Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

  Me siento sola, como si nada valiera la pena, ya no hay amor que salve de perderme. No volveré a amar, no sin él. Son demasiadas pérdidas, tanto ellos, como él.

  Me miro al espejo, el verde de mis ojos están inmersos en un profundo dolor. Mi piel está llena de moretones que cubren su pálidez, dejándola irregular e imperfecta. Esta vez noto que algo dentro de mí se rompió, quizás para siempre.
Intento disimular con maquillaje y mejora bastante, creo que me bastará con unas gafas. Arreglo mi cabello, víctima de anoche, y dejo que los risos caigan de forma natural para disimular mi aspecto. Uso un rosado fuerte para mis labios, es de la única forma que no se asoma a ver la hinchazón. Cubro mis piernas con un pantalón azul, aunque el hecho de que algo apretado me molestase desmasiado. Preferiría mil veces esto a las ridículas sayas largas que tengo. Escojo una camiseta de color castaño que combina con mi pelo.
Son las seis de mañana y mi estómago se empieza a retorcer por el vacío, ayer con toda la tensión no puede comer nada.
 
—Elena despierta.

—Que pasa, es muy temprano, Matt me despierta más tarde. —Su dulzura me conmueve.
"Ojalá yo pudiera olvidar tan fácil como ella."
 
—A partir de hoy, yo te llevaré a la escuela, lo que llegarás más temprano de lo normal —le digo y su rostro se torna un poco más relajado.
 
—Anoche me quedé dormida esperándote, estaba algo asustada.
  
—No tienes que temerle es nuestro hermano y solo está enfermo, pero siempre estaré aquí, no se te olvide. —trato de  consolarle.
No quiero que ella también se preocupe por eso ahora.
 
—Mañana se cumple un mes de... —hace una pausa—, tenemos que ir a verles. Todavía no puedo concentrarme pensando en ellos y... —sus  lágrimas amenazan en salir, y faltará poco para que las mías también.
 
—Me tienes aquí y yo nunca me iré. —sujeto sus manos e intento tranqulizarla, pero era inevitable disimular el nudo que se formaba en mi garganta al hablar—. Estaré haciendo el desayuno, no te demores, te quiero —digo sin casi sin aliento.

Salgo de cuarto, e intento calmarme, pero era imposible, hablar del tema me sensibiliza.
Camino hacia la escalera y me gana la incertidumbre de ver a Matt.
"No debería preocuparme pero no lo puedo dejar solo, aún con sus acciones y todo, lo quiero más que a mí".
Muevo el llavín de su cuarto y me dispongo a entrar, pero me sorprendo cuando no le, seguro se fue después que me soltó.
Aún así entro, todo está desorganizado y alborotado.
Comienzo a organizar el cuarto, y se me remueve todo sucedido anoche. Le recojo las sogas y meto su ropa en el cesto, abro las ventanas de un tirón, cuando de repente los ví, allí estaban, los recuerdos, iban y venían, jugaban con mi mente.
 
"Estoy sucia no resistiré si se atreve hacerlo". —Es en lo único que podía pensar.

Todo su armario estaba revolcado, realmente hizo un desastre anoche después que me fui. Le acomodo los zapatos y los papeles de las deudas de Papá.
"No entiendo por qué las guardaría si hace rato salimos de eso."
Cogí los papeles y comenzé a revisar, las tenía todas, las deudas con el banco y con el mercado negro..
Después de todo lo que pasamos es para que no quisiera saber nada de esto, ni yo y mucho menos él. No entiendo porque lo conserva todavía
 
Sigo revisando, cuando llama mi atención un sobre amarillo. Abro el sobre y comienzo a leer.
 
Análisis de sangre.
Resultado: incompatible (negativo)

"¿Que es esto, y porque tienen los nombres de  Papá y Matt?".
Ordeno todo rápido y lo devuelvo a su sitio. Bajo apresuradamente para encontrarme con Elena.
 
—Ya desayuné, y te preparé cereal, lo que no hice fue café, se me da fatal lo sabes. —Sus palabras se escapaban rápido de mi mente, quedándo solo lo que había presenciado arriba.
 
—Hum... ¿te pasa algo?, no tienes buena pinta, estás pálida.
 
—Si, no te preocupes, es que no he comido nada —dije para despistarla.
  
—Sabes te conosco, y no me lo trago. Pero tu sabrás.

Voy a la mesa y desayuno lo más rápido posible.
  
—Bueno, vámonos. —Es lo último que le digo, antes de dejarla en la escuela.
  "Que presión; de la noche a la mañana mi vida se agitó en gran manera".
 
Faltaban catorce minutos para las ocho, cuando entro en el aula lo veo... ahí estaba Richard.
Sus ojos pardos estaban más dulces que antes, y le asentaba un mundo la barba que casi no se notaba pero le hacía lucir diferente. Él era irresistible para mi, como una droga. Pero me tenía que agarrar a la idea de que jamás estaríamos de nuevo. 

  —No pienses que te sentarás a mi lado todos los días, es un privilegio pérdido. —dice demostrando su habitual actitud despresiable.
 
—Richard, hoy soy yo la que no quiere hablar.
Sinceramente extrañaba mi Richard malo, pero tengo tenía tantas cosas en las que pensar, que quizás solo necesitaba un abrazo suyo, lo deseaba. 
 
—¿Te pasa algo?.
 
—Si, me pasa que te extraño, que mi hermano se está comportando como loco otra vez y que no puedo ser feliz. —suelto como carro sin frenos todo lo que pensaba.
  
—Freya de verdad, yo también te extraño. Pero no podemos, tu lo dijiste, y mi hermana no lo aceptará. De hecho nos está mirando.
Me volteo a ver a Paula y tiene razón, ya no es mi amiga después de lo que le hice a Richard.

—En cuanto a Matt, no me importará pasar por allá y romperle la cara. —lo dijo tan serio que me inspiró miedo por mi hermano.
  
—No, ya no soy tu novia, tampoco tu problema.
 
"Cuanto deseo besarle en este momento, decirle que todo es mentira, que no me importa cuantas veces mi hermano me lo imponga. Que solo con tenerlo cerca, todos mis sentidos se paralizan y solo queda en mí un deseo insasiable por él".
 
—Ya estás a la defensiva de nuevo, y creeme estás logrando que se marchite el poco amor que una vez te tuve. —miente y sé que lo hace para salvar su orgullo.

 — Bueno la verdad es que no puedo hablar más contigo, ni dirigirte la palabra. Si en verdad quiero superarte es mejor que hagamos como desconocidos. —Cada palabra hincaba más fuerte mi corazón.
Salí del asiento y me senté en la parte de atrás.
"Es peor este dolor al dañarlo por una injusticia, que cuando decidí darnos un tiempo".
  
—Muy bien, comienza la clase. Yo soy el profesor nuevo de literatura que remplazará por un tiempo al señor Thomas.
Su voz era muy grave y lucía un traje elegante. Su mirada era agradable a pesar del oscuro color de sus ojos, que a la vez inspiraban respeto. Parecía de unos treinta años aunque conservaba muy bien su físico y su altura le favorece. No llevaba un plan de clases lo que me sorprendió.
  
—Disculpen, solo un momento —interrumpe el director, un hombre bastante mayor y educado—, él es el nuevo alumno.
 
"No sabía si podía creermelo, o quizás solo la vida me estaba jugando una mala pasada".
 
—Buenas yo soy Eric Danas. —Se presenta.
  
—Siéntese al final, de la clase.
 
—Continúen y disculpen la molestia. — repuso el director.
 
Mi respiración entrecortada me atormentaba. Ayer no me pude fijar bien, ya que era muy oscuro pero este chico es realmente raro. Tiene el pelo asabache y ligeramente largo hasta los hombros. Luce unos ojos azules exóticos que sumergen a cualquiera en su mirada y su aspecto es bastante despreocupado aunque no le afecta en nada, le daba más personalidad.
Mientras más se acercaba, más sostenía la mirada en mí y  hasta que desvió los vista dándome por vencida.
"No puedo mirarle más, aunque me es extremadamente tentador".

—Hola, Freya. Ya empezaba a extrañarte.
Me conformé con no responder, estaba demasiado apenada aún siquiera sin conocerle.
 
—Diganmé por donde se quedaron — continuó el profesor.
 
—Estábamos hablando de las novelas contemporáneas juveniles. —oigo decir a Paula que mira atentamente al profesor.
Estoy segura que ya le tiro el ojo y como la conosco seguro va a tratar de tener su amistad. Ella es un poco rara, siempre le han gustado los profesores o mejor dicho las personas un poco mayores.
 
—Interesante, a mi de por sí, no me gusta hablar del drama de la novela, sino más bien lo que transmite y lo que enseña.
Pasé toda la clase evadiendo las miradas de Eric y Richard a la vez, pero la mayoría de las veces solo miraba al chico de ojos azules y él a mi.

—¿Podrías dejar de hacerlo? Por favor.
—le cuestiono, pero se mantiene en silencio.
«He estado rodeada de personas maleducadas todo el tiempo, así que no me importa como se comporte.»

Tan rápido como sonó el timbre me levanté.

"Gracias a dios que se acabó el turno. Ultimamente no sé que me pasa, mis emociones están descontrolándose y haciendo que pierda la cabeza".

Avanso hacia el carro pretendiendo no estar un segundo más aquí. Sin más, veo a Eric frente el coche.
"Dios mío que le pasa a este chiflado, saldré y le diré unas cuantas cosas, está abusando de mi confianza".

Me acerco a él, pero mis impulsos se desvanecen en cuanto lo tengo delante. —Me podrías llevar, mi vehículo se rompió y no estoy adaptado a andar. — dice muy sereno a diferencia de mí, que estaba muy nerviosa.
  
—Claro, no me lo tenías ni que preguntar, te debo una.
  
—Por supuesto que no, nunca te cobraría nada.
Camina alante de mí y abre la puerta de acompañantes.

—¿Donde es que vives? —le pregunto.
   
—Como a media hora de aquí, pero siempre llego en veinte minutos, así que yo conduzco.
  
—Ah, buenl ahora son las cinco y media de la tarde, o condusco yo o ni en veinte, ni en treinta minutos llegarás a tu casa, por lo menos no en mi auto.
  
—Buena respuesta, adelante conduzca, Lady —dice impresionado, pero sin perder su estilo galante.
Conecto mi celular y pongo a Charlie Puth. Muchas veces me refugio en las canciones para liberar lo que siento, puedo no ser buena hablando, pero creo la música habla por mí.
  
—Gracias por poner música, aunque él no me gusta mucho.
  
—A mi me fascina, me identifico con sus canciones, pero sobre todo son como mi sedante. Eso pasa cuando no tienes muchos amigos en los que apoyarte. —Confieso y no me siento mal contándoselo, quizás él tenga potencial para ser escuchante de problemas.
Mi subconciente se ríe y le empieza hacer cosquillas a mi mente por lo que acabo de decir, así que acabo riéndome también. Pero más locamente, él se empieza a reír conmigo.
   
—¿De que te ríes? —me intriga saber.

—Pues de ti, te ves muy adorable cuando ríes, nunca había visto a nadie reirse igual. —Si que puede ser agradable cuando se lo propone.

—Y tu, comenzaste como loca a reír.

"Claro que me reía de ti, de que más".
  
—Solo me acorde algo. —Corto el rollo. —¿Falta mucho?
  
—En verdad no es mi casa, no vivo aquí en Washington, sino en New York . 

—¿De veras?, yo hace diez años vivía allá, con toda mi familia. Pero después nos mudamos acá.
  
—Supongo que todavía la casa esté a su nombre, cuando piensan volver —se gira ligeramente hacia mí.
  
—No, no vamos a volver.
"No me gusta hablar mi pasado, más bien quisiera pensar solo en el presente".
  
—Aunque también me gusta esta ciudad. —Cambia de tema para mi suerte—. Déjame por aquí, ya sigo a pie.
  
—Pensé que no te gustaba andar.
  
—Si, pero tampoco me gustan las visitas. —Tan friamente como lo dijo, se limitó a darme las gracias y se fué.
 
De regreso me cuestionaba porque le hize un favor a alguien tan benático, primero me halaga y después se porta como un grosero de primera. He conocido a personas muy posesivas, egocéntricas y demasiado machistas, como mi Richard, pero no me molestaban tanto como él.
   
Guardo el coche en el garaje e intento no pensar que voy a entrar en mi nido de problemas.
Estaba anocheciendo y al fijarme bien, se veía realmente hermoso. Nunca me había fijado en mi casa de esa manera. Su estructura antigua combina con el lugar lleno de flores que irradian algo más que paz.
Es increible, no me mentía Eric con respecto a esto, nunca me había gustado tanto este lugar. Y si, pudiera estar siempre aquí fuera, contemplando la magia.

Siento la puerta abrirse, por deducción debe ser mi Elena que me ha visto desde la ventana.
  
—Freya, apúrate necesito que me ayudes. —me grita desde la entrada.
  
—¿Paso algo?. —Solo espero que no.
Me aproximo, pero veo que está radiante y más feliz que nunca.
  
—Necesito que me ayudes a vestirme para una fiesta, un chico me ha invitado.
  
—Mmm y a quién le has pedido permiso jovencita —digo imitando a una mamá exigente. Pero mi plan falla para cuando río.
"Valio la pena su cara", decía mi más malvado yo.
  
—Quedarás hermosa, mi niña, se le tienen que aflojar las piernas cuando te vea. Date una ducha que yo estaré en el cuarto.
 
En cuanto la perdí de vista, fuí al cuarto de mi hermano. ¿Como suponía no había llegado?. Tendrá que acostumbrarse a la idea de que yo tendré el carro ahora.

—Revisabas algo en mi cuarto —dice mi Matt trás de mí, pegándome un susto de muerte.
  
—Me asustaste, no me vuelvas a sorprender así —le digo marcando cada palabra.
  
—No estás en posición de decirme nada. Es más por qué tomaste el auto esta mañana, tuve que irme en taxi.
  
—Desde ahora será así, yo llevaré a Elena en el coche. —Dispongo a que mi carácter me ayude.
  
—Te acuerdas de ayer, de lo que te dije.
—pone su cara más chantajista y espera ver mi reacción.
  
—El trato es con Richard, no con nada más. Si piensas delatar a tu hermana, hazlo, no haces más que demostrar lo bajo que puedes caer. Pero si lo haces  te demandaré —lo enfrento.
  
—Todo esto por el auto, no. Esperaré a que hagas algo peor, además no tendrás las agallas para encerarme, no a mí —dice aparentemente muy seguro de sí.
  
—En la mañana entré a tu cuarto, te lo organizé —hice una pausa, dudando de no querer saber una respuesta—, vi...unos papeles...
  
—No te he dicho que no revises mis cosas, que no entres en mi cuarto. —Comienza a alzar la voz sin medida.
Tengo miedo, no de él, sino de lo que oculta, es algo obvio pero me rehuso a creerlo, debe estar equivocado.
  
—Los papeles decían. —Se me atraviesa un nudo en la garganta y mis sentidos rechazan el seguir hablando. Solo responden dándome una sensación de pérdida, desesperación.
 
—CONTINÚA —grita.
 
—Decían que no eres de nuestra sangre —dije para mí, consumida por la angustia que yo misma creé.
   
—¿Que hacen?, estoy cansada de oírlos pelear y no hacer nada, yo también soy su hermana. —Irrumpe Elena.
 
"No lo hagas Matt, por favor, sé que nos quieres, no dejarás que se entere".

— No, en verdad ella es tu hermana, yo no soy su familia, y esos no eran mis padres. —Escupe sus palabras con dolor o odio, no puedo describir lo que siente. Se gira y cierra la puerta de su cuarto trás él.
  
—Que significa esto Freya, escuché bien, o solo esta familia es un completo desastre. —Su mirada es neutra como mis pensamientos en estos momentos.
Se arrodilla y comienza a llorar descontroládamente. Me tumbo al frente y la abrazo.
  
—Esto, el accidente que provocó la muerte de nuestros padres, es demasiado para mí. Hoy iba a salir, porque sé que es lo que ellos hubieran querido, pero ahora no puedo. Soy una egoísta, como estoy pensado en salir cuando mañana se cumple un mes de su muerte. Debería estar de luto.

"No ellos estarían orgullosos de que retomáramos nuestras vidas, no que nos encerráramos en un mundo adictivo al dolor, sin un rumbo".

 —Lo que nos confesó Matt hoy, no cambia nada ¿vale?, él es nuestro hermano pase lo que pase y no por un insignificante vínculo, dejaremos de serlo. Pero que mejor regalo para Papá y Mamá que el ser felices, nuestra vida sigue con ellos aquí —le pongo la mano el pecho y me da una señal de calma.
   
—Gracias, te quiero. Lo de aquí nunca sucedió para mí y todo sigue igual. — responde dándome un suspiro de alegría.
  
—Son las 8:30, se te hace tarde para la salida, vamos al cuarto.
Nos decidimos por un vestido negro, un poco entallado en su figura notándose las líneas que dibujaba su cuerpo. Más rápido de lo que pensé se estaba haciendo mayor, ya tiene quince años y me parece ayer cuando me ponía celosa de ella por la atención de Mamá.
   
—Me gusta este rojo de labios. —me enseña uno de un tono bastante llamativo.
  
—No es ese un poco, ya sabes, mayor para tu edad.
 
"No pretendo que sea como yo que no me tomo el lujo de experimentar modas en mí, pero es extraño verla desarrollarse y convertirse en una jovencita".
 
—Vamos Freya, es el siglo veintiuno, tu también debes ser feliz, sé que amas desenfrenadente a Richard, pero si ya se separaron date una oportunidad de volver a amar. —Suena razonable, si no fuera por el hecho de que yo no quería dejar Richard. Lo amaba.
  
—Además es del mismo color de mi pelo. —Trata de convencerme y tengo  que aceptar que le quedaría maravilloso. Y más con su maravilloso pelo largo, sin ondulaciones.
Recuerdo de pequeña la nombraba mi pelirroja pecosa.
  
—Eres buena psicóloga, con poderes de convencimiento.
  
—Bueno tomaré eso como un sí.
Se pone unos tacones, pero muy bajos y discretos, balanceando su conjunto con algo de sencillez.
  
—Solo algo más. —Abro mi gabeta y cojo un estuche pequeño—. Ellos me regalaron esto en mi primera cita con Richard, fue el primer collar que le regaló Papá a Mamá y ahora te toca a ti.
   
—Es precioso Freya, gracias por confiármelo.  —se gira y le sitúoel collar.
  
—Es perfecto al igual que tú.
   
  
—Freya, buscan a Elena, es un muchacho, pero nunca lo he visto.—oigo decir a Matt.
 
—Es él, apúrate llévate la cartera.
 Bajamos los tres hacia la sala. Noté cuando la impresión del muchacho al ver a Elena y me lo imagino cayéndose hacia atrás.
Su aspecto es bastante correcto me parece el hombrecito perfecto para mi hermana. Será dos centímetros más alto que Elena, y quién lo diría, también es pelirrojo, pero a diferencia de ella que tiene sus ojos negros como la anochecer, él los tiene color miel, como el atardecer.
  
—¿Quién eres y a donde la llevas? —dice mi hermano, sacándome de mi ensueño.
  Pero antes de que pudiera responder ya Elena estaba hablando.
  
—Philip, este es mi hermano Matt y mi hermana Freya —nos presenta—. Matt, él es un amigo y vamos a dar una vuelta, a que hora podemos virar.
  
—Bueno son las diez, a las cuatro lo quiero aquí, ni un minuto más ni uno menos.
"Solo ella para ganárselo de esta manera".
Nos da un abrazo, y se marcha.
  
—¿Has comido algo? Por si quieres, yo preparé algo de carne asada y unas verduras.
"Aunque tenga la mejor intensión, no pienso cenar a esta hora".
  
—Ya tomaré un té.
Tomo la jarra y ya caliente el agua sumerjo el sobre.
  
—Deberías comer más, podrías dañar tu tallada escultura. —Saca del bolsillo su móvil, y lo planta en mi mano dejándo ver la evidencia.
  
—Dime, que te he hecho y por qué me quieres mantener atada. Déjame vivir sola, ya no soy una niña y esto lo demuestra. —Tomo aire, pero no me pienso detener—. Yo te adoro, siempre serás mi hermano por encima de todos. Sé que no eres malo, solo tienes sombras en tu pasado, pero que no dejes que afecten tu presente.
La guerra interna de ideas, de cosas por sacar, liberar, me hacen sensible, vulnerable a cada recuerdo que él ha forjado en mí, para mal. Desahogo todo lo que tenía atragantado, sus malas decisiones van a terminar arruinando mi vida aún más.
Sujeto la tasa de té entre las manos, dejándo el celular encima de la mesa, como si no me importase y lo dejo sólo. 

Con los pocos ánimos que aún tenía, me siento frente al ordenador, y comienzo a estudiar. Las tareas no son lo mío, ni de leer tengo un hábito. Las mátematicas no son más que una secuencia de números, con distintas próblemáticas, con ordenárlas ya tenemos la solución. La historia es el folklor que debemos respetar de cada nación, y las demás ciencias costan de saber encontrarles la novedad. Por otra parte, la literatura es imperfectamente difícil, un juego de palabras con varios propósitos, se parece al amor.

 Antes de sumergirme en un profundo sueño, sedo al placer de ver cada gota de agua cayendo sobre mi cuerpo, mi piel se entumece en su roce quitándo cada nivel de estrés que posee. Mi pelo se junta con el agua, como si fueran uno, y la fragancia se esparce sobre mí...
  
   La espántosa alarma suena, sancándome de mi estado soñoliento. Mi hermana está en la otra cama, que no la sentí cuando llegó. En un intento de no hacer ruido, me alisto. Mi cuerpo amenaza con una huelga sino comía algo. Corto varias rebanadas de pan integral, y vierto un poco de leche con miel en un vaso. Miro el reloj que y daba las 9:30, enciendo el televisor y me acomodo en el sofá.
  
Oigo el ruido del timbre que a esta hora es inesperado. A no ser que vengan por mis padres.  Apoyo las manos en la puerta y miro a través del cristal.

"Es Richard vestido todo de negro, pero no, no puede entrar."
 
Me recuesto en la puerta, y marco rápido su número.
  ‹Hola soy Richard, deje su mensaje

Vuele a sonar el timbre, y decido abrirle antes de que Matt baje por el ruido.
   
—Hola Freya, vengo por lo de tus padres y bueno...
   
—Richard necesito que te vayas, muchas gracias por preocuparte. —Lo detengo para que no entre. 
   
—No es por ti, es por tus padres que eran como los míos y lo sabes.—dice molesto por mi actitud.
"En el fondo sabes que no lo digo en serio, que tengo razones por las que tratarte así".

—Vete por favor —le digo al mismo tiempo que voy inclinando la puerta para cerrarla.
  
—No. —dice frenando mi paso, y agravando el peligro—. Esto va más allá de que quieras alejarme, solo trato de tener un momento con mis segundos padres y me parece muy injusto de tu parte que me lo niegues. —Sus ojos destilan dolor hacia mí, había cambiado. Ya no me ve igual y... lo estoy perdiendo.
   
—Lo entiendo Richard son mis padres, te acuerdas y pensar en ellos sabes que me...
   
—Freya que hace el aquí. —Se acerca Matt, con furia.
   
—¿Tu también?, solo estoy aquí por sus padres, yo los quería igual.
Pero Matt no da tiempo a que siga hablando y se lanza sobre él. Sus puños se clavan en el rostro de Richard que poco a poco se va quedándo inconciente.

—PARA. Lo vas a matar, date cuenta qur nadie tiene culpa de que no estén.—No me escuchaba, la rabia le había cegado. Intento pararle pero lo que consigo es que me pegue.
   
—Freya. —Para de darle golpes a Richard y me mira horrorizado viendo en mi rostro la negación y el desprecio hacia el monstruo que se había convertido. —Lo siento, yo no quería.
Se acerca a mi encuentro e inconcientemente me alejo.

—No seas cínico, como sino me pegaras muchas veces en tu habitación, estás enfermo. Pensé que podía perdonarte, pero después de lo que me hiciste ayer, vi que no puedo. No soy una puta, no soy un juego, soy tu hermana y tu pasaste los límites.
"Siento miedo de esta persona, quisiera comprenderlo y no puedo, incluso no sé si le conozco".
 
Miro a Richard desde el suelo, está lleno de sangre, pero todavía no está inconciente. Es imposible de tolerar, todo lo que hace por su juicio sale mal.

Se vuelve a acercar a mí, pero esta vez no muevo un dedo, solo dejo que vea como me ha hecho sufrir, como ha destruido mi vida por un resentimiento.
  
—Nunca te haría daño, sabes que a veces pierdo el control y quiero que aprendas y me hagas caso. Solo intento alejarnos de esas personas que nos arrebataron nuestra familia, no me odies, no quiero perderte también —
dice y veo un rastro de sinceridad en él, aunque sea ilógico todo lo que dice.
Se balancea hacia mi de rodillas y se me cae el alma a los pies al verle tan vulnerable.

Tan pronto como me abraza entran los oficiales y revisan el estado de Richard.
   
—Alguién llamó diciendo que estaban agrediendo a una persona esta casa, su nombre era Elena —dice el más alto de los dos.              

—¿Donde está la muchacha?.
  
—Aquí estoy, soy yo —dice Ana saliendo de atrás de la pared que divide la sala del resto de la casa.
La mirada de Matt se desvía hacia ella, su rostro estaba pálido, avergonzado de lo que hizo. Me sujeta las manos y me ayuda a levantarme del suelo.

Corro a donde está Richard, las marcas de la golpisa son profundas, cojo mi sueter y quito la sangre que cubría parte de su cara y ligeramente el pecho.
  
—Todo esto es mi culpa —le susurro.
Apoyo su cabeza en mis piernas y uno mis labios en sus manos. El mínimo contacto repercutió en mí, junto con las miles de mariposas revoloteando en mi estómago. Todavía le amo.

  
—Pués acompañenos a la comisaría, necesitamos sus declaraciones.
 
....a Richard lo llevan al hospital central y a nosotros nos llevan con ellos.
 
"No había necesidad de llegar a este punto. No, si me hubiera escuchado. Hoy se cumple un mes de que fallecieran mis padres y mira lo que habíamos logrado.

Pasadas dos horas todos habíamos declarado, yo dije que solo fue una pelea familiar, pero Richard podía levantar cargos.
  
—Elena, no te culpes, esto se veía venir, tu solo hiciste lo mejor para todos.
  
Desde el fondo del pasillo se acercaba Matt, su camisa estaba semirasgada y de sus manos goteba la sangre dejándo el rastro a su paso. Se sienta a mi lado, lejos de Elena.
   
—Déjame verte. —Alcanzo sus manos y estaba peor de lo que creía.
  
—Estoy bien —dice retractando mi acción. —Me lo meresco, soy un recorista.
  
—Es hora de que olvides lo que sucedió y de aceptar que los padres de Richard hicieron lo que pudieron.
   
—Toma, borra los vídeos, no pretendo que los reincores desaten mi lado oscuro. Te quiero.
Me da los vídeos con los que me había chantajeado todo este tiempo. Por los que tuve que dejar a Richard, al amor de mi vida. Mi hermano nos había grabado en mi cuarto varias veces Richard y yo estábamos juntos. Todo para poder tener con que alejarme de él. Yo no podía dejar que eso saliera a la luz, y menos a Richard que tenía una espectacular carrera de abogado por delante.

El ver a mi hermano tratando de salvar su espíritu, intentado ser mejor, me llena de vida, tanto como el pensar que me dejará estar con Richard.
  
—Siempre he confiado en ti, no necesito borrarlas, sé que lo harás y que superarás esta barrera que opaca tu vida.

—Ahora voy a hospital. —Sé que estoy presionando un poco, pero necesito saber de él.
  
—Pero...
  
—Matt, es el momento en que me demuestres que puedes cambiar. —freno en seco sus palabras.
   
—Está bien, no te demores... digo, no mucho, te necesito..

Salgo de la comisaría, y camino hacia el hospital. No veo la hora de verlo, abrazarle, besárle, estoy tan feliz que se hayan caído los muros que me impedían estar con él.
En la sala hay una señora, pero no hay médicos en ninguna parte.
  
—Podría decirme donde se encuentra Richard Santos. Entró hace unas horas y sus padres son doctores de aquí, los señores Santos.
  
—¿Eres un familiar? —pregunta dándole vueltas a un lápiz que se hallaba antes en su cabello.
  
—Soy la novia.
  
—Ah, siga por ese pasillo, habitación 16 a mano derecha.
 Sigo sus instrucciones y llego a tal habitación. Estoy un poco nerviosa por como reaccione, pero se lo explicaré todo.
Mi pulso se acelera al verlo, tiene un suero de seguro por la pérdida de sangre.
  
—Hola, como te sientes. —Es lo que logro decir.
  
—Estoy bien y si vienes para saber si levantaré cargos contra tu hermano, no me faltan ganas ahora mismo. —Juzga mis intenciones antes de tiempo y me asusta el que haga lo que dice—. Pero no lo haré, por tus padres. Perdón por perdón —continúa sin darme tiempo a intervenir.
 
Agarro sus manos y las llevo hacia mi cara, extrañaba su aroma, la sensación de verlo, con su pelo rubio alborotado que no contrasta con el color miel de sus ojos ni con su tes dorada, pero si con sus labios que se tiñen de un color diferente.
  
—Vengo a verte, a explicarte por qué dije que no era suficiente lo que sentía por ti delante de todos en aquella fiesta de la escuela, cosa que no es verdad —
le digo con el corazón en la mano.
   
—Tarde, ya no me interesa nada de ti, ni de tus estúpidos sentimientos que ni los conoces...
   
—Para, para, sé que estas herido pero por favor escúchame, te lo diré todo y me entenderás.
    
—Te escucho.

   
 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro