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𝐨𝟏𝐨. con tobillos torcidos

screaming, crying, perfect storms
i can make all the tables turn ❞
























































❝ esta larga jornada finalmente acabó con tobillos torcidos y manos entrelazadas (a la fuerza) ❞

•─────•✦ NATALIA NO SABÍA DE DONDE HABIA SACADO el instinto de madre leona —como decía el clásico video viral chileno— para saltar sobre la barra de metal y correr por el césped de la cancha en busca de su hermana. Su grito la alertó de inmediato y, como hermana mayor, inmediatamente comenzó a pasarse todas las películas posibles con las infinitas posibilidades de la actual situación.

En cortos segundos llegó hacia el grupo que había formado un círculo alrededor de la menor y se abrió paso incluso empujando a algunos futbolistas

—Lauri, Lauri, ¿Qué pasó? —se agachó hacia ella rápidamente.

La castaña estaba sentada en el césped masajeando el área de su tobillo derecho.

—Estábamos jugando y me caí —contestó com voz temblorosa.

—¿Jugando? —apretó la mandíbula y su mirada se fue a los futbolistas presentes: Pedri, Gavi, Fermín, Ferran y Balde tragaron saliva.

—Sí... —se limpió una lágrima—. Jugábamos a que yo era la striker y entonces llegó uno de los defensas a barrerme.

—¿¡A qué!? —tuvo qué darse a sí misma un segundo para respirar y no estallar—. ¿Te barrieron en serio? ¿Te lanzaron al suelo? ¿Que no era de juego?

—Fue un accidente —trató de defender.

Enderezó su espalda y nuevamente miró a los jugadores—¿Me podrías decir quién fue?

—Yo no, soy delantero —se defendió Ferran.

—Nosotros mediocampistas —Fermín, Pedri y Gavi hablaron al unísono.

Entonces las miradas se fueron al único restante del grupo.

—¿Él? —la actriz señaló a Alejandro, el cual efectivamente era un defensa.

Asintió—Sí.

Los ojos enojados de Natalia se centraron en él y el español tembló en su lugar.

—Fue un accidente, ¡Un accidente! —comenzó a disculparse—. Jamás sería mi intención lastimarla. Sólo estábamos jugando.

—¡Es una niña! —exclamó ella.

—Pero la cosa no fue tan grave como piensas —defendió Gavi.

Puso sus brazos en jarra a pesar de estar sentada en el suelo—¿Entonces?

Todo el grupo miró a Pedri dándole la señal de que él tenía que hablar. Como lo veían como el novio de la chica, suponían que era el único que podría ser capaz de explicar la situación sin morir en el intento.

Bueno, mala lógica.

Él suspiró—Estaban jugando y efectivamente Laura era delantera. Estaba a punto de hacer un gol y como vio a Balde cumpliendo su rol de defensa quiso evadirlo arrastrándose por el césped...Obvio Ale no sabía eso así que accidentalmente...La pateó.

—¿¡La pateaste!? —exclamó con auforia.

Justamente el culpable de todo eso estaba junto al canario así que le susurró:

—Tú que la conoces, del 1 al 10 ¿Qué tan mala será mi muerte?

—Oh, un 30 —se lamentó.

—Es que...No lo puedo entender ¿¡Perdieron la cabeza!? Es una niña de 11 años weon, no Robert Lewandowski. Sin ofender —se giró a mirar al aludido que estaba detrás de ella—. ¡No los entiendo! ¡Se pasaron!

Luego de gritarles otro par de verdades comenzó a hacer suaves masajes sobre el tobillo de la menor.

—¿Te duele aquí?

Se quejó—Sí, mucho.

Se pasó una mano por la cara—Puede ser un esguince. Y por el bienestar de ella y el de sus caras espero eso sea así y nada más —apuntó a los futbolistas.

—Lo sentimos —dijeron todos al unísono.

Volvió a gruñir fastidiada de ellos—Tengo que llevarte a un hospital rápido para que te revisen.

—Pero puedes llevarla aquí —la voz de Pedri apuntando al edificio a sus espaldas le llamó la atención—. Nuestros doctores la pueden ver, hacerle radiografías y todo. Es más rápido a que tengas que ir a un hospital.

—¿En serio? —frunció el ceño no muy convencida.

—Claro. Además, es lo mínimo que podemos ofrecer después de haber causado esto —agregó Alejandro.

—En eso tienes razón —chasqueó los dedos—. Ven mi amor, vamos a ir a que te revisen —quiso tomarla en brazos para cargarla pero ella la detuvo.

—No, no, no, no —lloró—. Que me lleve él.

Natalia tuvo que seguir la dirección que su pequeño dedo apuntaba, y cuando se dio cuenta que apuntaba a Balde la miró con una ceja alzada.

—Enferma, lesionada y todo y ¿Aún así te aprovechas? —le susurró.

—Soy tu hermana, te he visto en acción —le susurró de la misma forma tratando de no reírse.

Iba a objetar algo pero eligió no hacerlo—Eres muy pilla, te pasaste —miró al defensa—. ¿Podrías ayudarme llevándola hasta la enfermería, por favor?

Desesperadamente en busca de reconciliarse con la mayor de los Dietz y evitar una eventual muerte, el moreno accedió a la velocidad de la luz, y en menos de lo que esperaron ella ya estaba siendo cargada por el futbolista hacia el interior del edificio.

Natalia quiso ponerse de pie por sí sola pero vio que una mano en frente de ella se extendía para ayudarle.

Le dio un manotazo—No necesito tu ayuda. No necesito tu maldita ayuda —se levantó—. ¿En serio? ¿Dejar que mi hermana se lesione?

Sabiendo que estaba enfrentando las consecuencias de sus propias acciones, Pedri se cubrió el rostro avergonzado.

—Lo siento mucho Nat. De verdad que fue un accidente.

—¿Un accidente? —puso sus brazos en jarra—. ¿No habrás hecho esto por...? No sé ¿Vengarte de mí o hacerme enojar?

Abrió los ojos como platos—¿Estás loca? Yo jamás haría eso. Jamás buscaría hacerle daño a alguien. Mucho menos a una niña.

Sabiendo en el fondo que él tenía razón en eso soltó un suspiro frustrado—Dijiste que la cuidarías. Literal te dejé 5 minutos con ella y ya se accidentó.

—Perdón, en serio. No tengo otra cosa cosa decir. No me puedo defender en esto.

—Mas te vale que esto no sea algo muy grave o te juro que te voy a matar —lo apuntó—. Soy chilena. Los maleantes españoles no son nada al lado de nosotros.

—Entiendo, entiendo, estás en todo tu derecho.

Ella negó con la cabeza y comenzó a caminar hacia el interior. No obstante, se detuvo a medio camino y se giró con el propósito de agregar algo más a su discurso:

—Justo cuando estaba pensando que tú...

...No eras del todo una mala persona.

Pero no, no pudo ni siquiera terminar su frase.

Se quedó estática dejando al canario con la duda porque prefirió no darle a conocer aquel pensamiento interno suyo. Mucho menos que aquellos pensamientos habían sido de carácter positivo. Sólo lo analizó. Su cuerpo erguido ante ella, aún con una capa fina de sudor y ahora con una expresión de preocupación ocupando su rostro.

Suspiró—Olvídalo.

Entonces ella se giró y se fue en busca de su hermana.

Pedri se dispuso a seguirla de inmediato ya que ella no sabía dónde quedaba la enfermería. No obstante, sus pasos se detuvieron unos segundos cuando meditó en la reciente situación más tiempo del que hubiera querido.

Una vez en enfermería vieron como Laura ya estaba acostada sobre una camilla mientras unos fisioterapeutas la revisaban. Cuando vio llegar a su hermana inmediatamente movió su mano hacia ella indicando que se le acercara. Ya estando a su lado le tomó la mano mientras la revisaban y se ahogaba el dolor.

—Efectivamente es un esguince —habló uno de los especialistas—. No hace mucha falta hacer radiografías para darse cuenta pero le dejaré una orden para que pueda ir a imagenología del hospital que frecuenten y así tener la respuesta oficial —le dio un papel aa chilena—. También servirá para poder presentar la justificación a su escuela.

—¿Por cuánto tiempo tendrá que estar en casa? —cuestionó la rubia.

—Yo le daría una licencia de 2 semanas —la mayor cerró los ojos, agotada—. Hay que asegurarse que se recupere bien.

Apretando la mandíbula le echó una mirada a los hombres culpables de todo el asunto—Eso espero.

—De antemano...Sentimos que esto haya pasado en nuestras instalaciones —siguió el encargado—. Le prometo que no sucederá otra vez.

—Como diga —trató de sonreír pero lo que le resultó fue una mueca.

—Pedri —ante la llamada del doctor el canario levantó su cabeza—. En la puerta del fondo hay una silla de ruedas. Tráela por favor.

—¿Silla de ruedas? —la voz de Laura sonó asustada y se aferró a su hermana.

—Tranquila pequeña, es sólo para que puedas salir del edificio. En tu casa ya puedes librarte de ella —le sonrió el doctor dándole confianza.

—Voy por ella.

—Prefiero ir yo —intervino rápidamente la mayor de los Dietz alejándose de la camilla y yendo a la dirección que habían dicho anteriormente. Lamentablemente, González ya se había adelantado.

Cuando ambos llegaron a la puerta señalada se detuvieron al ver que al mismo tiempo habían tomado el pomo de ella.

—Pedri, dije que yo la traería —habló ella primero.

—Me han pedido a mí hacerlo —contestó en el mismo tono áspero.

—Pues, yo no quiero que te sigas metiendo en este asunto —trató de jalar la puerta, pero la fuerza que el canario estaba ejerciendo para impedirlo fue mayor.

—Sólo déjame llevar la silla, Natalia. Joder, qué tanto te cuesta.

—Qué tanto te cuesta a ti, mejor dicho —tironeó—. Si alguien va a ayudar a mi hermana soy yo.

Tironeó de igual manera—Mejor ve a estar con ella y yo le llevaré la silla.

Volvió a tirar de la puerta.

—Tú no me vas a decir qué hacer.

Y otra vez.

—Tú a mi tampoco.

Y otra vez.

—Oh, al menos estamos de acuerdo en algo.

Y otra vez.

—Vaya novedad...

Hasta que la puerta se abrió de tanto tirarla y la madera los golpeó a ambos en sus respectivas frentes.

Los dos retrocedieron quejándose de dolor y cubriendo el área con sus manos. Vaya, no había sido un momento to muy agradable.

—Joder, eso va a dejar un moretón.

—Por la miercale, al menos no fue la nariz otra vez —se reincorporó—. ¿Acaso tú eres weon o algo?

—Sigo sin entender lo que esa palabra significa en su totalidad —la apuntó—. Pero esto no fue culpa mía, fue de ambos.

—Sí, claro, como digas —abrió más la puerta sacando la silla—. Me tienes aburrida, español.

—No es como que tú me sigas agradando mucho a mí, chilena —soltó frente a ella.

Dietz sólo gruñó y se fue arrastrando el objeto de vuelta con la gente, siendo seguida de cerca por el futbolista.

Cuando volvieron con el grupo Natalia se dio cuenta que su hermana —para compensar su corta ausencia— ahora estaba tomada del brazo de Alejandro Balde. La escena la hizo abrir los ojos como platos e inmediatamente se acercó para separarlos.

—Oye, ya basta —le susurró dándose cuenta que a la menor le gustaba el defensa—. Compórtate.

—Yo soy la víctima aquí —la apuntó—. La que es víctima hace lo que quiere.

La mayor sólo puso los ojos en blanco y gruñó.

Posteriormente los especialistas de la salud ayudaron a Laura a poder sentarse en la silla mientras la actriz recibía más indicaciones sobre los cuidados que la niña debía tener.

—¿Han venido en coche? Para llevar a la niña hasta allá —dijo uno de los españoles.

—Eh...No, pero puedo llamar al mismo chófer que nos trajo y...

—Yo las llevo.

Natalia apretó su mandíbula y cerró los ojos buscando compostura cuando oyó cierta voz a sus espaldas.

Se giró a verlo y sonrió con falsedad—No es necesario.

—Claro que sí, mi amor —se le acercó remarcando sus últimas palabras como manera de recordarle la forma en que debían de tratarse en público—. En parte esto es mi culpa. Tengo que compensarlo.

Tragó saliva e intentó poner la mejor de sus caras y su mejor actitud—No quiero molestarte. Aún estás en entrenamiento. Con una llamada puedo resolver esto y ya.

—El entrenamiento ya acabó. Estoy libre —se encogió de hombros.

Sonrió con falsedad y pasó una mano detrás de su nuca para rodearlo, atraerlo hacia sí y de esa forma susurrar algo que sólo él podría oír.

—Que no.

—Nat, puedo ir a dejarlas —contestó en el mismo tono.

—No quiero que lo hagas —apretó la mandíbula.

—Pues lo haré de todos modos —soltó de manera cortante dando por finalizada la conversación. Luego se separó mientras la actriz lo miraba con sorpresa—. Denme 5 minutos. Tomo una ducha y podremos irnos.

Y así fue.

Los médicos ayudaron a subir a Laura al asiento trasero del vehículo del canario y fue acompañada hasta por los otros jugadores que de cierta forma habían sido partícipes de su infortunio. Se despidieron de ella asegurándole que la verían de nuevo y le volvieron a pedir perdón por centésima vez. Pedri se sentó en su asiento respectivo y la mayor terminó haciendo lo mismo en el asiento de copiloto, dejando que su hermana usara todo el espacio trasero para llevar su pierna estirada.

Los primeros minutos del viaje fueron en completo silencio.

Nadie decía nada. Ni siquiera Laura se había atrevido a hacerlo basado en su excéntrica personalidad. Como ya era sabido, la menor de los Dietz no era tonta. Estaba siendo capaz de notar en ese momento la tensión que existía entre su hermana y su pareja. Ambos iban enfadados el uno con el otro a causa de su accidente. Si hablara de manera sarcástica podría decir que ambos echaban humo por las orejas.

Así que la niña decidió hablar:

—A pesar de todo sí me divertí —Nat la oyó, mas ni se movió—. Te lo digo para que, si hay otro de estos entrenos, me vuelvas a traer.

—Lo discutiremos en casa —soltó la mayor con voz gélida y con la vista fija al frente.

—Por favor —suplicó con un puchero—. Es verdad que ninguno quería que me pasara algo...Fue un accidente.

—Un accidente que ahora te dejó con un esguince, Laura. No es gracioso —su tono de voz no había cambiado.

—Yo no he dicho que haya sido gracioso, pero no quiero que estés enojada por eso.

Su voz acongojada la hizo soltar un suspiro y aflojó su frialdad—No estoy enojada contigo.

—No hablo de mí —desde su posición miró a Pedri—, sino de él.

La actriz tragó saliva sabiendo a qué se refería y le echó una mirada rápida al hombre a su lado. Se llevó la sorpresa de que él había hecho lo mismo.

—Porfi no te enojes con tu pololo por mi culpa —juntó sus manos rogando—. Él no tuvo nada qué ver. De hecho, me cuidó harto hasta que me caí por culpa de Balde.

—Lauri, dije que vamos a hablar esto en la casa —dijo fingiendo que buscaba algo en su bolso con tal de no mirar al canario.

—No, ahora.

—Laura.

—Hablémoslo ahora.

—Laura, por favor, no vamos a...

—¡Sólo no te enojes con él! —la exclamación de la menor hizo que Natalia se girara a verla—. Perdón...Pero no fue su culpa.

La rubia regresó a su actual posición apoyando la totalidad de su espalda en el asiento y suspiró agotada.

—Está bien Laura. No tienes porqué preocuparte. Las parejas a veces...Pelean —quiso ayudar el futbolista notando lo estresada que estaba su acompañante.

Cuando Pedri dijo eso algo se removió dentro de la rubia.

Durante años el único ejemplo que ella había visto de relación de pareja era la de sus padres. La cual había sido violenta, agresiva y llena de peleas. Laura era pequeña en ese entonces; no había visto nada de esas cosas o no lo recordaba.

Y ella no iba a hacerla pasar por la experiencia de normalizar las peleas en las relaciones. A pesar de que fuera falsa.

Se había dado cuenta a tiempo y lo agradecía.

—Está bien, lo entiendo —González se volteó a verla sorprendido—. Tienes razón, no fue culpa de él.

—¿Viste? Además el pobre ya pidió perdón hasta por los codos —la expresión le sacó una corta risa a ambos—. Bien, me alegra que esto ya esté arreglado. Ahora tómense de las manos para reconciliarse como una pareja linda.

Los aludidos se echaron una rápida mirada dudando bastante tiempo en acatar la acción.

—Yapo, apúrense —insistió la más pequeña.

Ellos suspiraron al mismo tiempo y el futbolista alcanzó la mano de la chilena con la suya.

Laura los analizó—Ay no sean fomes, con los dedos entrelazados. Como en las películas.

Nuevamente tuvieron que replegarse a su actuación de manera obligada y lentamente ajustaron sus manos para quedar entrelazada a la otra.

Les causó un escalofrío darse cuenta que sus manos calzaban a la perfección.

—Eso —sonrió Laura—. Qué lindos son, los quiero mucho —se acomodó en su asiento—. Ahora vamos a la casa porfi, aún me duele mucho el pie.

El camino siguió con total normalidad...Bueno, no totalmente, ya que el futbolista y la actriz seguían con las manos entrelazadas, las cuales descansaban sobre el muslo de la mujer.

La situación era extraña. Sentir la calidez del tacto del otro estaba ganándose más de algún pensamiento en sus mentes. En el caso de Pedri, tuvo que poner todo su empeño en no desconcentrarse en ello ya que su total atención debía estar en el camino. No obstante, le era bastante difícil. La mano de la chica era suave, sus dedos eran finos y delgados y, a pesar de las características anteriores, su piel era fría. Pero esa misma piel fría ahora estaba siendo abrigada por la calidez de la suya.

Natalia se quedó con la vista fija en el camino los primeros minutos ya que no era capaz de hacer nada más. Estar ahí sentada sabiendo que su mano estaba siendo gentilmente acurrucada por la del canario no la estaba dejando tranquila. Tanto así que no tuvo fuerza de voluntad y se giró a verlo. Su perfil alzándose hacia ella. Su cabello a medio secar y sus pómulos ligeramente rosados hacían un contraste perfecto con el sol que comenzaba a ocultarse y su camiseta color blanco.

Vaya.

Ambos estaban perdidos.

¿Él problema? Que aún no lo sabían.


































































HOLA NEDRI LOVERS, QUÉ TAL, ES MIERCOLES DE I CAN SEE YOUUUUU

qué les pareció esta segunda parte del caos de laura? jsjds dios, me encanta hacer caps de varias partes. QUE OPINAMOS DE TODO? de laura? de ellos peleando otra vez? DE LA TOMADITA DE MANO??? LES LEO

estoy re fascinada subiéndoles todo pero me tendré que poner al día ya que sólo me quedan como 5 caps más listos djfjd después de eso ya tengo que ponerme a escribir más. PERO SE VIENE DE TODOOO

40 votos para actualización

gracias por todo su apoyo gente, son geniales <3 no olviden de votar y comentar ya que eso ayuda mucho a la fic y me motivaaa. nos vemosss

SEE YOU SOON

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