𝘾𝘼𝙋𝙄𝙏𝙐𝙇𝙊 𝙎𝙄𝙀𝙏𝙀
Cuando todos los Iniciados de pie sobre tierra firme de nuevo, Lauren y Cuatro nos guían por un estrecho túnel. Las paredes están hechas de piedra, y el techo está en declive, así que siento como que estuviera descendiendo profundamente hacia el corazón de la tierra. El túnel está iluminado por largos intervalos, así que en los espacios oscuros entre cada débil linterna.
Nos detenemos. Frente a nosotros se encuentran nuestros tres líderes, con sus brazos doblados.
—Aquí es donde nos dividimos —dice Lauren—. Los Iniciados nacidos en Intrepidez están conmigo. Asumo que ustedes no necesitan un tour del lugar.
Ella sonríe y hace sefias a los Iniciados nacidos en Intrepidez. Ellos se apartan del grupo y desaparecen en las sombras. Observo el último talón salir de la luz y miro a aquellos que quedamos. Solo quedan once personas. De aquellos Nathan es el único transferido de Concordia.
Cuatro nos dirige la palabra a continuación. —La mayoría del tiempo trabajo en el cuarto de control, pero las pocas semanas que siguen, seré su instructor —dice—. Mi nombre es Cuatro.
Una verdad pregunta:—¿Cuatro? ¿Cómo el número?
—Si —dice Cuatro—. ¿Hay algún problema?
—No
—Bien. Estamos a punto de entrar en El Foso, el cual algún día aprenderán a amar.
La veraz de hace un momento ríe con disimulo. —¿El Foso? Ingenioso nombre.
Cuatro se acerca a Christina e inclina su cara cerca a la de ella. Sus ojos se estrechan, y por un momento sólo se queda mirándola.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunta él calmadamente.
—Christina —chilla ella.
—Bueno Christina, si yo quisiera soportar bocas inteligentes de sinceridad, me habría unido a su bando—sisea—. La primera lección que tú aprenderás de mí es mantener la boca cerrada. ¿Se entiende?
Ella solo asiente.
Cuatro echa a andar hacia la sombra al final del túnel. La multitud de Iniciados avanza en silencio.
Lo más probable es tener cuidado con Cuatro.
Cuatro empuja para abrir un conjunto de puertas dobles y entramos en el lugar que él llama "El Foso".
"Foso" es la mejor palabra para eso. Es una caverna subterránea tan enorme que no puedo ver el otro extremo desde donde estoy parada, que es en el fondo. Paredes de rocas desniveladas se alzan varios pisos por encima de mi cabeza. Dentro de las paredes de rocas hay lugares para comida, ropa, provisiones, actividades de ocio. Estrechos caminos y gradas talladas en la roca los unen. No hay barreras para impedir que las personas se caigan por el borde.
Un ángulo de luz se estira por una de las paredes de piedra. Moldeando el techo del Foso hay paneles de vidrio y, encima de ellos, hay una construcción que deja entrar la luz solar. Debe haberse visto como sólo otra edificación de la ciudad cuando lo pasamos en el tren.
Linternas están colgadas en intervalos aleatorios arriba de los caminos de piedra, similares a los que alumbraba el cuarto de Selección. Se vuelven más brillantes a medida que la luz solar disminuye. Las personas están en todo lugar, todos vestidos de negro, todos chillando y hablando, elocuentemente, haciendo gestos. No veo ninguna persona mayor en la multitud. ¿Hay alguna persona mayor de Intrepidez? ¿No viven tanto tiempo, o simplemente son despachados cuando ya no pueden saltar de un tren en movimiento?
Un grupo de niños baja corriendo por un camino estrecho sin pegar un grito.
—Si ustedes me siguen —dice Cuatro—. Les mostraré el Abismo.
Nos hace señas con las manos hacia delante. La apariencia de Cuatro parece dócil desde el frente, debido a los estándares de Intrepidez, pero cuando se da la vuelta veo un tatuaje asomándose fuera del cuello de su camiseta. Nos dirige hacia el lado derecho del Foso, el cual está llamativamente oscuro. Entrecierro los ojos y veo que el piso donde estoy parada ahora termina en una verja de hierro. Mientras nos acercamos a la verja, escucho un estruendo: agua movimientos rápidos de agua, embistiendo contra las rocas.
Examinó la orilla. El piso disminuye en un ángulo puntiagudo, y varios pisos debajo de nosotros hay un rió. Efusiva agua golpea la pared debajo de mi y se rocía hacia arriba. A mi izquierda, el agua está en calma, pero a mi derecha, es cándida, batallando con las rocas.
—¡El Abismo nos recuerda que hay una delgada línea entre valentía y estupidez! —grita Cuatro—. Un temerario que salte desde esta saliente terminará con su vida. Ha pasado antes y pasara de nuevo. Han sido advertidos.
—Esto es increíble —dice Christina, mientras todos nos alejamos de la verja.
Cuatro dirige el grupo de Iniciados a través del Foso hacia un enorme agujero en la pared. El cuarto de más allá está lo suficiente bien iluminado por lo que puedo ver a donde vamos: un salón comedor lleno de personas y estrepitosa platería. Cuando entramos, los Intrépidos adentro se paran y aplauden. Golpean el suelo con los pies. Gritan. El ruido me rodea y me llena.
Busco asientos libres junto a Nathan. Descubrimos una mesa a un lado del cuarto. Me siento al frente de Cuatro, a lado mío está Nathan sentado frente a Beatriz. En medio de la mesa hay una bandeja de comida: hamburguesas. Agarro una. Pero veo como lo agarra Beatriz.
—Es carne de res —dice él—. Ponle esto. —Le pasa un pequeño tazón lleno de salsa roja.
—¿Nunca has comido una hamburguesa? —pregunta Christina.
—No —dice—. ¿Es así como se llama?
—La dieta de los estirados se basa en vegetales simples —respondo.
—¿Por qué? —pregunta ella.
Beatriz iba a hablar pero la interrumpo. —La extravagancia es considerada inmoderada e innecesaria.
Christina sonríe burlona mente. —No me sorprende que te fueras.
—Si —dice Beatriz— Fue solo por la comida.
La esquina de la boca de Cuatro se tuerce.
Las puertas de la cafetería se abren, y un silencio cae en el cuarto. Un joven entra y el cuarto está tan silencioso que escucho sus pisadas. Entonces me doy cuenta de quien es. Su cara está horadada en muchos lugares, y su pelo es largo. Eso no lo hace ver tan amenazador. Es la frialdad en sus ojos mientras pasa a través del cuarto.
—¿Quién es ese? —sisea Christina.
—Su nombre es Eric —dice Cuatro. Ya no me queda dudas, es él. —Es un líder de Intrepidez.
—¿En serio? Pero es tan joven.
Cuatro le da una mirada seria. —La edad no importa aquí.
Los ojos de Eric dejan de escudriñar el cuarto, y se dirige hacia una mesa. Se dirige hacia "nuestra mesa" y se deja caer en el asiento a lado de Cuatro. Él no ofrece ningún saludo, así que tampoco lo hacemos.
—¿Bueno no vas a presentarme? —pregunta él.
Cuatro dice: —Está es Tris y Christina. Ella es Noah y... —mira a Nathan esperando una respuesta.
Pero yo respondo: —Él es Nathan.
—Oh —dice Eric. Me mira por un momento, como si estuviera analizando me. Pero luego mira a Tris—. Una Estirada. Veremos cuanto duras.
Él da golpecitos a la mesa con sus dedos. Sus nudillos están cubiertos de costras, justo donde se cortaría si golpeará algo fuerte.
—¿Qué has estado haciendo últimamente, Cuatro? —pregunta él.
Cuatro levanta un hombro. —Nada, en realidad —dice.
¿Son amigos? Lo que Eric hizo —sentarse aquí, preguntar por Cuatro—sugiere que lo son, pero la manera en que Cuatro se sienta, tenso cómo si jalara de un alambre, sugiere que son algo más. Rivales, tal vez, pero como puede ser, ¿Si Eric es un líder y Cuatro no lo es?
—Max me dice que sigue intentando ponerse en contacto contigo no te apareces —dice Eric—. Me pidió que averiguara qué esta pasando contigo.
Cuatro mira a Eric por unos pocos segundos antes de decir: —Dile que estoy satisfecho con la posición que actualmente tengo.
—Así que quiere darte un trabajo.
Las argollas en las cejas de Eric atrapan la luz. Tal vez él percibe a Cuatro como una potencial amenaza a su puesto.
—Al parecer —dice Cuatro.
—Y tú no estás interesado.
—No he estado interesado por dos años.
—Bueno —dice Eric—. Esperemos que él comprenda, entonces.
El le da unas palmaditas a Cuatro en el hombro, un poco demasiado fuertes, y se levanta.
—¿Ustedes dos son... —dice Tris.
—¿Amigos? —termine la pregunta.
—Estamos en la misma clase de Iniciados —dice—. Se transfirió de Sabiduría.
Me lo dice mirando y yo me atragantó. Comienzo a toser mientras Nathan me golpea la espalda y me pasa un vaso con agua.
—¿Estas bien? —pregunta Nathan.
—Si. Si, estoy bien.
—¿Tu también fuiste transferido? —pregunta Tris.
—Pensé que solo habría problemas con los Sinceros de haciendo demasiadas preguntas —dice él fríamente— ¿Ahora también tengo Estirados?
Río disimuladamente. Y consigo la mirada de todos en la mesa, en especial la de Cuatro.
—Debe ser porque tu eres tan accesible —dice Tris—. Ya sabes, como una cama de clavos.
Los dos se miran.
Quedan en silencio hasta que el dice: —Cuidado Tris.
Suelto una pequeña risa. Y otra vez consigo su mirada.
—¿De qué tanto te ríes? —pregunta él.
—Tranquilo eh. Acaso reírme esta mal —respondo.
Él iba a hablar pero lo llaman en otra mesa y él se va. Soy la última persona a la que él mira antes de que vaya a aquella mesa.
Después de la cena, Cuatro desaparece sin decir una palabra. Eric nos guía hacia abajo a una serie de pasadizos sin decirnos a dónde vamos. No sé por qué un líder de Intrepidez sería responsable de un grupo de Iniciados, pero tal vez es sólo por esta noche.
Al final de cada pasadizo hay una lámpara azul, entre ellas está oscura, y tengo que cuidarme de no tropezar me con un piso desnivelado.
Eric se detiene frente a una puerta de madera y dobla los brazos. Nosotros nos reunimos alrededor de él.
—Para aquellos que no lo saben, mi nombre es Eric —dice—. Soy uno de los cinco líderes de Intrepidez. Aquí tomamos el proceso de Iniciación muy enserio, así que me ofrecí voluntariamente para supervisar la mayor parte de su entrenamiento.
El pensamiento me pone nerviosa.
—Estas son algunas reglas de comportamiento —dice él—, tienen que estar en el cuarto de entrenamiento a las ocho en punto cada día. El entrenamiento ocurre cada día de ocho a seis, con un receso para almorzar. Son libres de hacer lo que sea que quieran después de las seis. También obtendrán algo de tiempo libre entre cada fase de la Iniciación.
La frase "Hacer lo que sea que quieran" se mete en mi mente. En casa yo no podía hacer lo que quiera, ni siquiera una noche.
—Solamente están autorizados a dejar el recinto cuando los acompañe un Intrépido —agrega Eric—. Detrás de esta puerta hay un cuarto donde dormirán por las siguientes pocas semanas. Notarán que hay diez camas, y ustedes son once. Uno de ustedes debe irse con los nacidos en Intrepidez.
Parecía como cuando dijeron que debíamos saltar. Nadie se ofrecía. Así que de nuevo tuve que ofrecerme.
—Yo iré —asegure. Camine al frente poniéndome a lado de Eric.
—Pero empezamos con doce —protesta Christina.
—Ha y siempre al menos un Transferido que no llega al recinto —dice Eric, jugando con sus cutículas. Se encoge de hombros—. De todas formas, en la primera fase de la Iniciación mantenemos a los transferidos y a los Iniciados nacidos en Intrepidez separados. Y ellos ya son mejores que ustedes. Así que espero...
—¿Categorías? —pregunta una chica.
—¿Por qué somos clasificados? —cuestiono yo.
Eric sonríe, y en la luz azul, está se ve malvada, como si estuviera tallada en su cara con un cuchillo.
—Sus categorías sirven para dos cosas —dice él—. Es que solo los diez primeros se integrarán.
Me quedó quieta. Sorprendida. Pero Chris dice: —¿Qué?
—Al igual que ustedes hay once Iniciados nacidos en Intrepidez —dice Eric— Cuatro Iniciados serán suprimidos al final de la fase uno. Él resto será suprimido después del examen final.
Estoy paralizada con mi mirada en Eric. Tal vez yo no pasé la Iniciación.
—¿Qué hacemos si somos suprimidos? —dice Peter.
—Dejarán el recinto de Intrepidez —dice Eric indiferentemente—. Y vivirán Sin Facción.
Seré un miembro. Lo haré.
—Pero eso... no es justo —dice Molly. Aún cuando suena enojada, se ve aterrada—. Si nosotros hubiéramos sabido...
—¿Estás diciendo que si ustedes hubieran sabido esto antes de la Ceremonia de Selección, no habrías escogido Intrepidez —contesta Eric bruscamente—. Porque si ese el caso, deberían largarse ahora. Si realmente son uno de nosotros, no les importará que puedan fallar. Y si lo hacen, son unos cobardes.
Eric empuja para abrir la puerta del dormitorio.
—Ustedes nos escogieron —dice él—. Ahora nosotros tenemos que escogerlos.
Después de que todos entran les cierra la puerta. Entonces nos quedamos solos. Mientras caminamos en dirección al dormitorio de los Nacidos en Intrepidez, nadie dice una sola palabra.
Después de unos segundos él lo hace.
—¿Por qué viniste? —dice él— debiste quedarte.
—¿Pará qué? —respondo. —Ambos sabemos que no soy buena en Sabiduría.
—¿Y en Intrepidez si?
—Tal vez. Si tu pudiste, yo también.
—No es tan sencillo
—¿Crees que tomé esta decisión sin pensar en las consecuencias? —digo—Que poco me conoces.
Llegamos a una puerta similar al dormitorio de los Transferidos. Y él la abre.
—Muy bien Iniciados —llama la atención de ellos— ella es su nueva compañera. Noah. Será la única Transferida en dormir aquí.
Me entrega ropa de color negro. Y antes de irse me susurra —Tu mañana temprano en la habitación de los Transferidos. Entrenará con ellos. Esa es tu cama. —Me señala una cama casi al rincón del cuarto. Y luego se va.
Me siento extraña, soy la única Transferida. Me cambió de ropa. Algunos chicos se me quedan viendo, en especial uno Moreno, guapo a mi parecer. Pero sigo y luego me tumbo en la cama.
Hay algunos Intrépidos jugando cartas, otros peleando. Otros hablando. Yo estoy sola, en la cama de abajo. Pensaba salir un momento para ir al cuarto de transferidos y ver a Nathan. Pero mi cansancio me gana, dejándome dormida.
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