𝐨𝐨𝟖. cena nada romántica
❝ just an hour 'til your car's in the driveway. just the first time ever hangin' out with you tonight ❞
❝ un absoluto caos en una cena nada romántica. qué decirles ❞
✦•─────• AL DÍA SIGUIENTE NATALIA Y PEDRI NO SE VIERON las caras. Había otro día de trabajo pero la chilena se había reportado enferma y dijo que no asistiría por esa ocasión. No estaba enferma, obviamente. El tema era que necesitaba recuperarse y concentrarse luego de que en la sesión de fotos anterior un viejo trauma tuvo la intención de reaparecer en su vida; cosa que ella no permitiría.
Bueno, pero digamos las cosas como son: El motivo principal era que no quería ver al canario luego de que él la viera en ese estado.
Era justo, desde su punto de vista.
No obstante, días después se vieron en la obligación de comenzar a cumplir las ideas de Elías en cuánto a su relación. El empresario les dijo que salieran juntos a cenar y que él se encargaría de contratar a los reporteros para que capturaran el momento y las fotos recorrieran todo el internet. Por supuesto, que la propuesta no les gustó. De tan sólo pensar en que tendrían que salir juntos les daba jaqueca. Pero tendrían que hacerlo quisieran o no.
Pedri había pasado a buscar a la chica en su vehículo y ella, a regañadientes accedió a dejar que la llevara. El trayecto por la ciudad fue casi todo en silencio. Ambos estaban lo suficientemente incómodos y molestos por tener que acatar las órdenes de Herrera que, si alguno hablaba, probablemente iba a desmantelar al otro en insultos.
Se echaban miradas de reojo, eso sí. A pesar de estar conduciendo, el canario usaba la excusa de que tenía que mirar las esquinas para analizar con detenimiento a la chica. Su cabello suelto caía sobre sus hombros y espalda con elegancia. Su clara mirada estaba fija al frente mezclándose con las luces nocturnas de la ciudad en un vaivén de colores que acariciaba su rostro. Estaba usando un vestido color negro de tirantes gruesos que le llegaba un poco más arriba de la rodilla y tenía un escote cuadrado que dejaba a la vista uno de sus tatuajes debajo de su oreja, el cual aún se estaba esforzando por descifrar pero al parecer se trataba de una letra.
Daba igual, había tanto que poder analizar en ella pero si seguía haciéndolo causaría un accidente de tránsito.
Natalia estaba haciendo de las suyas por su parte. Se le estaba haciendo bastante complejo no echarle un ojo al chico. La primera vez viéndolo conducir se ganó toda su atención. Su mirada estaba concentrada en el camino con el ceño levemente fruncido y su brazo izquierdo sostenía el volante firmemente y su mano derecha descansaba sobre su muslo.
Si había algo que le llamaba la atención era lo tersa que se veía su piel; casi libre de imperfecciones, y estaba segura que ese hombre no había tocado un sérum facial en su vida o probablemente jamás había oído de uno. Su piel morena era pareja, suave y en ese momento era decorada por una barba de un par de días.
Hasta que, dentro de todo ese juego de miradas, sus ojos chocaron y se descubrieron mirándose mutuamente.
Apartaron la mirada con rapidez avergonzados al haberse dejado en evidencia y el canario aclaró su garganta para hablar:
—¿A dónde se supone que iremos?
Suspiró—Donde sea, me da lo mismo. Sólo hagámoslo rápido.
—Bien. Conozco un lugar.
—Oh —ella chasqueó los dedos recordando algo—. Por cierto, soy vegetariana...Y alérgica a los mariscos.
—¿Qué? —se volteó a verla confundido—. Es broma.
—Nop. Soy la deshonra de mi país que prácticamente basa su dieta en carne —frunció los labios.
—De acuerdo... —meditó qué hacer—. Bueno, creo que el lugar que estaba pensando también tiene menús vegetarianos. Yo tengo dieta estricta así que tampoco es que pueda comer a desbordes.
—Por lo que veo entonces los dos comeremos una hoja de lechuga —respondió ella sin mucho cuidado.
Pedri rió.
Sorprendida por el gesto Natalia se giró a verlo y lo analizó con cuidado. Él no se volteó a verla, simplemente se había reído porque de verdad le había causado gracia. Fue inconsistentemente.
Ella decidió no prestarle más importancia a la situación o su cabeza seguiría generando más escenarios de lo permitido y ella no lo quería. Sólo guardó silencio y siguió mirando a la calle.
Cinco minutos después ellos llegaron al restaurante que el canario había mencionado. Dietz —que no era tonta y que tenía un poco más de conocimiento en el mundo de la farándula— ya había identificado a los reporteros que los habían estado siguiendo y a los que se estaban escondiendo para esperar que salieran. Obvio eran la contratación de Elías.
—¿Es aquí?
Él asintió—Así es.
Suspiró y se giró levemente un poco para mirarlo a los ojos—Escúchame, los reporteros ya están aquí —abrió los ojos como platos—. Sólo hay que bajar tomados de la mano, sonreír y pasar entre ellos como si nada ¿Se entiende? Por favor no vayas a arruinar eso.
Soltó una risa nasal—Venga Natalia, no soy un profesional pero tampoco soy un idiota.
Hizo una mueca—Pues a mí me parece que sí eres uno.
Cerró los ojos y suspiró agotado—Cariño, tú eres todo un amor —ella sonrió inocentemente—. Quédate ahí.
Posteriormente ella vio como el canario abría su puerta y bajaba del vehículo. La chilena no le prestó mucha atención a sus acciones hasta que sintió que ahora era su puerta la que había sido abierta. Con sorpresa analizó al chico que había sido el autor de ese acto y que ahora le estaba extendiendo una de sus manos.
—No te emociones, es parte de mi papel.
Dietz puso los ojos en blanco y aceptó su mano. Con un pequeño uso de su fuerza, González la ayudó a ponerse de pie y salir, quedando ambos bastante cerca del otro.
—Bien, ahora toma mi mano y sonríe como si yo de verdad te cayera bien y fuéramos la pareja más feliz del mundo —dijo ella entre dientes.
—Tarea difícil pero se puede lograr —contestó él del mismo modo.
Rápidamente el chico la tomó de la mano y la calidez del contacto le causó un escalofrío a ambos. Casi al instante, los fotógrafos aparecieron para captar su entrada, dejando una especie de pasillo para que la pareja avanzara. Pedri iba adelante y Natalia escondiéndose un poco detrás de su cuerpo.
Una vez dentro del recinto ambos soltaron un aliviado suspiro sintiendo que una parte del condenado plan ya estaba hecha. Pidieron una mesa lo más al fondo posible del lugar, se sentaron, ordenaron su comida y procedieron a comer en silencio.
Qué incómodo.
Ninguno gozaba de la compañía del otro y mucho menos tenían algo para decirse ¿De qué iban a hablar? ¿Del clima? ¿De cómo estuvo su día? ¿De las maneras que cada uno imaginaba para poder acabar con el otro? No, esa no se podía.
A Natalia no le incomodaba tanto el silencio. Simplemente estaba bloqueando al canario de su mente. Pedri, sin embargo, era de aquellas personas que sufría estrés cuando habían vacíos o silencios en una conversación. No sabía qué hacer y se sentía sumamente incómodo cuando aquello pasaba. Se tendría que ver en la obligación de hablar:
—Bueno, esto es un poco más que un trozo de lechuga.
No le importó si recibía respuesta o no, solamente necesitaba acabar con aquel insoportable silencio.
La chica levantó levemente la mirada de su plato cuando lo oyó y soltó una risa nasal diciendo:
—Sí, es un poco más —dejó su tenedor a un lado y limpió sus labios con una servilleta—. Toma mi mano por encima de la mesa. Detrás de ti hay dos personas que nos están tomando fotos.
González tuvo que aguantar las ganas de voltearse pero, al darse cuenta que eso sería estúpido, sólo suspiró agotado de tanta farsa y acató la acción. Su mano alcanzó la de la chica sobre la mesa y se quedó en esa posición por un buen rato. Se podían oír los susurros de las personas que con sus celulares estaban documentando la situación.
Se sentía raro...Sus manos juntas sobre la madera pero a la vez estáticas. El canario se contenía las inconsientes ganas de acariciar la suya con su pulgar como si fuera una acción incrustada en su sistema y que para él era normal. Pero no hizo nada.
—Oye, tengo una duda.
La voz inquisitiva del hombre captó su atención.
—¿Qué?
—¿Qué pasó el otro día en la sesión de fotos? —la chilena comenzó a ponerse nerviosa.
Se tensó y aclaró su garganta, con las ganas de sonar indiferente—No sé de qué hablas.
—Venga Natalia, tú y yo sabemos de qué estoy hablando.
Entonces, inconsistentemente, Pedri le dio un leve apretón a su mano, como si quisiera animarla a hablar. Muy tarde el canario se dio cuenta de lo que había hecho y de inmediato apartó su mano, regresándola a su posición anterior. La chilena analizó sus movimientos con detalle y tragó saliva para luego acomodarse en su asiento.
—No...No sé de qué hablas —murmuró.
—No soy un idiota, algo te pasó cuando casi te caíste. Podría jurar que por un instante vi a otra tú —la analizó como si pensara que en sus ojos hallaría la respuesta—. Yo...Lamento mucho lo que hice. No debí molestarte así. Pero...Algo pasó, te noté distinta.
—No me conoces —dijo bebiendo de su vaso y evitando su mirada a toda costa.
—No tanto pero sí soy muy observador —ladeó la cabeza—. ¿La caída te trae recuerdos de...?
Cuando Natalia vio que la conversación estaba yendo en la dirección que no quería, hizo aterrizar su vaso sobre la mesa haciendo un fuerte sonido sobre la madera. El canario, interrumpido, la miró con preocupación y un poco avergonzado. Presentía que había metido la pata.
—No es algo de lo que quiera hablar y mucho menos algo que tenga planeado contarte alguna vez —soltó—. Deberíamos establecer una regla de no hablar...Temas personales.
El estómago se le revolvió a la chica y Pedri vio con atención como ella cerraba sus ojos, como si estuviera tratando de bloquear algo de su mente que en ese instante llegaba a atacarla. No entendía nada. Todo era sumamente extraño y se arrepintió de haber iniciado esa conversación.
Exactamente era eso lo que Dietz estaba haciendo. Reprimiendo, bloqueando, ahuyentando. Debajo de la mesa y en su regazo sus puños se apretaron, como si eso fuera a darle más fuerza para espantar recuerdos de su mente que no quería ver.
—Está bien, podemos instaurar esa regla, hay que...
—Voy al baño.
El repentino anuncio de la chica lo sobresaltó y vio como de puso de pie arrastrando la silla para atrás.
No obstante, cuando iba a voltearse para ir al baño algo la interrumpió.
—¡Cuidado!
Uno de los meseros iba en su dirección pero no alcanzó a verla, lo que causó que la bandeja que el chico llevaba alzada en su mano impactara contra el rostro de la actriz...Específicamente su nariz.
Todo pareció detenerse por un segundo y ellos agradecieron internamente por estar en una mesa al fondo o todos lo verían.
—Ay no, ay no, ay no. Lo siento muchísimo —comenzó a lamentarse el mesero con urgencia. Dejó la bandeja en otra mesa y enfocó su atención en la rubia que estaba agachada con las manos sobre la cara.
Al ver todo el escándalo Pedri también se puso de pie y se le acercó para ver la gravedad del asunto.
—Nat, déjame ver... —ella lo estaba esquivando—. Que me dejes ver, puta madre.
—Estoy bien, les juro que estoy bien —murmuró ella un poco obstruida por la presión de sus manos.
—No tienen idea cuánto lo siento. Fue un completo accidente. No la vi venir —seguía disculpándose el chico notoriamente desesperado.
—Tranquilo, todo estará bien —trató de calmarlo el canario haciéndolo suavemente a un lado y quedando frente a frente a la chica—. Déjame ver. Quizás tenemos que curarte o algo.
—Ya suéltame, en serio estoy bien. Sigamos comiendo —reclamó aún tapada.
Pedri gruñó para sí mismo y miró a todos lados buscando alguna alternativa. Tomó a la chica por la espalda y la impulsó a caminar hacia lo que era la entrada hacia los baños. El mesero, y culpable de todo eso, les siguió de cerca.
Una vez más alejados de la gente, González tomó las manos de la rubia y las apartó con fuerza, pero no una que llegara a dañarla. Cuando su rostro estuvo al descubierto evitó hacer una mueca de espanto.
—Te dije que no es nada —alegó ella asegurando aquello a pesar de no poder verse al espejo.
La bandeja le había dado en la nariz. La tenía un poco roja y un pequeño hilo de sangre salía de ella.
—Hay que verte eso ya —indicó el futbolista.
—Que ya te dije que estoy bien.
—¿Puedo ayudar en algo? —se ofreció el chico del restaurante con timidez.
—¿Tienes algún botiquín de primeros auxilios? —él asintió—. Pues ve, tráelo ya.
El muchacho, desesperado por remediar su error, corrió en busca de lo solicitado dejando sola a la pareja.
Pedri miró a todos lados analizando sus opciones. No podía entrar con ella al baño de mujeres y no podía llevarla al baño de hombres. La única opción que le quedó fue tomarla de la muñeca y arrastrarla en contra de su voluntad al baño de discapacitados, el cual era individual.
—Ponte aquí —la dejó justo debajo de la bombilla de luz para observarla mejor.
—No pasa nada, ya hemos hecho mucho escándalo.
La tomó por los brazos buscando hacerla entrar en razón—Te está sangrando la nariz, joder.
Ella abrió los ojos como platos asustada y se giró paga verse en el espejo. Efectivamente tenía gotas de sangre cayendo por sus fosas nasales y parte de sus manos también tenían, ya que se había sujetado la cara segundos antes.
—Me voy a matar —inmediatamente se fue al lavamanos para limpiarse la sangre de ambas zonas manchadas. Lo logró con sus manos, pero cuando quiso limpiarse la nariz Pedri la detuvo en el acto.
—¡No! Ni se te ocurra —la volteó y tomó abundante papel higiénico y se lo extendió—. Cubre tu nariz con esto. Usa el pulgar y el índice —ella lo miró confundida—. Hablo en serio, Dietz.
—Ya, ya, ya voy —protestó tomando lo que le extendía.
Ella acató la acción justo cuando la sangre fluyendo comenzaba a aumentar.
—¿Cuándo tiempo tomará esto? —preguntó con el sonido de su nariz tapada.
—Los sangrados nasales duran entre 10 a 30 minutos.
—¿¡Qué!? —comenzó a desesperarse—. No voy a estar aquí todo ese tiempo. Hay que irnos.
—No hables, mucho menos grites. La fuerza te va a hacer peor —protestó agotado.
—Me da igual...Lo que yo...Hay que...Irme...Y no quiero —el mundo comenzó a darle vueltas—. Cuando salga...De acuerdo, me voy a desmayar.
—Te estás mareando por la pérdida de sangre. Es normal —miró a su alrededor tratando de salir del paso—. Bien.
La tomó con fuerza por las caderas levantándola y haciendo que quedara sentada sobre el lavabo; así estaría más firme.
—Echa la cabeza hacia adelante. Si la echas hacia atrás la sangre se irá a tu garganta.
—¿Y tú como sabes tanto de esto? —preguntó acatando la acción y arrastrando la voz.
—En el Barça tenemos que tomar clases obligatorias de primeros auxilios —se encogió de hombros—. Nunca había tenido que hacer uso de esos conocimientos hasta ahora.
—Bueno, que te den una estrellita por tu acción ahora —alzó su dedo pulgar sin verle. Aún estaba agachada.
—Déjame revisar —su mano derecha se fue a su nuca.
—No, no, ni se te ocurra. Estoy llena de sangre —lo esquivó.
—Al menos cámbiate el papel —le extendió otro pedazo para reemplazar el sagrado que ya tenía.
Cuando hizo el cambio y eliminó la presión volvió a sentirse mareada y el cuerpo se le fue hacia adelante.
—Oye, oye, con cuidado.
Pedri tuvo que volver a tomarla por las caderas pero esta vez para sostenerla y que no se fuera de bruces al suelo. Sus manos permanecieron en aquella cálida posición mientras la actriz cambiaba el papel de su nariz.
—Es impresionante como todo da vueltas. Es terrible —arrastró sus palabras.
—Es la pérdida de sangre ya te lo dije —suspiró agotado—. Sé paciente, ya nos vamos a ir.
Ella gruñó algo por lo bajo y siguió apretando su nariz en aquella agachada posición. Seguía bastante desorientada por el golpe y el sangrado que no estaba pensando con claridad y mucho menos con anticipada deliberación.
—Oye futbolista —levantó su cabeza un poco para conectar sus ojos con los de él—. Cuidado con esas manos.
González parpadeó un par de veces y analizó la posición en que estaban. Él entre sus piernas con ambas manos aún sujetándola por las caderas.
Tragó saliva.
—¿Quieres que te suelte? Si lo hago te vas a caer. Estás muy mareada.
—Yo no he dicho que me soltaras.
Sostuvieron la mirada en un momento tan tenso que podía ser cortado con unas tijeras. El silencio, las respiraciones que iban y venían, y sobre todo la posición en la que estaban hacía que sus cuerpos les gritaran a gritos lo mal que aquella situación los tenía.
Pedri eligió echarle la culpa al mareo que la chica tenía y pretender que todo aquello había sido algo que había salido de sus labios sin ser controlado o previamente meditado.
Pero ¿Lo había dejado pensando más de la cuenta? Efectivamente.
—Nat, si yo...
—¡Ya lo encontré!
Ambos se sobresaltaron cuando una tercera voz se les unió y giraron a ver como el mesero ingresaba al baño con el objeto que en un inicio había salido a buscar.
—¿Lo fuiste a hacer? ¿O qué? —murmuró la chica con sarcasmo ante su demora.
—Aquí está el botiquín —se lo extendió al futbolista.
—Gracias —lo aceptó y sujetó a la chica ahora con el costado de su cuerpo para revisar el interior del kit de emergencia—. Mira —extendió un tubo color blanco—. Es crema nasal antiséptica. Cuando pare el sangrado te aplicas de esta y ya está.
—Vaya, mi salvación —murmuró cansada pero ya un poco más en su sano juicio—. Qué romántico ¿No? La cita terminó hasta con sangre.
Rió por lo bajo y susurró ya que el mesero aún estaba con ellos—: De por sí sabía que salir contigo sería aburrido...Pero esto lo volvió gracioso. Te lo agradezco.
Puso los ojos en blanco—Mi amor, eres una ternura.
—Disculpen que los moleste. Sé que es un mal momento pero...¿Me podría tomar una foto con ustedes?
—No.
XFIN, UNO DE MIS CAPS FAVORITOOOOOOOSSS
disculpen la demora, OLVIDÉ POR COMPLETO PUBLICAR PQ ESTABA EN PRÁCTICA AAAAA
pero qué les pareció??? dios, la tensión entre estos dos esta FUERTE y pedri ayudándola basta 😭😭😭🙏
weon una de las cosas que escribí es vdd. wtf la piel de pedri, tiene el cutis demasiado lindo. tenía que escribirlo djdjd
35 votos para actualización ✨
BUENO BIEEEEEEN, ME RETIRO. QUE ESTEN BIEEEEEEN
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro