Capítulo 1
Siento la agitación de mi corazón, de mis sentidos, miles de emociones liberadas solo por una caricia y tengo miedo dejar de sentirlo. Me da horror expresar lo que provoca solo un aliento tuyo en mí, como despiertas mi calor convirtiéndolo en ansias imparables de sed hacia ti. Eres mi cofre abierto, mi luz y todo lo que libera mi cuerpo son solo réplicas de tu sentir.
La mañana me despierta y enseguida recuerdo lo de anoche. Así que decido alejar esos pensamientos por lo menos por hoy. No va a ser fácil para mi, después de tanto tiempo le veré. Me dirijo al baño y dejo que el agua caliente me relaje, así se me olvidan por un segundo los problemas que amenazan en ahogarme sin compasión.
Reviso en mi armario, y por un momento me cabreo al ver un montón de ropa amontonada sin sentido. Es mi culpa yo soy una desorganizada en todo y no soporto la suciedad, pero tampoco me inmuto en hacer nada.
Después de tanto buscar, me decido por el vestido rojo fuerte que me cae hasta rodilla y me pongo los tenis de Elena para lucir más informal. La cadena del vestido que marca sutilmente mi cintura me encanta, y creo que un moño combinará perfectamente. Al abrir mi gabeta, tomo un lápiz labial rojo y lo repaso por mi labios, me gustan encantan los colores vivos, a veces tengo que aceptar que exagero un poco. Agarro de mi mochila y cierro la puerta muy despacio para no despertar a mi hermanos.
Pensaba desayuñar pero el reloj ya marcaba las 6:30am, así que sorbo un poco de agua y salgo de casa. Tomo el bus y pasados diez minutos de ver árboles y más árboles, al fin veo algunas casas y diviso la escuela en una esquina.
Estoy muy nerviosa no sé como reaccionarán.
"Actuar normal, no tartamudear y sobre todo no temblar", repito una y otra vez.
Me dirijo al aula y me sorprende el no ver a Richard en ningún sitio, él siempre a llegado temprano a diferencia de mí.
"Pero a quién quiero engañar, me hago la tonta ocultando la realidad como si todo estuviera bien, ese es mi problema".
Después de unos minutos llega Paula, ella es mi amiga desde pequeña y no puedo resistirme a hablarle. Tan rápido como puedo corro a darle un abrazo. Se siente bien volverla a ver.
—Como te he extrañado —digo entre sollozos.
—Si, yo también —me separo al instante al notar el tono cortante de su voz.
—Verás... yo quiero que todo siga como amtes, pero aún no lo he superado, ¿ok?. Necesito tiempo —dicho esto da la vuelta y ocupa su puesto.
Siento como se oprime mi pecho y renace el dolor de hace tres semanas.
Me siento en otro sitio, porque a su lado, sé que no aguantaré, me ganarán los recuerdos y al final romperé a llorar como siempre hago.
En la clase de literatura hablaron de las novelas juveniles contemporáneas y de como han tenido gran auge en internet. A mi no me atraen mucho aunque claro que creo en el amor, forma parte de mi ser.
Al terminar mi última clase me doy cuenta de que Richard no apareció en todo el día, y la única esperanza de verlo era en la hora extra de pintura.
Cuando llego al aula ya todos estaban sentados y me doy cuenta de que murmuran sobre mí. Paula es la única que está callada en su asiento.
"Porque darme tanta atención en sus vidas, y si, me duele que me miren con indeferencia cuando... bueno mejor no estropiar más mi día".
Al fin viene el profesor y se me comprime el corazón cuando Richard entra detrás del maestro y se sienta a mi lado.
—Sabes, siento mucho lo que te paso a ti y tus hermanos, a pesar de nuestras diferencias eso no lo merece nadie —se me cae el alma al oirlo hablarme solo por cortesía o por lástima. Desvía rápido su mirada y al notar como me hizo sentir con su intento de comprensión.
—Oye, soy yo y te quiero, te amo más que a nadie pero sabes...no puedo
—digo arrastrando cada palabra con dolor.
—Freya no, ya sabemos donde acaba esto, y creeme ya lo sepulté, por favor no me tortures más. —Sus facciones se contrayeron y sus ojos se apagaron, como al separarnos... era la misma mirada. Entonces me di cuenta de que no vale intentarlo de nuevo, no si él vorlverá a sufrir así.
Cuando terminó la clase se levantó y salió junto a Paula.
"Todavía extraño el poder hablar con él, mirarlo, abrasarlo y lo peor es saber que nunca me enamoraré de nuevo".
Saco el móvil de la mochila y llamo a mi hermano.
—Dime, Freya.
"Tan peculiar mi hermano que tanto adoro".
—Bueno ya empezamos el semestre de nuevo o creías que las vacaciones de fin de año son eternas. —Estaba segura que se había olvidado de Elena.
—Ah si si, claro y tranquila que no se me olvidó nuestra hermanita. La llevé al cole, por si pensaste lo contrario.
—Ya, bueno ven a buscarme y no te demores.
—Mira a ver como me hablas que... «llevenselo de aquí que va a espantar los clientes» —oigo otra voz al fondo gritando.
"No, no es posible, me lo prometió anoche".
—¡¡Matt!! en que te metiste ahora, me dijiste que no tomarías más, dime donde estás —digo a punto de explotar de nervios con todo esto—. Matt dime donde estas por favor. —Sentí como la línea se cortó.
Ya no sé que hacer con él, me ha hecho tantas cosas y aún así lo pongo por encima de todo.
Comencé a caminar de regreso a casa luchando con las lágrimas que solo se esforzaban por salir.
—¿¡Te sucede algo?!. —dijo una voz extraña trás de mí.
"Lo que necesitaba para variar, un loco queriéndose ocupar de alguien que no conoce y con la esperanza de terminar al final del día, tomando un café en su casa".
—Mira estoy cansada y no quiero hablar con nadie. —Me volteo y me sorprendo al ver unos ojos grises contemplando mi rostro como si me conocieran de siempre.
—Bueno nunca me ha importado la vida de nadie, pero puedo hacer excepciones. —Exacto, todo no es color de rosa.
—Oye no te conosco y no soy ninguna compañía de una noche. Lo último que quiero es hablar con nadie. —Sé que soné borde pero así como he tenido el día no me importa.
—A ver no me voy a disculpar por lo que digo, pero la mejor manera de no quedarme como el recuerdo de un extraño arrogante, es brindándote ayuda.
No sé porque parece como un caballero verde.
—Mira te puedo llevar a tu casa en mi auto. Estar por aquí sola y a estas horas es peligroso —se apresuró en decirme.
—Tanto como montarme en el coche de un extraño.
—Deja de llamarme extraño, en serio no acostrumbro mucho a ayudar, pero nunca había visto a nadie tan debastado tampoco. —Por primera vez sonó algo coherente.
—Sabes, tienes razón en estos momentos toda ayuda es útil y tampoco me puedo quedar de brazos cruzados.
—¿Entonces te llevo?.
—Claro que no, solo necesito que me digas donde quedan bares más baratos de por aquí. —Tan rápido como lo dije, me di cuenta de que ser tan insesible con él no era la mejor opción si quería si ayuda—. A ver, quise decir que ahora solo necesito encotrar a Matt.
-Claro, tu novio..
—Por favor me ayudas o no, sé que está borracho y tirado por ahí. —Me termino rompiendo por completo.
—No...no te pongas así otra vez. Vamos conmigo a pasar por todos lo bares cerca.
—Gracias. —Es lo poco que atino a decir.
Me sujeta por la mano y me lleva a donde estaba su carro.
—El primer bar queda a diez minutos de aquí. Que raro que no conoscas ninguno.
—En verdad no soy de mucho salir a bares, no me gustan.
"Y me vuelve a pasar, hablar de esto me hace recordar a Richard y el hecho de que éramos el uno para el otro."
—Hum...Te pasa algo, me decías algo pero te perdirste de repente —me reprocha.
—Es que solo quiero encontrar a mi hermano, no hablar sobre fiestas —digo tan indignada como puedo.
— Así que es tu hermano ¿entonces no es tu novio? —pregunta patéticamente.
— ¿Que te hace pensar que yo te debo respuestas?.
—Ya lo sé, solo preguntaba por cortesía, no porque me importe un carajo tu "dolorosa vida" —dice como señalando algo obvio.
"Pero quién se cree que es»
—Llegamos.
Salgo del coche y busco en todas las partes, pero al final no le ví y tampoco al carro. Entro al bar y le pregunto a varias personas pero me doy cuenta que nadie está en sus plenas facultades, así que toco en la oficina del gerente pero nadie me abre.
Mis ilusiones sobre todo lo que era mi hermano estaban perdidas, había intentado arregrarlo pero está demasiado roto, y ya hasta para mí, me es casi imposible ayudarle.
Pasamos por todos los otros bares cercas y al final no estaba en ninguno.
.................
Ya van a dar las once, y yo estoy con un chico raro en su carro, buscando al desalmado de Matt. Solo me queda esperarlo en casa, con mi hermana.
—Bueno ¿donde más buscamos?
—pregunta agotado.
—No, ya me voy a mi casa, déjame por aquí que voy tomar un taxi.
No pienso dejar que me lleve a casa.
—Si, creo que ya te he ayudado bastante. Pero a estas horas no conseguirás un taxi más confiable que este —dice como si no tuviera otra opción.
—No gracias, tomaré un taxi —dije y ni yo misma me creía que me hiba a dejar sola en medio de la calle, pero no hiba a dañar mi orgullo.
—Adelante. —Me abre la puerta con toda seguridad y vuelve a entrar en el coche.
Me arrepiento justo cuando salgo, no tengo dinero para un taxi, solo para un bus, en que pensaba.
—Oye, oye, creo que mejor me llevas, me da miedo quedarme sola.
—Lo que pensé, al final otro favor más.
—alpasta orgullo cruelmente.
—Solo llévame yo te guío.
Todo el camino estaba abrazado por un perturbador silencio, me iba a matar de verguenza este gruñón.
—¿Podrías poner la radio? No soporto estar así. —Rompo el silencio.
—Ah, pensé que no te gustaba hablar con extraños.
—Pensaste bien, dije que quería escuchar música, no que deseaba hablar contigo, porque como mismo has dicho eres un extraño.
Este hombre saca lo peor de mí, es asfixiante.
—Bueno que música desea, señora.
—Mira siento el tratarte mal, no se que me pasa yo no soy así, pero no me llames señora, solo tengo 18 años.
—Si yo también lo siento, de verdad me caiste muy bien desde el principio, pero a veces me porto como un gilipollas.
—Si...claro.. Bueno ya voy no hace falta la música. Mi casa es esa de alante —dije cortándolo, no me gustaba el rumbo de la conversación y además parecía una tonta poniéndome nerviosa con él si eso solo me pasaba con una persona... y que extraño mucho.
—Ya estamos aquí. Bonita casa es antigua
—Te invitaría entrar pero verás...
—Claro te acompaño, estoy muy agotado no me vendría mal tomar algo. debo negar entrar después de todo lo que hizo por mí.
—Si, es lo menos que puedo hacer, después de todo.
No me puedo quitar a mi hermano de la mente, sé que podía hacer más para buscarlo.
—Esto es hermoso, la noche y las flores, el aire puro, la tranquilidad. ¿Tienen jardineros aquí?.
—¿De verdad me preguntas sobre flores?.
—Claro, o porque sean flores no son importantes, a veces las pequeñas cosas hacen las grandes cosas.
Lo siento, no pretendía hacerte daño. — mi voz se rajó de repente, recuerdo como mi papá las adoraba—. ¿Entras?- dije restándole importancia al asunto.
Abro y al entrar veo a mi hermana llorando en el sofá, tenía la cara morada y las piernas llenas de rasguños.
—¿Pero que te pasó? —corrí adonde ella—. ¿Fue en el instituto, en la calle?
"Esto me pasa sé por estar pendiente de Matt que ya es mayor, dejar sola a mi hermana".
—No, no tranquila solo fue Matt, vino borracho y la cogió conmigo —susurró entre el llanto y la verguenza.
"Esto no puede seguir, conmigo es enfermo y no puede ponerse así con ella también".
Miro a mi invitado y tiene la cara llena de dolor, sus ojos pasaron a ser casi negros, como si a él le afectara en gran medida mi situación.
—Mi linda Freya, que bien, tenemos invitados —dice Matt sin valerse por sí mismo.
Solo al verlo sentí tanta rabia que me abalancé hacia él con todas mis fuerzas, pero algo me detuvo, ¿porque?... tengo que frenarlo, que pare de hacer daño.
—Freya, no eres así, déjalo —actúa como si me fuera a calmar, mientras mi hermano espera que lo golpee.
—Tu que ni me conoces.
Esta vez ya no lloraba sino que aguantaba, no lloraría más, nadie lo merece.
—Déjalo, tu hermana te está viendo —me susurra y solo entoces me calmo.
—Mi hermanita te espero, ¿ok?. —dice Matt y sube las escaleras.
—Tendrás que marcharte, no puedo atenderte.
—¿Estarás bien? —pregunta alarmado.
—Claro. Me llamo Freya. —Me presento, aunque no hubiera querido que conociera el nombre de este desastre.
—Ya lo sé, lo mencionó tu hermano. Soy Eric Danas me alegro de conocerte.
—Bueno, chao. —Cierro la puerta y voy hacia el cuarto a ver a mi hermana, seguro que está destrozada.
"Como pudo mi hermano golpearla, ya no se mide y cada vez se pone peor".
—Elena ábreme la puerta, por favor, confía en mí.
—¿Donde está Matt? —pregunta deseperadamente.
—Está en su cuarto, pero está muy borracho y podría salir y volver a hacer ruido. —Prácticamente le supliqué, él está fuera de sí, la bebida lo convierte.
Entré tan rápido como abrió la puerta y la abrazé muy fuerte. —Siento el haberte dejado sola. -las palabras casi no me salían.
—Solo me asusté, nunca lo había visto así.
—¿Qué fue lo que te hizo, Elena?.
—Estaba hablando cosas incoherentes y empezó a golpearme muy fuerte. Cada recuerdo que contaba se reflejaba en mí, como si fuese ayer.
—¿Y luego? —pregunto horrorizada.
—Se trancó en su cuarto y me dijo que te esperara en el sofá. —Un alivio inmenso m recorrió tranquilizándome un poco.
—Me puedes traer el móvil, se me quedó abajo.
Salgo del cuarto y cierro bien la puerta, pero antes de bajar me acerco a la habitación de Matt y oigo como está llorando.
"Esto me rompe el corazón, me revienta por dentro".
—¿Freya eres tú? —me pregunta y siento como se le opaca la voz.
Abre la puerta y me abraza, se desploma en mi hombro, y por un momento se parece a él.
—Tranquilo, sé que tú no deseas hacer esto, por eso tienes que dejar de beber, por mí, por Elena.
Se separa y veo como sus ojos están inyectados de sangre y sus labios hinchados por el alcohol.
—Sabes, me enteré de lo que hiciste hoy ¿te acercaste a tu ex, no?.
—No fue mi culpa, solo déjame explicarte...
—¿Explicar que? —me interrumpe—, tendré que castigarte.
—Mírame soy yo, y te adoro. Podemos conversar esto y te juro que entenderás. —Los nervios recorren todo mi cuerpo y me sudan a gran medida las manos.
—No, ya hablamos antes de esto, entra al cuarto —me amenaza.
—Ya hablamos mañana, cuando estes mejor, lo prometiste te acuerdas.
—Y tu también, entra o despertarás a tu hermanita.
—Que es tuya también, al igual que yo. —le recuerdo.
—No estoy de humor. —me coge por un brazo y me entra bruscamente.
—Tu y yo solos —dice y cierra la puerta.
«No, no otra vez. Por favor que acabe, que acabe...»
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