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Aioria sabía que lo mejor sería irse del burdel antes de la hora de salida, porque la mirada de ese chico se lo estaba comiendo vivo.

June: usted tranquilo, yo cubro sus horas, y el señor dohko dijo que de todas manera le va a pagar las horas que faltan

Esa era June, la otra conserje del burdel, quien era unos 3 años menor que Aioria y sólo estaba ahí haciendo su trabajo de voluntaria para la Universidad.

Pero, para su desgracia, no le dio tiempo para cumplir el plan que se habían hecho, pues al momento de irse, el mafioso le sostuvo el brazo, no muy fuerte, pero si lo suficiente para que no se zafara fácilmente

- Oye, aioria~ A donde crees que vas ? aún es muy temprano ~

Casi todos los empleados del burdel tragaron saliva, vaya mala suerte.

El rubio respiro hondo y respondió de manera calmada.

- a mi casa, hoy salía temprano..

- Hm~ Tengo una mejor idea, que tal si vienes conmigo y mis amigos?

No.

Cuanto deseaba gritarle eso.

De ser cualquier otra persona, hubiera apartado el brazo y hasta le hubiera gruñido, dohko incluso hubiera salido a su defensa...pues ya había pasado antes.

Pero los gold Saint eran la mafia más fuerte del bajo santuario, y no era tan idiota para gritarle a uno de sus miembros.

- Pues....

- Anda~ Sera mejor que este burdel~

Tras decir eso, se acercó un poco a su oido

- Créeme...no quieres negarte.

Maldita voz la que había puesto, pues le había dado un escalofrío.

Maldita su suerte.

Dio un suave gruñido antes de bajar la cabeza, en señal de rendición, o por lo menos por ahora.

El peli morado dio una sonrisa triunfal y le rodeó el cuello con un brazo, como un abrazo amistoso o coqueto, le hizo una seña a sus amigos, indicándoles que ya se iba y que luego les pagaría su parte de la cuenta.

Incluso cuando el hombre ya lo había sacado del bar, Aioria de atrevió a voltear la mirada, observando los rostros asustados y tristes de su jefe y colegas.

Los iba a extrañar.

Se dejó guiar por el mayor hasta llegar a una limosina, la cual se veía bastante lujosa para ser de los bajos mundos.

Nuevamente su acompañante acercó su rostro a su oido, y vaya que se aguanto las ganas de pegarle un golpe en todo el rostro.

- Por cierto, me llamo Milo, recuerdalo, lo necesitarás más tarde ~

Bien...sin duda está vez si soltó un gruñido.

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