginación suya.

Pero ¿Dónde estaba ella? ¿A dónde había huido?

Ahí recordó algo que hablaron el día anterior: Tenían una sesión de fotos de la campaña esa mañana.

Aludido por aquel recordatorio, miró el reloj de la pared y se dio cuenta de que le quedaba una hora para llegar, lo que significaba que ella se tenía que haber ido no hace mucho o a su casa o a aquella misma sesión.

Tenía sentido, ya que la cama aún se sentía tibia...

Apretó ligeramente la mandíbula uniendo todas las piezas del rompecabezas y de su humillante situación para luego pegar media vuelta y regresar a su habitación. Se ducharía, se cambiaría de ropa e iría al set de fotografía esperando encontrarla y así encararla de una buena vez.

Pero cualquier cosa que hacía la hacía pensando en ella.

Sólo en ella.

Cada trozo de cada parte de su noche bombardeaban su mente una y otra vez. Se sentía como un prisionero de todo eso. De toda ella. Sus labios, su cabello, su piel, su cuerpo, sus ojos, su habilidad, su prominencia, su autoridad, su voz...

Todo.

Y se sentía como el más grande idiota en la Tierra.

Estaba tan concentrado en lo que había sucedido y la inesperada desaparición de la rubia que casi no se dio cuenta cuando ya estuvo cambiado de ropa y dirigiéndose a su vehículo hacia el set de filmación de la campaña. Incluso, su trayecto por la carretera fue casi en un estado zombie. Sus pensamientos estaban siendo algo aparte a su cuerpo y sus cinco sentidos. Hacía las cosas pero no sabía cómo. Sólo que las hacía.

Nunca le había pasado algo así, y todo se mezclaba con lo idiota que se sentía.

¿Acaso liberar todos aquellos deseos ocultos que había guardado había valido la pena? Ya no lo sabía.

Cuando llegó a las instalaciones se estacionó donde siempre lo hacía. Saludó a la gente que lo conocía como de costumbre y tomó sus cosas para entrar al lugar.

Cada paso que daba era una duda, cada respiración que daba era una inseguridad, cada mirada que daba era una pregunta y cada uno de sus pensamientos una tortura.

Pedri se estaba ahogando, y el problema era que Natalia era el aire.

Cuando llegó donde todo el mundo estaba casi no se percató de la gente que lo saludaba. Tuvo que salirse de su burbuja unos segundos para reaccionar y no ser irrespetuoso o hacer que la gente pensara que le pasaba algo. Lamentablemente no estaba concentrado en eso ahora. Su objetivo era encontrar a Dietz y nada más.

Sus ojos barrían el lugar entero a cada paso que daba buscando a la chilena mas no la hallaba. Había mucha gente moviéndose para todos lados y el trataba de abrirse paso y no sucumbir entre la multitud. Parecía que la misión de encontrarla estaba siendo imposible.

¿Y si ella no estaba ahí? Quizás eligió no ir a la sesión de fotos para evitarlo y se fue a esconder a otro lugar como su casa. Él comenzó a plantearse esa idea cuando su búsqueda comenzaba a ser nula.

Hasta que la vio.

, la reconocería en cualquier parte.

Reconocería donde fuera aquella esbelta y marcada silueta. Esa ancha espalda, sus hombros, esos lunares sobre su piel, la forma en que su cabello se movía de un lado a otro en su cola de caballo mientras caminaba con aquella manera tan particular y perfecta que ella tenía. Reconocería su voz, sus gestos, sus caderas, su cintura, sus brazos, sus piernas...

Todo.

Era ella.

Luego de darse una cachetada mental para reaccionar, González aceleró el paso en su dirección dándose cuenta de que estaba por entrar a su trailer personal. Era el momento y el lugar perfecto para hablar con ella.

Trotó como pudo hasta su objetivo y suspiró agradecido de que ella no cerrara la puerta detrás de ella luego de ingresar. Aquello fue la oportunidad perfecta para hacerse sentir, entrar al trailer y cerrar la puerta a sus espaldas.

Oh, y así lo hizo.

El sonido de la puerta cerrándose llamó la atención de Natalia y se giró con confusión para ver quién había irrumpido en su espacio personal. Estaba lista para protestar incluso pero se detuvo.

Lo miró y se congeló.

Pedri —un poco agitado por la carrera— se puso delante de ella y aprovechó su diferencia de altura para mirarla con desaprobación y superioridad desde su posición. Al inicio no dijo nada, sólo la vio reaccionar sorprendida y asustada ante su presencia.

—Tú —logró articular tragando saliva—. ¿Qué haces acá?

Recién allí la expresión le cambió al futbolista. Soltó una risa nasal y dio un paso al frente.

—¿Cómo que qué hago aquí? —se encogió de hombros—. También soy parte de esta campaña por si lo olvidaste. Debía estar aquí hoy.

Puso los ojos en blanco—Sabes a qué me refiero. Estás en mi trailer, invades mi espacio personal.

Luego ella se giró tratando de mostrarse indiferente ante su presencia y buscó algunas de sus cosas en un bolso. Al ver dicha indiferencia, Pedri volvió a reír.

—¿Estás de coña? —alzó las cejas.

Se volteó a verlo con expresión obvia—No...

—Ah, no —asintió haciendo una mueca.

—No —repitió mirándole de forma sarcástica.

Entonces, él avanzó los pasos que le faltaban para estar más cerca de ella y la proximidad comenzó a ponerla sumamente nerviosa. Cuando el canario logró su objetivo la miró de pies a cabeza, negó, y le susurró:

—Me habías hecho creer que te gustaba que invadiera tu espacio personal.

A Natalia se le cayó la mandíbula.

Aquello la tomó por sorpresa e incluso la puso nerviosa. No se había esperado una jugada tan maestra como esa, cayéndole en su contra sus propias palabras mezcladas con los recuerdos de la noche anterior. Se vio en la obligación de agachar un poco la cabeza y evitar así el contacto visual con aquellos marrones ojos que en ese instante tenían una esencia distinta.

La miraba indignado, molesto y desafiante.

Finalmente ella soltó una corta risa.

—Ándate a la mierda —lo apuntó alejándose.

Te fuiste —quiso seguirla y buscó poner el tema de conversación principal sobre la mesa.

—Pedri, no —le dio la espalda.

—No, a mí no me vas a venir a negar esta conversación —la rodeó para buscar estar frente a ella—. Vaya sorpresa me he llevado esta mañana al despertar sólo como un idiota en la cama.

—Tenemos que ir a la sesión —trató de finalizar el tema.

—Pues me la pela ahora mismo —se encogió de hombros—. Vas a decirme porque carajos te fuiste sin decir nada.

—Dios ¿Por qué tanto escándalo? —alzó los brazos.

Alzó las cejas—Escándalo ¿En serio? Tú fuiste la que me reprochó sin parar porque te abandoné en Año Nuevo y me llamaste poco hombre ¿Acaso se te olvidó? —ella se removió en su lugar—. Bueno, ahora tú me dejaste a mí. ¿Acaso es una especie de venganza? ¿Querías que sintiera lo que tú sentiste esa noche?

—Claro que no, no seas weon —protestó.

—¿Entonces? —tuvo que moverse por el sitio buscándola, ya que ella lo evitaba—. Llegaste y te fuiste tal y como me dijiste que no debía hacerse ¿Y tu discurso barato donde quedó?

—Ahí es la parte donde te equivocas —lo apuntó—. Creo que se te olvidó ese discurso barato que dices...Yo te dije que era de cobarde haberme dejado sin terminar el trabajose le acercó—. Y ahora lo dejamos más que terminado, créeme.

—¿O sea que está bien que te hayas ido sin decir nada luego de que nos acostamos? —la miraba incrédulo.

Se encogió de hombros—Sí.

Soltó una risa y se pasó las manos por el rostro—Quién carajos te entiende Natalia Dietz.

—No soy difícil de entender. Es un tema más claro que el agua —suspiró—. Hicimos una tontera, algo que no debió pasar. No me andes pidiendo mucho más.

—Te escapaste, Natalia —escupió.

—¿Y qué querías que hiciera? —contraatacó— ¿Qué despertáramos juntos y abrazados como una pareja real?

El canario se mordió el interior de la mejilla y negó—No.

¿Seguro, Pedri?

—¿Entonces? —extendió sus brazos.

—No sé, quizás... —bufó—. Quizás te hubieras quedado para poder hablar de lo que sucedió.

Negó—Hablar sobre lo que pasó no tiene ningún sentido.

—Lo estamos haciendo ahora.

—Exacto.

El silencio cayó como un balde con agua. Ella había acertado con su respuesta y de paso había logrado que el futbolista perdiera el habla. Él la analizó detenidamente no sabiendo que responder a ese ingenioso contraataque y sólo pudo quedarse callado.

Al notar eso, Dietz asintió y se dispuso a tomar camino para irse de ahí.

Pero no pudo.

González la tomó del brazo—Tú no vas a ninguna parte.

—Suéltame —exigió.

—Está conversación no ha terminado.

—Pues para mí sí —se soltó y se encogió de hombros—. Ya no hay nada más qué decir. Esta charla no debió existir desde un inicio.

—¿Y si hubiera sido al revés? —la inminente cercanía y la dureza de la pregunta la hicieron temblar—. ¿Y si yo te hubiera dejado? ¿Eh? ¿No estarías en mi lugar reclamando por una humillación como esta?

Su respuesta tardó en llegar pero puso todo su esfuerzo para salir del paso con normalidad.

—No, no lo haría —escupió— y ya te dije porqué. Es distinto irse sin hacer nada a irse luego de haberlo hecho todo.

Pedri soltó una risa nasal. Estaba perdiendo la cabeza—No puedo creerlo.

—¿Y para qué quieres tantas explicaciones? —alegó—. Jamás se las he dado a alguien en esta situación. ¿Por qué creerías que haría una excepción especial contigo?

—Oh, lo siento, olvidé que ese es tu estilo de vida —dijo con sarcasmo.

Sorprendida e indigada por aquella ofensa, Dietz abrió la boca pasmada y le dio un leve empujón con una mano.

—Ándate a la cresta, weon —dijo de forma áspera—. Tú no sabes nada de mí.

—Ese fue mi error ¿Sabes? Pretender que por un segundo te conocía —la miró de pies a cabeza—. Pero eres una persona completamente indescifrable.

—Gracias —sonrió con ironía.

Se quejó—Nada de esto debió pasar.

—¿Entonces para qué reclamas porque me fui? —protestó alzando los hombros.

—Porque pensé que serías lo suficientemente madura como para quedarte y afrontar la situación, no que huirías como una cobarde —escupió con severidad mirándola fijamente a los ojos.

—¿Disculpa? —se llevó una mano al pecho—. No me digas que no soy una persona madura. Incluso, creo que lo más maduro fue irme sin decir nada.

—¿Ah sí?

—Sí —se le acercó—. No pasa nada entre nosotros, así que lo mejor era cortar la situación de raíz y no volver a ella.

Pedri soltó un largo suspiro agotado y bajo la mirada de la rubia se tomó el rostro entre las manos. Pelear con ella era una batalla que no iba a ganar jamás.

—En el fondo sabes que tengo razón —lo apuntó siguiendo la conversación—. Fue lo mejor para ti y para mí. De nada.

—Sigue sin justificar el hecho de que haberlo hablado era mucho mejor —su voz ya sonaba rendida.

—¿En ese instante? ¿Desnudos y avergonzados? ¿Me estás webeando? —alzó las cejas.

Gruñó tomándose el rostro—Contigo no se puede ni hablar.

Se encogió de hombros—Y ¿Qué miercale querías que te dijera? ¿Eh? ¿Que me volviste loca?

Aquello le llegó al mediocampista como una bofetada. Soltó una risa nasal y dio un paso atrás. Sabía lo que ella quería lograr.

—¿Que fue el mejor polvo de mi vida?—continuó en su duro tono—. ¿Que nadie me lo había hecho igual?

.

—¿Quieres que te esperance de esa forma?

Cansado, se adelantó otra vez—Natalia, no pienses que ahora voy a actuar como un niño buscando que me digas cualquier cosa. No te creas tan importante como para pensar que me llegas a lastimar o a hacer sentir nostalgia de alguna forma.

—No es eso lo que hago —negó—. Es la realidad y sólo la realidad entre nosotros, canario.

Hubo una corta pausa donde ambos se mantuvieron absorbidos por sus propios pensamientos. Todo hasta que Dietz soltó el golpe final de la realidad:

—Lo que pasó fue un error y punto.

—Al menos estamos de acuerdo en algo —contestó él.

—Pues bien —estiró una mano hacia él y el futbolista observó el gesto detenidamente—. Si tú y yo estamos de acuerdo en lo mismo que sea un trato.

Pedri la analizó detenidamente.

—No va a volver a pasar.

Ambos sabían lo que establecer un trato así significaba. Tendrían que deshechar muchas cosas que se mantenían cautivas en sus cabezas.

—Hay que enterrar esto aquí y ahora. Dejar de lloriquear sobre la leche derramada y alejarnos del error de una vez por todas —insistió con su mano extendida—. Esto no va a volver a pasar

González la analizó por una última vez y dentro de sí pensó que ella tenia razón. No podía seguir haciendo un escándalo por algo que había estado mal. Lo mejor era pasar por alto todo y actuar como si nada de eso hubiera sucedido. Seguirían con su actuación como siempre. Amándose en lo público y odiándose en las sombras.

Finalmente él le tomó la mano también.

Pero al hacerlo, la tiró un poco acercándola hacia él y el gesto la tomó por sorpresa. Sus pechos quedaron juntos y sus miradas se mezclaron.

¿Cómo iban a sobrevivir a ese trato?

Respuesta: No podrían.

—Esto no va a volver a pasar —repitió cerca de su rostro finalizando ya el trato.

Al haber concluido con todo eso y ya no queriendo la cercanía del hombre, ella se separó y asintió con la cabeza.

Ahora había que seguir adelante. Enterrar los errores y continuar con la rara normalidad que por meses habían estado llevando.

—Ahora vamos, salgamos de aquí como siempre lo hacemos y hagamos esa sesión de fotos si es que te atreves ahora a posar al lado mío.

Pedri gruñó teniendo de vuelta a la obstinada, molesta y peleadora forma de ser de Dietz y la vio ponerse en frente de él para abrir la puerta. No obstante, algo se le ocurrió a ella y se giró para mirarle y decir:

—Te insultaría diciéndote que no tienes las pelotas para hacerlo, pero ahora sé perfectamente que sí las tienes.

Y para sellar su contraataque alcanzó el elástico de su pantalón chándal con sus dedos y lo tironeó, haciendo que el sonido de este chocando de vuelta con su cuerpo se oyera claramente.

Su cara de sorpresa fue toda una poesía y Natalia no pudo evitar reír victoriosa antes de salir del trailer para dejarlo ahí solo y avergonzado. Cuando reaccionó segundos después, se tomó el rostro y gruñó frustrado para luego salir de la misma forma detrás de ella.

Sí, las cosas habían cambiado, y con esa regla de por medio todo se volvería mucho más difícil.

Porque les voy a decir algo: Veo muy difícil que estos logren no romper el nuevo trato.

Sólo se estaban engañando a ellos mismos.









































































HOLAAAA. JAJAJA USTEDES CREYERON QUE TODO IBA A SER BONITO??? JAJA

perdón

yaaaa pero, COMO ESTAN. QUÉ LES PARECIÓ ESTE CAOS???? Nat huyendo y pedri indignado???? VUELVEN LAS PELEAS. LES LEO

en fin, ahora esto se viene cuesta abajo y estoy MUY EMOCIONADA. aunque quieran, estos dos no se podrán resistir...

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SEE YOU SOON

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